Pablo, en el diván de Lenin
- "Es urgente abrir un debate público, lo más amplio posible, sobre las políticas del Gobierno de coalición y su modo de ejercerlas"
- "Que Iglesias hable ahora de que una cosa es el Gobierno y otra cosa es el poder, hay que tomárselo con cierta distancia. Él sabe esto desde siempre. Si lo saca ahora, es porque está mandando un mensaje a su gente, a su base social, a la militancia"
- "La separación entre clase política y la ciudadanía se acentúa; el conflicto en el Gobierno las hace aún más explosivas y se deja abierto un espacio político inmenso"
A la memoria vivida de Carlos Tapia: me enseñó a conocer y amar al Perú
Confieso que cada vez me cuesta más trabajo escribir sobre la situación política española y, específicamente, sobre su Gobierno. Los ataques son tan brutales, tan desproporcionados e injustos que cualquier crítica puede terminar por favorecer a una oposición que juega, pura y simplemente, a la ruptura constitucional. Sin embargo, creo que es urgente abrir un debate público, lo más amplio posible, sobre las políticas del Gobierno de coalición y su modo de ejercerlas. Las recientes declaraciones de Pablo Iglesias obligan, y creo que invitan, a una reflexión colectiva en momentos en el que la coalición emite señales de enfrentamientos políticos especialmente duros y de incompatibilidades personales significativas. La situación se podría definir así: o alcanzar un nuevo acuerdo o prepararse para la salida del Gobierno. Mientras, vivir en el filo de la noticia y en el conflicto permanente.
Quien conozca a Pablo Iglesias sabe que entrevistas de este nivel las prepara con mucho esmero, sopesando cada palabra y abriendo temas para reconfigurar un proyecto que no acaba de definirse con precisión. Puede gustar o no pero el quehacer político del dirigente de UP está marcado por la necesidad de diferenciarse, ganar autonomía e intentar crear un espacio propio. El “por qué” es evidente e Iglesias no lo oculta: el moderado programa común de la coalición tiene problemas –yo diría que graves problemas- de implementación; las contradicciones en el interior del Gobierno se agravan conforme gana peso la representante de la UE, la señora Calviño, y la presión de los poderes facticos se acentúan hasta límites insoportables. Por otro lado, las encuestas no son buenas para UP y la pandemia, más allá o más acá de las palabras, viene para quedarse; es decir, que la recuperación económica será más débil de lo anunciado y que los problemas sociales se agravarán. En su centro, una crisis juvenil de enormes proporciones.
¿Cuál es el verdadero debate, el definitorio, el sustancial?: el poder. En esto no se equivoca Iglesias. El tipo de salida a la crisis -sea cual sea- redefinirá un determinado modelo productivo y un patrón especifico de poder. Esto es lo que está en juego: ¿qué papel (y qué poder) tendrán las grandes oligopolios financieros-empresariales?; ¿qué peso real tendrán las clases trabajadoras y los sindicatos?; ¿qué derechos sociales y qué tipo de Estado social?; ¿qué inserción en una Unión Europea que está definiendo nuevas relaciones entre el centro y sus periferias? Sí, se habla de poder, de luchas de clases, de problemas redistributivos a lo grande. Así entiende bien la radicalidad, la rabia de los grupos de poder económicos y mediáticos: quieren romper el Gobierno porque necesitan apremiantemente dinero público, trasvase de rentas para mantener sus privilegios, sus enormes beneficios y su poder.
Iglesias empieza a ser consciente de esto y trata de rectificar jugando al límite e intentando definir la estrategia en el propio proceso. El concepto que más empleó fue, seguramente, el de correlación de fuerzas, que unas veces aparecía como orientación y otras, las más, como justificación. Lo más significativo de la entrevista, sin embargo, fue su incapacidad para ofrecer un mensaje de esperanza y de ilusión más allá de las peleas, los conflictos y las diferencias en el Gobierno. El vicepresidente no fue capaz de ofrecer un balance en positivo de un año de Gobierno y habló muy poco de un futuro que parece cada vez más oscuro, más problemático para las clases populares en general y, específicamente, para los jóvenes.
