Ser mujer en tiempos de pandemia
- "Con este confinamiento las mujeres que sufren violencia se vieron obligadas a convivir más estrechamente con sus agresores"
- "Con la aparición del covid-19 las desigualdades de género se hicieron más graves y visibles, sobre todo si además de mujeres son jóvenes, rurales o indígenas"
- "En tiempos de crisis las mujeres siempre han quedado relegadas a las funciones de cuidado de enfermos, niños, ancianos"
Gema González López, Miguel Souto Bayarri, profesores, y Gaspar Llamazares Trigo, médico y escritor. Autores del libro Salud: ¿derecho o negocio?
"No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una". Simone de Beauvoir
La Organización de Naciones Unidas (ONU Mujeres) informaba antes de la pandemia, que en el último año 243 millones de mujeres y niñas del mundo habían sufrido violencia sexual o física de su pareja. Ahora, considera que con la pandemia de covid-19 lo más probable es que estas cifras crezcan repercutiendo en la salud sexual, reproductiva y mental de la mujer y en su participación social.
La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la OEA nos señala que el enfoque de género tiene gran importancia en esta crisis mundial, en la medida que ciertos sectores del contexto internacional ya se han cuestionado y puesto en duda ciertos derechos de las mujeres acordados hace más de 25 años en diferentes convenciones y convenios.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico publica que la mujer durante la pandemia de covid-19 además de haber perdido salud, bienestar social y economía en todo el mundo, se ha tenido que enfrentar a mayor responsabilidad en el hogar, mayor riesgo de pérdida de empleo y de ingresos económicos, mayor riesgo de violencia y abuso o explotación. El confinamiento establecido por la pandemia de covid-19 en los diferentes países del mundo busca asegurar la salud pública, sin embargo, desde la perspectiva de género la mujer ha quedado más sobrecargada que nunca de trabajo y responsabilidad. Con la tecnología las casas de los ciudadanos además de hogares se convirtieron en centros de trabajo, escuela o universidad, centros comerciales, gimnasios, lugares de encuentro con amigos…aumentando la carga de trabajo que no siempre se distribuye equitativamente. En pleno siglo XXI, cuando algunos consideraban superada la distribución de roles entre hombres y mujeres, esta crisis vino a mostrarnos que fueron las mujeres dominantemente en todos los países las que han tenido que hacer frente a estos nuevos retos de nueva organización y funcionamiento en los hogares, en donde el cuidado y atención a personas se incrementa, sin embargo no hay valoración social y mucho menos económica.
Con este confinamiento las mujeres que sufren violencia se vieron obligadas a convivir más estrechamente con sus agresores. Según van pasando los días encerrados en casa, con la estrecha y continuada convivencia van apareciendo problemas familiares, domésticos, que llevan al conflicto y agresión. La imposibilidad de salir lleva a la víctima a la situación de mayor indefensión, aislamiento y de tener que convivir con el agresor día tras día. Regner eurodiputada y presidenta de la Comisión de Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo, informa que una de cada tres mujeres que se han quedado en casa, han tenido experiencias de violencia en su propio círculo familiar.
Al mostrar la situación de confinamiento un incremento de la violencia de genero se hace necesario incrementar servicios y personal especializado para la atención a estas víctimas y esto es lo que han hecho muchos países en el mundo. Los datos muestran que el uso de teléfonos de asistencia se ha incrementado un 30% en Singapur y Chipre, en Australia un 40%, en Argentina un 35%, en Gran Bretaña un 97%. En Francia, Alemania, Italia, Noruega y España las mujeres podían ir a farmacias y supermercados a solicitar ayuda por medio de una consigna que abría todo el protocolo de ayuda.
Respecto a la actividad laboral de las mujeres que continuaron trabajando durante el confinamiento, señalar que en Europa el 80% de los empleados en el área de salud son mujeres y mayoría en el comercio y la limpieza, presentando por tanto alto riesgo de contagiarse de covid-19.
