ENTREVISTA
David Bravo: “La libertad de expresión se tiene, por jueces y ciudadanos, como un derecho de segunda categoría”
- Charlamos con el abogado especializado en propiedad intelectual, libertad de expresión o derecho al honor
A comienzos de los años 2000 comenzó a sonar fuerte su nombre como uno de los mayores especialistas en propiedad intelectual y derechos de autor. Se enfrentó en debates y juicios con la Sociedad General de Autores (SGAE) defendiendo a artistas en un momento de máximo protagonismo de esta entidad. Especializado también en libertad de expresión y derecho al honor, este abogado fue diputado de Podemos brevemente en el Congreso entre 2015 y 2016. David Bravo (Sevilla, 1978) sigue estando muy activo en redes sociales explicando de manera peculiar y amena diferentes temas jurídicos. Su última iniciativa es hacerse “youtuber”. En cuartopoder hablamos con él de esta y otras cuestiones relacionadas con la justicia.
-Te has sumado al mundo Youtube. Siempre has tenido mucha presencia en redes y has participado en programas de televisión pero estás optando ahora por comunicar también de esta forma. Más allá de las bromas que haces sobre la parte técnica de tus vídeos, supongo que para ti es interesante difundir ciertos mensajes en esta plataforma, especialmente para contrarrestar otras.
-Respecto a lo técnico puede que sea uno de los peores youtubers que hay, incluidos los menores de edad. En cuanto al fondo, mi idea es efectivamente esa. Intentar que las noticias que se dan sobre cuestiones jurídicas poder matizarlas o incluso negarlas completamente. También tengo idea de difundir cómo son realmente los procedimientos judiciales en España para que la gente lo viva un poco más desde dentro.
-¿Hay mucho desconocimiento general sobre el mundo del Derecho y los procesos judiciales?
"Hay gente que tiene un conocimiento muy peliculero del Derecho"
-Hay muchísima confusión, y a mí me llama mucho la atención, hablando con gente, el desconocimiento que hay del Derecho en España. Y eso viene básicamente de lo que ven en películas estadounidenses. Aunque parezca increíble, cuando hablo con algunos clientes, a veces termina un juicio y me dicen que por qué no protesté respecto de no se cual prueba o pregunta. Y les tienes que explicar que eso es en las películas, que aquí no se protesta. Incluso hubo una vez que se hizo muy famoso un tipo en Sevilla que fue a declarar y dijo que se acogía a la Quinta Enmienda. Hay gente que tiene un conocimiento muy peliculero del Derecho. Y también un conocimiento de gente como muy dicotómico. Hay gente que piensa que todo lo relacionado con la Justicia tiene que ver con la absoluta aleatoriedad e incluso con la corrupción, y que solo ganan los más fuertes. Y en el otro extremo, gente que piensa que la Justicia es un terreno, todo lo que tiene que ver con la autoridad, intachable.
-Hay mucha gente que piensa que no se puede criticar a los jueces
-Sí, que no se puede criticar a un juez porque eso presiona su labor. Que no se puede discrepar. Evidentemente eso no es así. Un juez es un servidor público que es perfectamente criticable, cuyas actuaciones la ley pide que sean públicas como norma general. Y precisamente es para el escrutinio de la ciudadanía y para que el juez se sienta que está actuando no en un cuarto cerrado sino a vista de la gente para que se pueda monitorizar que el proceso se haya llevado bien, que el juez no ha sido parcial, que le ha dado las mismas armas a unos y otros...Es decir, el juez no es solo una persona que deba ser examinada en su trabajo, sino que además la ley lo ha hecho para que sea así.
"Un juez es un servidor público que es perfectamente criticable"
Después hay una confusión tremenda con el asunto de que la sentencia una vez dictada tienes que respetarla, no criticarla ni cuestionarla. Mire no, las sentencias lo que tienes que hacer es acatarlas. Hasta ahí es donde llega el poder de una sentencia. La tienes que acatar. Pero eso de que la tengas que respetar, mira no. Los argumentos del juez son criticables.
-El primer vídeo que sacaste en esta nueva etapa fue sobre los videojuegos y la violencia. Parece que ajustando un poco cuentas pendientes de hace 15 años, donde ya criticabas la relación que se trataba de establecer. No sé si ha cambiado la percepción general de la sociedad. Los e-sports, por ejemplo, están muy presentes hoy en día.
