Del culto al cuerpo, la salud y el posible circo mediático

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Joaquín Carmona *

Al hilo de la alarma y del conflicto que pudiera plantearse en un futuro a causa de los implantes PIP (Poly Implant Prothèse) defectuosos o de mínima calidad, se me ocurre que hay un par de puntos de vista sobre el tema, al menos, que conviene analizar. El primero tiene que ver con la cultura del cuerpo, del machismo, del consumo, de un tipo de publicidad determinada, de la especulación del cuerpo y sobre el cuerpo (¡cómo me recuerda a la del ladrillo!) y que se traduce en una sociedad con valores que deforman lo natural, lo humano para construir un espejo de la imagen deseada... ¡Con lo que se nota, Señor¡

¿Cuales son los límites a esta cultura, a estos valores? Me refiero a esos límites que analizamos en el entorno de la atención a la Estética (con mayúsculas), no a los que cuidamos a partir de la necesaria cirugía reparadora que acompaña a diferentes situaciones clínicas o psicológicas. Creo que sobre esto nos conviene reflexionar.

En segundo lugar cabe preguntarse –y una vez que se han producido estos hechos como consecuencia del “no control” de calidad y seguridad del producto, con mayor razón (una responsabilidad de Europa-Ministerio en última instancia)– por qué aún esa falta de garantías en la mayoría de los centros; ese descontrol de lugares, entidades o clínicas de propiedad privada donde se hacen estos implante, a veces semiclandestinos, y donde la información a la usuaria es subjetiva y principalmente económica, pero nula o escasa en lo referente a qué son, en qué consisten, cómo se llaman... Me estoy refiriendo a esa falta de rigor en la forma de trabajar, a la ausencia de un registro de intervenciones, al desconocimiento que se tiene de a quién se le ha puesto ésta o aquella prótesis, o a ese seguimiento, imprescindible, sobre la evolución de las pacientes y que, parece, tampoco se hace. ¿A quién se le tiene que exigir y pedir esto? ¿Quién tiene la responsabilidad de estas frivolidades?

Pero volvamos al presente: ¿qué se puede hacer? A veces nos estamos encontrando que la clínica privada a la que ha de reclamar una mujer afectada ya no existe (las intervenciones con estas PIP se vienen haciendo desde hace 10 años) O que el cirujano ya no está o no trabaja ya en esa clínica; o no se sabe qué prótesis le han puesto a la mujer que reclama... Y…. Y ahora viene lo difícil. Porque, en esta parte, si no asume “el padre Estado” la responsabilidad, entre otras cosas por no haber hecho los deberes en su día, seguro que unos y otros, todos, se pasarán la patata caliente (Ministerio, médicos, clínicas, aseguradoras y asociaciones) sin que nadie se haga cargo de ella.

Lo probable es que asistamos, no tardando mucho, a ese circo social y mediático en el que cada institución responsabilizará a alguna de las partes implicadas. Las clínicas, al Ministerio y a los médicos, los médicos, al proveedor de turno y éste, claro, pedirá amparo a su vez a su aseguradora. Y mientras tanto, la autoridad competente tratará de dilucidar quien ha engañado con el producto o en la intervención... Las aseguradoras, entre tanto exigirán ¡cómo no! que esté todo legalizado y si no... “No esta en la cobertura..., no puedo…” ¡Ah!, ahí vamos a ver como vuela la pelota sobre cada uno de los tejados.

Entre tanto, la usuaria, que sólo pretendió “hacerse unos arreglos sin importancia” a un precio aceptable, y ante la angustia que le invade, buscará la fórmula idónea para financiarse una nueva intervención sin saber muy bien aún qué tiene que hacer  ni cómo. ¿Una prótesis nueva? ¿No ponerse nada...? Todo dependerá, supongo, de los euros que se tengan. Más de una se meterá otra vez en líos con la promesa de una reparación económica —“¡Guárdese la factura usted que esto se lo tienen que pagar!”—.

Finalmente, ¿hasta cuándo el fabricante y el proveedor de los PIP van a esperar para asumir su responsabilidad, la financiación de la reparación... O la Ley aguardará a imponerles la sanción que se merecen? Por desgracia ya sabemos que las cosas de palacio van despacio. Así que, la justicia, me temo que va hacerse esperar, ¿verdad?

(*) Joaquín Carmona es médico y gestor sanitario.
1 Comment
  1. krollian says

    Cuando alguna descubra pechos de mujer de 25 con 60 años se preguntará (recurriendo al primer párrafo del autor) ¿qué hacen ahí puestos este par de ladrillos?
    Antes de la salud, la apariencia.
    Para mi es triste, que haya quien entre a un quirófano para creer que será más feliz cuando salga y alguno se preguntará si está hablando con la misma persona que antes.
    Hace 15 días tenía arrugas, una nariz diferente, labios mas finos y menos pecho.
    Y mas triste aún quien regale y/o ruegue que tal cosa se haga.
    Francamente da grima ver apósitos para cualquier parte del cuerpo masculino o femenino. Y al tacto, debe ser de saltapatrás.

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