Por otro lado, se estima que actualmente el 89% de los estudiantes del mundo no van a las aulas y se considera que 111 millones son niñas que viven en países no desarrollados. Se considera que, debido a las tareas de cuidados a familiares en el hogar, las niñas tienen más riesgo de quedarse en casa y abandonar las escuelas, perdiendo no solo la posibilidad de estudio sino la pérdida de un lugar de seguridad e incluso de alimentación nutritiva.
La organización CARE señala que la pérdida económica de la familia por la crisis del covid-19 supone otro riesgo de abandono escolar para las niñas, que deberán comenzar a realizar trabajo infantil o cualquier otro tipo de actividades que las alejará de las ventajas de la escuela. Esta desigualdad de género lleva a las niñas a inseguridad alimentaria en muchos contextos, llegando incluso a considerarse que las niñas comen menos. Por todo esto el Programa Mundial de Alimentos (WFP) defiende que los comedores escolares son una importante estrategia de igualdad de género y que el cierre de escuelas supuso anular los comedores escolares, teniendo esto un impacto negativo en la igualdad de género.
Investigaciones anglosajonas sobre el covid-19 y su transmisión en diferentes grupos señalan el efecto de las desigualdades sociales y económicas en la transmisión y mortandad por esta enfermedad.
La ONU señala que en la crisis de después del confinamiento las mujeres tendrán que enfrentar las principales perdidas económicas y un mayor riesgo de llegar a la pobreza.
En cuanto a América Latina y el Caribe la ONU ya informaba el pasado año presentaba uno de los niveles más altos de desigualdad del mundo, en donde los conflictos sociales, políticos, corrupción y criminalidad están presentes. Mantiene que es una región donde el acceso a servicios sanitarios, educativos y al empleo de calidad queda limitado a un pequeño grupo poblacional y la reducción de los derechos humanos es una constante. Como era de esperar, también las desigualdades de género estaban presentes de manera generalizada en esta región, a pesar que ya en el siglo XIX el argentino Domingo Faustino Sarmiento mantenía que “puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de la mujer”.
Todo esto unido a la actual pandemia del covid-19 llevará, siempre según el informe de ONU Mujeres y CARE, a que las mujeres y niñas sean uno de los grupos poblacionales más afectados, sobre todo si pertenecen a grupos marginados o de riesgo y es que con la aparición del covid-19 las desigualdades de género se hicieron más graves y visibles, sobre todo si además de mujeres son jóvenes, rurales o indígenas. Pronostican que con las consecuencias del covid-19 las mujeres empeoraran su situación económica: el incremento en la tasa de desempleo llevará a las mujeres a un mayor riesgo de llegar a la pobreza extrema, con empleos informales o perdiendo el empleo por tener que quedarse en casa a cuidar las familias. Para poder disponer de comida para sus hijos, las mujeres de la región consumirán menos alimentos, llevando a muchas a no cubrir sus necesidades alimentarias aumentando el riesgo de desnutrición y mientras la violencia basada en genero está creciendo los servicios de atención y defensa están disminuyendo.
La Articulación Feminista Marcosur denuncia que la cuarentena ha sido el pretexto para suspender servicios de salud sexual y reproductiva, de atención gineco-obstetricia, hasta de provisión de métodos de anticoncepción o de acceder al aborto incluso en los casos contemplados por la ley, aprovechando sectores fundamentalistas la ocasión para ir contra la igualdad de género e ir estableciendo posiciones contrarias a los derechos de las mujeres.
Los roles de género, marcadamente diferenciados en estos países, dan a las mujeres la labor del cuidado tanto en su vida familiar como profesional, quedando en sus manos la responsabilidad de contener la pandemia en una situación política, económica y social adversas. Además, mundialmente es la región con la tasa más alta de hogares encabezados por mujeres y todo junto nos lleva a la feminización de la pobreza y a la vulnerabilidad sanitaria y económica de la mujer.
