OPINIÓN
Hacer algo
- El encuentro se realizó, asistimos desde las candidaturas del cambio hasta la gente de CIU de toda la vida, hablamos y hasta se podría decir que llegamos a algún acuerdo
- En un ambiente más bien “anti cúpulas", corría la idea de que había que estar a la altura de la gente que está poniendo el cuerpo en la calle
Enver Aznar Méndez, militante de Anticapitalistes y concejal de Som VNG
Hace dos semanas las compañeras de la CUP lanzaron una convocatoria a los cargos electos de todas las fuerzas soberanistas catalanas con la intención, según ellas, de superar el inmovilismo en el que está sumido el Govern de la Generalitat respecto todo lo sucedido en Catalunya después de la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo contra los presos políticos independentistas. Antes que nada, disculpad todas aquellas que influenciadas por los grandes medios de comunicación esperen leer hoy un parte de guerra pero, entre nosotras, en Catalunya la única violencia que se ejerce es, como casi siempre en todas partes, la de la Policía.
En solo cinco días en Catalunya se han concentrado la publicación de la sentencia, la ocupación masiva y paralización del Aeropuerto del Prat, varias marchas multitudinarias por todo el país de varios días, manifestaciones constantes en las principales ciudades y una huelga general. Por primera vez desde 2012 la sensación de que el Govern no tenía nada, absolutamente nada bajo control ha sido certeza para la mayoría de la población, apareciendo una separación importante entre la gente en la calle y los dirigentes independentistas. Describir como inmovilismo la actitud del ejecutivo de Torra y Aragonés durante estos días es sumamente generoso. No han dudado en ningún momento en ayudar al Estado, incluso siendo protagonistas, en la represión policial de estos días, colaborando hacía la criminalización de las manifestantes, justificando todas y cada una de la actuaciones policiales. Estamos hablando de centenares de heridas, cuatro han perdido un ojo, otra a un testículo, una persona sigue ingresada en estado muy grave y a eso hay que sumarle docenas de detenidas de forma totalmente arbitraria, vulnerando en muchos casos el derecho a defensa. La ola represiva que se inició el pasado 23 de setiembre con la detención de activistas de los CDRs sigue su curso, todo parece indicar que irá a más en los próximos meses y ante este contexto, el Gobierno que en teoría debería ser la primera línea de defensa del independentismo lo que hace es ponerse de lado en el mejor de los casos. Sí, inmovilismo es ser muy generosas.
Ante esta situación y la falta de legitimidad patente del Govern, un encuentro entre cargos electos de todas las fuerzas favorables al derecho a decidir en Catalunya (no solo las independentistas) no parecería una mala idea o, al menos, la peor idea posible, pero vista la reacciones de los diferentes partidos parecería que la propuesta era organizar un suicidio colectivo. Con diferentes tonos, tanto ERC como JxCat tardaron minutos en desmarcarse de la convocatoria y, junto con el espacio de los Comunes (sí, no sólo se convocaba a fuerzas independentistas), se mandaron consignas a todos sus cargos electos “recomendando” no asistir y se empezaron a lanzar las típicas acusaciones hacía las convocantes de electoralismo, de querer aprovecharse de la situación, oportunistas, etc. Que casi 300 cargos de municipios de todo el territorio, siendo solo un tercio de ellos miembros de las convocantes, llenaran la sala se podría considerar un éxito, más si tenemos en cuenta que la convocatoria y la organización del encuentro contó con apenas un fin de semana de tiempo.
El encuentro se realizó, asistimos desde las candidaturas del cambio hasta la gente de CIU de toda la vida, hablamos y hasta se podría decir que llegamos a algún acuerdo. Intervenciones para todos los gustos, desde gente pidiendo que se declare la independencia ya mismo y que esa será la solución a todos los males de Catalunya cuál varita mágica, hasta intervenciones más ligadas a establecer alianzas más allá del independentismo y más allá de Catalunya, así como muchas propuestas para el municipalismo. Se acordaron, como objetivos recogidos en una declaración, la defensa del derecho de autodeterminación, el fin de la represión tanto judicial como policial, la libertad para todas las presas políticas y el tejer alianzas tanto internacionales como con espacios políticos del Estado en clave de defensa de la democracia. En un ambiente más bien “anti cúpulas” -hay que entender que dos tercios de los asistentes desoyeron recomendaciones de no asistir-, corría por el ambiente una idea que se expresó varias veces, había que estar a la altura de la gente que está poniendo el cuerpo en la calle y recibiendo palos. Finalmente, al contrario de lo que vaticinaban algunas declaraciones previas, no solo no murió nadie sino que parece que se va a copiar la iniciativa. Desde Bruselas, el Consell Per la República, propone convocar la Asamblea de electos (órgano que se diseñó como posible respuesta a un 155 pero que cayó en el más absoluto olvido) para dar respuesta institucional a la situación actual. Si se trata de una pequeña victoria de la CUP el haber forzado esta convocatoria o la enésima jugada para no perder el liderazgo por parte de un órgano que nadie sabe muy bien que hace, lo veremos muy pronto, siendo las dos opciones perfectamente compatibles. En todo caso, en un momento dónde no hay acuerdo estratégico alguno el que exista algún espacio de debate sincero es una necesidad imperiosa. Si estos espacios han de ser de cargos electos ya sería otro debate, pues uno de los consensos del encuentro era que debíamos estar a la altura de la gente de la calle, toda una nueva generación de activistas que se ha politizado a partir del 1 de octubre no debería ser espectadora si no protagonista del debate y a la hora de elaborar propuestas.
La hipótesis que ha gobernado Catalunya durante los últimos años, la “independencia de ley a ley, sin conflicto alguno” se demostró fallida el pasado 2017 y ahora estamos viviendo la gestión de esa derrota. En el inicio de este nuevo ciclo se presentan innombrables dificultades como la represión del Estado, una próxima crisis y el riesgo de una gestión neoliberal de esta, la falta de alianzas firmes... Pero también existe la posibilidad de corregir las grandes deficiencias del ciclo anterior como la separación entre derechos sociales y derechos nacionales (no se puede hablar de soberanía recortando derechos) así como convertir la fuerza de las masivas movilizaciones en un contrapoder real a la institución, en vez de un instrumento de esta como muchas veces a pasado. También este nuevo ciclo nos abre la posibilidad a replantear como se lee desde el resto del Estado la cuestión catalana. Comunicados como el de la PAH, leyendo lo que significa la sentencia del Supremo para cualquier lucha o movimiento social, las manifestaciones pidiendo libertad -muchas de ellas con la misma represión policial que en Catalunya- en infinidad de ciudades pueden ser semillas que hagan crecer el convencimiento que un proyecto constituyente a nivel español ha de ser aliado del soberanismo catalán a día de hoy.
En fin, con tantos retos y dificultades encima de la mesa, lo que seguro que no funciona es seguir tirando de electoralismo y jugárselo todo a sacar un buen resultado el próximo 10N, una convocatoria que salvo sorpresa mayúscula, no representará ningún avance o cambio significativo ni para el contexto estatal ni para el catalán. Tampoco parece muy útil seguir todas encerradas en nuestros espacios respectivos haciendo actos y propuestas de autoconsumo pensado sólo en afianzar nuestro público. Así que la cuestión es si se estamos dispuestas a hacer algo distinto o a lo mejor, simplemente, a hacer algo.