Manolo Monereo *
Para Hugo Martínez Abarca,
desde el orgánico partido
La salida de Tania Sánchez agrava la crisis de IU y debilita la posición de Alberto Garzón. Los hechos son tercos e invitan a tomarlos en cuenta o, al menos, partir de ellos. La discusión de cuántos y cuántas se van, las condenas y hasta insultos lo único que prueban es una infinita mala fe y no entender lo que pasa, los que nos pasa. Que Tania deje la IU-organización significa una derrota colectiva, un fracaso de un modo y estilo de hacer, digámoslo así, “dirección” y una demostración más de que los obstáculos para una renovación, refundación, fundación, de Izquierda Unida son extremadamente fuertes, tanto que ya no nos quedan objetivos para nombrar lo mismo, una y otra vez defendido con diversos nombres y, una y otra vez, aplazados cuando no ridículamente negados por los que habían sido elegidos para llevarlos a cabo. Lo que está en juego es si IU es (auto-) reformable más allá de las solemnes declaraciones.
Aquí y ahora, lo fundamental y prioritario es la política, dejarse de lenguajes que nada dicen y situar en el centro el debate político, estratégico y programático en torno a la ruptura democrática y al proceso constituyente. Las cosas están llegando ya a tales extremos que se empieza a dar la paradoja de gentes que abandonan IU para poder seguir defendiendo verazmente su proyecto histórico, aunque sea en otra formación política; para decirlo con más precisión, se puede estar iniciando ya un proceso, la “otra” refundación, de progresiva separación de IU-organización, de IU-proyecto. No es poca cosa. Se necesita, por lo tanto, volver a la política con mayúsculas, para encontrar en ella y desde ella los elementos que permitan crear futuro, ilusión y confianza en las propias fuerzas. Si no, nada será posible.
Las dos ideas básicas que deberían organizar nuestra ofensiva sería la Unidad Popular como estrategia y el “partido orgánico” como fundamento. Ambas cosas están relacionadas. ¿Qué significa la estrategia de Unidad Popular? Es sencillo: que para la transformación social no basta solo ganar unas elecciones, sabiendo que son extremadamente importantes, sino que hace falta transformar el poder (en el Estado y más allá) y que para eso es necesario crear una fuerte y compacta Unidad Popular en la sociedad que compense, amortigüe, debilite, la desigualdad de poder existente (económico, político, cultural-mediático) entre las clases dominantes y las clases subalternas.
Si tomamos nota de la marcha de Podemos de las semanas pasadas, las encuestas de opinión y el clima social, se nota que emerge con fuerza un sujeto nacional-popular, democrático-plebeyo que se autoorganiza y busca ser protagonista del cambio político. Esto es lo decisivo: sin unos fuertes poderes sociales que organicen a las y a los de abajo, que creen alianzas sociales y políticas, que fomenten nuevos patrones culturales, no será posible la transformación social en un sentido justiciero. Los jóvenes, hombres y mujeres, van a jugar un papel decisivo en estos procesos; de hecho ya lo están jugando.
Hay un problema insoslayable: las clases trabajadoras y las clases subalternas en general tienen que ser ganadas para la revolución democrática desde su propia realidad y desde su nivel de conciencia. No hay determinismos ni automatismos, lo que hay es un conflicto de clases duro y difuso donde las clases trabajadoras han pedido derechos laborales y sindicales, han sido estructuralmente debilitadas como clase y no cuentan con recursos y energías morales y organizativas aún para ser sujetos activos, aquí y ahora, de la emancipación. Sin ellos, a medio y largo plazo, nada será posible. En el medio, la refundación del sindicalismo de clase. Lo nacional-popular es siempre lucha de clases por la hegemonía y eso nunca está garantizado, de ahí que la mejor estrategia es siempre la lucha social, combinar lo electoral y la constitución de un tejido social asentada en la realidad local-territorial y desde ahí avanzar, avanzar siempre, mirando de reojo a la retaguardia y de frente a los enemigos de clase.
