Europa como respuesta
- El conjunto de las reglas del euro son reglas pensadas para beneficio de la economía alemana y sus satélites. Esto permite a Holanda hacer dumping
- Quien no quiera una solución europea a los problemas de los europeos y prefiera soluciones particulares, es quien tiene que tomar una decisión
“¿Cómo explico a los ciudadanos holandeses que van a dar dinero a un país que no ha tomado las medidas que necesita?”. Esto es lo que se preguntaba en 2019 el primer ministro holandés, Mark Rutte, para justificar su rechazo a un presupuesto europeo y a cualquier tipo de mecanismo de estabilización para la eurozona. Quizás, el señor Rutte, también le puede explicar a la ciudadanía holandesa algunas de las razones por las que su país tiene las cuentas saneadas y otros tienen más dificultades. Podría explicarles cómo Holanda, que opera de facto como un paraíso fiscal dentro de la Unión Europea, perjudica a Italia y a España mermando sus ingresos por culpa de la elusión de impuestos.
También podría explicarles que su país, que produce poco y exporta mucho como intermediario, debe su superávit comercial a la existencia de los déficits en el sur, que el saneamiento de sus cuentas es inseparable del endeudamiento del sur y que, junto con Alemania, son los grandes beneficiados de la arquitectura del euro. El conjunto de las reglas del euro son reglas pensadas para beneficio de la economía alemana y sus satélites. Esto les ha permitido beneficiarse de la eurozona y hacer dumping con el resto de los países e impedir que otros también puedan alcanzar superávits. Alemania y Holanda salen beneficiados con el euro porque, en comparación con su moneda anterior, tira hacia abajo el tipo de cambio y eso les permite ventajas en sus exportaciones sin necesidad de tener que aplicar devaluaciones competitivas.
Nada de esto sería posible sin la división europea del trabajo que, previo desmantelamiento del tejido industrial, construye periferias productivas. Todo el despilfarro del sur no era más que la salida del excedente comercial del norte, o, dicho de otro modo, no es posible pensar la burbuja inmobiliaria, el boom de las infraestructuras y la especialización sectores de baja productividad, como el turismo, si lo desvinculamos del funcionamiento de la UE y del superávit del norte. Tampoco es posible que este mecanismo, donde la industria se hace en el norte y en el sur nos dedicamos a servirles, funcione sin la existencia de las élites españolas que asentaron, defendieron y se beneficiaron de ese modelo subordinado que tanta desigualdad produce. El relato donde “unos cumplen y otros no” solo funciona si nos abstraemos de todos los condicionantes que reproducen una brecha estructural y solo nos fijamos en actos descontextualizados sin tener en cuenta la secuencia entera.
En definitiva, gracias a la arquitectura institucional y la división europea del trabajo, las economías que centran su actividad en la exportación se benefician en detrimento de las economías que desmantelaron su industria, lo que provoca superávit en las primeras y endeudamiento y déficit en las segundas. Los países con superávit se convierten así en los países que financian a Europa y, por lo tanto, en los más reticentes a cualquier mutualización de riesgos y a compartir deuda. Se podría poner como condición a esa federación de riesgos, que la liquidez vaya a las familias y empresas afectadas y que las inversiones vayan dirigidas cambiar la estructura productiva con la transición ecológica de la economía.
Una unión basada en institucionalizar y fomentar los desequilibrios económicos solo es capaz de forjar una amistad puramente instrumental. España e Italia no tienen otra alternativa más que avanzar en la federación europea. España e Italia no tienen otra opción porque el nivel de endeudamiento es imposible asumirlo individualmente, porque, además, esto implica una vuelta a empezar del ciclo de la austeridad y los recortes que debilitan a la economía. Pero Europa, si quiere sobrevivir, tampoco tiene otra opción que equilibrar la balanza entre los países miembro.
La respuesta al primer ministro holandés es simple: hace falta más Europa. Llegado el caso se puede apostar por una solución europea que promueva eurobonos al margen de los países que prefieren optar por soluciones individuales. Dicho de otro modo, quien no quiera una solución europea a los problemas de los europeos y prefiera soluciones particulares, es quien tiene que tomar una decisión sobre si quiere o no continuar en el proyecto europeo. El señor Rutte haría muy bien en escuchar a las voces de su país que hablan de un tiempo de solidaridad, porque de lo contrario, quizás tiene que pensar cómo le cuenta al pueblo holandés que su divisa se dispara porque pierde la ventaja competitiva que le permite el euro.
… La Europa de los mercaderes ante el espejo real. Una locomotora pintada de oro, vestida para pasar de homenaje en homenaje, entre músicas, cantinelas prefabricadas por los diseñadores de moda que habitan donde existen tantos paraísos fiscales. Los expoliadores sociales, con sus medios tan poderosos, infiltraron la cantinela: «la Europa de los Pueblos»; un espejismo vulgar, valió para iniciar desde el FMI la depredación social escondida entre las estrellas de una bandera… ¡ qué núnca igualó las desigualdades !.
El Reino Unido, que no se integró plenamente en el sistema; haciendo de perro fiel del hortelano USA, su OTAN y el empleo de tantos recursos, tan necesarios en momentos tan puntuales; sirven de sangría para los del sur, con su «troika» y la distribución de emigrantes, para lograr no mezclarse con el norte tan limpio, hasta del síndrome solidario de acogida, y la impermeabilización de fronteras.
Cayó el «muro de Berlín» y se han levantado cientos de ellos, por el efecto de las armas de los aliados «atlánticos». Otra mentira, que se ve que es verdad; aquí la «libre circulación»… un cebo tóxico retardante. Prima, el «sálvese el que pueda», en este ciclo epidémico; por no mirar, dan por buenos, (sin ningún criterio) las compras de test, ropas, y todo tipo de útiles para desarrollar un taponamiento «a la europea» de un virus desconocido, que si no es atajado por solidaridad… ¡ Será el cementerio global de obreros/as y una amputación de la ética de un discurso, para aquellas gentes europeas… que se lo creyeron !.
Maquiavelo, tiene un pensamiento válido: «Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres». Epíteto: «no es lo que te ocurre, sino como reaccionas lo que importa». ¿ Sabrán reaccionar ?… ¡ Los reaccionarios del capital SI !.