Que Iglesias hable ahora de que una cosa es el Gobierno y otra cosa es el poder hay que tomárselo con cierta distancia. Él sabe esto desde siempre. Si lo saca ahora, es porque está mandando un mensaje a su gente, a su base social, a la militancia. ¿Dónde está el problema? Donde siempre, la oposición frontal de los poderes económicos, la creciente beligerancia de una parte significativa del PSOE y, sobre todo, la coalición anti UP que se ha ido formando en el propio Gobierno. La respuesta del vicepresidente ha sido clara: identificar las líneas de fractura, salir a los medios y establecer acuerdos con las fuerzas nacionalistas e independentistas. Aquí hay una ambigüedad que debería ser aclarada. El programa común firmado (como todos) fue el producto de una determinada correlación de fuerzas y su aplicación depende también de una determinada relación de poder. Entre su firma y su aplicación, media siempre un campo de fuerzas (y de debilidades) que cambian (para mejor o peor) en el tiempo y en el espacio. Lo diré sin muchos matices: la correlación de fuerzas ha ido empeorando para UP y, esto es fundamental, también para el Gobierno; ambas cuestiones están (conflictivamente) relacionadas.
Vayamos por partes. Primero, el acuerdo de Gobierno PSOE/UP fue, en muchos sentidos, un acuerdo “contra natura”: Pedro Sánchez nunca lo quiso; Pablo Iglesias siempre lo quiso, pero cada vez tenía menos fuerza para imponerlo. Los resultados electorales (malos) de ambas formaciones obligaban a una cierta forma de colaboración que para el secretario general de Podemos era (sí o sí) gobernar, estar donde se toman las decisiones y mandar desde el BOE. Hacer política de verdad. Segundo, no se firmó un programa común de Gobierno. Se acordaron un conjunto de políticas socioeconómicas y de género y sus sistemas de financiamiento. Todo lo demás fueron declaraciones genéricas, significantes vacíos y buenos propósitos. Este “todo lo demás”, con pequeños matices, se dejó a Pedro Sánchez su concreción, es decir, al programa y al buen hacer de los ministros socialistas. Hablamos de la política de Defensa y de Seguridad; de la Unión Europea y sus profundas implicaciones económicas, sociales y militares; de la Justicia; de la cuestión territorial y la reforma de la Administraciones Públicas. ¿Por qué no se entró a fondo en el debate programático? Porque se sabía que no habría acuerdo. Solo troceando el programa fue posible el Gobierno de coalición.
La pandemia y la crisis económico-social han dejado atrás un programa pensado para condiciones menos dramáticas y para acuerdos más transversales. Ahora, cada medida, cada decisión se discute a cara de perro y cuando afecta a los componentes pactados se convierte en territorio de demarcación y de definición de espacios. Se discute en los medios, se lleva a un titular y, al final, la mediación milagrosa entre Pedro y Pablo. El termino correlación de fuerzas (me gusta más el término “campo de fuerzas” de Bourdieu, aunque tiene menos densidad histórica) aparece aquí de forma diferente a otras veces. Antes lo hacía como límite: hemos conseguido lo que podíamos, dada la correlación de fuerzas (nuestra debilidad parlamentaria); ahora, más sutilmente, como condiciones a transformar: solo el conflicto, la presión social puede modificar la correlación de fuerzas y doblarle el pulso a la parte del Gobierno que está incumpliendo el programa pactado. Negociación, conflicto y acuerdo.
La cuestión fundamental sigue siendo el Gobierno y sus políticas. Para UP, la situación es cada vez más complicada: cada batalla ganada profundiza en la fractura interna y hace mucho más difícil una salida positiva a la próxima; los límites del conflicto se han alcanzado ya, solo queda la tregua o una salida ordenada. La razón de fondo: diferencias sustanciales de proyecto y de prioridades. Se podría decir que el Gobierno sigue, sin mucha creatividad, las iniciativas de una UE que se sabe en crisis y que no está dispuesta a arriesgar más allá de las grandes palabras.
