Los “casos aislados” de racismo en el Estado español
- ¿Cuántos hechos aislados tienen que ocurrir para que en el Estado se acepte que las personas migrantes/racializadas sufrimos opersión racial?
Guillermo Akapo Bisoko
En 2018 hubo varios “casos aislados” de racismo. En marzo, se difundió el vídeo de la mujer que agredió con una botella de vidrio en las cejas al actor afroespañol Marius Makon, mientras alegaba que era “blanca, estamos en España, puedo hacer lo que me da la gana y no pasará nada”. En octubre, en Gran Canaria, una mujer insultaba a una joven musulmana por llevar velo diciéndole “terrorista, ¿dónde tienes la bomba?, eso es un burka y en Canarias no llevamos burka”.
En diciembre se hizo viral el vídeo de la señora blanca española que atacaba verbalmente a unos dependientes racializados aifrmando: “tú, para ser español, tienes que ser de madre y padre española, ese es el ordenamiento jurídico, apréndetelo. Los pasaportes y los DNI españoles igual que se dan, se quitan”.
Apenas llevamos unas semanas de este nuevo año, y ya hemos vivido otros casos de racismo, como la violenta expulsión de un autobús de Móstoles de una mujer nativa de Guinea Ecuatorial, junto a su hijo de 4 años, por parte de la policía municipal; o la brutalidad policial contra personas migrantes en una discoteca de Zaragoza.
¿Cuántos hechos aislados tienen que ocurrir para que en el Estado se acepte que las personas migrantes/racializadas sufrimos opersión racial? El racismo estructural y social son el pan nuestro de cada día, de nosotrxs, las personas no blancas que habitamos el Estado español. Un Estado que trata estos hechos como “incidentes menores” o directamente ni los trata. Se normalizan e institucionalizan las agresiones racistas día a día, en un ambiente que por un lado criminaliza nuestros cuerpos y, por otro, invisibiliza nuestras vidas como personas con capacidad de agencia.
El aumento de estas agresiones verbales y físicas hacia nosotrxs se hace cada vez más notorio. Ya no se esconden los prejuicios. La entrada de VOX al tablero político no ha incorporado el racismo, el racismo ya existía de forma estructural y social, y el estado español siempre lo ha normalizado. Lo único que ha hecho el nuevo partido de ultraderecha ha sido radicalizar sin tecnicismo el discurso racista, e ir en este viaje galopando a caballo de la mano de PP y Cs.
Todo esto mientras la izquierda blanca contempla los “casos aislados” con estupefacción, pero sin hacer nada al respecto. Lo decía Paula Guerra, presidenta de SOS Racismo Madrid: “La izquierda blanca aborda la cuestión del racismo desde la forma y no desde el fondo”. Llamar “casos aislados” al racismo que sufren gran parte de la sociedad no-blanca española es contribuir y ser partícipes del racismo estructural y social que nos afecta.
Actuar desde el antirracismo político
Ante esta situación, la única alternativa es la lucha antirracista política liderada por quienes sufrimos opresión racial. Desde nuestras voces y poniendo nuestros cuerpos por delante, tenemos que trabajar en conjunto para conseguir tumbar todos aquellos dispositivios racistas de estado que dan sustento y legitimidad al racismo social: la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los centros de internamiento de extranjeros (CIE), el fin de las devoluciones en caliente y las deportaciones exprés y la visibilización y denuncia de cualquier agresión racistas de que seamos objeto las personas migrantes/racializadas.
Nuestra unión tiene que ser el primer paso. La lucha conjunta y efectiva tiene que ser el objetivo. Cada día somos más las personas que sufrimos y vivimos estas criminalizaciones. Ya no nos quedaremos calladxs, denunciaremos todos y cada uno de los ataques racistas que procuran arrojar sobre nosotrxs sus ansias de ofuscación. Pretenden que seamos “causa-efecto” del aumento del discurso racista y xenófobo que cada vez cala más en una sociedad enarbolada de “modernidad democrática”.
El “caso aislado” que afectó hace 27 años a nuestra hermana Lucrecia Pérez, asesinada por ser migrante y negra, todavía resuena en la mente y en los corazones de cada una de las personas migrantes/racializadas que habitamos este Estado. No descansaremos en la denuncia y visibilización del racismo estructural e institucional imperante en el estado español, y porque se deje de considerar “anécdota” lo que en realidad es norma y estructura.