Antonio García Santesmases *
Disponemos de un buen elenco de memorias políticas de personajes que han jugado un papel importante en el socialismo español. En ocasiones estamos ante libros-entrevista donde se da cuenta de una trayectoria vital como ocurrió con el libro-homenaje a Nicolás Redondo; en otras con obras publicadas después de la muerte (como el libro homenaje a Luís Gómez Llorente); pero también existen obras de reconstrucción personal de una vida: Francisco Bustelo; Pablo Castellano; Alfonso Guerra; José Bono; Pedro Solbes; José Martínez Cobos; Joaquín Leguina, Pascual Maragall; Juan Carlos Rodríguez Ibarra…
En el campo comunista sobresalen igualmente las memorias y biografías de Santiago Carrillo, Jorge Semprún, Manuel Azcarate, Manuel Sacristán, Juan Ramón Capella, Javier Pradera (Santos Juliá), Simón Sánchez Montero, Marcelino Camacho, Julio Anguita, Nicolás Sartorius…
En relación al nacionalismo catalán hay que resaltar fundamentalmente las memorias de Jordi Pujol que, a su vez cuenta con varias biografías. No existen, sin embargo, muchas memorias de socialistas catalanes. Algunos líderes murieron sin escribir memorias como Joan Reventós y otros fueron asesinados como Ernest Lluch; no faltan los que se dedicaron a tareas de gestión muy alejadas del mundo del memorialista.
Por todo ello es de especial interés el libro de Raimon Obiols. Sería muy deseable que se produjera una traducción al castellano para que los que no dominamos el catalán pudiéramos recoger todos los matices, y entender toda la complejidad de la obra que comentamos. El minim que es pot dir. Memories Politiques (Barcelona, Rba, 2013) refleja, desde el mismo título, algo especial que suscita curiosidad y anima a la lectura: ¿Qué es eso mínimo que podemos/debemos decir?; ¿qué es lo mínimo que podemos/debemos callar?
Obiols hijo de un pintor catalanista muy conocido, estudia en el Liceo Francés y se inicia en el antifranquismo desde sus primeros años estudiantiles. El gran incitador a su compromiso político, su maestro de referencia fue Joan Reventós, al que dedica páginas emotivas de gratitud.
En una obra que se caracteriza por su enorme capacidad para dar sentido y credibilidad a las distintas opciones antifranquistas es muy relevante despejar un primer interrogante. ¿Por qué opta Obiols por el socialismo y no por el comunismo o por el nacionalismo? En pocas memorias de dirigentes socialistas aparece un reconocimiento tan claro, tan explicito, tan cercano a la tarea de hombres como López Raimundo, Solé Barbera, Antoni Gutiérrez Díaz, Alfonso Carlos Comín, Juan Ramón Capella, Miguel Núñez , todos ellos comunistas, y, sin embargo, desde el principio aparece también el impacto de la muerte de Stalin, las revelaciones del XX congreso del PCUS y la revuelta en Budapest en 1956. Aparecen pues los motivos que provocan la distancia de Obiols con el comunismo y la apuesta por un socialismo; una apuesta que no olvida nunca la experiencia catalana de los años treinta y la dura tragedia vivida por el POUM; que trata por ello de no repetir el error cometido por Joaquín Maurín.
La cercanía y la distancia con la cultura del exilio marcan la vida del socialismo catalán. En el caso de Reventós y Obiols la relación con Pallach y la ruptura de 1966 marcan un punto de inflexión en la trayectoria del movimiento socialista de Cataluña que le permite incorporarse a la tarea de reconstrucción del movimiento obrero, de vinculación al nuevo movimiento estudiantil y de creación de organismos unitarios de toda la oposición antifranquista hasta desembocar en la Asamblea de Cataluña. La tarea unitaria de la oposición del interior no olvida nunca la relación con la Generalitat del exilio y el papel que tiene que jugar, llegada la democracia, Josep Tarradellas.
Esa impronta unitaria es la que echa de menos Obiols en la oposición antifranquista en el Estado español al dividirse entre la Junta democrática y la Plataforma democrática. La primera presidida por el PCE y la segunda por el PSOE. En Cataluña, el ímpetu unitario abarca a socialistas, comunistas, nacionalistas y democristianos. En el resto de España existe desde el principio una competencia feroz por la hegemonía dentro de la izquierda.
Piensa Obiols que ese espíritu unitario es el que ha permitido al socialismo catalán luchar por la unidad socialista y por la unidad del pueblo de Cataluña. Una unidad que ha impedido la emergencia de nuevos lerrouxismos pero que se produjo en unas circunstancias que no eran las deseadas por los socialistas catalanes. Los socialistas catalanes constatan desde el principio que el PSOE está dispuesto a hacer una excepción en el caso de Cataluña, está dispuesto a aceptar que el PSC sea un partido federado con el PSOE. Un partido soberano, independiente, en su financiación y en su funcionamiento. Esta excepción no se permitirá al resto de los partidos que formaban la denominada Federación de Partidos Socialistas. De ahí la culpa que viven los socialistas catalanes al abandonar a su suerte a los miembros del Partido Socialista del País Valenciano, que apostaban por la Federación de partidos y que intentaron una opción electoral distinta al PSOE que se saldó con el fracaso. Igual suerte corrió el Partido Socialista gallego.
