El estado del bienestar es, no nos confundamos, un estado de ánimo. Para unos es una cosa, y para otros la contraria. Hoy es esto y mañana aquello. Es difícil ponerse de acuerdo en qué realmente es el estado del bienestar, ¿verdad? Fíjese si es complicado que Angela Merkel es partidaria de un estado de bienestar para los alemanes, y de otro bien diferente para españoles, portugueses y griegos. El estado del bienestar no tiene por qué ser un hospital público de calidad, una beca para estudiar medicina o una clase política eficaz y honrada. El estado del bienestar bien pudiera ser fumarse un puro habano en un burdel con tragaperras de Alcorcón, con un aeropuerto a estrenar a solo quince minutos. O que Esperanza Aguirre se gaste 80.988 euros de dinero público en un belén. Para el estado del bienestar se hicieron los colores.
Por un lado, el ciudadano estafado por Bankia que se despelota en la junta de accionistas. Los cuatro minutos que antes teníamos que esperar el Metro para llegar a la fábrica se han convertido en diez. El investigador madrileño que hace unos años trabajaba en el Museo de Ciencias Naturales ahora lo hace en Estados Unidos. El plan de medicina preventiva que seguía su hija en el hospital del Niño Jesús ha quedado en nada: usted ya no es un paciente, es un sujeto. El estudiante que tiene una nota inferior a 6,5 y no tiene dinero, debería olvidarse de estudiar una carrera universitaria.
¿Ve usted cómo el estado del bienestar va por barrios? Los desfavorecidos solo deben culparse a sí mismos de su desgracia. Cuanto antes asimilemos esta sencilla reflexión, antes recuperaremos el ritmo normal de vida, ese que exige la sociedad actual. Ese al que deben aspirar los que votaron al Partido Popular. Porque le recuerdo que hubo gente que voto al PP. No fue hace mucho tiempo, apenas 19 meses. Fueron 10.866.566 los españoles, muchos de ellos obreros, que confiaron en Rajoy y sus secuaces. Apostaron por un estado del bienestar muy concreto. Éste. El que están poniendo en marcha Wert, Montoro, Aguirre, Cospedal, Ana Mato, Lamela, Bárcenas...
Genial, Jefe.
Los votantes del PP que pensaron que así mejoraría su estado de bienestar (el de los votantes) lo tienen ahora fácil: Sólo tiene que arrepentirse y pagar la penitencia, bien sea colaborado con las muchas denuncias ciudadanas ue hay, bien no volviendo a pecar en las urnas.
Lo difícil va a ser para todos aquellos votantes que se arrepintieron primero y obraron mal después…. Y lo siguen o seguirán haciendo.
Y es que favorecer el bienestar ajeno a costa del porpio no está mal, es muy cristiano, pero sin olvidarnos nunca que Jesú dijo sed hermanos, pero no primos… Y no vea la de primos que tienen los gaviotos.
Nota para despistados: Sí el PSOE tiene también muchos primos, pero desde hace año y medio 4.5 millones menos, que parece que no son na, pero que, oye, no dejan de ser 4.5 MILLONES.
que esperamos de un gobierno que su uniuca prioridad es despojar a los humildes de los pocos beneficios que aun nos quedan ya hay comedores sociales solo nos falta que quiten la sanidad y solo dejen la aspirina.