GEOPOLÍTICA

China: Elogio de las fronteras

  • "China se dio cuenta de la gravedad del problema del coronavirus, de su enorme importancia existencial y de su dimensión geopolítica"
  • "No tardando mucho, veremos a China ayudando a los demás países a salir de la crisis del coronavirus"

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Para José Manuel Martínez, que me dio la pista

Las crisis desvelan la realidad, la hacen evidente y la superan. Esta existe “de aquella manera”, oculta más de lo que aclara y, lo peor, convierte lo fundamental en secundario o hasta terciario. Las fronteras son un signo de libertad y de existencia de un estado que es algo más que una estructura de poder; genera identidad, seguridad y horizonte de sentido; también es capacidad de gestión, de hacer frente a las crisis asegurando la eficacia, la movilización de recursos y su empleo eficiente. Un estado fuerte es esto, garantía de la soberanía frente a las oligarquías internas y frente a las grandes potencias de un orden mundial jerarquizado y en perpetua lucha por el poder.

Lo que digo no es popular, lo sé. Hay fronteras y fronteras y hay estados y estados, pero sin ellas no hay libertad posible. Se dirá que no son por sí mismas salvaguardia de las libertades, es verdad, pero son la garantía de las mismas. No hay república, sociedad  de hombres y mujeres libres e iguales sin estado-nación, sin fronteras seguras y sin un poder soberano. Recuerdo aquí un libro bellísimo de Regis Debray que se llama precisamente Elogio a las fronteras. En él nos cuenta el conocido intelectual francés la importancia de un mundo basado en la diversidad, en la pluralidad, en la existencia de culturas fuertemente autónomas, en diálogo permanente con las otras en un pluriuniverso que gestione los conflictos y los problemas globales. Lo primero es superar esa vieja idea occidental y cristiana de una humanidad definitivamente unificada entorno a un gobierno mundial que aseguraría un nuevo orden edificado sobre las ruinas de los viejos estados. La cuestión es siempre la misma, ¿qué estado unifica?, ¿qué potencias construyen el gobierno mundial y frente a quién? Y ¿qué geo cultura terminará teniendo la hegemonía?

Cuando escribí un artículo anterior donde hablaba del fin de la globalización, un amigo con el que mantengo un apasionado y leal debate político, no solo se oponía a mi tesis de fondo, sino que me advertía que la crisis del coronavirus debilitaría a China, pondría de manifiesto sus contradicciones y fortalecería, en último término, a EEUU en esta rivalidad estratégica que apenas oculta una guerra económica de grandes proporciones. Unas semanas después, las cosas poco a poco se van aclarando.

Es cierto que, en un primer momento, China actuó desordenadamente. Como suele ser normal, los portadores de malas noticias no fueron escuchados y algo peor, se les reprimió. Es un dato importante que señala debilidades del sistema. Pronto, muy pronto, la dirección política del país se dio cuenta de la gravedad del problema, de su enorme importancia existencial y de su dimensión geopolítica. Por mucho que se quiera ignorar, ya no es posible ocultar que la respuesta de China al coronavirus ha sido espectacular poniendo de manifiesto qué tipo de estado es, qué instrumentos tiene y cuál es su eficacia sistémica.

La palabra clave es gestión pública. Delante de nuestros ojos hemos visto en tiempo real un conjunto de decisiones políticas organizadas, ordenadas y en cascada, movilización de recursos de enormes dimensiones, planificación de acciones y coordinación de administraciones desde una disciplina social estricta. Una administración pública se mide en las crisis y hemos visto una burocracia eficiente capaz de auto enmendarse en la propia implementación de las decisiones. Es cierto que ha habido disonancias y que faltan mecanismos para la detección de riesgos y las alarmas subsiguientes.

Los 1.400 millones de chinos continentales han podido percibir la existencia de un gobierno que genera seguridad, protección y garantía para el porvenir. Se suele hablar de la legitimidad de origen y de la legitimidad de ejercicio, pero se olvida la legitimidad por los resultados que refuerza y actualiza las otras dos. Es un viejo tema de la cultura política china, a saber: que no hay gobierno duradero y estable sin el consenso de la sociedad en su conjunto. Lo que seguramente no será del todo entendido es que detrás de un estado fuerte está el control sobre la libre circulación de capitales, la socialización real de la inversión y un aparato financiero bajo dominio público. Se ha hablado de China como capitalismo de Estado. Habrá que matizarlo  y ver hasta qué punto este país es algo más que el fracaso de la vía China al socialismo. Samir Amín –me acuerdo mucho de él- nos decía, una y otra vez, que la transición al socialismo había que pensarla como un proceso histórico de larga duración, pleno de contradicciones, de avances y retrocesos y de sonoros fracasos.

