Son las diez y media de la mañana. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anuncia que el rey abdica. En ese preciso instante, en la calle, una enfermera bosteza mientras se dirige a su puesto de trabajo. Una señora tira de la correa de un caniche que orina en el tronco de un platanero. Un camarero pone un café con churros a un señor que lee el periódico en una terraza. El barrendero del barrio recoge unas colillas, el frutero saca una caja de cerezas, el motorista esquiva un bache y gira a la izquierda. Una madre recoge a su hijo pequeño, que se ha puesto malo en el colegio. En la puerta de la iglesia, un hombre joven se sienta en el suelo y coloca a su vera un vaso y un cartón con una frase escrita: “Para poder comer”.
El rey abdica, y el mundo sigue girando. Dimite el juez del Tribunal Constitucional, y del PP, tras ser cazado borracho, en moto y sin casco. El 93% de los ciudadanos cuestiona el funcionamiento de los partidos, Obama ve en el canje de prisioneros una oportunidad para Afganistán. España figura a la cabeza de la UE en privatización de la escuela, Chicote visita algunos de los restaurantes que trató de salvar, David Villa agradece a los seguidores del Atlético de Madrid todo el apoyo recibido…
Es la una y media de la tarde. El rey aparece en televisión para confirmar, en un discurso enlatado, que ha decidido poner fin a su reinado y traspasarle el negocio a su hijo. En ese mismo momento un jubilado sale de la panadería con dos baguettes. El camión de Mahou, en doble fila para descargar los barriles de cerveza, no deja pasar la camioneta de un fontanero. Un tipo con muletas saca dinero de un cajero automático. Se le cae una muleta al suelo, y un vendedor de lotería que pasa en ese momento por ahí la recoge y se la da. Gracias. De nada. Una señora mayor con un carrito de la compra, del que asoman hojas de acelga, busca la llave para abrir el portal de su casa. Una paloma se caga en la acera.
El rey abdica, y no pasa nada. Absolutamente nada. ¿El país en vilo? Nadie lo diría. ¿Las instituciones sobresaltadas? Se sobresaltan con nada. ¿Los grandes partidos temblando? Ellos se lo han buscado. Ante estas circunstancias los ciudadanos, que llevan tiempo demostrando ser mucho más serios y maduros que sus dirigentes, tienen algo que decir. Es el momento. ¿Dónde? En las urnas, en ese epicentro de la democracia. Para que nadie pueda contar a sus hijos que Felipe VI se benefició de una sucesión automática, antidemocrática, de espaldas al pueblo. Para que nadie pueda sospechar que PP y PSOE se han puesto una vez más de acuerdo para impedir un referéndum. Y es que si creen contar con el respaldo de los ciudadanos, ni PP, ni PSOE, ni monarquía deberían temer un referéndum.
Con naturalidad. Porque no pasa nada. Porque éste es el momento.
La casta ignora lo que se le viene encima. No podrán ignorarnos mucho más tiempo.
…. Y, sin embargo, lo temen, y lo evitan. Ergo….
¡Qué bueno!
El tiempo y los tiempos son del pueblo que los sufre con vital necesidad. Reclamar en cada caso nuestra condición de cansados y disconformes con el tratamiento que se nos dispensa solo forma parte del vivir en marcos llenos de penuria e impostada sumisión. El Monarca se va! Viva el monarca. Cansinos hasta no poder todos y cada uno de los que se abrogan la representación de no se sabe bien que, para quedarse una vez más lo que no corresponde. “¡Qué gran rey, que campechano. Cuantos beneficios ha aportado a la nación. Si no hubiese sido por él. Maravillas ha realizado. Ímprobos esfuerzos. Bla, blas, blas”. Vale. En 40 años, que se dice pronto, no hemos llegado al lugar por el que tanto y con tanto sufrimiento luchábamos, luchamos y lucharemos: El lugar de la libertad, De elección, de gobierno y condición. Fuera de las tutelas de rancias y obligadas coronas a las que nos someten sin condición. Es tiempo de decir, otra vez, que si nunca estuvo claro el tema de los nacidos para la gloria y el despropósito, ahora menos que nunca se requiere la persistencia de tan humillante institución. El pueblo, sabe, puede y reclama libre elección de dirigentes. No a la sucesión. Si al referéndum.
Y, sin embargo, no habrá referendum. Ni en esto ni en tantos otras cosas que debería haber.
Porque este sistema es el de la casta y no lo vana echar por tierra.
Porque todavía somos pocos los concienciados con que, de una puta vez, hay que gobernar para el pueblo Y con el pueblo.
Porque, por mucho que nos pese, todavía no es el momento, el guiso está aún a medias.
Porque el hoy príncipe no va a abandonar la gallina d elos huevos de oro.
Y porque la casta, el sistema y el para entonces ya rey, tienen que seguir conciéndose un poco más, esperar a que la gente esté más harta (sí, aún más, somos así), tanto como para que no teman ya las estadísticas del CIS si no a salir a la calle so pena de abucheo continuo.
Entonces será el momento. Pero todavia no…
Lamentablemente
El consenso de 1978 por el que hasta el PCE aceptó la monarquía, el papel del Ejército como garante de la «unidad» de la Patria, etc .se hizo bajo la amenaza de la intervención del Ejército de mantener durante más tiempo la Dictadura.
¿Que amenaza pende hoy sobre nuestra Democracia?, ¿quien la protagoniza?, para que el PSOE diga que no es el momento de poner en cuestión ese Pacto por la Monarquía que, como decía Mahmud Darwish, se trata de» un tratado de paz y buena vecindad suscrito entre un carcelero y su preso”. Es el momento en que los militantes del PSOE se definan, sus dirigentes Rubalcaba y los lamentables Felipe González y Zapatero, ya lo han hecho.
Es alucinante que la izquierda consuma energías en asuntos completamente irrelevantes como este o los nacionalismos pijos de la periferia (Podemos apoyando cadenas independentistas) en lugar de centrar todo su esfuerzo en asuntos esenciales. Algunos dirán que una cosa no quita la otra, pero los recursos son limitados y la atención de los ciudadanos también.
Me causa mucha tristeza que un partido como Podemos, que ha traído esperanza, dedique un solo minuto y su equivalente coste económico a luchar contra una monarquía que, ideologías aparte, no causa el menor perjuicio a la calidad democrática española. Las deficiencias de nuestra democracia están en otra parte.
Las derechas se frotan las manos. Como dijo Napoleón, «cuando el enemigo se equivoca, no conviene distraerlo». Sigamos distrayéndonos con esta idiotez, en lugar de concentrar toda nuestra energía en los problemas de la gente, que son muchísimos.
Joder, Albéniz, eres aún más demagogo que Iglesias «el coletas». Pues claro que decidimos en las urnas y de momento las urnas han decidido respaldar a partidos que apoyan la monarquía. Pero las urnas siguen estando ahí, para poder votar cuando queramos a partidos dispuestos a cambiar la Constitución para que se pueda celebrar ese referéndum y que además sea vinculante. Es muy fácil de entender, lo que no se entiende el el infantilismo primario cuando uno tiene ya cierta edad.
Cojonudo, Sicofante.