“La amante de Gallardón se quedará embarazada y
acabaremos pagando nosotros su viaje a Londres.
Al tiempo”. Barbijaputa en Twitter.
En Martínez el facha, la inolvidable serie que Kim publica desde 1977 en El Jueves, destaca un tipo de personaje absolutamente entrañable: aquel que, al sentirse superior al resto de la humanidad, no tiene problemas en llevar una doble vida, conservador y crápula, perfectamente compatible con su rancia ideología. Hoy me he levantado conservador, y voy a darle un beso en la frente a mi mujercita y a mis hijas antes de ir a misa. Hoy me he despertado crápula, y le voy a comer las ingles a la querida en un jacuzzi.
Le cuento todo esto porque Alberto Ruiz Gallardón, eterno aspirante a un papel en Martínez el facha, acaba de presentar su flamante nueva ley del aborto. Sí, una ley que nos devuelve a la época de las cavernas. El Partido Popular pretende cumplir su programa electoral, por una vez y sin que sirva de precedente, gracias a Gallardón, ese personaje de cómic chusco en blanco y negro.
Es muy vieja y conocida la anécdota en la que un día Peces-Barba, hablando con el padre de Gallardón, le dijo: “Con lo conservador que eres, cómo te dejas explotar por Fraga”. Cuenta el que fuera presidente del Congreso que Gallardón padre respondió: “¿Conservador yo? Tenías que conocer a mi hijo Alberto. Ese sí que es de derechas”.
Alberto se ha quitado definitivamente la careta, por si alguien todavía le creía en el lado progresista del PP, y se ha tirado al barro más casposo y pestilente. Unos piensan que este salto al vacío forma parte de una estrategia, habitual en los populares cuando gobiernan, que consiste en radicalizar su ideología en la segunda mitad de la legislatura para recuperar a su público de derechas. Otros creen que se trata de simple afán de protagonismo: Gallardón adora las portadas y las cámaras, se muere por una entrevista, se deshace con los aplausos y los halagos… Es un tipo que, sobre todas las cosas, quiere estar en la pomada para, algún día, poder ser visir en lugar del visir.
Gallardón es un derechista clásico, de la vieja escuela. Facha de día, calavera de noche. ¿Recuerda las contradicciones del conservador de manual con que iniciamos el post? Pues eso mismo. Y su proyecto de ley del aborto consiste básicamente en eso: alimentar sus propias debilidades, castigar al Mr Hyde que le crece en las entrañas, abonar sus contradiciones. Árnica para su conflicto moral. Penalizar el sexo guarro ajeno, aquel que no sirve para la reproducción, y besar el anillo a la Conferencia Episcopal. Devolvernos a las clínicas clandestinas y los viajes a Londres, a los tiempos en que una embarazada soltera era una zorra.
Igual esto no les sale tan bien como creen, y por intentar ganar votos cavernarios pierden definitivamente los de los pocos moderados que todavía no se hayan caído del guindo de estos fascistas de sacristía los domingos y vendidos a la troika el resto de la semana.
Este facha le prometió a su padre el facha que combatiría a muerte la despenalización del aborto, en cuyo recurso trabajó.