Sí, la globalización comienza su fin. La guerra económica seguirá en un nivel aún más alto y la rivalidad estratégico-militar se incrementará. Los que llevamos décadas tomándonos en serio la crisis ecológico-social del planeta sabemos que en su núcleo está el poder, su estructura, organización y fundamentos ideológicos. Fabular armoniosas y globalizadoras transiciones al margen de la dinámica de confrontación de las grandes potencias no parece demasiado realista; soñar con un orden internacional democrático y justiciero sin transformar las relaciones sociales de eso que llamamos el capitalismo imperialista es quedarse en las afirmaciones huecas; defender, cumbre tras cumbre, propuestas sin conexión con los problemas reales, termina por legitimar el desorden existente y convertir el ecologismo político en un eslogan electoral.

No tardando mucho, veremos a China ayudando a los demás países a salir de la crisis del coronavirus, a enviar especialistas, medios y experiencia. China nunca ha tenido ambiciones imperiales. Sabe que su hegemonía se basará en su capacidad para organizar un mundo multipolar que asegure un nuevo orden fundado en la soberanía de los estados, en la no injerencia y en relaciones económicas justas y sostenibles. La historia se acelera y nos cambiará.

6 Comments
  1. Paco Cherp says

    En la mayoría de territorios del estado español las fronteras han servido justo para lo contrario: en lugar de garantizar la seguridad han servido para que el virus se extienda desde Madrid a lugares donde no había infección.

    1. Florentino says

      … La gestión de la Comunidad Madrileña ?. En una crisis viral siguen actuando como lo hacen siempre, con exclusividad, permisividad y criticando la gestión del Gobierno. Cuándo el PP y sus secuaces han privatizado una sanidad universal, haciendo negocios con la salud pública… Por este motivo Madrid, es el centro de muchos males que sufrimos también los que no vivimos ahí. ¿ Recordamos Bankia ? y quienes la tuvimos que pagar, y con que dineros salvaron a la banca privada. La deslocalización de empresas de Catalunya y su marcha virtual al epicentro centralista donde la prevaricación lleva asentada muchos años y es el escondrijo de amnistiados fiscales y de evasores de dineros públicos, sin contar los títulos regalados por tener el mismo carnet político.
      Pués estos mismos, gestionan (o debieran) gestionar la «alarma y el confinamiento» de su Comunidad. Confundir una epidemia vírica con unas vacaciones… ¡ Raya en el insulto el poco civismo, solidaridad y ausencia de humanidad !. La cueva de Alí Babá, una mierda comparada con estos especímenes que la expolian !.

  2. Mig says

    La senectud rojiparda sacándose la picha a hacer molinetes. El futuro del socialismo es Salvini y China. Referentes de la democracia. Lo próximo, agarrense los machos.

  3. Peru says

    Pero si lo que tenía que haber hecho Madrid y su comunidad es encerrarse como lo ha hecho la Lombardia finalmente.

    De ahí ha partido el problema en gran parte hacia todo el estado.

    Pero ay reconocer que el centralismo hispanistaní y su monárquica obsoleta están en fase de derribo y demolición sería de una gran madurez, justo lo que más falta por cualquier sitio que se le mire.

  4. Roke says

    No se entiende cómo Madrid y su comunidad no se ha aislado.
    Habrían evitado problemas al resto del estado.
    Esto que parece secundario es vital para entender el funcionamiento político que nos rodea.
    La culpa de todos los males, y esta pandemia lo va a mostrar, es la nube tóxica que rodea a la capital : monarquía con mafias asociadas que provienen de la dictadura, círculos de poder por encima de instituciones ect…

    Sin acabar con ello no habrá soluciones.

  5. Xo Jinpong says

    China y el Gobierno de Xi Jinping tienen la mayor parte de la responsabilidad del coronavirus. Se generó allí porque su gastronomía y supersticiones son primitivas. Además, reaccionaron tarde y trataron de reprimir la verdad. En caso contrario, lo podrían haber detenido. No sé a qué viene tanta alabanza a China, a las fronteras y a los regímenes totalitarios.

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