18 de julio: un país que pierde la memoria termina perdiendo la dignidad

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Víctor Arrogante *

Víctor_ArroganteNo es por nostalgia, porque yo no había nacido todavía. Es por hacer un ejercicio de memoria histórica. El día 22 cumplo sesenta y cinco años y el golpe fascista se perpetró el 18 de julio de 1936, trece años antes de nacer yo. Pero lo tengo vivo en la memoria, por los recuerdos que mi madre me transmitió. Mis padres y todos los miembros de la familia, que vivieron aquellos acontecimientos, han fallecido. La mayoría por muerte natural; mis abuelos paternos, por las balas de Franco, ante un paredón en Toledo.

Cada año por estas fechas, el grupo parlamentario de La Izquierda Plural, viene presentando en el Congreso de los Diputados, alguna proposición de ley, para que se declare el 18 de julio como día oficial de condena de la dictadura franquista. Los diputados del Partido Popular, como es previsible, sistemáticamente votan en contra y UPyD también se abstienen, argumentando que lo que se propone es «la reactivación del clima de la Guerra Civil». Pese a las negativas y abstenciones, sigue siendo necesario un debate público, abierto y profundo sobre los desaparecidos, las violaciones de los derechos humanos y los crímenes cometidos bajo la dictadura de Franco, porque en un país que pierde la memoria histórica, termina perdiendo la dignidad.

Quiero hacer memoria sobre lo que significó el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y sobre lo que los golpistas pretendieron con su acción, que sumió a los españoles en una guerra civil de tres años y, con la victoria de los llamados nacionales, en una dictadura que duró más de cuarenta. Hoy, algunos querrían volver a esos negros años.

La conspiración militar se puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña, tras la victoria del Frente Popular. En la calle estaban cantado, en los despachos era conocido y los cuarteles eran hervideros de conspiradores. Al gobierno le llegaron noticias sobre lo que se estaba tramando y no actuó, con la contundencia debida, contra la conspiración. Exceso de confianza, errónea valoración política, falta de ánimo y valor, para abordar la situación, llevaron a la tragedia.

El golpe de estado se dio contra la legitimidad de la República. Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista; y moralmente inhumano. El plan abarcaba todos los sectores y actividades. Comprendía una acción de fuerza militar, desde diferentes puntos de España y África; una colaboración religiosa y una acción social, que debía poner en juego a la banca, la judicatura, la industria, y a grupos políticos de acción violenta. El directorio del general Mola, coordinaría todos los recursos a su alcance: fuerzas militares, ayuda diplomática, financiera, armamento y personal voluntario

El libro Los mitos del 18 de julio (coordinado por Francisco Sánchez Pérez), viene a dar respuesta al revisionismo histórico que hace la derecha, para descalificar a la República y legitimar la rebelión. Según las tesis que defienden sus autores, el brazo ejecutor del golpe fueron militares desleales a su juramento en defensa de la República y los civiles que tenían un papel fundamental para que triunfase. Estaban implicados, militares desleales, falangistas, monárquicos, la derecha conservadora más reaccionaria y la iglesia católica, que habían oprimido al pueblo durante siglos. No fue «un golpe doméstico», sino que contó con la Italia fascista, quién jugó un papel determinante para el triunfo del golpe, vendiendo y suministrando armas, antes y después.

La fecha de inicio del golpe de Estado, nada tuvo que ver con el asesinato de Calvo Sotelo. Todo estaba previsto con antelación, ligado a los contratos de compra de armas y al apoyo italiano prometido. En el diseño del plan director no estaba prevista la defensa de la iglesia y del catolicismo, ni era un objetivo de motivación. El golpe tampoco «pretendía acabar con ninguna insurrección armada en marcha», porque no la había; sino eliminar las reformas abordadas durante el primer bienio republicano (agraria, laboral, militar y de la enseñanza) y defender la unidad de España.

Ninguna organización republicana u obrera «tenía el propósito de subvertir el orden constitucional» en la primavera de 1936; porque o no querían o no podían. Tampoco había en marcha ninguna intervención de la URSS en España. La política de Stalin, desde 1925, no era de expansión, sino de «socialismo en un solo país», en la URSS. Antes del golpe, no había un estado de «violencia revolucionaria o de terror rojo», no había ninguna dinámica de exterminio ni de «liquidación de los enemigos de clase» y no se asesinaba a las «gentes de orden». El número de empresarios y propietarios asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es mínimo, y tampoco se dio muerte a ningún religioso.

La República no fue un fracaso que «conducía inexorablemente a una guerra», sino que fue destruida por un golpe militar, con la connivencia de un país extranjero y que, al no triunfar en buena parte del territorio y en Madrid, se encaminó de forma irremediable a una guerra civil. Fue la sublevación quien colapsó la administración republicana. La República, durante la guerra, tuvo que enfrentarse a una parte de la izquierda obrera, que entendía que la democracia era irreconciliable con el capitalismo, temiendo que se entregase, pacíficamente, al fascismo, como había sucedido en toda Europa.

La pretensión de cada grupo social y estamento rebelde era la defensa de sus propios intereses: la aristocracia pretendía la conservación del rango y los privilegios; los capitalistas, la libertad de explotación de los trabajadores y la defensa a ultranza de la propiedad; la iglesia, la anulación de las disposiciones que habían mermado sus fueros; los terratenientes e industriales, impedir la reforma agraria y la intervención obrera en las empresas; la prensa de derechas, el derecho a crear opinión y defender el negocio; los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la restauración de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad y las prebendas. Los vencedores establecieron una dictadura para perpetuar esos intereses y la mantuvieron mediante la represión y la violación de los derechos humanos.

