El devenir de la situación financiera española se ha adentrado ya en un terreno pantanoso del que le va a ser muy difícil salir. Los errores de bulto cometidos por el Gobierno anterior, están siendo superados por el actual, que camina cual zombi del Consejo de Ministros a los Consejos Europeos, con incursiones fugaces en eventos de mayor fuste, como el G-20, balbuceando que tiene cada día un plan, pero que contradice de forma sistemática lo anunciado con anterioridad.
En este intervalo, y sin que nadie aporte una luz, el castillo de naipes financiero se está desmoronando y prácticamente la mayoría de entidades bancarias están bajo el escrutinio de analistas y el propio mercado, incluso las denominadas sistémicas, cuya capacidad de maniobra empieza a ser muy limitada, notándose ya un nerviosismo generalizado, ante el posible desplome del sistema provocado por la recesión de balances en la que nos encontramos.
La ausencia de hoja de ruta por parte del Ejecutivo le ha llevado a un punto de cierta esquizofrenia, pues ha pasado de negar un posible rescate bancario, para después ensalzarlo, incluso con chulería, y finalmente ser consciente de que la señal que emite la economía española es de que podría ser intervenida de forma general antes de finalizar el año. La negativa de los bancos a desnudarse contablemente ante los ciudadanos, inversores y autoridades financieras, sigue obligando a los activos financieros españoles a tener que jugar diariamente en el casino en el que se han convertido los mercados internacionales, que se ensañan con aquellos que denotan gran debilidad.
La gran bola de sobreendeudamiento privado que, lejos de ser digerida se hace cada día más grande, gracias a la morosidad, está constriñendo la capacidad de crecimiento de la economía española. Por ello, se hace imprescindible un proceso de reorganización de todo el sector bancario, reduciendo drásticamente la capacidad del sector, y devolviendo parte de la capacidad de crear dinero a los Bancos Centrales y, por qué no, a una nueva forma de Banca Pública que debería surgir en España. Esta presión de la deuda privada, especialmente bancaria, sigue sin ser vista como la gran amenaza del país, y se sigue centrando el debate en la deuda pública, cuya capacidad de repago es cierto que disminuye de forma significativa, máxime cuando el tipo medio está alcanzando tasas desconocidas. Las últimas subastas de bonos y Letras del Tesoro muestran que la demanda es elevada, pero a cambio de ofrecer tipos de interés de país emergente, por encima del 5% los tipos a corto plazo y cerca del 7% los de largo plazo. Frente a esto, la propuesta más sensata sería la de establecer un calendario de quitas de deuda ordenadas, en la que acreedores y deudores compartiesen costes, y así se podría disminuir la carga de la deuda total que supera el 300% del PIB.
En este punto, un reciente estudio realizado por mí mismo, arroja unos resultados interesantes. Por un lado, se trata de estudiar cuál sería el impacto de una quita de deuda privada sobre el crecimiento y la prima de riesgo. Mediante la metodología de impulso respuesta, se concluye que una reducción de la deuda privada de un 20%, aportaría 0,8 p.p al crecimiento. Por otro lado, esta misma medida, generaría una reducción de 150 p.b en la prima de riesgo, al liberar liquidez y deshacerse de aquellos activos tóxicos que deberían desaparecer del balance y darían credibilidad a las expectativas futuras.
Lejos de acometer estas medidas, el Ejecutivo ha optado por seguir inyectando dinero a unas entidades enfermas. Para ello, ha realizado la enésima pirueta, encargando una auditoría general a dos entidades foráneas, aunque con intereses cercanos al secretario de Estado de Economía. La contratación de estas entidades, sin apenas tiempo para realizar el informe, y sin apenas experiencia en el mercado español, es una prueba más del desconcierto y ausencia de hoja de ruta económica y financiera por parte de este Gobierno. Los resultados revelan que las cifras estaban preconcebidas; por tanto se ha hecho más un ejercicio normativo, cuya efectividad futura será nula. Los resultados más llamativos son que las pérdidas esperadas, bajo el escenario adverso, llegarían a 250-270.000 mill€, de los que 98.000 mill€ ya estarían provistas. Bajo estas hipótesis, la simulación recoge que la banca podría generar casi 68.000 mill€ de beneficios, en un contexto de recesión, y que finalmente las necesidades de recapitalización podrían oscilar entre 51.000 mill€ y 62.000 mill€.