Ciertamente, no se está aplicando –por ahora- las políticas de austeridad de la crisis anterior. No tanto porque se haya aprendido de los errores, sino porque se es consciente de que en estas condiciones dichas políticas llevarían a la desintegración del euro y al fin de la Unión Europea. Sin embargo, fiarlo todo a las políticas aprobadas por la UE puede conducir a equivocaciones de importancia y a callejones sin salida como ya le ocurrió al gobierno de Zapatero. Los fondos de recuperación llegan tarde, están fuertemente condicionados y son insuficientes. La ministra Calviño y el PSOE confían en que estos servirán de instrumento para cambiar el modelo económico y asegurar un amplio periodo de crecimiento sostenible. La Unión Europea, esta es la propuesta real del gobierno, nos sacará de la crisis, solo queda poner el piloto automático, seguir cediendo soberanía y que la burocracia europea (no nos equivoquemos: los grandes poderes económicos) tome las decisiones fundamentales. Europa es lo primero.
La política que se ha impuesto es tan vieja como el social liberalismo: primero crecer y después repartir. La realidad económica, es sabido, no funciona así; es más bien, al revés. Es el tipo de redistribución el que determina el modelo productivo, el patrón de acumulación y la productividad. Lo que se está haciendo realmente con esta política es mantener el actual modelo modificando solo aquellos aspectos no sustanciales, adaptarse pasivamente a la división del trabajo que está imponiendo la UE y perpetuar un modelo de relaciones laborales basadas en la precariedad y en los bajos salarios. Y algo de lo que no se habla y es muy importante, asegurar la transferencia de rentas y de riqueza social a los grandes grupos empresariales y financieros. La paradoja es que, de nuevo, con dinero público, se fortalece el poder de la oligarquía para que pueda seguir imponiendo sus políticas neoliberales a los gobiernos democráticos e impedir, insisto, un nuevo modelo productivo y un nuevo patrón de poder.
Pablo Iglesias no va a variar de política: unidad y conflicto. La clave es ganar poder de negociación. ¿Cómo? Construyendo una alianza estratégica con las fuerzas nacionalistas e independentistas, con la mayoría que hizo posible la moción de censura al gobierno del PP. Al vicepresidente le gustaría que hubiese una fuerte movilización social, que los sindicatos salieran a la calle y que las ministras de UP fueran más beligerantes; de nuevo la correlación fuerzas. UP decidió gobernar con el PSOE precisamente porque intuyó que el impulso del cambio se estaba agotando, que era necesaria una maniobra audaz para sacar partido de una situación que estaba empeorando rápidamente. ¿Cuál fue esa maniobra? Gobernar para suplir la fuerza que se iba perdiendo en la sociedad; gobernar para eludir la decadencia electoral; gobernar para ahorrarse la difícil etapa de acumulación de fuerza y de construcción de un sujeto alternativo.
La alianza estratégica con fuerzas nacionalistas e independentistas es muy problemática para UP. Las referencias a Puigdemont hay que verlas en este contexto: agarrarse al clavo ardiente de los nacionalismos para seguir gobernando con cierta capacidad de maniobra. De nuevo, los aspectos tácticos se confunden con los estratégicos y, lo que es peor, se subordinan estos a aquellos. Se puede -y se debe- llegar a acuerdos parlamentarios con los nacionalistas para reforzar todos aquellos aspectos que desarrollen el Estado social, los derechos de los trabajadores o que impidan la privatización de las pensiones. Defender el carácter plurinacional del Estado español es parte sustancial de la cultura de la izquierda, un buen punto de partida para definir proyectos y alianzas. Ahora bien, para los independentistas, el republicanismo federal es el adversario estratégico fundamental, el enemigo a batir. Los nacionalismos se complementan sin grandes dificultades; irremediablemente sitúan la cuestión territorial-nacional en el centro del debate (les va la vida en ello) neutralizando el conflicto social y bloqueando un proyecto contra-hegemónico alternativo a los poderes económicos dominantes. Y algo que nos enseñó nuestra reciente historia: hacer inviable el futuro de Unidas Podemos en Cataluña y Euskadi. ¿Galicia no enseña nada?
