Confesiones de un gilipollas

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Isaac Rosa *

“Te veo raro”, me dicen los vecinos cuando estos días se cruzan conmigo en el portal. “¿Qué le pasa a tu cara?”, me preguntan los amigos desde hace una semana. Mi mujer también se ha dado cuenta: “Cariño, tu cara, se te ha puesto un poco como de… Bueno, rara…”. No hace falta que me lo digan, ya me veo yo mismo en el espejo: cara de gilipollas, la que se me puso el otro día mientras rellenaba la declaración de la Renta; cara de gilipollas que se me acentuó al entregarla en el banco; y cara de gilipollas que se me está quedando de mármol según pasan los días, con momentos de gilipollez aguda al leer el periódico cada mañana.

La misma cara de gilipollas que le veo a muchos por la calle estos días. Nos cruzamos la mirada, levantamos las cejas como reconociéndonos, “sí, yo también soy un gilipollas”, y luego nos encogemos de hombros y seguimos nuestro camino. Millones de españoles con cara de gilipollas que miramos con inquina a esos otros que no tienen la misma cara sino que, al contrario, van por la calle con cara de listos, y nos dedican una sonrisilla conmiserativa, tipo “ay, pobres gilipollas, pagando impuestos sin hacer ni una trampita, qué pringaos”.

Hace años que la declaración de la Renta me sale a pagar, y mucho. Soy trabajador autónomo, de modo que facturo con sólo un 15% de IRPF por mis trabajos, y luego me toca pagar la diferencia al cumplir con Hacienda. Como mi gilipollez viene de antiguo (aunque estos días tenga más cara de ello que de costumbre), nunca me he buscado ninguno de esos vericuetos que otros emplean para pagar menos (montarte una empresa ficticia, recopilar las facturas de todo el vecindario para desgravarte IVA, ocultar ingresos, etc), así que pago lo que me corresponde, ni un euro menos. Y aunque una vez al año me toca retratarme ante Hacienda y rascarme el bolsillo, no diré que lo hacía con alegría, pero tampoco me molestaba demasiado. Hasta este año.

Para que los ciudadanos paguen impuestos no sólo hace falta obligarlos y amenazarlos con sanciones en caso de no hacerlo. Sobre todo es necesaria pedagogía fiscal, aunque eso suene a chino en un país como este, donde salvo esporádicas campañas institucionales bastante desganadas, nadie nos ha educado como ciudadanos con todos nuestros derechos y deberes. Del mismo modo que somos más bien analfabetos en derechos (y apenas peleamos cuando nos los arrebatan), tampoco estamos muy puestos en deberes, y vemos las obligaciones fiscales sólo como eso: obligaciones, un trago desagradable a evitar en lo posible y a tragar con mala cara cuando no queda otro remedio.

Falto de esa pedagogía fiscal desde las instituciones, en mi caso sí conté con unos padres que me enseñaron a ser buen ciudadano (y a ellos debo también mi cara de gilipollas de estos días, aunque se lo perdono), y sobre todo con un profesor que en el bachillerato dedicaba horas de clase a descuidar los contenidos lectivos y a cambio darnos una espontánea “educación para la ciudadanía”, enseñándonos cosas como qué es una democracia, de dónde vienen nuestros derechos y por qué hay que defenderlos, o para qué sirve el sistema fiscal, para qué pagamos impuestos.

Era la suya una pedagogía que algunos verían ingenua, pero al menos en mi caso fue muy convincente: hasta hoy, cada vez que hacía la declaración de la Renta recordaba los ejemplos tan sencillos como incontestables que nos ponía aquel profesor: “de nuestros impuestos salen los hospitales, los colegios, las carreteras, la ayuda a los necesitados, la educación, parte del coste de los medicamentos para los enfermos, el cuidado de los bosques para prevenir incendios…” Llámenme simplón, pero a mí me funcionaba. Hasta este año al menos.

Este año, según iba rellenando el impreso de la declaración de la Renta, mi cara de ciudadano confiado se iba convirtiendo en esta cara de gilipollas que todavía me dura. Este año los hospitales de mi ensoñación cívica aparecían con quirófanos cerrados, listas de espera crecientes y médicos con el sueldo menguado; los colegios con profesores agotados por más horas de clase y con menos medios; las carreteras con cada vez más agujeros por el menor mantenimiento; los necesitados en la cola del comedor social o rebuscando en la basura; la educación recortada en varios miles de millones, con menos becas y con aumento de tasas universitarias; el coste de los medicamentos alterado por el copago-requetepago; los bosques descuidados y a merced del fuego…

Como sólo con eso no basta para una expresión gilipollesca, como mucho para un bizqueo de lelo y boquiabierto, seguí castigándome mientras avanzaba por los intrincados apartados y casillas del impreso: pensaba que mis impuestos ni siquiera irían ya de manera preferente a aquellos nobles usos que nuestro profesor nos aseguraba: desde la última reforma de la Constitución aprobada al alimón por PP y PSOE, los acreedores de deuda española tienen preferencia sobre cualquier otro gasto público, de modo que en caso de escasez (y en esas andamos) recortaremos de cualquier sitio antes que dejar de pagar un euro a los prestamistas.

