Cuerda, Grosz y familia

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Miguel Sánchez-Ostiz *

Miguel_Sánchez_OstizCuando Dios aparece en el Boletín Oficial del Estado con el mismo rango que una ordenanza de aranceles agropecuarios, resulta imposible eludir al pregonero municipal de Amanece, que no es poco que nos hace saber que, de orden del señor cura, Dios es uno y trino, para cosechar de seguido el aplauso de la Guardia Civil y las ganas de salir bailando de las viudas. A ese pueblo esperpéntico pertenecemos, nos guste o no, nos divierta o nos deje de divertir, porque la nuestra es ya una risa de guiñol sombrío. Hay algo grotesco y feroz en nuestro día a día, algo incesante que parece irredimible y que nos asalta, noticia bomba tras noticia delirante, disparate tras muestra de crueldad y prepotencia de una casta que domina, con leyes y urnas como recortadas, y que ha reconvertido el nuestro en un intratable país de cabreros como lo crucificó Gil de Biedma. Al despertar, los bellacos del pasado estaban ahí, de guardia, con toda su parentela.

Gutiérrez Solana pintó la miseria y la sordidez de ese país nuestro, con un trasfondo de aburrimiento pardo del que hace unos días huía la jugadora de Candy Crush que se sienta en la mesa del Congreso de la Nación; ese aburrimiento del casino provinciano que no está muerto, el de los tratantes y los monteros, el de la procesión de despojos milagrosos y la ceremonia de matanza de la marrana, que es una generalizada educación sentimental. No sabes quién es peor, si quien con desparpajo falta a un elemental decoro de la cosa pública o quien lo justifica de manera torera, con fintas de rancia chulería disfrutando de un acta de diputado, de una prebenda, gigantes y cabezudos del desfile de la ventaja, figurantes del gran esperpento nacional cada vez más lejos de aquel mármol y de aquel día que le auguró Machado.

¿Quién podría dar cuenta exacta de esa casta patricia y de sus andanzas? Ahora mismo alguien que no fuera su cómplice desde la crónica cachonda a lo Umbral y la astracanada festiva de la barraca de feria, sino su enemigo, encarnizado. No queda otra. Urge poner en escena con vitriolo a estos monteros sociales que más que gobernar dominan un país; con el vitriolo que ellos mismos suministran a diario, ni más ni menos. No hace falta sacar la brocha gorda y la brea nocturna, con ponerlos delante del espejo basta, sin contemplaciones pero arriesgando el descrédito, el que conviertan al autor de los dardos cada vez más furtivos en pieza de montería; y no dejarse comprar, porque esta gente que detenta el poder político, económico y mediático, además de multar y apalear, compra, al final compra, devora, y de su propia basura hace negocio.

La Alemania de entreguerras tuvo a un Grosz, salido de las trincheras de la Primera Guerra Mundial, que pintó un mundo sombrío de depravación y plutocracia grosera, de hambre y comilonas, ruinas y lujos, tullidos, mendigos, putas, militares, jueces perversos, clérigos, banqueros y criminales, un mundo abigarrado y obsceno que solo juzgan excesivo los que en él aparecen de una manera u otra retratados. Nosotros hemos preferido el viejo cieno del tremendismo, el de las reliquias milagrosas, los tricornios y los fusiles, los disciplinantes y las siete cucas de Eugenio Noel, o su contrario, la abstracción, la virguería, el sexo de los ángeles, el silencio cómplice y virtuoso, el ojo cuco del jugador de tute que sabe a qué carta quedarse, la melancólica incredulidad del desertor y el vencido por entrega, el elegante papel del patinador que pone la vista arriba y no sabe sobre que hielo negro patina.

Grosz, procesado, perseguido y vilipendiado, cuando olió la chamusquina nazi salió de Alemania pitando. Les dejó como herencia su advertencia y su retrato. Aquí, hoy, también huele a chamusquina, otra. Los tullidos de la vida son otros, a cientos y a diario, los matones y los perros de prensa de la clase dominante también otros o muy parecidos, es igual, como la clase misma; pero no es tan fácil escapar de ella, nos tiene atrapados, agarrados por las solapas y nos zarandea. Muchos jóvenes huyen, escapan, en busca de una vida posible; otros, jóvenes y menos jóvenes, no podemos hacer lo que hizo Mateo Alemán, en 1608, que ya en la sesentena hizo el bulto y se largó a Nueva España en pos de una vida mejor, de una vida vivible, y dejó a su espalda su éxito, el Guzmán de Alfarache, conocido como «El Pícaro», el fresco de una época miserable. Estos de ahora, los que azuzan a diario nuestra chamusquina, trajeados, togados, uniformados, ensotanados, no son pícaros, por mucho que pidan a gritos el vitriolo de un Grosz o de Mateo Alemán redivivo, son granujas, maleantes, que es muy distinto, no concitan nuestra empatía, como el pícaro baldado, maltratado por la perra suerte, sino nuestra ira, nuestra necesidad de conjuro, en el muro del tiempo, en papeles que queden, qué menos.

jaimeskywalker (YouTube)
(*) Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950) es escritor. Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de la Crítica (1997) por No existe tal lugar (Anagrama, 1998). Su última obra publicada es A trancas y barrancas (Pamiela, 2015). Es autor del blog  Vivir de buena gana.
7 Comments
  1. Lacort says

    Felicitaciones a Cuarto Poder por incluir a uno de los autores más comprometidos y más silenciados.

  2. depende de como lo mires says

    jajajaj salvese quien pueda !!!!!!

  3. Carlos G. says

    Gran fichaje. Le sigo desde que cayó en mis manos «Las pirañas» y aún no me explico por qué no es un escritor más reconocido.

  4. Patronio says

    No le conocía, tocayo Sánchez-Ostiz, pero la frase con que encabeza este artículo «Cuando Dios aparece en el Boletín Oficial del Estado con el mismo rango que una ordenanza de aranceles agropecuarios …» me parece de lo más ingenioso que he leído en toda mi vida. Y mira que he leído. Enhorabuena y prometo seguirle. Pero si considero que debo criticarle, también lo haré.

  5. celine says

    Lúcido pesimista, describe usted una pesadilla. Que me aspen si no se parece demasiado a la realidad. Habrá que leer Don Quijote una y mil veces para huir de ella. Y con el mazo dando.

  6. celine says

    Carlos G.: viendo lo que se ve cada día a lo que llaman «literatura», a mí no me extraña que Miguel Sánchez-Ostiz no sea más reconocido. Casi

  7. celine says

    …que mejor para él (no pude terminar). Que disfrute de sus lectores, como usted.

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