Una vez analizado con calma este informe de parte, se puede concluir que las cifras no reflejan la realidad de los balances bancarios, máxime cuando es imposible valorar de forma correcta la mayoría de activos inmobiliarios, especialmente el suelo. No se tiene en cuenta que la economía decrecerá mucho más que el escenario propuesto, y finalmente, la salida significativa de depósitos acrecentará las necesidades de capital. La clasificación de entidades arroja, además, mucha más incertidumbre y deja a la mayoría de ellas al albur de la especulación, al no saberse la realidad bancaria individual hasta septiembre, aunque si el análisis tiene la calidad de éste, la probabilidad de que se sigan cebando con la banca española en los mercados de bolsa y de deuda es muy elevada.
Con esta incertidumbre, oscurantismo y dejadez de funciones, las autoridades europeas insisten en obligar al Gobierno español a solicitar un rescate para el sistema financiero, y así dar por finalizado el vodevil llevado a cabo desde que tomó posesión del cargo. El error sigue siendo no acometer una verdadera limpieza del sistema financiero, creando un banco malo que acoja todos los activos tóxicos, algo que desde el principio se aconsejó por parte de muchas instituciones y analistas, pero que el Gobierno niega sistemáticamente. En los próximos días volveremos a ver turbulencias en los mercados financieros, puesto que esta solución transitoria no soluciona de raíz el problema. La mayoría de las entidades españolas están en una situación de insuficiencia de capital que puede llevar a la quiebra técnica a muchas de ellas, algo que debería ocurrir para limpiar de verdad el sistema financiero y dimensionar el sector. Para poder avanzar en una nueva era, la corriente internacional nos va a ir llevando hacia el surgimiento de una nueva forma de banca pública, al estilo de la que se está implantando en EEUU, y que está permitiendo a algunos Estados, como Dakota del Norte, tener unas cifras macroeconómicas envidiables, y una solvencia financiera inigualable. En España, se debería aprovechar esta red de entidades nacionalizadas para reforzar un sector bancario público que liderase el establecimiento de un parque público de vivienda en alquiler, y una segunda línea de apoyo al capital productivo empresarial, la cultura y el capital formativo de los hogares.
En un mundo en el que lo financiero ha eclipsado la actividad y el crecimiento, la UE ha alumbrado, a instancias del presidente francés, un esbozo de lo que se ha llamado un pseudo plan de crecimiento, valorado en un 1% del PIB europeo, o 130.000 mill€. Este enésimo anuncio no tiene visos de cambiar el rumbo de la actividad europea, inmersa en una profunda recesión. Este pequeño inciso en una dialéctica financiera preponderante, no es más que una voluntad de utilizar al BEI para hacer algún proyecto de infraestructuras, similar a la mitad del AVE a Galicia. Sin presupuesto comunitario, y sin haber terminado la recesión de balances, solo una verdadera política fiscal expansiva a nivel de cada país serviría para poder superar la deflación en la que está inmersa Europa. Esta política también debería irá acompañada de armonización fiscal y de una progresiva y decidida tributación de las transacciones financieras. Pero todo esto, no es más que una reunión de los cuatro Gobiernos más relevantes europeos, truncada por un partido de fútbol, lo que refleja con dureza el fracaso del modelo político y financiero de la UE.
En resumen, el Gobierno apura las últimas horas antes de acometer la operación de rescate, presentando un análisis parcial y muy mal hecho de la situación de la banca española, sin reformar los balances ni reducir la dimensión del sector. Sin quitas de deuda privada, y sin un nuevo modelo de banca pública, estaremos muchos años en esta fase zombi, y lo peor es que no hay nadie en el horizonte para sustituir a este Gobierno tan negativo. Y del pacto de crecimiento, mejor no hablar.
Usted el 19-04-2012 escribió en este medio acerca de la relación entre España y la Argentina a propósito de Repsol: «(…) el error estratégico de Repsol, y también del conjunto de España, ha sido elegir Argentina como socio prioritario en el Cono Sur (…) el desastre que supone un país fallido y cuya estructura social y política dista mucho de un país medianamente serio.
Yo le pregunto a usted ahora: ¿No pensarán acaso lo mismo de España los alemanes y los finlandeses? ¿O no es fallido un Estado formado por 17 autonomías que van a la deriva, y que se constituyó sólo para contentar a vascos y catalanes? España es una entelequia que tarde o temprano terminará por desmoronarse. Y si no, al tiempo, lamentablemente, y ojalá me equivoque.