A esas alturas ya me colgaba media lengua y se me descolgaba un hilillo de baba sobre la declaración, momento en que, saltando por encima de la dichosa casilla de la iglesia católica (que se seguirá llevando lo suyo, marquemos o no la cruz, como siempre), empecé a pensar en rescates bancarios, entidades nacionalizadas con dinero público no para construir una banca estatal sino para socializar pérdidas y luego devolver las entidades al mercado una vez limpias, avales bancarios por valor de miles de millones, y por último el famoso rescate europeo vía FROB que con un poco de suerte, y si nada se tuerce en esta Europa tan retorcida, acabarán devolviendo los propios bancos, pero sin descartar que en caso de impago nos toque devolverlo a los de siempre.

Mi cara a esas alturas ya era de idiota con galones, pero quedaba el golpe de gracia: justo al llegar a la última página, al tiempo que veía la abultada cantidad resultante que me tocaría ingresar para ponerme al día con el fisco, un ojo se me iba hacia el periódico sobre la mesa, cuya portada me informaba de las facilidades añadidas que Hacienda piensa dar a los defraudadores para que pierdan el miedo a la inspección y se apunten a la amnistía fiscal. Todo facilidades, barra libre, sin preguntas molestas, cobrándoles un pellizquito de nada y pelillos a la mar, a seguir defraudando.

Los inspectores fiscales, que consideran un escándalo la amnistía otorgada por el gobierno a los tramposos, dicen que la recaudación tributaria ha caído considerablemente en los primeros meses del año, dejando de ingresar 3.500 millones que no se explican sólo por la falta de actividad económica: también se deben “al desmoronamiento de la conciencia fiscal de los contribuyentes, derivada en parte de la amnistía fiscal, y a la falta de medios e impulso en la lucha contra el fraude fiscal.”

Difícil encontrar una expresión más acertada: “desmoronamiento de la conciencia fiscal de los contribuyentes”. En efecto, mientras firmaba mi declaración de la Renta, mi conciencia fiscal, aquella que cimentó mi profesor y que ha resistido tantos años, se me desmoronó sobre la mesa hecha pedazos. Y sospecho que me va a costar ponerla en pie otra vez.

El angelito y el demonio que en momentos así se me sientan en los hombros y me susurran cada uno a un oído habían intercambiado de repente los papeles mientras esperaba en la cola del banco para entregar la declaración. Esta vez era el diablo el que llevaba la voz cantante, y hasta parecía que el angelito renunciaba a rebatir sus persuasivos argumentos: “Pero qué haces, panoli, tú aquí pagando tu IRPF, declarando hasta el último euro ganado, y soltando ahora una pasta; mira en cambio todos esos listos, esconden el dinero durante años y ahora lo blanquean pagando una minucia, Hacienda se fía de lo que declaren sin hacer comprobaciones, y por supuesto se van de rositas tras haber delinquido. Alfombra roja, eso sí que es clase, no como tú, mírate en el espejo, panoli.”

En efecto, al salir me miré en el reflejo del escaparate de la sucursal bancaria. Dónde iba yo con esa cara de gilipollas.

(*) Isaac Rosa es escritor y columnista.
33 Comments
  1. anzelop says

    Un gran relato de la metamorfosis que sufrimos con vd. todos los que creemos en lo público. Los estafadores tienen buena prensa, y sus protectores controlan que sigan teniéndola. La involución está ganando, los oligarcas siguen pensando que somos sus marionetas.

  2. Carlos G. says

    Muy bueno, sr. Rosa. Todo un repaso a la situación.

  3. skipless says

    Las leyes de los hombres son sólo tinta en un papel. Dios es que manda y tiene dos nombres, dólar y euro.hoy en día los impuestos sirven para pagar los lujos de la plutocracia. y una mínima parte para hacer cumplir la Constitución supongo. Pero muy mínima, infinitesimal…

  4. Meme says

    Gracias.

    Se que es jodido, yo también soy gilipollas.

    Pero gracias.

  5. mica says

    Me siento identificada como tu maestro. Yo no voy a dejar de luchar por despertar la conciencia social de mis alumnos y sus derechos constitucionales. Ánimo que estamos todos juntos en esto aunque todavía muchos no se han dado cuenta.

