Aquí en Cádiz hemos vivido la Diada con enorme sosiego. Pan (mollete) con tomate para desayunar, y poco más. Quizá sea porque estamos en clara inferioridad con respecto al resto de ciudadanos españoles, al carecer de estadísticas fiables sobre cuántos gaditanos están a favor de la independencia o son partidarios de un referéndum. Un puñado, podríamos decir, pero sería al tún tún, sin el respaldo de alguna empresa potente de estadísticas. En la cadena Ser, sin embargo, han contado con los servicios del ObSERvatorio de MyWord, y por tanto se encuentran en condiciones de afirmar de manera contundente que "una clara mayoría de catalanes, el 52%, se declara abiertamente a favor de la independencia, mientras que sólo un 24% votaría en contra". Parece que el concepto España tiene goteras.
En una encuesta rápida en la barra de la venta El Colorao hemos llegado a la conclusión de que la culpa de todo es de Florentino Pérez. Y es que como primer constructor de España, rey del todopoderoso ladrillo ibérico, este hombre es un pufo. Cobrar 4,5 millones de euros por unas reformas a unos colegas, los inquilinos del Congreso, y que a los cuatro días tengan goteras, no es de profesionales. Es de aficionados. "Una cascada de agua inunda la tribuna de prensa y varios escaños tras las obras de reparación del verano", se podía leer en la portada de El País, para vergüenza eterna del propietario de Dragados.
España se resquebraja como los techos de un chamizo de adobe construido por un chapuzas en sus horas libres. Y si no me cree, contemple la Vía catalana, secundada por 1.600.000 ciudadanos. El gran Francisco Ibáñez, creador de personajes tan fieles a la realidad española como Pepe Gotera y Otilio, tiene que estar pasando un mal rato: los acontecimientos que vive el país superan el más imaginativo y surrealista de sus guiones.
Me voy a tomar la libertad de sugerirle a Ibáñez la próxima de sus creaciones: Pep Gotera, el perfecto catalán español. Por la mañana lanzará ante sus seguidores proclamas independentistas tan apasionadas como el mismísimo Artur Mas (" Esta Diada lanzaremos un mensaje al mundo tan impresionante como el que hizo Martin Luther King en defensa de la igualdad"), mientras que por la tarde, ante su familia y los clientes de sus negocios, se mostrará tan españolísimo como el peruano Vargas Llosa ("Es terrible que el nacionalismo vuelva a sacar la cabeza"). El trastorno disociativo de la identidad convertido en estrategia política. Por la personalidad múltiple, a la victoria.
Repetiré lo ya dicho en el Desco: Sin Fraternidad, la libertad y la igualdad no merecen ni escribirse con mayúsculas.
Olé, Selito.