TRISTE PANORAMA / Rajoy triunfa gracias al pésimo nivel de sus adversarios, que obliga a los españoles a elegir el mal menor: él

Esperando al Macron español

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Un quiosco de prensa de París exhibe una portada del semanario 'L'Express', con el título "Él ha ganado su apuesta", sobre una foto de Macron exultante. A la derecha, la portada del semanario satírico 'Charlie Hebdo', sin la habitual caricatura en portada y en su lugar un mensaje: "Segunda vuelta. ¿De verdad necesita que le hagamos un dibujo para que lo entienda?". / Lorie Shaull (Flickr)

Emmanuel Macron ha derrotado a todos los partidos franceses, a los tradicionales y a los nuevos, con contundencia, sin discusión, contando con una gran mayoría de electores entregados, incluso entusiasmados, como muestran los niveles de confianza de todas las encuestas. Se podrá estar en desacuerdo o no con su proyecto, pero su éxito no se cuestiona, ni su trascendencia para el futuro del proyecto europeo. Como Charles de Gaulle en 1962, apelando directamente a los franceses, ha triunfado teniendo a todos los partidos enfrente. ¿Tendrá éxito su proyecto político para Francia y para Europa? Como en el chiste del maestro zen, “ya se verá”.

Macron adopta la idea de revolución democrática de Rosanvallon: "Si bien nuestros regímenes son democráticos, no se nos gobierna democráticamente"

De momento interesa analizar de qué manantial procede una victoria tan sorprendente. Habrá factores que se entiendan en el contexto de Francia, sobre todo un estado de opinión generalizado sobre la situación de bloqueo, de callejón sin salida del país, pero otros, que nos tocan más de cerca, tienen que ver con una crisis generalizada del sistema político. Macron, en lo que califica como una revolución democrática, sigue casi literalmente los análisis y propuestas del historiador Pierre Rosanvallon, que en El Buen Gobierno diagnostica: “Si bien nuestros regímenes son democráticos, no se nos gobierna democráticamente”.

El presidente francés parece que ha leído bien el campo de juego. Lo que quieren los ciudadanos son gobernantes que hagan su trabajo con competencia y dedicación, y tengan la inquietud prioritaria de servir al interés general y no su carrera. Como escribe Rosanvallon “detestan que los hombres y mujeres de la política se comporten ante todo como representantes de sus partidos y deploran que vivan a menudo enclaustrados en su pequeño mundo”. La indignación se alimenta de un sentimiento de abandono experimentado por muchos ciudadanos que ya no se sienten representados por los partidos tradicionales, incluso por los nuevos, cuando terminan imitando a los viejos.

En España, Íñigo Errejón, que parecía capacitado para conectar con esta corriente de indignación política, en poco tiempo, tras Vistalegre II, porque no quiso o porque no pudo, ha pasado al catálogo de “otro político más”. ¿Cómo se pierde la confianza con tanta rapidez? Ya Max Weber advertía de la corrupción de los políticos convertidos en personas sin convicciones fuertes, “una marisma de arribistas”, hombres y mujeres del aparato que se han adueñado del espacio político. La percepción generalizada de esa perversión es lo que ha roto el vínculo de confianza entre los gobernantes y la sociedad, como se detecta en el cansancio ciudadano con un lenguaje político que recuerda a lenguas muertas, a hablar falso, a un vaciamiento de las palabras, que suenan a hueco. Macron triunfa porque se ha dirigido a los ciudadanos, no a una parroquia de partido.

Íñigo Errejón, que parecía capacitado para conectar con esta corriente de indignación política, en poco tiempo ha pasado al catálogo de “otro político más”

Es sobre esa piedra sobre la que ha golpeado el presidente francés, y ha encontrado petróleo. Si se lee su libro Revolución, pasando por alto el prólogo encargado por la editorial española a Albert Rivera, con el típico sabor a nada, se podrá entender por qué el presidente francés ha recuperado la confianza de los electores. En la exposición de su proyecto político, en sus escritos o en sus discursos, se comprueba que no hay nada más alejado de los “discursos lavados”, vacíos, que han inundado el debate público. Y además, demuestra que en su formación no se perdió las clases de historia ni las de filosofía. De momento, esperanzador, pero “ya se verá”.

¿Es un neoliberal? Si se atiende a la música que toca, no. Si nos fijamos en los políticos e intelectuales a los que cita, de Michel RocardPaul Ricoeur, y en las ideas que defiende, aunque no es un político de fácil clasificación, se le podría ubicar en “una izquierda socialdemócrata, reformista, europea” a la que él se refiere en Revolución. Si se le detecta alguna obsesión política es la lucha contra la desigualdad, una posición sobre la equidad (“La injusticia profunda que denunciamos es que algunos puedan escoger y otros no”) parece directamente extraída de La idea de la justicia de Amartya Sen. Personalmente le compro el 100% de sus propuestas sobre el sistema educativo como “un instrumento esencial en la lucha contra las desigualdades”, incluida la de desdoblar los grupos de alumnos en zonas difíciles, como ejemplo; tal vez por eso los profesores le han preferido mayoritariamente en las elecciones.