  6. Jose L. says

    Al menos me gusta saber que no era el único con la misma cara…:D

  7. Juan says

    Conjuga conmigo
    Yo pago, ergo soy gilipollas
    Tú pagas, ergo eres gilipollas
    Él defrauda, ergo es un XXX (aquí puedes poner banquero, político, miembro de la Iglesia, promotor inmobiliario, etc.)
    Nosotros pagamos, ergo somos gilipollas
    Vosotros pagáis, ergo sois gilipollas
    Ellos defraudan, ergo son amnistiados

  8. Manu says

    No sabes como te entiendo! Soy autónomo igual que tu y gilipollas como tu. Miles de veces gilipollas y así llevo 40 años.

  9. akr4ta says

    Muy buen artículo, muchos nos sentimos identificados. En cualquier caso, señor Rosa, le comento que lo que dice sobre la reforma constitucional no es del todo exacto: el asunto del pago de intereses ya estaba en el articulado previo a dicha reforma. Lo que se añadió fue lo concerniente a la estabilidad presupuestaria. Un saludo y siga dando caña 😉

  10. Capitán Nadie says

    Yo también me siento gilipollas. Viva Islandia.

  11. Simcamil says

    Antes no se le quedaba a la gente la «cara de gilipollas» porque viviamos felices bajo un engaño.

    Esos hospitales, colegios, carreteras etc. no se pagaban con nuestro dinero. Se pagaban con prestamos. Nuestro dinero iba a parar a miles de bolsillos de politicos corruptos. La gran diferencia entre antes y ahora es que ahora sabemos lo que pasa y antes lo ignorabamos.

    Eso si, aunque ahora sabemos donde esta la corrupcion, a nadie parece importarle lo suficiente. Cada uno prefiere estar en casa en vez de ir a luchar parar que los que nos han metido en esta crisis paguen por ello.

  12. votante de PP-PSOE says

    yo tambien

  13. op says

    y yo…

  14. RViT says

    Yo también soy uno de ese 99% de gilipollas y se me acentúa el gesto cuando veo como nos arrebatan lo nuestro y somos incapaces de reaccionar ante esta depredación. Cuando tenemos el poder del voto y lo cedemos atenazados por el miedo y la ignorancia. Tengo 59 años y he luchado durante años por conseguir un bienestar para mi y para el futuro de la siguiente generación. Ahora pienso seguir luchando porque no me gusta mi cara de gilipollas pero sobretodo porque no quiero ver esa cara en la siguiente generación.

  15. Dante says

    Podríamos fundar un partido: mayoría absoluta, oiga.

  16. foobar says

    RViT: ¿99%? ¡Ya me gustaría! Dí mas bien 15%

  17. analuna says

    Que grande eres primo….un beso

  18. Un ciudadano says

    Buenas tardes a todos los gilipollas de este país. Detecto una cierta resignación en estos comentarios, al igual que en otros muchos. Os recuerdo que somos el PUEBLO y nosotros nunca nos equivocamos. Ya basta de aguantar humillaciones de los auténticos gilipollas de este País. A nosotros como PUEBLO nos corresponde poner orden en los diferentes organismos. Formemos una plataforma con nombres y apellidos para terminar con esta desidia. Aquellos que entendáis de cómo hacerlo proponer vuestras ideas y creemos un foro donde seguir en contacto.
    Un abrazo para todos, con esperanza, y NOOOO con resignación.

  19. Juan says

    No puedo estar más de acuerdo contigo y con la manera de expresarlo. Otro con cara de gilipollas, autónomo como tú, e indignado de que los impuesto que pago como un idiota terminen en manos tan sumamente indignas a costa de sacrificar su fin legítimo.

  20. fdghfdh says

    me siento igual, pero con las becas. Siempre crei q las becas eran para gente con pocos recursos, pero viendo gente con bastante dinero (declarado o no) les daban becas y yo no las pedia, me miraban como si yo fuera gilipollas.

  21. Juan Nieto says

    Hola Isaac,

    Si tú como autónomo tienes cara de algo, imaginate yo, que como asalariado, Hacienda se queda con mi dinero cada mes, y una vez al año ajusto cuentas para que me devuelvan lo que les pagué de más.

    Mientras tanto, me encuentro con muchos autónomos, me alegra saber que hay gente como tú, que tienen la jeta de seguir preguntando ¿Con IVA o sin IVA?

    Te animo a que cambies tu cara, efectivamente corremos el riesgo de que se nos quede cara de gilipollas sino afrontamos la vida de frente, si agachamos la cabeza.

