Para Miguel Riera, viejo y
joven topo, amigo siempre.
Nuestro maestro Alfonso Ortiz lo ha repetido insistentemente desde hace más de 40 años. La historia de España de los siglos XIX y XX es una sucesión de golpes de Estado, de guerras civiles y de restauraciones. En el centro, nuestra progresiva colocación como país semidesarrollado en una Europa que nos condena a ser periféricos y subalternos. Pensar históricamente es hoy más importante que nunca y significa ir contra corriente. La posmodernidad “licuada” que nos domina nos roba la historia y nos condena a la insignificancia, a la banalidad de lo noticiable y a la normalización de lo existente.
¿Cuál sigue siendo hoy el problema real de nuestro país? El de sus clases dirigentes, el de sus élites económicas, financieras y empresariales, caracterizadas desde siempre por la ausencia de un proyecto autónomo de Nación capaz de integrar a las clases subalternas y a los pueblos del territorio, dependiente siempre de las grandes potencias y lucrándose siempre del Estado, de un Estado instrumento de dominación y de control de las poblaciones. El fundamento, el mismo desde siempre: un nacional-catolicismo extremadamente reaccionario, antimoderno y ferozmente antidemocrático. Guerras civiles, golpes de Estado y restauraciones convertidas en costumbre nacional de los grupos de poder asociados a la casa de los Borbones. Cada vez que aparecía la posibilidad de una democracia verdadera, es decir, de la República, pronunciamientos, golpes de Estado y restauración. El objetivo, el de siempre: garantizar sus privilegios, incrementar radicalmente sus beneficios, asegurarse la impunidad y el control del sistema político.
El capitalismo español vive una “crisis orgánica”, como otras veces. Es estructural y sobreestructural a la vez; afecta al modo de insertarse España en la Unión Europea, a las relaciones de producción básicas, a la correlación de fuerzas entre las clases y al régimen político en su conjunto. Desde que comenzó la crisis, las clases económicamente dominantes impulsan una reestructuración radical económico-social y una recomposición a fondo del sistema político. Es tan claro, tan obvio, que casi nunca lo tenemos en cuenta. Reestructuración económica significa aquí y ahora lo siguiente: adaptarse sumisamente a la nueva división del trabajo que nos impone la UE en proceso de redefinición. Lo que eso significa lo tenemos delante de nuestros ojos, un país especializado en el turismo y en la construcción, con un gigantesco sector servicios, con una industria extremadamente dependiente y con un sector primario bloqueado. En un país así configurado no habrá nunca trabajo digno y con derechos, se incrementarán las desigualdades y veremos cómo el paro y la precariedad se convierten en permanentes. Los escasos derechos sociales irán desapareciendo y el sistema de pensiones estará amenazado. ¿Dónde está la clave? En un modelo productivo basado en una devaluación permanente de la fuerza de trabajo, es decir, un modelo que exige la desaparición de los derechos laborales, sindicales y la precariedad de nuestra vida. Este es —llevo años señalándolo— el debate que sistemáticamente se oculta y se silencia.
Para consolidar este modelo productivo se necesita un nuevo modelo de poder, un nuevo sistema político y de partidos. La dificultad es extrema, ¿cómo conseguir que los ciudadanos y ciudadanas acepten democráticamente vivir peor, perder derechos y renunciar a libertades históricamente conquistadas? Este es el problema central. Ya en el 2013 el Banco JP Morgan, en un conocido informe, advertía de que las reformas estructurales impuestas a las poblaciones necesitaban ir más allá hasta conseguir cambios en las constituciones para hacerlas más adecuadas al capitalismo financiero dominante. En concreto, denunciaban unos sistemas constitucionales que dotaban de demasiados derechos a los trabajadores, que garantizaban excesivo peso a los sindicatos y sobreprotegían a las clases trabajadoras. Hay que insistir y repetirlo de nuevo: la orientación prevalente en esta fase es que las poblaciones acepten una gigantesca redistribución de renta, riqueza y poder en favor de los grupos financieros y empresariales dominantes. Hay que entenderlo: el dato específico, singular, del capitalismo realmente existente hoy es su radical incompatibilidad con la democracia constitucional y con la soberanía popular.