El peligro más grave que se corre es que las bases sociales y electorales del bloque popular interioricen el debate como un problema de protagonismo personal o, lo que sería más grave, de lucha descarnada por el poder. La batalla por la autonomía del proyecto y por diferenciarse en positivo del proyecto social-liberal es fundamental. Hace falta pedagogía y algo más: socializar la política, luz y taquígrafos, discutir en serio y fondo sobre las diferencias y convertírtelas en consciencia colectiva.
La separación entre clase política y la ciudadanía se acentúa; el conflicto en el Gobierno las hace aún más explosivas y se deja abierto un espacio político inmenso. ¿No sería necesario aquí y ahora convocar una Asamblea Popular para discutir los problemas reales de esta etapa de crisis y de cambio radical de etapa? No tenemos demasiado tiempo.
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Gracies Manolo. Fai falta otra vuelta de tuerca.
Gracies Manolo. Hay una luz en Jaén.
… Unidas Podemos y los máximos representantes de ambas formaciones, tienen firmados unos acuerdos de «mínimos», y serán ellos en exclusiva los que haga y estén haciendo el seguimiento oportuno.
Dice Monereo, «que le cansa hablar de la política española»…¡ pero lo hace poniendo el punto de mira en Iglesias (alias el coletas)!. Como siempre, difunde sus deseos personales, envolviendolos de consejos «neutros», pero a renglón seguido nos muestra su «verdadera» intención:«Es urgente abrir un debate público, lo más amplio posible, sobre las políticas del Gobierno de coalición y su modo de ejercerlas».
Todas las ayudas son buenas, (hasta para comer). Pero en este caso concreto dentro de una pandemia, y con ulceraciones de anteriores heridas, la infección y el «Complejo de Dionisio» de ciertos personajes escindidos del «Vistalegre II», que han hecho posible los deseos de las derechas ultras y los «barones» reaccionarios del régimen instaurado del 78. Señor Monereo, hay un proverbio Judío:«Con una mentira suele irse muy lejos… pero sin esperanza de volver».Dejemos el dios de la máscara y la representación Dionisio, con sus rasgos más sobresalientes, su tendencia a crear historias donde ellos siempre son los ricos en ideas, un gran sentimiento de «superioridad»… llegando a tener una visión distorsionada de la realidad.
La no «interferencia» en los «acuerdos» firmados, que sepamos ¡estamos bien representados!. Unidas Podemos, sus líderes y los millones de votantes… ¡no son tontos!; siendo la palabra y la firma una rúbrica a muchas de las aspiraciones de las clases más desfavorecidas, que se están implementando por «goteo», retrasando, humillando ¡pero ahí está cuestión, se convive!.
Señor Monereo hablar de «nacionalismos» en plan excluyente y peyorativo, le diré: «su» nacional españolismo, es el peor de todos, porque es la imposición contra natura. Nadie, puede sentirse, catalán, gallego, asturiano, vasco a la vez que sólo español. ¿Le recuerdo quién y mandado por quienes bombardearon gernika?. Aquellos militares amigos de los nazis y los fascistas. Los mismos que impusieron la «dictadura», bandera, himno… y les despojaron de sus lenguas por la fuerza y persuasión de las armas. Nunca, más compare al tirano dictador y su nacionalismo, con el sentimiento de pertenencia a una nacionalidad diferente, y que sus partidos de «clase» (de allí) luchan para que esa «clase» social sea conjunta, la bandera es lo de menos. Y lo están demostrando!. Ojala, haya más gente concienciada, que entienda la labor emprendida por Pablo Iglesias; se recogerán más cosechas en cada territorio, por que ya se hizo una vez…y ¡algo habremos aprendido todos!.
«Los verdaderos líderes deben de estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo».(Nelson Mandela)
Estuviste en mi pais y yo en el tuyo, MM, en tiempos de utopías diferentes, yo ví nacer a Podemos y vos viste morir los 60 y los 70.
En América se perfilaba vario tinto, una correlación de fuerza «progresista» que tuvo matices y profundidades, cuando se apersonó Chávez, los claros oscuros se fueron coloreando de rojos, rosas y violetas.
El «violeta» cruzó el charco y en el 15 M se configuró como alternativa, nació lo más parecido a lo que venían buscando, la izquierda Española, lo ví porque estaba ahí, casualmente.