    Si alguien me pregunta ¿Con IVA o sin IVA? le digo directamente que que se ha creido, que YO no soy un delincuente.

    Gracias a Internet y a nuestra posibilidad como ciudadanos de organizarnos, le hemos podido poner la cara colorada (o al menos hechar de su poltrona) a todo un Presidente del Consejo General del Poder Judicial, que posiblemente siga pensando que no ha hecho nada malo, pero que ya no está en su cargo.

    Están surgiendo además iniciativas para luchar contra la economía sumergida
    http://www.facebook.com/groups/258852350887757/

    Tenemos que conseguir que nuestra cara de gilipollas se convierta en su cara miedo o al menos de vergüenza.

  22. MasquehartadelPPysuschorizos says

    Pues…….imaginaos…yo en el paro, cobro un subsidio de mayor de 52 años, por tener una vida laboral de 36 años….el año 2010 trabajé exactamente 90 dias en verano…y…el 2011 al hacer la declaracion de la renta…tuve que pagarle a hacienda….698 euros, por haber tenido dos pagadores!!!??

  23. celine says

    Pues imagínate mi caso: sin empleo, trabajando de aquí para allá, consigo a veces 500 € al mes y pago 250 € a la Seguridad Social. ¿Creías que nadie iba a ganarte a gilí? Pues, ya ves. Te acompaño en el sentimiento.

  24. merche says

    Si tu tienes cara de gilipollas fijate la que se nos pone a los funcionarios , cada ves que al Rajoy y sus tantos ladrones se les pone en sus gue…. , sacar un una nueva ley , todas para darnos un nuevo sablazo a los corruptos funcionarios , pues parece que en este pais somos los culpables de todo , hasta de que se hundiera el «TITANIC» Y ESO QUE NO ESTAVAMOS EN EL MUNDO TODAVIA.

  25. Manuelamt says

    Estimados espanioles: No bajeis los brazos! Yo como Argentina puedo decirles que cansada de verme la cara de gilipollas en el espejo me fui de mi pais y vivo ahora en Alemania. Mejor? Si al menos aqui todavia no es normal tener contadores para que te falsifiquen la declaracion y el sistema social todavia funciona…al menos por ahora…pero el criminal fiscal paga caro…un amigo mio tuvo problemas en sus declaraciones por 2 anios ( nunca quise preguntar si a proposito o por error) y ahora esta impedido de ganar dinero por encima de la minima, porque todo lo que va por encima va al fisco, casi termino en la carcel y tuvo que pagar un juicio. Eso si, la defraudacion al fisco aca es un crimen como matar a alguien. Creo que aca me gusta tener la cara que tengo, pues el gillipollas es el que no hace las cosas bien… Saludos y espero que el estar en la union europea ayude a espana a ser el pais que puede ser y que Argentina por razones historicas por ahora no puede llegar a ser… Saludos y animos ESPANA!!!

  26. antonio says

    Yo conozco varios que tienen residencia oficial a Andorra, aunque de verdad viven en el urgell o la Cerdaña. trabajan en Andorra cobrando sueldazos (IRPF=0) y tienen empresas montadas alli para pagar menos. No denuncio por evitar follones, para que no salga mi nombre en ningun sitio…

    una pregunta; Que hacer?

  27. Xabi says

    Yo conozco a varios que defraudan, y la verdad, a veces les envidio, Supongo que somos muchos los que tenemos carra de gilipollas.

  28. Jack says

    Ha pasado tmpeio desde la publicacif3n de este post, y tambie9n han pasado muchos acontecimientos me1s que nos hacen menear la cabeza de un lado a otro, incre9dulos y tristes.Ace1 en Matamoros es la ciudad del no pasa nada, son rumores . Casi todos los dedas las calles son bloqueadas para taparles el paso a los soldados, marinos y federales, la gente ya ni se inmuta, ya saben los pasos a seguir, ya saben lo que tienen que hacer.Hubo un tmpeio en en la primaria a donde asisten mis hijas mejor suspendieron clases una semana completa bfpara que9 arriesgar a los nif1os?, desgraciadamente la informacif3n se filtra por las redes sociales y digo desgraciadamente porque las autoridades y los medios informativos deberedan hacerlo, tenemos que avisarnos entre familia y amigos donde es la balacera para no pasar por ahed, muchas veces tenemos que venir desvelados a nuestros trabajos porque los granadazos y basucazos y balazos no nos dejaron dormir, si sales despue9s de las 10 de la noche es bajo tu propio riesgo, ya no hay comercio, no puedes salir a divertirte, lo peor del caso es que se ha hecho tan cotidiano que ya no impresiona.Que desgracia vivir ased.

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