Algunos lo hemos venido señalando desde el comienzo de la crisis. El factor que aparecía con más fuerza era una contradicción muy significativa entre los grupos de poder dominantes y la clase política, es decir, el PP y el PSOE. Al fondo, Podemos, que se había convertido en una fuerza capaz, no solo de bloqueo, sino también de alternativa y —hay que decirlo— a contracorriente de lo que estaba ocurriendo en los países de la Unión Europea; no era la primera vez que esto ocurría en nuestra historia reciente. Este era el “gran juego político” que se inició en diciembre de 2015. La propuesta que impulsaban los poderes fácticos era clara, rotunda, imperativa: gobierno de gran coalición en torno al PP, PSOE y Ciudadanos. El objetivo —ya lo dije antes— era la reestructuración económica y la recomposición del sistema político. Lo fundamental, derrotar a Podemos, es decir, dividirlo, romperlo y cuestionar sus liderazgos básicos. Estaba escrito en las estrellas desde hacía siglos: aceptación de la restauración en proceso o destrucción de un adversario convertido en enemigo. Es la historia de Podemos desde que nació.
Ni Rajoy ni Sánchez estaban por la labor, y Rivera, a lo suyo: correveidile de los que mandan y no se presentan a las elecciones. El secretario general del PP sabía que apartarse del poder y ceder era poner fin al PP que habíamos conocido e iniciar un camino que terminaría entronizando a Rivera como el hombre de la situación, sin garantías ni base social propia. Hizo lo que mejor sabe hacer: aguantar el tipo, medir los tiempos y esperar que el contrario se equivoque. Pedro Sánchez seguía un guión singular y —hay que reconocerlo— audaz. Se podría explicar así: puesto que el problema es Podemos, gobernar con el PP es dejarle el espacio libre al partido de Pablo Iglesias; luego hay que polarizarse con el PP y disputarle la hegemonía a Podemos. De ahí surge la propuesta PSOE-Ciudadanos. Cada uno buscaba dirimir y crear espacio: uno a su izquierda y el otro por su derecha.
Pablo Iglesias —porque fue él quien tomó la responsabilidad y decidió la táctica— se la jugó y empezó a maniobrar sabiendo que el objetivo real era golpear a Podemos, erosionarlo electoralmente y dividirlo, sobre todo en el Congreso de los Diputados. Nunca fue en serio Sánchez en su ofrecimiento de gobernar a Podemos. Nunca. Al final, el asunto llegó donde estuvo desde el primer momento: o aceptar un gobierno PSOE-Ciudadanos o elecciones generales, culpabilizando de ellas a Pablo Iglesias. Él, solo él, sería el culpable de nuevas elecciones. Personalizar todo el mal en él fue parte esencial de esta estrategia que marcó una etapa y que se quedaba como guión del futuro: el problema de Podemos es Pablo Iglesias.
Los resultados del 26 de junio sirvieron para clarificar el mapa político. Los poderes reconocieron que Mariano Rajoy tendría que conducir la recomposición del sistema político, es decir, de la restauración. Pedro Sánchez volvió a tener unos malos resultados electorales. Con terquedad volvió a su discurso de siempre: se pierden votos y diputados, pero seguimos siendo la segunda fuerza política del país y, además, Unidos Podemos tiene un resultado peor de lo esperado, luego a polarizarse con el PP —"no es no"— y revertir la tendencia. Podemos, Unidos Podemos, consiguió —era lo fundamental— unir todo lo que estaba a la izquierda del PSOE y organizar un bloque complejo y denso, territorialmente y socialmente arraigado. Los resultados no acompañaron a las expectativas, pero se tenía un grupo parlamentario de 71 diputadas y diputados y 21 senadoras y senadores. Unidos Podemos no solo era la única fuerza democrática y de izquierdas que crecía en Europa, sino que seguía siendo verosímilmente alternativa de gobierno y de poder.
