Francisco Nicolás Gómez Iglesias tiene quince años y quiere ser alguien en la vida. No un enfermero, un abogado, un carpintero o un notario, cuidado. Quiere ser alguien importante, con influencia, con poder, con perras. Quiere tener mano, codearse con las alturas y ganar dinero fácil. A tan temprana edad decide que trabajar no es, evidentemente, el mejor camino para conseguir sus fines. El imberbe visionario comienza a frecuentar los círculos adecuados, desde FAES hasta la Casa Real pasando por las élites del Partido Popular. Y se codea con la gente perfecta en fiestas, mítines y besamanos, asistiendo a la proclamación del rey Felipe VI, compartiendo mesa con Aznar y ganándose la confianza de Arturo Fernández. Está en la pomada. Se está formando como farsante. Crece como impostor. Y eso que no tiene nada que ofrecer, salvo sus ansias de medrar, una capacidad ilimitada para enredar, y enormes habilidades para fingir, adular y embaucar. Tiene un gran futuro por delante. Es un emprendedor fraudulento en el hábitat idóneo: la España corrupta que despide a Zapatero y recibe a Rajoy, que rescata bancos y embarga viviendas, que maneja dinero negro en sobres y da explicaciones en plasma y diferido.
Cinco años después, el pasado viernes, el proyecto vital de Nicolás se ve interrumpido bruscamente: “Agentes de la Policía Nacional han detenido en Madrid a un joven de 20 años que presuntamente estafó 25.000 euros falsificando informes del Centro Nacional de Inteligencia. Al arrestado también se le imputa un delito de usurpación de funciones públicas y se le han incautado placas de la Guardia Civil y de la Policía Municipal de Madrid, así como un rotativo policial”. Un enorme contratiempo, puesto que el aniñado Nicolás es uno de esos jóvenes talentos que aparecen muy de cuando en cuando en el mundo de la política y los negocios: falso asesor de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, agente chusco del CNI, sobrino fraudulento del presidente de los empresarios madrileños...
Nicolás es un chaval que sólo quiere ser como aquellos que ve cada día abriendo los telediarios, en las portadas de los periódicos. Esos prohombres que se bajan de un Audi con chófer en la puerta de la sede de un partido, o de un banco, o de un restaurante de lujo, con una cartera de piel en una mano y una tarjeta black en la otra. Políticos, banqueros, empresarios… Triunfadores ilustres y respetados. Si Blesa, Rato, Felipe VI o Arturo Fernández lo han conseguido... ¿Por qué no yo? se preguntó un buen día este cachorro neoliberal, un depredador en ciernes, una cría de alimaña que resulta ser, simplemente, un producto de su generación, el hijo predilecto de un país en descomposición.
Hoy Nicolás podría parecer, como esos fútbolistas sub 21 que se rompen los ligamentos cruzados y lloriquean junto a la línea de cal, un juguete roto. Nada de eso. A nuestra pequeña sabandija le espera lo mejor. Los éxitos no se le resistirán, no se harán esperar, están ahí mismo, a la vuelta de la esquina. En cuanto salga del trullo y se duche, se engomine la melena y se calce el Lacoste, la joven promesa tendrá que elegir entre unas televisiones que se lo rifan. Porque Nicolás no es un delincuente. No es un mangui de bardeo y recortada. No es ni un terrorista anarquista, ni un filoetarra bolivariano, ni un populista demagogo. No es ni siquiera un parado de larga duración a punto de ser desahuciado por el banco. Nicolás es un aseado descuidero de palabra fácil, sin moral ni principios, tan insaciable como descarado. Y la sociedad española está organizada, dirigida y saqueada por miembros de esta subespecie humana. Parece un panoli, pero es uno de los suyos, un granuja con un gran futuro por delante. Llegará muy, muy lejos.
¡Olé!
Nicolás es la representación perfecta de la España de hoy. La sinécdoque de libro. La metonimia clavada.
Nicolás es España. La España de hoy, y quizás, la España de siempre.
Sí, llegará lejos.
Amén. Ni quinientas palabras más.
Qué sinecdoque ni que metonimia ni que niño muerto: Este muchacho tiene lo que hay que tener para ser un pro-home de leyenda, un Dr. No, un Cráneo Rojo, un Moriarty….
Bueno, mejor sin fantasías: Tiene todas las papeletas para acabar de presidente de Bankia, de asesor del presidente de turno de la Casa Blanca, de presidente del FMI, o de megahipersuperbroker en la City.
Ah, si toda esa energía se canalizara para el bien…
¿Éste es el relevo?… ¡pfff! (como diría ‘El tío Pio’ de la película «Gilda»).
Ya tiene curro seguro. El anormal de Santiago Segura el contrata para coprotagonista en Torrente VI, junto a Jesulín.
VIVA LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS QUE LUCHAN POR SU INDEPENDENCIA !!! NO OS RINDÁIS, LUCHAD, LUCHAD !!!
«A tan temprana edad decide que trabajar no es, evidentemente, el mejor camino para conseguir sus fines».
¿De verdad? A mí me parece que sus estafas le han costado jornadas interminables, día tras día: darse a conocer en saraos de la gentuza ilustre, estudio de reglamentos y protocolos, hacerse con acreditaciones oficiales, preparar viajes suntuosos, convencer al personal de las FCSE para que le acompañen, meterse en sus múltiples papeles sin equivocarse, redacción de informes y dossiers sin valor alguno, etc.
Como se suele ver entre los individuos del hampa y la delincuencia organizada, se lo ha currado. Ha madrugado todos los días para alcanzar unos fines retorcidos e inmorales.
Y eso suponiendo que el muchacho solo sea un jeta que ha engañado a todo el mundo, porque aún no queda claro. Todavía no se puede descartar que haya trabajado de recadero de altos vuelos en algún momento…