Como ciudadano de la ciudad de Madrid, votante de Manuela Carmena y amigo de no pocos de sus concejales, siento una enorme perplejidad respecto a ciertas prioridades de actuación por parte de la policía municipal. No acabo de entender si es que la policía está protagonizando una rebelión interna contra sus autoridades o si es que no se les ha explicado suficientemente que ahora están a las órdenes de un ayuntamiento que ya no es el mismo que el de los anteriores alcaldes del PP. Por mi parte, no di demasiada importancia al famoso chat en el que algunos policías insultaban y amenazaban a su alcaldesa. No me parecía mal, incluso me parecía un buen síntoma, que estuvieran muy cabreados por empezar a recibir órdenes que chocaban con su mentalidad y sus costumbres. Tras décadas persiguiendo a okupas, se encontraran con la paradójica circunstancia de tener que obedecer las órdenes de algunos de ellos, por esas cosas que tiene la democracia: a veces ganan tus adversarios, algo que siendo policía te pone en la tesitura de tener incluso que cuadrarte ante ellos. Son gajes del oficio, pero es verdad que el cabreo no te lo quita nadie y, a mí personalmente, no me pareció tan escandaloso que aprovecharan para desahogarse un poco en ese cubo de la basura del WhatsApp.
Me pareció más grave ver cómo, el otro día, algunos policías municipales agazapados junto a los aparcamientos de las bicicletas del ayuntamiento, se dedicaban a multar con 60 euros de multa a los ciclistas que cometían la infracción de no bajarse de la bici antes de pisar la acera para estacionarla en el BiciMAD. Está prohibido pisar la acera subido en una bicicleta, eso es enteramente cierto. Pero el cuerpo policial no es infinito (menos mal) y tiene que elegir siempre líneas de actuación prioritaria. Me gustaría saber de dónde surgió la orden de, teniendo en cuenta todo el abanico de posibilidades, perseguir precisamente a los ciclistas. Ello en el centro de una ciudad en la que todos los días millares de coches y sobre todo de motos (muchas de ellas sin silenciador) circulan saltándose la limitación de 30 km/h, poniendo así en peligro la vida de nuestros hijos pequeños y haciendo la vida imposible a los vecinos peatonales. ¿Verdaderamente es una prioridad municipal empezar a multar ciclistas?
Nada comparable, desde luego, a la sola idea de estar pagando con nuestros impuestos a una policía municipal que considera una prioridad perseguir a los manteros que intentan malamente sobrevivir en los miserables margenes que les deja este sistema criminal. ¿Verdaderamente es una prioridad en esta ciudad perseguir a los más pobres? Yo vivo en Lavapiés. No es la primera vez que lo veo, ni mucho menos. De pronto, comienzan a sonar las sirenas y por las calles circulan coches de policía a toda velocidad, tantos coches que uno diría que ha habido un atentado terrorista, un atraco a un banco con rehenes indefensos o quizás un edificio que se ha derrumbado con todos los vecinos dentro. Pero no, están persiguiendo a un sin papeles indefenso, a un pobre camello que vende hachís o a un mantero que vende cds. A mi amigo Tinito la Calma, poeta, cantante y asistente social espontáneo, le cayeron doce años de cárcel por pasar hachís y resistirse a la autoridad en el momento de su detención. La proporcionalidad de los jueces en estos casos suele ser tan delirante como la elección de las prioridades de actuación policial.
Este pasado jueves, la persecución dicen que fue tan implacable y tan sumamente eficaz y concienzuda que, como si se tratara de un animal rabioso que hubiera que abatir para salvar la vida de la población, se acabó acorralando a un ciudadano mantero hasta causarle la muerte por infarto. No se ha comprobado que sea así, habrá que esperar una aclaración. Pero, por si acaso, apunto algunas reflexiones sobre la situación general.
Ahora gobernamos nosotros. Habrá que buscar los medios --que espero que incluyan responsabilidades-- para explicar a los mandos policiales pertinentes que no les estamos pagando para perseguir manteros, camellos, sin papeles y ciclistas. No se puede alegar que al fin y al cabo, vender cds piratas o hachís son cosas ilegales, lo mismo que caminar unos metros en bici por la acera. Perseguir esos supuestos delitos no es la prioridad de los cargos que hemos elegido y que ahora son sus autoridades superiores. Quizás lo fuera con otros alcaldes y alcaldesas. Pero ahora tenemos cosas mejores que hacer, como, por ejemplo, vigilar a los bancos implicados en desahucios y cosas de ese tipo. La inmensidad de los delitos que hay que combatir es tan grande que no podemos desperdiciar efectivos policiales en perseguir a los manteros. Más bien habría que encontrar políticas municipales que pusieran a la policía a ayudarles, acogerles y protegerles del mundo atroz del que han escapado y de la atrocidad con la que se han encontrado al llegar a nuestro país.
Nuestra concepción del problema de fondo no es la de la antigua alcaldesa del PP. Nosotros no queremos una policía que se dedique a vigilar a los que escapan de ese campo de concentración en el que nuestras leyes de extranjería han convertido el planeta. Pensamos más bien que Europa se ha convertido en un Auschwitz invertido. En lugar de encerrar a los queremos exterminar, hemos levantado una fortaleza, encerrando a todo el tercer mundo en un campo de concentración en el que el sistema económico internacional hace las veces de la solución final. Algunos logran escapar en patera, pasando antes por un infierno inimaginable, saltar nuestras alambradas y llegar hasta nosotros. La policía debería estar asistiéndoles y protegiéndoles, no persiguiéndoles como a delincuentes. Estoy seguro de que Manuela Carmena y su equipo de gobierno logrará hacérselo entender a los mandos policiales. Y si no lo entienden, habrá que ordenárselo. Y que se cuadren.