Una dispersión descomunal la acompañaba, UI de Anguita, con muchos Manolos contrayendo sujetos sociales y otros desconcertados por «la lluvia ácida» que quedó de los «acuerdos» tácitos de Lamazares y compañía.
Momentos de «Trastienda» para mí, Manolo Cañada y otras almas que nos asomabamos al «pulgatorio» pero para alcanzar el cielo.
Las asociaciones de parados, los colectivos Dignidad y las mareas incipientes, para mantener viva la Lucha de Clase que nosotras y nosotros no provocamos, como tú bien sabes, está en la génesis del Sistema Capitalista.
Julio también atento a esto, proponía ciudadanía, también sabía que sin la movilización, los rescoldos del 15 M se apagarían.
Vinieron varios ítems y algunos se resolvieron bien, por el contrario, aquí se moría Néstor, después Chaves, otra vez asomaban los Golpes y en su decadencia el Imperio se tornaba agresivo e intervencionista, golpe a Dilma, a Lugo y apuntaban ya los cañones contra Evo y contra Maduro, por supuesto sin dejar de mirar a Cuba, a Nicaragua y al importante ascenso de la Unidad Ciudadana de Correa, traicionada luego por una «bestia» llamada Lenín, nada menos.
Perdón por el balance, porque como tú verás, no hago referencia a expropiación alguna, de las estratégicas digo, algunas hizo Chaves, en el «mientras tanto».
Digo ninguna expropiación, ni de este lado, ni del otro. Las búsquedas eran a mi entender «tibias», alejadas por cierto de los 60-70 ¿Pero tanto?
Algunas Iquierdas y partidos nos dolían todavía el muro, mal hecho, no fueron suficientes los análisis nuestros, de este lado digo, lo hicieron otros, los enemigos y ya se sabe cuánta Fake News trae eso.
Pero eso es otro análisis, para otro momento.
Digo yo: ¿dónde quedó aquello que analizabamos en América Libre, con Retamar, con Narciso, con Fray Beto, con Evo, con Patricio y otros? (por cierto, también murió Patricio, Marulanda, Shafík y Fidel).
Digo aquello que era para la mayoría, construir Sujeto Pueblo y Poder Popular.
Ni por las tapas los Comunistas Argentinos, lo construimos, acompañamos un proceso burgués, mucho más aliviador que el Neoliberalismo, pero insuficiente, muy insuficiente.
Pero dónde estamos (y lo hago universal, porque así debería ser siempre), porque no nos atrevemos, con los Colectivos que hay y son muchos, Mareas, Campamentos, desahuciados, están en toda España, gente que sufre, gente que lucha, que tiene contactos estrechos con Nacionalismos e Independientistas, por qué de fondo no son las «banderas» las que hay arriar, son los hegoismos, y la clase política tiene mucho de eso, hasta Predro que vino con aires renovados.
Digo hegoismos porque aquí lo expresas, ¿Que es eso de «la razón se ser»? Eso ya caducó, ahora viene la unidad y las calles, terminar con los Pactos de la Moncloa y terminar con la Monarquía y si este Gobierno de Coalición no está a la altura, duro con el, con la social democracia que perdura, vieja y decrépita como está.
No es sencillo, claro que no lo es, ¿cuando fué sencillo hacer la Revolución?
Porque no apelar a la riqueza que se tiene, que viene de años, porque no unir definitivamente desde la República Plurinacional, por cierto.
Antes hablé de la expropiación, si no lo hacemos, no hay caminos y lo que ellos se apropiaron, no lo van a devolver, hay que arrancarlos.
República, Ciudadanía, Revolución,
la Unión Europea hay que sacudirla desde países Centrales de la misma, no por negocios o caja común, para evitar el claro-oscuro dónde se desata el Monstruo.
«Lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer, en ese claro- oscuro es donde se desarrolla el monstruo». No hace falta que lo diga: António Granmci…
Estuviste en mi pais y yo en el tuyo, MM, en tiempos de utopías diferentes, yo ví nacer a Podemos y vos viste morir los 60 y los 70.
En América se perfilaba vario tinto, una correlación de fuerza «progresista» que tuvo matices y profundidades, cuando se apersonó Chávez, los claros oscuros se fueron coloreando de rojos, rosas y violetas.
