Francisco Javier López Martín *
El pasado 6 de Diciembre, día de la Constitución en España, se cumplían 50 años del fallecimiento de Franz Fanon. El nombre sonará a muchos y resultará desconocido para otros. Fanón es una referencia ineludible cuando queremos entender procesos de descolonización como el de Argelia, la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, los movimientos revolucionarios en América Latina, e incluso procesos actuales como la fuerza del fundamentalismo en países como Irán, Irak, o el Norte de África.
Quien olvida la historia, se ve condenado a repetirla. El olvido de Franz Fanon ha dificultado el entendimiento, la comprensión y las políticas para prevenir fenómenos de violencia y racismo en muchos lugares del planeta, incluida Europa.
La influencia de Franz Fanon proviene de una intensa vida de acción y reflexión y de sus aportaciones en un momento convulso de mediados del siglo XX. Una vida marcada por su nacimiento en la entonces colonia francesa de Martinica, donde, con apenas 15 años, vivió los abusos de las tropas francesas de la marina, fieles a la Francia de Vichy, sometida a la derrota y ocupación de los nazis. De allí huye para participar en las tropas de Liberación Francesa.
Aunque es condecorado con la Cruz de Guerra, forma parte de los excluidos del triunfo, para que sean blancos franceses los que entran en Berlín.
Un Franz Fanon que vuelve a Martinica y apoya la candidatura comunista de su amigo Aime Césaire. Retorna pronto a Francia, estudia psiquiatría y es en este momento cuando escribe y publica su libro “Piel Negra, Máscaras Blancas”, donde analiza el sometimiento asumido por los colonizados. Un autosometimiento cultural que tiene su base en la lengua. Hablar francés supone asumir la cultura y los valores del colonizador.
Posteriormente, en 1953, Fanon se asienta en Argelia, donde asume un puesto de dirección en un hospital psiquiátrico, implicándose en la lucha clandestina del FLN (Frente de Liberación Nacional). Una posición desde la que puede analizar los efectos devastadores de la tortura sobre las víctimas y sobre los militares torturadores.
En 1957 es expulsado de Argelia, tras escribir una Carta Pública de renuncia. Instalado en Túnez sigue colaborando con el FLN. Escribe abundantemente sobre la Revolución Africana, pronuncia conferencias, hasta que se le diagnóstica una leucemia, tratada primero en la URSS y por último en Estados Unidos, donde fallece en 1961, siendo enterrado en Argelia. Antes de morir nos deja un último legado, su libro “Los condenados de la Tierra”.
Con Fanon la negritud se incorpora al discurso de clase, profundizando en el lenguaje, la cultura, como instrumento para el sometimiento y el autosometimiento. Un pensamiento que aumenta las luchas anticoloniales, pero que afronta de cara los problemas del poscolonialismo.
Fanon alimenta el río que conduce al Mayo del 68 francés, gentes cono Sartre o Foucault no son ajenos a su influencia. La traslación de su pensamiento a la opresión sexual forma parte del feminismo.
La lucha guerrillera en América Latina o las ideas de Ché Guevara, deben mucho a los textos de Fanon. La Teología de la Liberación no puede entenderse sólo desde la influencia del compromiso con la clase obrera que aporta el marxismo, sino de forma muy especial, desde su concepto de condenados de la tierra, los nadie de Eduardo Galeano, los pobres, los excluidos, los marginados. Su lucha por la libertad y liberación de los pueblos.
En la fuente de Fanon bebe la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. El Mandela encarcelado, o el Steve Biko asesinado por la policía sudafricana en 1977, tras una larga lucha pacifista contra el racismo del gobierno de Pretoria.
El pensamiento de Fanon influye también en el Islam, a través de pensadores como Shariati, en Irán, que llaman a la unidad de los creyentes frente a la dominación cultural europea y su culto al consumo, la ciencia, la razón, o la tecnología. Yihad, la lucha de los creyentes entregados a la fe, los Muyahidín, combatientes no necesariamente violentos en Shariati son, en parte, herederos del pensamiento de Fanon. De hecho sus libros son objeto de lectura en las academias militares estadounidenses, para analizar, adentrarse y entender la situación en países como Irán, Irak, Afganistán y el mundo árabe.
Franz Fanon murió hace ya 50 años, vivió en tiempos convulsos, ásperos, de lucha y violencia. Pero su relectura, que algunos realizamos hace ya algunas décadas, no resulta ociosa en tiempos de crisis global y profundos cambios, en los que la clase trabajadora y los condenados de la tierra, siguen reclamando su palabra, la dignidad de sus vidas, la decencia de sus empleos.
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