Aunque podría tratarse de un cínico al estilo de Tony Blair, no lo parece. Aquella “tercera vía” pretendía una mezcla de ideas de derecha y de izquierda al servicio de objetivos electorales, un mero oportunismo táctico, una pérdida de cualquier norte moral. Las ideas de Emmanuel Macron, aunque, como él mismo señala, tendrán que ser evaluadas por resultados, están lejos de las de una derecha partidaria de “políticas más laxas para aumentar la competitividad, a costa de millones de víctimas” y de una izquierda conservadora contraria a las reformas de un sistema insostenible. Ni Hayek ni Marx; sus propuestas, en línea con las tesis de Karl Polanyi, contrastan tanto con el liberalismo de mercados que se autorregulan como con cualquier marxismo estatalizante. Para demostrar que el aparato puede volar, ahí están los modelos nórdicos, incluida su exitosa flexiseguridad.

En España los políticos, viejos y nuevos, están a años luz del presidente francés. Sus discursos parecen agotados, encerrado cada uno en su propia tribu

Si contrastamos hoy los niveles de confianza de todos los líderes políticos españoles con los de Macron, los resultados son incontestables: en España todos, los nuevos y los viejos, están a años luz del presidente francés. Si de confianza política se trata, necesitamos un Macron. En nuestro país todos los discursos parecen agotados, encerrado cada uno en su propia tribu. Ciudadanos y Podemos, que contaron con una oportunidad de oro, se cuecen en su propia salsa, sin capacidad para ir más allá de sus parroquias iniciales. Pedro Sánchez, convertido en el modelo de político zigzagueante, sirve de ejemplo para demostrar que el problema español es de malos políticos; tanto que el peor de todos, Mariano Rajoy, solo tiene un mérito, el pésimo nivel de sus adversarios. Y los españoles siguen sin otra alternativa que la de elegir el mal menor.

Francia, cuando vivía un momento de desesperanza generalizada, se encontró con un candidato cuyo proyecto político ha despertado emociones, mientras en España, ni liderazgos ni proyectos ni emociones. La izquierda española, entretanto, transita entre el marxismo de colores de Juan Carlos Monedero, el alumno de Robert Jessop, y una socialdemocracia zombi del siglo pasado de los guerristas que ahora tutorizan a Sánchez. ¿Un Macron español? En fin, “ya se verá”.

3 Comments
  1. florentino del Amo Antolin says

    Señor Cuadrado. España no es Francia; si, ya se que allí no atan los perros con longaniza.. Aquí, los chorizos nos gobiernan democráticamente; tienen el sostén del bipartidismo radical organizado durante años. Y si esto empezaba a fallar el IBEX 35% prologa ha Rivera y ha Macron, para que nada cambie. Con una salvedad. ¿ Que será de Macron cuando voten el 87 % de los Franceses ?. El Caudillo Macron!. Aquí hubo uno, impuso una dictadura Monárquica.. En Francia fueron a la guillotina reyes y nobleza. Aquí, se copió el modelo centralista de los Austrias.. En fin, ser diferente no estandarizado; quiere decir que hay Naciones y regiones diferenciadas idiomáticamente, están en su articulo en stambai.. La cuadratura del señor Cuadrado: Son unos políticos malos, y gana el peor.. Aquí, estamos atados mas fuerte que los Galos Jesús.. ¡ Aquí con chorizos !.

  2. eledonio says

    ¿ ESTÁ AMENAZADO
    EL PROGRESO DE LA CIVILIDAD EN ESPAÑA… ? : ¿ … se han dado cuenta ustedes
    de cómo en unos pocos años, desde las novedosos e ilusionantes proyectos políticos ofertados
    por los respectivos partidos y líderes a las masas, hemos pasado, por contra, al plegamiento general de aquéllos al gusto o paladar civil del momento emocional de
    las gentes, a procurar – como suelen afirmar – que éstas se sientan cómodas…?
    Bien (Recuerden, no obstante el símil de que cuando alguien se siente cómodo en
    el sofá, tiende a dormirse y tal vez a roncar, y, por tanto, a la consiguiente
    indolencia de esa inactividad y al estancamiento, cuando menos respecto de lo
    que dure el relax) De aquí que socialmente, y a la luz de los hechos expuestos,
    nos atrevamos a sugerirles e incluso o a preguntarles ¿ no será que sin darnos
    cuenta, hemos caído en las garras de la demagogia fácil y los populismos y lo narremos
    aquí y ahora porque así lo estemos observando y lo sintamos…? ¿ Han dejado de ser útiles, por tanto, los
    partidos políticos…? (Tengan presente que han tenido lugar 2 movimientos
    simultáneos: uno, el cambio o derribo producido desde la iconografía del
    «líder» con la oferta de un proyecto presuntamente brillante y jubiloso,
    a que sea la gente o la misma civilidad quien decida y juzgue qué es lo que
    quiere y qué es lo que no; y dos, este movimiento se produce cuando los líderes
    actuales, observando la pérdida e incluso la necesidad de su influencia
    personal, han pasado a prodigar un discurso de plegamiento, de amoldamiento y
    alabanza hacia los gustos y emociones sus posibles votantes. Saludos.

  3. F. Hdez says

    Francia no es España, puesto que no tuvo 40 años de dictadura, con prorroga, puesto que los actuales dirigentes españoles tienen el mismo ADN que los de la antigua dictadura.

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