Era odio remansado que explota. No lo queríamos creer, pero solo con oír a Lluís Llach que nos llama carroña, él, del que cantamos sus canciones y compramos sus discos, contra Franco, comprendemos que es sin remedio: el procés es odio. Oyes a Oriol Junqueras, con tono angelical y sintaxis vaticana, decirte que “los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses” y los españoles “más con los portugueses” y ya entiendes que el odio es seco y profundo. Oyes a adolescentes, casi niños, que te hablan de tu país, España, como de una cloaca y ya sabes que esto, que viene de lejos, va para largo. Un odio cultivado con mimo de hortelanos.
«Sabían, como han dejado escrito por todas partes, que la independencia
era inviable, o, peor, un gran desastre anunciado. Pero sólo era
una pasión contra España, contra nosotros»
Sabían que, como han dejado escrito por todas partes, la independencia era inviable, o, peor, un gran desastre anunciado. Pero sólo era una pasión contra España, contra nosotros. Tendríamos que haberlo sabido porque nos advirtieron otros, como don Manuel Azaña, que hizo lo imposible por dar satisfacción al catalanismo y se rieron de él, como debió aceptar con dolor en el exilio. Ahora, con el atracón nacionalista en su fase de resaca, es la hora de la evaluación de daños.
Iglesias, líder de Podemos, y Colau, alcaldesa de Barcelona, calificaron el procés como “una movilización” contra el gobierno de Rajoy. No lo entendieron así cientos de empresas importantes de Cataluña que volaron fuera de la ciudad, sobre todo rumbo a Madrid. Debería preocuparle, y mucho, a la alcaldesa. La geografía también cambia, y no está escrito en ningún tratado que Barcelona será para siempre la gran capital del Corredor Mediterráneo, ni que éste tenga que ser obligatoriamente la conexión privilegiada con la gran Dorsal Europea, ese sí, el gran eje Londres-Milán que marca el ritmo a toda Europa. Debería entender que, como enseña Paul Krugman, hay fuerzas centrípetas que “empujan la actividad económica hacia grandes aglomeraciones”, como ha ocurrido hasta ahora con Barcelona, y fuerzas centrífugas que “tienden a romper esas aglomeraciones o a limitar su tamaño”, como se ve con la fuga de sedes. ¡Cuidado, Ada!
En las clases de geografía es un clásico un mapa de la jerarquía urbana de España en el que, a diferencia de otros países europeos, se ve que son dos las grandes metrópolis que articulan el territorio: Madrid y Barcelona. ¿Podría cambiar este liderazgo dual? En la geografía económica los hechos cambian lentamente, pero cambian, más aún en unas economías cada vez más terciarizadas. De momento, es un hecho que Madrid ha dado un pelotazo con el traslado de sedes gracias a Puigdemont y compañía. Un interesante estudio, desde la perspectiva vasca sirve para ver cómo la geografía de las grandes redes urbanas europeas no está cerrado, que hay aspirantes a competir y varios escenarios a contemplar. ¿Quién corre más riesgos, Londres con el brexit o Barcelona con los alegres independentistas “movilizados”? Hoy ya hay pocas dudas: Londres, bien anclado en la Dorsal Europea, resiste mejor que Barcelona, que a la primera andanada se queda sin las sedes de los grandes centros de decisión. ¡Cuidado, Barcelona!
Frente a esto suenan a chiste las teorías, ensoñaciones nacionalistas, que explican el potencial de Madrid como una simple imposición política. Germá Bel (“España, capital París”) o César Molinas (“¿Qué hacer con España?”) explican el éxito de Madrid como resultado de una anomalía histórica, un capricho borbónico y franquista. Madrid sería un producto del capitalismo castizo, Barcelona estaría libre de especies extractivas. Con lo que hemos visto hasta la fecha, tendrán que ir ajustando las metáforas: negocios castizos, pegados a presupuestos públicos, desgraciadamente se dan en una y en otra, actividades productivas punteras, también, y palcos en los que se trapichea, tanto en el del Real Madrid como en el del F.C. Barcelona. Deberían asumir que compiten entre sí y con otras ciudades, aunque a Barcelona los del procés le han cargado plomo en las alas. ¡Despierta, Colau!
«Al nacionalismo catalanista no solo le sobra Madrid, en realidad le sobra gran parte de España, la que desprecian como “el Magreb”, la España africana frente a la España europea»
Al nacionalismo catalanista no solo le sobra Madrid, en realidad le sobra gran parte de España, la que desprecian como “el Magreb”, la España africana frente a la España europea. Pero, además de odio, es solo un ejercicio de “evolución de la ignorancia geográfica”, utilizando otra vez a Krugman. Cuando denuncian las inversiones del AVE a Zamora y Galicia (¿Qué dicen las mareas?) no han debido echar un vistazo a las balanzas comerciales o a la captación de ahorro. ¿Por qué creen que se van La Caixa y el Sabadell? ¿Por qué desprecian los nacionalistas a los clientes de empresas catalanas? Es geografía del odio, nada más.
