Las dudas, la incompetencia y la falta de una hoja de ruta del Gobierno español están generando una corriente de desconfianza hacia los activos financieros españoles, lo que se está reflejando en una escalada de la prima de riesgo, los CDS (seguros de quiebra) y un descalabro de la bolsa española.
La conjunción de la explosión de la burbuja inmobiliaria, la carencia de crecimiento y la política fiscal procíclica han dejado al sistema financiero al borde de la intervención de por parte del mecanismo de financiación europeo. Los niveles de la prima de riesgo, en 540 puntos básicos. y de la bolsa, en cotas de 2003, están descontando esta contingencia, mientras que el silencio y los bandazos de los miembros del Gobierno -el Presidente ha dejado de existir- están motivando que las autoridades de Bruselas, y la prensa extranjera, hayan puesto en el punto de mira a España.
La razón última es que ni este, ni el anterior Gobierno han entendido cuál es el problema del sistema financiero. El mecanismo del FROB creado por el ejecutivo anterior, una simple inyección de fondos vía préstamos, solo ha generado incremento del pasivo para estas entidades, creando un bucle de necesidades de capital a medida que aumentan los gastos financieros. Semejante ocurrencia no estuvo acompañada por un verdadero plan de saneamiento de los balances, con una quita de los activos tóxicos y separación real del balance de las entidades, ni tampoco de un cambio drástico en las direcciones ejecutivas y de gestión de las entidades intervenidas o capitalizadas. El resultado es que una buena parte de las entidades financieras, especialmente las fusionadas Cajas de Ahorro más vulnerables estén al borde de la quiebra técnica. Esto está provocando una salida notable de fondos, que hará necesaria aún una mayor aportación por parte del Estado.
El caso más paradigmático es Bankia, la cuarta entidad del país, con 10 millones de clientes, y un agujero contable que, ahora se demuestra, supera los 3.000 mill€, pese a que anunció beneficios de más de 300 mill a finales de 2011. La clave es el método de valoración de los activos inmobiliarios, que siguiendo las directrices del Banco de España, no se lleva a cabo a precios de mercado, y sí de adquisición. En una buena parte de estos activos, su valor de mercado es nulo, especialmente el suelo y promociones sin terminar o acabadas en algunas zonas sin mercado. Esta contingencia, destapada por la empresa auditora a última hora, ha desplomado la cotización de un valor que como ha reconocido uno de los colocadores, apenas vale 0,3€, frene a los 3,7€ de salida. Esta fusión sin sentido, que fue auspiciada por el Gobierno de Zapatero y el Banco de España y bendecida por grandes firmas de consultoría, se ha demostrado que ha sido uno de los principales errores políticos y financieros de los últimos años.
Todo ello ha propiciado la nacionalización de la entidad principal, y la posterior evaluación por parte de la nueva dirección de las necesidades de capitalización en unos 23.000mill€. La incontinencia verbal del Ministro de Economía, le llevó, primero, a afirmar que solo se necesitarían 4.000 mill€, luego dijo que 7.000€ –siempre en forma de préstamos del FROB–, y al final se ha determinado que se necesita la inyección pública de dicha cantidad: 23.000 mill€. El problema es que, ante un escenario de reducción de deuda y déficit, y unos gastos financieros de la deuda que pueden superar el crecimiento del PIB nominal, la emisión de nueva deuda para financiar la nacionalización de Bankia es el último eslabón antes de la intervención de la UE, ante la evidencia de la incapacidad española.
Los balbuceos del Gobierno, además, han creado una sensación ante la UE y el BCE de que se pretendía engañar a los mercados financieros. El procedimiento que se filtró consistía en que el Estado transfería a Bankia deuda pública, para que ésta pudiera conseguir directamente liquidez al 1% del BCE y así poder tapar su agujero patrimonial. Esta fórmula, prohibida por los estatutos del BCE, se asemeja, pero bien hecho, al modelo alemán que creó un banco malo, y financió la nacionalización con deuda pública. Una vez valorada y reflotada la entidad, la diferencia entre la valoración inicial y la nueva en el mercado es transferida al Estado en pago por la inyección inicial en la nacionalización. Es decir, al final pagan los accionistas, pero esto es algo imposible en el caso de Bankia, pues la valoración de los activos inmobiliarios es cuaso imposible y no es posible que los accionistas acaben pagando los 23.000 mill€.
El Gobierno, por tanto, tendrá que emitir nueva deuda, algo que en estos momentos solo podrá hacer a un coste muy elevado, aumentando la ratio de Deuda/PIB y drenando aún más recursos para los servicios básicos del Estado de Bienestar. No siendo la única entidad que tendrá que ser rescatada, España tendrá que acudir al Mecanismo de Europeo de Estabilidad para financiar ls necesidades de capital. Pero con los balances tan dañados, sin posibilidad de valoración rigurosa, capitalizar las entidades es tirar el dinero y eso en este contexto de falta de liquidez y sobreendeudamiento privado solo puede acarrear que también el Estado tenga que ser rescatado, como Grecia, Portugal o Irlanda. Los graves errores políticos del PSOE y el PP los vamos a pagar muy caros.
Por tanto, lo que se debería hacer es remover todas las cúpulas de las Cajas intervenidas, limpiar los balances, con quitas de buena parte de los activos inmobiliarios trasladándolos a un verdadero Banco Malo, sanear los activos que sobran, ajustar la dimensión del sistema financiero y finalmente capitalizar las entidades que sean viables, que en el caso español no serán más de cuatro o cinco.
Gracias PPSOE.