Para comprender mucho de lo que hemos vivido en la relación entre socialismo y nacionalismo es imprescindible este libro de Obiols, que recuerda con emoción su amistad con Joan y Vicen Garcés, con Emilio Gastón y con Beiras, y sin embargo en ningún momento transmite la misma emoción (es lo mínimo que se puede decir) al referirse a sus compañeros de la ejecutiva del PSOE. Ejecutiva de la que fue miembro del 79 al 81 y del 90 al 99 (siendo secretario de política internacional). Sorprende por ello que declara años después, en el 2011, que era indiferente ante la elección del nuevo secretario general del PSOE porque ese no era su partido.
Existe pues esa nostalgia por la Federación de Partidos socialistas y la nostalgia llena de orgullo por el retorno de Tarradellas. El libro refleja muy bien todo un mundo de implicaciones emocionales y políticas entre los distintos sectores de la oposición para trabajar unitariamente y recuperar el gran símbolo de la cultura republicana catalana.
La pregunta que nos podemos hacer es: ¿cómo fue posible que un país como Cataluña en el que la izquierda socialista y comunista tenían tal fuerza soportara durante 23 años el gobierno de Jordi Pujol?, ¿qué fue lo que ocurrió? Muchos analistas se remiten al liderazgo dubitativo de Reventos y al apoyo inequívoco de Barrera a Pujol en 1980; otros analizan el efecto de la LOAPA y de Banca Catalana; los hay que profundizan en el manifiesto de los 2.300 en contra de la inmersión lingüística, y la división de la política educativa en la base electoral socialista; no faltan los que se preguntan cómo es que la victoria socialista en municipales y generales nunca redundaba en una victoria en las autonómicas. Todas estas interrogantes siguen ahí y para despejarlas en imprescindible contar con el punto de vista de hombres como Obiols. Por ello es tan recomendable la lectura de este libro.
Obiols aparece como el Poulidor que nunca lograba triunfar sobre Anquetil y que desde el principio prefiere su papel como líder de partido que como candidato a la presidencia de la Generalitat. Como el hombre que, a juicio de Pujol, leía demasiados libros (como si ello fuera un demerito) y no era capaz de concretar una acción de gobierno. El hecho es que esta lectura enormemente injusta se fue instalando en la vida política catalana y fue reforzada en el momento en que Felipe González prefirió a Pujol sobre Anguita a la hora de conformar una mayoría parlamentaria en 1993. Aznar reforzaría el poder de convergencia en 1996 y la constituiría en la bisagra permanente de la política española.
A partir de 1999, con la llegada de Maragall se perfila una opción unitaria de la izquierda, en el llamado tripartito, para iniciar una aventura que hoy, años después, es contemplada por muchos con perplejidad. El motivo es obvio: el socialismo catalán vive un tremendo declive electoral y una inequívoca crisis de identidad y los socios de aquel tripartito (Iniciativa y Ezquerra) apoyan una vía claramente independentista.
Las lecturas que aparecen en Madrid de todo lo ocurrido están conectadas a la interpretación de los intelectuales vinculados al partido de Ciudadans. Así como UPyd nace en el País Vasco pero no tiene allí ninguna fuerza electoral, en el caso de Ciudadans el partido de Albert Rivera aparece en algunas encuestas como la tercera fuerza política en Cataluña; más importante aún es el hecho de que algunos de sus intelectuales han consagrado una interpretación de lo ocurrido que se ha hecho canónica. Me refiero a Arcadi Espada y a Francesc de Carreras, a F. de Azua y a F. Ovejero. Para ellos el socialismo y el comunismo han caído en las garras del nacionalismo. El socialismo ha abandonado a los trabajadores castellano-parlantes hasta que éstos han emigrado a la abstención o a Ciudadans. Los votantes no se han sentido representados por una elite más nacionalista que socialista que cometió el error garrafal de aprobar un Estatut inconstitucional con Ezquerra. A partir de ese error era inevitable el rechazo de la derecha y la sentencia posterior del Tribunal Constitucional. Esta interpretación es hoy dominante en la opinión pública española.
La interpretación alternativa que argumenta que el problema estaba y está en la sordera de una derecha que ni escuchaba ni quería escuchar (las páginas de las memorias de Aznar rescatadas por Obiols son antológicas) y que recuerda que el texto aprobado por el Parlamento español y refrendado en referéndum no obtuvo el apoyo de Ezquerra republicana, es hoy claramente minoritaria entre los comentaristas políticos. Aquel texto, aprobado en referéndum podía haber sido buen punto de partida para resolver el problema durante años. La voluntad aniquiladora de la derecha política con su unitarismo obtuso es la que ha provocado el incremento del independentismo. Han sido los separadores los que han fomentado el incremento de los separatistas.
Las dos interpretaciones están ahí. Una hegemónica y otra claramente minoritaria. Para el que esté interesado en conocer los motivos de fondo de la izquierda catalana, para todo el que quiera pensar más allá del blanco y del negro y escudriñar los motivos últimos del desencuentro es muy recomendable leer las memorias de Raimon Obiols. Es lo mínimo que este comentarista puede decir.