Pobreza y discriminación estructural: España al otro lado del espejo

  • El relator de la ONU ha subrayado que la pobreza extrema afecta a familias gitanas, inmigrantes, menores migrantes y trabajadoras domésticas sin papeles  
  • En el Congreso aseguró que las personas gitanas “son tratadas como los aborígenes en Australia o como los mapuches en Chile, su realidad es negada e invisibilizada"
  • La respuesta a la desigualdad está en nuestro precario sistema fiscal y redistributivo, que no iguala las rentas más altas y las más humildes de nuestro país 
 

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El relator de Naciones Unidas de derechos humanos y pobreza extrema, Philip Alston, ha visitado España durante las últimas dos semanas, y ha expresado que “España se debe mirar al espejo, y verá algo que no se espera”.

Tanto en la rueda de prensa del viernes como en su visita al Congreso de los Diputados el miércoles, el relator subrayó que la pobreza extrema afecta a colectivos específicos: familias gitanas, inmigrantes, menores migrantes y trabajadoras domésticas sin papeles. En sus propias palabras:, “éstos son colectivos que no tienen oportunidades, que apenas reciben servicios, están seriamente olvidados por los gobiernos”.

Sobre las personas gitanas, en el Congreso expresó literalmente que “son tratadas como los aborígenes en Australia o como los mapuches en Chile, su realidad es negada e invisibilizada por los gobiernos, viven en un estado de abandono institucional”.

Además de denunciar las situaciones de extrema pobreza, Philip Alston también habló de las condiciones de precariedad laboral y habitacional que afectan a la juventud, a las familias desahuciadas y  a las personas con discapacidad.  

El relator fue contundente al señalar que la pobreza es una “opción política” y quiso dejar claro que “se está dejando a muchos atrás, con políticas económicas que benefician a las grandes corporaciones y a los ricos, mientras que los grupos menos privilegiados sufren la fragmentación de los servicios públicos que fueron severamente restringidos después de 2008 y nunca fueron restaurados”.

A propósito de las declaraciones del relator, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo siendo España la cuarta economía de la Unión Europea, en términos macroeconómicos, puede estar en niveles de pobreza cercanos a Rumanía o Bulgaria, países a la cola de la macroeconomía europea? La respuesta está en nuestro precario sistema fiscal y redistributivo. No existen mecanismos efectivos de igualación entre las rentas más altas y las más humildes de nuestro país. A esto hay que añadir las lógicas de discriminación estructural y burocrática que afectan de manera específica a quienes el relator se refirió en su rueda de prensa como “grupos vulnerables”.  

Uno de los grandes tabúes que ha destapado la visita del relator de Naciones Unidas ha sido la segregación residencial, un sistema históricamente diseñado para excluir a la población gitana, a la que hoy se superponen las comunidades inmigrantes. Este sistema se traduce de facto en una situación de apartheid educativo. Esta geografía urbana guetizada hace muy difícil (por no decir imposible) la movilidad económica entre clases sociales. En el informe de su visita, disponible en inglés, el relator dice: “Éste es un viejo problema arraigado en la planificación urbana, pero nadie ofrece ningún plan de acción para abordarlo.” 

En el informe de su visita, Ph. Alston dedica todo un apartado a la situación de la población gitana en España, y pone de relieve la dejadez institucional al no contar con datos oficiales, a pesar de ser una comunidad histórica con un arraigo de más de 600 años en nuestro país. El relator visitó la Cañada Real, un asentamiento chabolista poblado principalmente por ciudadanos y ciudadanas gitanas, situado a poco más de 10 kilómetros del Congreso de los Diputados. 

Sobre esta visita, su reporte es conmovedor, cito: “Conocí a personas que viven sin un centro clínico, sin un centro de orientación de empleo, sin escuela o incluso sin electricidad y con caminos sin pavimentar, con viviendas precarias adyacentes a incineradores de basura, en un área considerada peligrosa para la salud humana… me llamó la atención la falta de urgencia y la indiferencia con que la administración pública los relega a un estado de ciudadanía de tercera clase, sin acceso a derechos fundamentales… Algunos funcionarios con los que hablé solo parecían preocupados por haber marcado ciertas casillas de su formulario, en lugar de estar preocupados en lograr resultados tangibles.” 

La visita del relator muestra el otro lado del espejo de la sociedad española; muestra esa dimensión que ocultan tanto los discursos como las prácticas institucionales en su mecánica cotidiana. La valentía y la independencia desde la que habla el relator,nos permite encender una bengala en mitad del apagón informativo que cubre de oscuridad aquellas partes del cuerpo social que el narcisismo colectivo se niega a mirar y a reconocer.

Es una imagen que deja poco margen a la esperanza, no obstante, soplan vientos de cambio con el nuevo Gobierno de coalición progresista. Pero no vale con dejarse llevar por el azar de la meteorología propicia, hay que remar con voluntad de entendimiento y sincronización rumbo a la erradicación de la pobreza. Y para esto, debemos entender que no avanzaremos hacia un horizonte social de justicia, si no cultivamos la fraternidad. Decía el sabio y pacifista  Mahatma Gandhi: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos”. 

El primer examen internacional del año deja con deberes al nuevo Ejecutivo: salir de la crisis sin dejar a nadie atrás; activar mecanismos democráticos para empoderar a los nadie (que decía Galeano), y que los nadie pasen a ser vistos por el resto de la sociedad en su plena dignidad y en su plena potestad como iguales.

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