-Creo que sí ha cambiado. Han pasado casi dos décadas y creo que ya no se criminaliza de la manera en la que se hacía antes. Al final era, ni más ni menos una competencia feroz entre industrias del entretenimiento intentando, la imperante y hegemónica, que la que estaba pujante se frenara. Es algo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo. Ocurrió antes con los libros, con la televisión, con el cine, con los cómics...Al final es una pelea de mercado donde lo nuevo, lo que viene a quitarte espectadores y es una nueva alternativa se criminaliza para intentar frenar su avance, hasta que ya no puedes más.
Aún así, los videojuegos en cuanto a su percepción social, hace tiempo vi un estudio donde decían cómo sería la gente que jugaba a videojuegos dentro de 20 años, en 2040. Digo físicamente por jugar a videojuegos. Prácticamente se habla de un extraterrestre. El dibujo que hacían, de un tal Michael, un personaje ficticio, es de una persona que si no deja de jugar será obesa, no tendrá pelo, el cráneo se le deformará por los auriculares...Planteaban un zombie. Claro, una persona que no hiciera más en la vida que jugar podría ser así, pero se podría decir también de una persona que pasara 20 años leyendo sin moverse, es exactamente igual. Curiosamente el estudio es de una página de casinos online. Habría que ver una persona después de 20 años jugando al casino. Seguramente ya habría saltado por la ventana por las deudas, pero ese estudio no lo llegaron a hacer.
Lo que sí tienen los videojuegos es todavía el estigma de matatiempo. Lo que la gente no parece entender es que los videojuegos son una obra intelectual, a veces muy superiores a otras muchas con mejor prensa, como algunos libros o películas. Siguen pensando, los que se han quedado todavía en los tiempos del Arkanoid y del Come-cocos, que esto es para pasar el rato. Pero hay videojuegos con una narrativa que más quisieran muchas películas de hoy en día.
-Hace más de una década te conocimos por tus juicios y debates con la SGAE. Por un lado, el modelo musical ha cambiado. Y además parece que está menos en el candelero el asunto de los derechos de autor y de esta sociedad de autores. Ponnos un poco al día sobre la actualidad de estos temas.
"SGAE ya no ejerce ese lobby de presión porque ha perdido credibilidad en su discurso ejemplarizante pero en lo que tiene que ver con la recaudación sigue la maquinaria habitual"
-Lo que ocurrió con el tema de la SGAE fue que toda acabó un poco cuando estalló la cúpula. Cuando todas aquellas personas con las que debatía, y eso fue muy paradójico, terminaron en prisión o imputados. Recuerdo que el primer debate que hice en mi vida fue con José Neri, que era el presidente de SDAE, la Sociedad Digital de Autores. El segundo, con Teddy Bautista, presidente de SGAE. Y el tercero con Pedro Farré, directivo. Curiosamente Neri y Bautista están ahora mismo a la espera de sentencia por un asunto penal por el que les piden varios años de cárcel. Y Farré terminó en prisión condenado por cargar en la cuenta de SGAE 40.000 euros en prostitutas.
SGAE llevaba tantos años señalando a la gente como delincuentes por cuestiones completamente cotidianas y percibidas como inofensivas por el común de la ciudadanía. Cuando estalló el escándalo judicial tuvo tan mala prensa y se consideró todo tan hipócrita que bajaron el pistón de lobby de presión al mínimo posible. Aún así, aunque SGAE ya no ejerce ese lobby de presión porque ha perdido credibilidad en su discurso ejemplarizante, lo cierto es que en lo que tiene que ver con la recaudación sigue la maquinaria habitual solo que ya no ejerce de portavoz antipiratería. Entre otras cosas porque ese asunto ha ido desapareciendo cuando la industria ha ido adaptándose, por fin, al nuevo modelo en lugar de perseguir a sus clientes. Hace poco estuve en un juicio contra SGAE, hablé con el abogado y le pregunté que si ellos seguían recaudando lo mismo. Me dijo que eso no ha cambiado en absoluto, siguen yendo a los bares o peluquerías pidiendo su dinero.
-Otro tema que sí que ha estado mucho de actualidad es el deepfake y el derecho a la imagen de personas fallecidas. Ha generado algo de debate, especialmente a raíz del anuncio de Cruzcampo y la aparición de Lola Flores. ¿Tiene riesgos este uso de la tecnología? ¿Hay derecho a usar la imagen de un fallecido?
