El paro es el problema

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Francisco Javier López Martín*

Un día conocemos los datos del paro y esos datos nos dicen que en nuestro país hay 6.202.700 personas desempleadas.  Estallan todas las alarmas.  Se han desbordado con creces las barreras de los 6 millones de personas en paro.  La tasa de paro supera el 27 por ciento.  Más de una de cada cuatro personas que quieren trabajar están paradas.

Sin embargo, a los pocos días los medios de comunicación nos cuentan que el número de personas paradas ha bajado en 46.050 personas y se sitúa por debajo de los 5 millones de personas.  El dato es terrible, pero menos malo que el anterior.  El Gobierno alardea, tímidamente, pero alardea, de lo que en otra etapa alguien denominaba brotes verdes.  Comienza a romperse la tendencia de pérdida de empleo, nos cuentan.  La ciudadanía no puede sino mostrar su extrañeza ante tal disparidad de datos.  Algunos conocidos me dicen, "nos están engañando otra vez".

Entonces hay que comenzar una ardua explicación.  El primer dato, los más de 6 millones de personas paradas, procede de la Encuesta de Población Activa (EPA), que se elabora con la metodología utilizada por la Unión Europea para contabilizar personas paradas.

El segundo dato, casi 5 millones de personas paradas, procede del registro de personas apuntadas en alguna oficina de empleo. En los servicios públicos de empleo

Es decir, en el primer caso hablamos de una encuesta homologada con el resto de países de la Unión Europea,  en el segundo, se trata de un registro en el que se apunta quien quiere, en función de sus expectativas de encontrar trabajo, o de las prestaciones a las que da derecho.  Por eso sus datos no tienen por qué coincidir.

Por ejemplo, hay personas que buscan empleo, pero no se apuntan en ninguna  oficina de empleo, porque no confían en la capacidad de los servicios públicos de empleo para encontrarles un puesto de trabajo.  Figuran en la EPA pero no en el paro registrado.

Por el contrario, hay personas que sí se apuntan en las listas del paro, pero no aparecen en la EPA.  Por ejemplo  los prejubilados que se inscriben en las oficinas de empleo para cobrar una prestación o subsidio, pero que no buscan activamente trabajo.  Aparecen en el paro registrado, pero no en la EPA.

Tampoco todos los apuntados en un servicio público de empleo para encontrar trabajo aparecen al final en el paro registrado.  Es el caso de quienes cobran una prestación por realizar algún trabajo de colaboración social.  Tampoco aparecerás si buscas un trabajo para un periodo inferior a tres meses o inferior a media jornada semanal.  O si, estando parado, estás recibiendo un curso de más de 20 horas semanales.  O si tienes menos de 25 años y estás estudiando.  O si sólo buscas un empleo en temas como teletrabajo.  Tampoco si lo que quieres es trabajar en el extranjero.  Si cobras el PER, tampoco.  En fin, no es tan fácil que estando parado y apuntado en un servicio público de empleo cuentes como un parado registrado.

Tampoco aparecerás si, aunque quieras trabajar, llevas cuatro semanas sin enviar un currículum, o no te has dirigido a una oficina de empleo -púbica o privada-, o no te han entrevistado para obtener un contrato, o no has hecho algo para ser autónomo.  En definitiva, si no has buscado trabajo de una de esas maneras que ellos consideran “activa”, no figurarás en la EPA.

Así son las cosas.  Por eso los datos no cuadran entre Encuesta y Registro.  En Europa nos piden que la EPA sea mensual y se considere el dato fiable y homologado.  Es el producto de sistemas de medición equiparables al resto de países y aceptados por Eurostat, la OIT, o la Comisión Europea.

Reclamar una nueva forma de contabilizar parados, como ha hecho recientemente el presidente de la patronal española, supone esconder la cabeza debajo del ala, para no ver el problema. Si ya somos campeones del paro en Europa, sólo nos falta que aparezcamos como el país que se dedica a enmascarar los datos de paro, alejándose de los sistemas estadísticos europeos, convirtiendo la Marca España en el paradigma del desastre, el engaño y la mentira.

En cualquier caso, el paro en España es desgarrador.  Millones de personas desempleadas son el primer problema para cualquier país.  Millones de personas privadas de su derecho constitucional a tener un empleo y obtener, a cambio, unas rentas con las que sostener su vida y la de sus familias.

Millones de personas que disminuyen drásticamente su consumo y el de sus familias.  El consumo de bienes, productos, servicios, que termina afectando a nuestras empresas y al crecimiento económico.  Millones de personas que ven amenazado su derecho constitucional a una vivienda.  Tras cada desahucio, hay casi siempre un drama de paro.

Por eso es extraño que, en  lugar de pensar en esos dramas humanos, nuestro Gobierno sólo piense en “primas de riesgo”, deuda pública, déficit público.  Recortes sociales en educación, sanidad, dependencia,  servicios sociales.  Recortes salariales.  Reformas Laborales.  Reformas de la Negociación Colectiva.  Recortes en inversiones.

Es cierto que el peso de la burocracia que gobierna Europa, del gobierno egoísta de Ángela Merkel, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo, es muy grande.  Condiciona las políticas nacionales, condena a los gobiernos europeos a sacrificios inútiles para salir de la crisis.

Hay otras maneras.  Hay otras salidas.  Las políticas de empleo deben convertirse en el objetivo central para gobiernos, partidos, empresarios, sindicatos...  Para el conjunto de la sociedad.

El paro es el problema.  El empleo es la solución.  Revisar y refundar nuestro modelo productivo.  Proteger a las personas.  Defender el empleo existente y crear nuevo empleo.  Buscar los recursos necesarios para invertir y equilibrar los sacrificios, repartirlos de forma negociada y justa, son la solución, la única salida.

Lo podemos llamar Acuerdo, Pacto, Convergencia, Compromiso por el Empleo.  Pero el problema no es el nombre.  Aceptar el problema es el primer paso para afrontarlo.  Negar el problema, ocultándolo tras la manipulación de los datos, es el peor de los caminos posibles.

(*) Francisco Javier López Martín es  presidente de la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo y secretario de Formación Confederal de CCOO
2 Comments
  1. RONTEKY says

    No tengo ninguna duda «EL PARO ES EL PROBLEMA», a ver si esta clase gobernante PPera se da cuenta que ese es el problema…Pues creo que Mariano el Recorto no se va a enterar nunca y mira que lleva años. Le pasa igual que a Bartolo con la guitarra, pues por mucho que practique…

  2. juan gaviota says

    En mi opinión ,el paro no va a remitir,sino que va a aumentar.
    Dos motivos son los que veo; 1º el actual sistema de consumo ,es inviable, el planeta se esta colapsando por causa del consumo masivo.
    2º la tecnificación y robotización ,hace innecesarios millones de puestos de trabajo, la burocracia puede ser barrida por la ofimática conectada a Internet,cada día hace falta menos personas para producir mas y mejores productos, que no se pueden consumir ,porque el poder real ,ha secuestrado el dinero.
    Ante este panorama ,creo que solo hay dos salidas ó volver al origen del sistema «El Feudalismo».
    Ó fundar una sociedad donde los beneficios de la ciencia y la técnica reviertan en la ciudadania, y todos trabajemos lo necesario para mantener la sociedad en funcionamiento con un consumo racional.
    Hay una opción que nos lleva al desastre y otra que nos conduce a la realización humana.
    El futuro está en nuestras manos.
    Democracia real y participativa :Ya

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