El periodista Sergio del Molino, que ha escrito un libro de éxito, “La España vacía”, no es independentista catalán, pero participa de esta idea de las dos Españas, una africana, la del interior, y otra europea, la del NE. ¿Madrid? También la califica como una anomalía: “Madrid sería un agujero negro en torno al que orbita un gran vacío”, llega a decir. Habla del medio rural, pero si se lee el libro se verá que de lo que trata es de esos dos países. Uno, marrón, pobre, feo, seco, aburrido, y otro, verde, frondoso, dinámico, interesante. ¿Simple? Es lo que se lee. En realidad se hace eco de una sabiduría convencional, un tópico, que se ha ido instalando con normalidad. Estas ideas convertidas en munición de combate en manos del nacionalismo supremacista pueden producir, como vemos estos días, serios destrozos.
Son ensoñaciones que apartan al país de los desafíos que no pueden esperar. Lo urgente es volver a la realidad como la describía el sabio Francisco Tomás y Valiente: “España es así una realidad histórica, ni providencial, ni metafísica”. Y en el territorio de la realidad, si evitamos engañarnos, conviene recordar que nuestro problema no es sobre más descentralización ni más autogobierno. Como recuerda Antón Costas (“El final del desconcierto”): “En poco más de dos décadas, España ha pasado de ser uno de los países más centralizados de la OCDE a ser uno de los más descentralizados”. De hecho, nuestro país es el que tiene en la UE el porcentaje más alto de gastos e ingresos de las comunidades autónomas sobre los totales del Estado. Está entre los cinco países más descentralizados del mundo. En fin, que nadie se engañe, esto no se soluciona con “paz por territorios”, con asimetrías o regalos fiscales. Se trata de recomponer, honradamente, con respeto mutuo, ese contrato social entre españoles que el independentismo ha roto.
En cuanto a la izquierda, tan dañada por el procés, vamos a ver si reacciona y deja de hacer el pánfilo. Tiene razón Carolina Bescansa cuando dice que la izquierda debe tener un proyecto de España. Pero me temo que le harán el mismo caso a ella en Podemos que a mí en el PSOE.
Muy interesante el punto de vista. Hace falta decirlo.
Da un poco de pereza, dar un punto de vista; porque lo que dás por una crónica, más bien parece un alegato ultra perdona vidas, u un sereno cañí. Avisando de plagas, odios jacobinos, y pan franquismo trasnochado… ¡ Gritando la hora, para los demas partidos !. No me extraña nada que el PsoE + Psc esten donde estan, por culpa de intrusos geográficos llenos de ignorancia… Y mala leche. Lo suyo, no es odio, maturalmente; porque una vez compró un disco de Lluís Llach, cuando Franco «ese hombre «… Usted defiende el Nacionalismo Español y mucho Español; los otros son malos, odiosos… Hace el cuento de la lechera, sin ruborizarse. Hombre el señor Fariné, va donde diga el gobierno de turno; con extrategia incluida. Uno hace el decreto, y el otro le hace la gracia… Habrá que pagar cosillas. Ese banco, se hizo como caja de pensiones en Catalunya; con gentes y dinero Catalan, lo mismo que el Sabadell. Los bancos, no tienen patria, pero los gestores sí… Toda persona tiene el derecho de tener una patria, peor u mejor… La de Lluís Llach, por mucho que jures será la que el quiera; no creo que nadie te quite la tuya… Pero no se la impongas a los demas… ¡ Que los nacionalismos, son mucho malos menos el tuyo !.
Es precisamente, » en el territorio de la realidad» , donde el independentismo se difumina, y es en la matrix, creada por los medios ,donde se enaltece. Prueba de ello es que se haga una declaración de independencia sin el acuerdo de la mitad,o más, de la población.
«..Al nacionalismo catalanista no solo le sobra Madrid, en realidad le sobra gran parte de España, la que desprecian como “el Magreb”, la España africana frente a la España europea…» tiene razón. Lo que revela poca humanidad y mucha ignorancia. España no tiene que avergonzarse de su elemento árabe,ni de que pudiendo haber sido africana,decidiera ser europea (situación similar a la de Rusia, límite norte de Europa , con Asia)
Saludos
YO PROTESTO,YO RECLAMO. yo vivo en el extranjero y durante todo el dia de hoy mis amigos,italianos,alemanes,y suizos. me han echado en cara el gesto de maxima cobardia de Puigdemont,yo soy castellano pero me avergüenzo de este gesto cobarde hecho por un catalan.