-Tiene riesgo, sí. Pero son muy similares a los que se tiene con las personas vivas, ahora explicaré por qué. El otro día curiosamente alguien me advirtió de algo que yo no sabía. Y es que en un vídeo de Youtube con 400.000 visitas aparecía yo doblado al inglés dando declaraciones sobre lo bueno futbolista que era no sé qué chaval de la cantera del Barça, y que era el futuro Messi. Aparecía yo en mi casa doblado al inglés. No he visto un balón de fútbol en mi vida, no sé nada. Y estaban ahí los comentarios alabando mi juicio crítico como experto en deportes. Yo no he hecho deporte jamás y si diera una carrera me daría un infarto. ¿Qué es lo que se estaba haciendo ahí? Una especie de deepfake, solo que mi cara era real pero mi voz era otra, en inglés, y me habían pillado seguramente confundidos con otro David Bravo que sí sabría de deportes. Cogieron las imágenes de una entrevista en la que yo hablaba de algo de lo que sí tenía alguna idea y lo pusieron allí. Y era un vídeo bastante viral. Si hubieran puesto en mi boca palabras como que hace falta un Golpe de Estado a lo mejor habría puesto una demanda, pero bueno, esto me da igual que lo hagan.
Pero ahí estamos en el terreno del derecho a la imagen, en este caso de una persona viva. Cuando es una persona muerta tienen unos derechos similares los herederos. Una persona al morir se extingue su personalidad, y con ella los derechos propios de la personalidad como el del honor y la imagen. Lo único que dice la ley es que se podrá defender su memoria. Y las personas que pueden hacerlo son estas personas que, previendo que su memoria tendrá alguna importancia, porque la mayoría de nosotros nos moriremos y dará un poco igual, pero las personas muy famosas como Lola Flores seguramente en su testamento designen a alguien para que defienda su memoria. Para que no se mancille ese legado que dejó en nuestro recuerdo. Si no lo hace son determinados parientes que la ley designa, que son los ascendientes, descendientes, cónyuges o hermanos. Y si no existiera ninguno sería el Ministerio Fiscal con un límites de 80 años desde el fallecimiento. Y puede ejercer acciones muy similares a las que vienen en la ley de la imagen, honor e intimidad. Similares a las que yo podría ejercer por el vídeo de fútbol.
-Hablemos de libertad de expresión. De forma general tenemos la sensación de que no corren buenos tiempos a pesar de estar en 2021.
"Los jueces no se atreverían a dictar las resoluciones que están dictando, como la de Pablo Hasél, sino fuera porque hay un ambiente general permeable a la aceptación de sentencias de ese tipo"
-Sí, es la sensación. Y si se miran las sentencias y procedimientos se da uno cuenta que las sensaciones coinciden con la realidad. Es que a veces, siguiendo con tu pregunta de lo de 2021, parece que tenemos la sensación de que la historia es como una línea recta ascendente y que tiene que ir siempre de peor a mejor. Y tomamos 2021 como la suma de años que nos lleva a mejor. En realidad la historia lamentablemente no es así, no es ese avión sin fallos que va hacia arriba. Ahora estamos en un terreno donde la libertad de expresión, no solo por los jueces sino por los propios ciudadanos se tiene como un derecho fundamental de segunda categoría. Cuando me meto en determinados conflictos en Twitter defendiendo la libertad de expresión, incluyendo la de aquellas personas que desprecio en cuanto a sus ideas, las respuestas que recibo es de gente que tiene un concepto de la libertad de expresión de segunda categoría. Me parece que los jueces no se atreverían a dictar las resoluciones que están dictando, como la de Pablo Hasél, sino fuera porque hay un ambiente general permeable a la aceptación de sentencias de ese tipo y que son gravísimas, y que en otro contexto no podrían darse.
A nivel legislativo, el hecho de que continúen existiendo delitos como el de ofensa a los sentimientos religiosos es una cosa surrealista. Y el delito, que también existe aunque no se haya ejercido, de ofensa a los sentimientos ateos. Eso también existe en el mismo tipo penal. Lo que pasa es que los ateos cuando alguien se mete con nosotros por no tener creencias en Dios nos comemos un yogur y nos vamos a dormir, no nos querellamos contra nadie. Pero existir, existe. Y es ridículo, es poner los sentimientos religiosos en un nivel por encima, nadie sabe por qué, de cualquier otra creencia o idea. Podrían haber puesto ofensa a la ideología, por ejemplo. Pero el mero hecho de que exista el delito este pone a los sentimientos religiosos, en un país que se supone que no tiene religión oficial, en lo más alto de la pirámide de las posibles creencias que no le tendría que corresponder.
-Relacionado con esto, hablabas el otro día de la sentencia sobre el libro Fariña, que había que celebrarla pero que no había que minsuvalorar la inteligencia y el papel del censor. Porque entra en juego la autocensura, muchos libros que no escriban por miedo a meterse en un jardín judicial que no todo el mundo puede asumir.