Mientras los tribunales argentinos siguen investigando los delitos de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil y la dictadura franquista, el Gobierno español pone trabas al juicio internacional, alegando la prescripción de los delitos y sigue sin condenarlos. Los desaparecidos del franquismo, según la Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas, fueron 140.000 personas, entre víctimas de la guerra civil y de la dictadura. A finales del pasado año, la Audiencia Nacional tenía abiertos 143.353 expedientes sobre desapariciones. Siguen enterrados en 2.000 fosas comunes sin abrir, en las cunetas de las carreteras y en las catacumbas del Valle de los Caídos.

No quiero terminar esta reflexión sin recordar a mis abuelos. Cuando fueron fusilados, vivían en Toledo, en el Callejón de los Niños Hermosos, en la judería toledana. No me consta que mis abuelos fueran «rojos peligrosos». Tampoco conozco las razones que arguyeron los asesinos para matarlos, tras la liberación de El Alcázar. No se celebró juicio ni se declaró sentencia de muerte antes del ‘paseo’ criminal. Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los culatazos de los fusiles sobre sus espaldas. Veo la cara perpleja y asustada de mi abuela Antonia Arrogante, embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los sacadores. Oigo el sonido seco de las descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto a un paredón en la vega del Tajo.

No tengo herida abierta ni dolor en mi memoria; pero sí un desprecio frío y razonado contra quienes propiciaron el golpe de Estado, hace ahora setenta y ocho años, contra la República. También siento desprecio por quienes hoy siguen justificando aquella barbarie, que causó tanta muerte y sufrimiento. Recuerdo para mantener mi dignidad.

(*) Víctor Arrogantes es profesor y columnista.
11 Comments
  1. joaki says

    Entiendo su dolor, pero entienda usted que fueron más de trescientos los asesinados antes del 18 de julio del 36 por la «democratica» II República, que también tenían familiares que lo sufrimos. Así que yo siento el mismo desprecio que usted, por los que se empeñan en homenajear a unos muertos y no a otros, dependiendo del bando donde les tocó luchar, y que en muchos casos no eligieron.

  2. Weorn says

    País que se ancla en el pasado, no avanza.

    Me encanta cuando de la historia se coge solo lo que uno quiere y le viene bien. Habla sobre la conspiración cuando se formó, pero nada del asesinato por parte de un guardia civil, que se dedicaba a adiestrar a las milicias socialistas, El teniente osé del Castillo Sáenz de Tejada, de Angel Sáenz de Heredia, falangista y primo hermano de José Antonio Primo de Rivera, la posterior muerte de este y la muerte de Calvo Sotelo a manos de la Guardia Civil y socialistas, gran detonante de la Guerra Civil. Tampoco de la carta mandada de Franco a Manuel Azaña, indicando que habría que arreglar esto, y que Manuel Azaña ni leyó y la tiró a la basura. Tampoco hablas de la cantidad de crímenes sucedidos durante la República, contra la Iglesia, gente afín a la derecha, etc… sin castigo ni persecución por parte del gobierno republicano de izquierdas. Tampoco dices anda de la sublevación del 34, de los mineros de Asturias, auspiciada por la CNT, CCOO, UGT, PSOE por estar la derecha en el poder. Hablas de los crímenes de la derecha durante la guerra civil y la dictadura, y ¿dónde están los crímenes de la república y el bando republicano? Años antes de morir, Carrillo confirmó una cosa que hacía años que lo negaba, que el firmó muchísmas órdenes para ajusticiar a los presos del bando nacional que estaban encerrados en la carcel de Carabanchel. ¿Por qué solo coge parte de la historia, y no habla de toda la historia de ambos bandos? Ahh quizás porque no fue tan idílico la República ni el bando republicano (en época de República, España estaba hundida y no fueron capaces de mantener un orden social). Si quiere escribir, investigue bien, sea objetivo no subjetivo y cuente la historia que ocurrió, no lo sólo que le apetezca escribir sobre la República, ensalzándola cuando en ningún momento fue algo glorioso ni a tener en cuenta.

  3. Weorn says

    Y sin contar qué, mucho hablar de las víctimas que realizó en bando nacional, pero el bando republicano también hizo una matanza indiscriminada y no veo que pidas por ellas y por sus familias. Dices que ninguna organización republicana u obrera «tenía el propósito de subvertir el orden constitucional» cuando grupos como la CNT (organización obrera) o quería saber nada de la República. La República, y su gestión, si estaba llevando a una guerra, con todos los conflictos internos que nunca supieron solventar y arreglar, y el descontento de todas las clases sociales.

  4. narbona says

    Me sumo a tu reivindicación de la memoria histórica. Y por idénticas razones.
    Un abrazo, Víctor.

  5. Víctor Arrogante says

    Gracias por vuestros comentarios y aportaciones.
    SaludS

  6. Kamchatka_H says

    Leyendo algunos comentarios, entristece que siga habiendo dos clases de muertos: Los que están en su tumba y tienen flores. Y los que aún hoy,están desaparecidos en fosas comunes o cunetas. Amigos míos, así nunca habrá olvido, ni cicatrizarán las heridas. ¿Cómo es posible que no se entienda?

  7. Nidia Paz Martinez says

    Instalar una comisión de la verdad y llevar hasta su última consecuencia la búsqueda de la verdad histórica de hechos de esta magnitud que han dividido a un país por generaciones y que sigue minando el sentido de presente y futuro de todo un pueblo es una necesidad urgente.
    Lo que no se nombra no existe; si los nombres y las historias de estas personas siguen siendo negadas perpetuamos sus horribles muertes al peor de los olvidos.

  8. instalacion aire acondicionado barcelona says

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    Saludos

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