El «violeta» cruzó el charco y en el 15 M se configuró como alternativa, nació lo más parecido a lo que venían buscando, la izquierda Española, lo ví porque estaba ahí, casualmente.
Una dispersión descomunal la acompañaba, UI de Anguita, con muchos Manolos construyendo sujetos sociales y otros desconcertados por «la lluvia ácida» que quedó de los «acuerdos» tácitos de Lamazares y compañía.
Momentos de «Trastienda» para mí, Manolo Cañada y otras almas que nos asomabamos al «pulgatorio» pero para alcanzar el cielo.
Las asociaciones de parados, los colectivos Dignidad y las mareas incipientes, para mantener viva la Lucha de Clase que nosotras y nosotros no provocamos, como tú bien sabes, está en la génesis del Sistema Capitalista.
Julio también atento a esto, proponía ciudadanía, también sabía que sin la movilización, los rescoldos del 15 M se apagarían.
Vinieron varios ítems y algunos se resolvieron bien, por el contrario, aquí se moría Néstor, después Chaves, otra vez asomaban los Golpes y en su decadencia el Imperio se tornaba agresivo e intervencionista, golpe a Zelaya, Dilma, a Lugo y apuntaban ya los cañones contra Evo y contra Maduro, por supuesto sin dejar de mirar a Cuba, a Nicaragua y al importante ascenso de la Unidad Ciudadana de Correa, traicionada luego por una «bestia» llamada Lenín, nada menos.
Perdón por el balance, porque como tú verás, no hago referencia a expropiación alguna, de las estratégicas digo, algunas hizo Chaves, en el «mientras tanto».
Digo ninguna expropiación, ni de este lado, ni del otro. Las búsquedas eran a mi entender «tibias», alejadas por cierto de los 60-70 ¿Pero tanto?
Algunas Izquierdas y partidos nos dolían todavía el muro, mal hecho, no fueron suficientes los análisis nuestros, de este lado digo, lo hicieron otros, los enemigos y ya se sabe cuánta Fake News trae eso.
Pero eso es otro análisis, para otro momento.
Digo yo: ¿dónde quedó aquello que analizabamos en América Libre, con Retamar, con Narciso, con Fray Beto, con Evo, con Patricio y otros? (por cierto, también murió Patricio, Marulanda, Shafík y Fidel).
Digo aquello que era para la mayoría, construir Sujeto Pueblo y Poder Popular.
Ni por las tapas los Comunistas Argentinos, lo construimos, acompañamos un proceso burgués, mucho más aliviador que el Neoliberalismo, pero insuficiente, muy insuficiente.
Pero dónde estamos (y lo hago universal, porque así debería ser siempre), porque no nos atrevemos, con los Colectivos que hay y son muchos, Mareas, Campamentos, desahuciados, están en toda España, gente que sufre, gente que lucha, que tiene contactos estrechos con Nacionalismos e Independientistas, por qué de fondo no son las «banderas» las que hay arriar, son los hegoismos, y la clase política tiene mucho de eso, hasta Predro que vino con aires renovados.
Digo hegoismos porque aquí lo expresas, ¿Que es eso de «la razón se ser»? Eso ya caducó, ahora viene la unidad y las calles, terminar con los Pactos de la Moncloa y terminar con la Monarquía y si este Gobierno de Coalición no está a la altura, duro con el, con la social democracia que perdura, vieja y decrépita como está.
No es sencillo, claro que no lo es, ¿cuando fué sencillo hacer la Revolución?
Porque no apelar a la riqueza que se tiene, que viene de años, porque no unir definitivamente desde la República Plurinacional, por cierto.
Antes hablé de la expropiación, si no lo hacemos, no hay caminos y lo que ellos se apropiaron, no lo van a devolver, hay que arrancarlos.
República, Ciudadanía, Revolución,
la Unión Europea hay que sacudirla desde países Centrales de la misma, no por negocios o caja común, para evitar el claro-oscuro dónde se desata el Monstruo.
«Lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer, en ese claro- oscuro es donde se desarrolla el monstruo». No hace falta que lo diga: António Granmci…
PD: Pablo y no Pedro quice poner