El Informe de ONU Mujer y CARE señala que con el covid-19 y el confinamiento las mujeres en América Latina y el Caribe encuentran incrementado su trabajo de cuidados en sus hogares que ha ayudado a los sistemas de salud, que según se reducen los recursos de los Estados cada vez menos podrán sustentar servicios de cuidados, lo que llevará aún más al aumento del trabajo de cuidadora y del número de horas que tengan que dedicar sin ninguna remuneración. Y es que en tiempos de crisis las mujeres siempre han quedado relegadas a las funciones de cuidado de enfermos, niños, ancianos. En la crisis actual con las medidas políticas, sociales y económicas tomadas por los gobiernos con sistemas sanitarios deficientes, colegios y escuelas cerradas, las mujeres ven aumentados sus deberes y obligaciones. El covid-19 supone una amenaza a la participación de las mujeres en la actividad económica que llevará a una importante reducción de ingresos, sobre todo si comparamos con los hombres. El BID informa que Latinoamérica es la región del mundo donde hay mayor presencia de la mujer en el área de salud: la mitad de los médicos y el 80% de enfermería. Sin embargo, como informa la OMS, su presencia en cargos de decisión es mínima y tienen una brecha salarial del 28%. Y son ellas las profesionales que están enfrentándose a la pandemia del covid-19, sin medidas de bioseguridad en muchos países, ellas mismas se los proporcionan, y sin recursos ni apoyo tecnológico en sus centros sanitarios u hospitales en la mayoría de la región. Y casi todas, cuando terminan su jornada ampliada y agotadora durante esta pandemia, se tienen que ocupar de sus hijos, familiares y del mismo hogar, del aprovisionamiento de alimentos etc…a pesar de tener a su pareja/marido en casa. ¿Dónde está el sexo débil que dicen tantos en estas tierras? Gandhi lo explicaba: “Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia; es la injusticia del hombre hacia la mujer”. Mientras, la Violencia Basada en el Género (VBG) ha aumentado en Latinoamérica durante esta pandemia y con todas estas situaciones ha aumentado también la ansiedad, los problemas económicos y la imposibilidad de salir de donde son abusadas, no disponiendo ante esta realidad de servicios de prevención y atención donde acudir.
En los asentamientos informales la situación de las mujeres es más precaria: el hacinamiento y la dificultad de acceso al agua potable dificulta el trabajo de cuidados, aumentando el riesgo de contagio entre las mujeres al estar más expuestas al virus a la vez que aumenta la dificultad de acceso a comida nutritiva y a participar en actividades que generen ingresos.
Ya en el mes de abril el Secretario General de la ONU, António Guterres , hizo un llamamiento a la paz en los hogares de todo el mundo, pidiendo a los Gobiernos que incluyeran en sus programas de enfrentamiento al covid-19 cobertura para la violencia de genero.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico propone que las soluciones políticas frente al covid-19 incluyan la perspectiva de género, teniendo en cuenta las necesidades y perspectivas de la mujer.
ONU Mujeres recomienda incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la respuesta a la crisis provocada por el covid-19 pues además que las mujeres como cuidadoras están enfrentándose a la enfermedad tanto en sus hogares como en su profesión asumiendo altos costos físicos y emocionales.
Queda manifiesto que después del covid-19 se necesita, independientemente del sector, considerar e incluir de manera activa y participativa a las mujeres en los planes de empleo y trabajo remunerado, solo así se podrá avanzar en el empoderamiento económico de la mujer, que además facilitara la reactivación económica de los diferentes países de desigual estructura socioeconómica y distinta cultura.
La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) también propone considerar la dimensión de equidad como estrategia para salir de los largos confinamientos y elaborar planes de contingencia para las posibles siguientes pandemias que incluya la equidad como criterio de protección de grupos vulnerables,
La Articulación Feminista Marcosur propone aprovechar esta crisis para construir otro estilo de vida con políticas que generen cambios estructurales, llegando a recuperar nociones como solidaridad, reciprocidad, interculturalidad y que se reconozca todo el trabajo no remunerado de las mujeres.
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