No se trata de abstracciones. La experiencia de los diversos “ganemos”, con sus pros y sus contras, dice mucho de que el proceso de autoconstrucción del sujeto popular está avanzando. Aquí tampoco cabe engañarse: la unidad es una lucha muy dura que a menudo se pierde; es un modo de organizar el conflicto y, sobre todo, un proceso de construcción social. Combinar unidad y elecciones, es combinar agua y aceite, y si, por lo demás, se trata de elecciones municipales la cosa se complica mucho, muchísimo. Las viejas rencillas nunca superadas, las ambiciones y los oportunismos se confunden con debates ideológicos de andar por casa y al final lo que se impone es el sectarismo y el desprecio a las buenas gentes que ilusionadamente creen que el mundo pueda cambiar de base y que la vieja política ha sido superada al menos por los “nuestros”. Esta batallas no las pierden los “políticos”, las pierden las personas y con ello se favorece a la derecha y al capital financiero dominante. Si la política no implica una ética de lo público como base y fundamento de una nueva Res-pública no hay liberación ni emancipación y llegará la restauración en cualquiera de sus versiones.
Somos los tribunos de la plebe y los abogados de un porvenir construido colectivamente, ni más ni menos. El sectarismo y el dogmatismo se superan yendo más allá de partidismo estrecho y del electoralismo burgués. Hace falta construir una nueva cultura del Partido Orgánico de la Revolución Democrática, el partido del pueblo, de los hombres y mujeres comunes, que quieren vivir con dignidad, en un mundo justo y en una tierra habitable, donde quepamos todos y todas. No es difícil de entender: que la vida, la nuestra, la de ellas, las de ellos, merezca la pena vivirse. Esto no resuelve todos los problemas pero ayuda a afrontar el sentido de la vida y aceptar la muerte.
No entiendo como Manolo Monereo, miembro de la Dirección Federal de IU, se suma a la campaña desmadrada de determinada prensa en la interpretación de la salida de Tania Sánchez que ha dado ella misma.
La realidad es algo distinta. TS lideró hace unos meses la campaña de calumnias y mentiras contra el Alcalde de Rivas basándose en un informe de la Cámara de Cuentas de Madrid dominada por el PP, que utilizó como prueba de acusación. El alcalde dimitió, la prueba resultó después ser falsa y todos los grupos municipales por unanimidad, así lo reconocieron. La que acusó entonces es ahora acusada, y esta vez, no por una historia inventada, sino por unos hechos ya confirmados: durante años su hermano recibía la aprobación municipal para una subvención millonaria que avalaban ella y su padre. No se discute ahora si va a ser o no imputada por un juzgado de Madrid, tras la querella presentada por el PP de Rivas .Es eso lo que precipitó su abandono de IUCM, días antes de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid se pronunciara al respecto. Al dimitir como diputada regional por su huida de IU, su caso cambia de juzgado y pasarán meses hasta saber si es o no imputada.
La cuestión de fondo, “la política” es queTS ganó las primarias de IUCM para ser la candidata de esta formación a las elecciones autonómicas y fue ratificada por la dirección regional, a pesar de las dificultades derivadas de su irregular y poco ética gestión cuando fue concejala de Rivas. Y, a partir de aquí, jaleada por determinados medios de comunicación ella interpretó su triunfo en las primarias como aval suficiente para cambiar la dirección, que no es lo que se había discutido en las Primarias (Otra cosa es que, al igual que Edy Sáchez, Angel Pérez y Gragorio Gordo, deberían haberse apartado de la dirección voluntariamente en ese momento porque la militancia lo había pedido indirectamente con su voto); y la política de IUCM, a pesar de que los ganadores de las Primarias no podían cambiar la política ya decidida por la Dirección Federal sobre la Convergencia: la dirección federal ya había decidido qué tipo de convergencias podía apoyar e impulsar IU (la que se ha impulsado con éxito en Barcelona), no la que estaban proponiendo Tania y “los suyos”.
Pero, insisto, TS no ha llevado a cabo su precipitada e inaceptable salida por que no le aceptaran sin más este comportamiento políticamente no democrático. La rápida salida de TS se debió a motivos más prosaicos: la desesperada necesidad de construir una historia , de venta mediática, que le permitiese justificar su precipitado abandono de IU, como la negativa de “la vieja guardia, los responsables de la estafa de Bankia y los del viejo régimen a trabajar por la unidad popular”. Esas fueron las explicaciones de TS; nadie ha podido rebatirlas, porque a nadie de IUCM han tenido a bien llamar los medios de comunicación que apoyan de forma obsesiva a Podemos.
Sobre lo del “partido orgánico”, propuesto por ti y por tu admirado Anguita, ya hablaremos otro día
Por cierto Manolo, ¿Tu crees que es una casualidad que el artículo comentado esté dedicado a Hugo Matínez Abarca, portavoz de Tania?. Tu legítimo derecho a defender lo del «Partido Orgánico», no casa bien con estos tics con los que te ríen las gracias.