La cultura enemiga

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Teatro_Albéniz_clausurado
Imagen de 2011 del Teatro Albéniz. / Zaqarbal (Wikipedia)

El teatro Albéniz, con el que un servidor no tiene absolutamente nada que ver, salió hace unos días a subasta para terminar en manos de un banco: Kutxabank. Una pena, porque tenía grandes recuerdos de esa sala. En ese local céntrico, donde estuvo en su día la Imprenta Real, pude ver cómo Albert Collins, master of the Telecaster, uno de los guitarristas de blues más grande de todos los tiempos, ofreció un concierto memorable. En los pasillos de ese local histórico me presentaron, durante un festival flamenco en el que cantaba Carmen Linares, al mismísimo Camarón de la Isla. Me dió la mano y olvidé mirárle los anillos. Frente a ese teatro he tomado decenas de vinos, y alguna que otra torrija, en uno de esos baretos viejos y bonitos por los que todavía merece la pena visitar Madrid.

Pues bien, ahora el Albéniz pertenece a Kutxabank. Se acabó el teatro, el blues, el flamenco, las torrijas y todo lo demás. Comienza la especulación. En un principio se habló de convertir el edificio en centro comercial. Posteriormente los rumores apuntaban a un hotel y pisos de lujo, pero parece ser que la actual empresa propietaria está pensando colocarlo de nuevo en el mercado. Tras ganar unas perrillas, imagino. Y aquí es donde surge la sorpresa: dicen que la Comunidad de Madrid, a través de la Dirección General de Patrimonio Histórico, pretende declararlo Bien de Interés Cultural, impidiendo de esta manera dar al edificio otro uso que no sea el de teatro.

Cuesta trabajo creer que, seis años después del cierre del Albéniz, en plena crisis económica y moral, el Gobierno de Ignacio González tenga el más mínimo interés en defender un bien cultural. La cultura ya no es lo que era. Cada vez interesa menos, cada día tiene menos peso en la vida del país. Para el Gobierno la cultura es un estorbo: hace que la gente piense, que tenga criterio, que sea crítica y exigente. La cultura es enemiga de la política, de esta política, de estos políticos.

Si no me cree, recuerde que incluso el ministro de Cultura evita los actos relacionados con su departamento: por no madrugar al día siguiente no asistió a la gala de los Goya, la gran fiesta del cine español. Sin embargo en esa gala estaba, dando la cara, Ignacio González, el presidente jamás votado, el elegido a dedo por Esperanza Aguirre. Por una Esperanza Aguirre que justifica la ausencia de Wert de la noche del cine español: “La gala de los Goya se ha transformado en una gala contra el PP”.

¿Imagina usted que Ignacio González salvase el teatro Albéniz? Diría mucho, muchísmo en su favor. Porque no debe ser fácil para alguien como él resistirse a la tentación de convertir un viejo teatro, nido de titiriteros anti PP, en viviendas de lujo. Con sus correspondientes áticos soleados de 500 metros cuadrados, por supuesto.

5 Comments
  1. luigi says

    Debe ser la leche eso de tener un ático de lujo en pleno centro de Madrid: soleado, amplio, lleno de diseño y de buen gusto. Hay que entender a estos del pp; vas a compararme un viejo teatro en ruinas con la posibilidad de disfrutar de un apartamento así… Hay que tener la mente más amplia y despejada, hombre, que es que mira que sois…

  2. Mecacholo says

    Esas torrijas y vinos también los he catado yo, así que, sobre todo, te envidio lo de Camarón. 😉

  3. Selito says

    Es más: La Aguirre también dijo que ‘recibir abucheos no va con el sueldo’
    Y con eso ya está dicho todo Mariespe…

  4. Albert says

    Más bien, sabiendo del separatismo del PP, el Teatro se protege para evitar que los vascos de la Kutxa puedan hacer negocio. Se le encaloma el teatro, o lo rehabilitan como tal o lo venden a pérdidas a alguien más favorecible. Porque, ¿para qué salvarlo la C. de Madrid ahora el Albéniz, cuando tienen el Palacio de la Música muerto esperando ser un Mango, Zara o similar?

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