-Yo eso lo contaba porque algunos de ellos les pongo cara. Recibo muchas consultas o asesorías que vienen inmediatamente después de noticias como estas del secuestro judicial del libro. Hay autores que me piden asesorías para ver si la obra que pretendían sacar y que lo están pensando, pueden hacerlo. Esa duda solo les ha venido sobrevenida por esa noticia. Otros muchos entiendo que no consultan con un abogado y otros ni siquiera iniciarán el libro. Y que solo se lo plantean los que han invertido tiempo y dinero en llevarlo a cabo. A mí me consta que hay gente que decide no sacar su libro. Por tanto, cuando celebramos esto, como explico en el vídeo, tenemos esa tendencia a que si nosotros hacemos un cuadro de pérdidas y ganancias nos vanagloriamos del éxito: el autor de Fariña ha ganado. Y en la columna del haber lo apuntamos como victoria. Pero nos falta, y es sobre quiero llamar la atención, lo que hay que apuntar en la columna del debe. Y aquí están todos aquellos que decidieron no sacar algo parecido a Fariña no porque le condenen sino por no estar envuelto en un procedimiento judicial. Porque eso, para empezar, te cuesta dinero. Y después, durante el tiempo que dura, que siempre son años, la persona se encuentra en un limbo de incertidumbre, de estrés y ansiedad que poca gente es capaz de resistir. Entonces, todos los Fariñas que dejaron de escribirse los tenemos que apuntar en la columna del debe.
El problema es que nunca vamos a saber cuántos son ni quiénes. Pero la jurisprudencia sí sabe que existen, hay una doctrina que viene de EEUU que se llama el efecto desaliento. El Tribunal Constitucional ha estudiado las cuestiones relacionadas con libertad de expresión y ha llegado a considerar determinadas expresiones, colindantes con la vulneración del derecho al honor, y darlas por buenas por miedo al efecto desaliento. El TC lo enuncia precisamente así: el riesgo que corremos si castigamos a este señor por lo que ha dicho no es proporcional, no porque no lo merezca, sino porque el efecto de la condena es que hay muchos autores que van a bajar los límites de lo que ellos consideran tolerables por miedo. Entonces no merecería la pena condenarlo porque el efecto no solo repercute en él sino en muchos más autores.
-Para acabar, y cambiando de tema, me gustaría que dieras unas pinceladas de cómo ves el ámbito político. Fuiste una persona que entró desde fuera a un proyecto como Podemos, luego te fuiste. Ha cambiado mucho todo, ¿cuál es tu visión?
"Con el paso del tiempo el propio proyecto de Podemos ha ido cambiando tanto que apenas se parece al original"
. -Estuve muy poco tiempo, fue prácticamente una excursión al Congreso, creo que ni siquiera lo llegué a ver entero. Entré muy ilusionado. A mí ya me habían ofrecido participar en diferentes proyectos políticos y había dicho que no. Este me parecía que era especialmente ilusionante. Entré con todas las ganas. Lo dejé, no presentándome a las siguientes elecciones aunque me ofrecieron presentarme por la circunscripción que quisiera, cosa que agradecí. Pero no era compatible con la conciliación familiar. Y la ilusión había descendido lo suficiente como para que ese sacrificio no mereciera la pena. Lo estuve diciendo durante las entrevistas en campaña, no fue por desacuerdos con Podemos, es que mi hijo me echaba de menos. Pero una vez dentro, ver como es el trabajo real que hacen los diputados, que la mayor parte del tiempo es ninguno y el resto era política de gestos y manifestaciones dentro del Congreso, como si fuésemos manifestantes que han entrado, me era tan poco enriquecedor que me parecía que no merecía la pena. Y que era mucho más útil en mi trabajo habitual, y sobre todo en casa con mi hijo. Me fui de allí no por Podemos sino por la propia estructura de cómo está montada la política, que parece un foro donde se hacen cosas para que la gente te vea.
Luego ya con el paso del tiempo el propio proyecto en sí ha ido cambiando tanto que apenas se parece al original. No sé si era una cuestión inevitable, prefiero pensar que no. Pero ya no es que no tenga ilusión por incorporarme a un proyecto como Podemos sino que, aunque les sigo votando, lo hago cada vez con menos ganas. Puedo resumir todo en que durante los inicios estuve tan ilusionado como para incorporarme, luego no tanto como para seguir pero sí para militar y defenderles, hasta el punto de que participé en la siguiente campaña, apoyando a gente en la que tengo confianza como Sofía Castañón. Y luego poco a poco mis ganas fueron descendiendo tanto que ya llegamos al terreno donde les voto porque si no a quién. Así ha sido mi recorrido vital de decepción.
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