Salvador Gutiérrez Ordóñez *
Desde su fundación, pronto hará tres siglos, la Real Academia Española asumió como medio necesario para cumplir su objetivo de velar por el idioma la fijación de los tres códigos que, según la visión tradicional, constituyen los pilares de la lengua: el diccionario, la ortografía y la gramática. La primera gramática académica, publicada en 1771, no separa la descripción objetiva de una finalidad normativa y pedagógica. Esta obra es heredera de la concepción helenística y romana (“el arte de hablar bien”), hecho que la encamina desde el principio hacia una orientación educativa:
"La Academia solo pretende en esta Gramática instruir á nuestra Juventud con los principios de su lengua, para que hablándola con propiedad y corrección, se prepare á usarla con dignidad y elocuencia". (RAE, Gramática de la lengua castellana, 1771, “Dedicatoria”)
La adecuación de la Gramática académica a las necesidades didácticas se hace más visible a mediados del siglo XIX, cuando la institución ajusta los contenidos de esta disciplina a los tres niveles de la educación. El Epítome de la Gramática de la lengua castellana se destinó a la enseñanza primaria, el Compendio, a la enseñanza media, y la Gramática, a la enseñanza superior.
En fechas relativamente cercanas, la Real Academia Española y las veintiuna Academias de América y Filipinas publicaron la Nueva gramática de la lengua española (2009) y su compendio Nueva gramática de la lengua española. Manual (2010). Constituyen la culminación de un largo proceso que duró casi ocho décadas y que vio la luz bajo la dirección de Ignacio Bosque, académico ponente de la obra. En sus páginas se conjugan las aportaciones tradicionales con los hallazgos ya sedimentados de la lingüística moderna, siempre dentro de los principios del rigor científico: coherencia, exhaustividad y simplicidad. En ellas se muestra especial sensibilidad hacia las variedades gramaticales que se registran en el dominio hispánico y sus aportaciones normativas están formuladas desde la conciencia de que la norma del español no es única, sino que posee un carácter policéntrico.
Ahora sale a la luz la Nueva gramática básica de la lengua española. Esta versión es heredera del espíritu pedagógico de los tratados de la RAE. Se dirige expresamente “a la inmensa mayoría”, es decir, al amplio conjunto de hispanohablantes que, habiendo recibido una primera instrucción en sus estudios de primaria y de secundaria, deseen acercarse a comprender mejor el funcionamiento de su lengua. Como los primeros académicos, consideramos que el ámbito de su utilidad no se restringe a los que orientan su futuro por los caminos de la filología o de la literatura:
"Los que no hubieren de seguir la carrera de las letras se ilustrarían á lo menos en esta parte de ellas, y hallarían en el ejercicio de sus empleos, en el gobierno de sus haciendas, y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre los otros los que se explican correctamente de palabra y por escrito". (RAE, Gramática de la lengua castellana, 1771, “Prólogo”, págs. III-IV).
Esta Gramática básica presenta una evidente vinculación con sus dos hermanas mayores, por lo que mantiene su doctrina y su terminología, a la vez que conserva su rigor conceptual, su coherencia explicativa y su vocación normativa. No obstante, al hallarse abierta hacia un número mucho más amplio de destinatarios, combina esos valores con una brevedad descriptiva y con una organización didáctica que la harán más próxima a quienes la consulten. Centra la atención en los aspectos esenciales, presenta los contenidos de forma jerarquizada y gradual, define los términos técnicos y aporta en cada caso ejemplos sencillos con el fin de que el lector comprenda mejor las descripciones. Adjunta un índice que señala dónde está definido cada término y en qué lugares aparece de forma relevante. Con ello se trata de cumplir con el objetivo originario de los primeros académicos:
“Pero [la Gramática] ha escusado entrar en un prolixo exámen de las varias opiniones de los gramáticos, prefiriendo á esta erudición la brevedad y la claridad, pues se trata de ilustrar y enseñar, no de ofuscar y confundir á la Juventud” (RAE, Gramática de la lengua castellana, 1771, págs. XII-XIII).
Preocupada por la orientación práctica que ha de conducir al dominio de las destrezas o artes de “hablar y escribir con corrección”, este Gramática básica presta especial énfasis en destacar observaciones normativas que surgen al hilo de las descripciones gramaticales. Combina, pues, la dimensión descriptiva con la normativa. Se centra principalmente en el español estándar y elige en cada caso las opciones cultas mayoritarias entre los hispanohablantes. En su concepción, desarrollo y aprobación han participado de forma activa todas las Academias, por lo que constituye una nueva manifestación del espíritu panhispánico que preside todos sus proyectos.
Es una gramática esencial y didáctica que, a través de su sencillez y claridad aspira, en definitiva, a convertirse en la gramática de todo el mundo; pues, como sentenciaba el Libro de buen amor, “Ca lo poco e bien dicho finca en el corazón”.