Lo que vimos después fue algo solo comparable a la liquidación política de Adolfo Suárez: la intervención por los poderes fácticos del Partido Socialista hasta conseguir la dimisión de su secretario general. Sánchez no se dio cuenta de que el juego se había terminado y de que los poderes reales exigían el cumplimiento de lo ordenado desde hacía más de un año: reestructuración económica y restauración política. La línea de demarcación fue de nuevo señalada, el nacional-constitucionalismo. A un lado, los partidarios de la monarquía borbónica y su régimen. Al otro, el antisistema, el caos, la anarquía. Pedro Sánchez no aceptó sin más estas condiciones y fue defenestrado por una alianza entre los medios de comunicación y una parte de su dirección política. Hay que cualificar esta alianza. Estamos hablando de medios cada vez más controlados por los poderes financieros y de la dirección de un partido anclado en los poderes y dependiente de ellos. Esto tampoco debería asombrarnos demasiado. Es una característica de la UE: el enorme poder del capital financiero y su creciente control sobre una clase política corrupta, sin raíces ni ideología. Los resultados están ahí: desmantelamiento del Estado social, devaluación de la democracia, pérdida de soberanía, crisis de la forma-partido y, más allá, de la política en sentido estricto entendida como autogobierno de las poblaciones.
En estos meses estamos viendo en la práctica un gobierno de gran coalición dirigido y organizado por Rajoy y su vicepresidenta política, Soraya Sáenz de Santamaría. No está siendo fácil. El PP es un partido muy de derechas, poco habituado a los pactos, con una tendencia permanente a mandar. Convertirse en partido de régimen será muy difícil para él. En ello andan con la sobreactuación permanente de Ciudadanos y un PSOE que intenta levantar cabeza desde lo que podríamos llamar una oposición útil, que obtiene resultados por pequeños que sean. Las dudas de Pedro Sánchez son comprensibles, su partido está sólidamente ligado a los que mandan y no se presentan a las elecciones y —es el problema real— ya no hay en él, en su interior, fuerzas capaces de regenerarlo y oponerse a un aparato despolitizado y temeroso de perder privilegios y prebendas. Tendrá que escoger entre ser minoría o montar una nueva organización. Cabe otra opción: echarse a un lado y esperar mejores tiempos.
Hay dos tareas inmediatas: la cuestión catalana y la neutralización de Podemos. Lo que más daño le ha hecho al régimen ha sido la tendencial convergencia entre cuestión social y cuestión nacional, en la perspectiva de construir un nuevo país y un nuevo Estado. Este nudo tenía y tiene que ser roto. El ejemplo vasco es paradigmático. Un acuerdo PNV-PSOE para gobernar Euskadi y negociar con Madrid. Es más, la vicepresidenta intenta pactar los presupuestos con el PNV y volver al viejo esquema del bipartidismo imperfecto, es decir, la alianza con las minorías nacionalistas. En Cataluña la cosa es más difícil porque hay que buscar interlocutores y fuerzas políticas susceptibles de construir un escenario que acompañe al proceso restaurador en el resto del Estado. La neutralización de Podemos ha avanzado mucho, muchísimo. Lo ocurrido en estas semanas ha cubierto las expectativas de las fuerzas del régimen y del tripartido convergente: ruptura del equipo dirigente, silencio sobre la política real -la que afecta a las personas y a sus gravísimos problemas- y confrontación por el poder interno. La conclusión que se intenta imponer como marco es que todo está en crisis, incluso la alternativa de renovación y el cambio democrático. Lo que se intenta transmitir: no hay esperanza, solo queda aceptar lo existente; no hay salvación en lo colectivo; la política para los que viven de ella y cada uno a lo suyo.
No hay que dejarse engañar por las apariencias. El debate está donde estaba en estos meses y donde siempre ha estado, en la política de verdad, la que define el futuro. Pero lo que se dice y nunca se verbaliza ni se publica es otra cosa, que los poderes han ganado ya y no hay margen para la ruptura democrática; que hay que dejarse de maximalismo y aceptar que en estas sociedades no son posibles los cambios sustanciales y que siempre hay que acompañar a los poderes, disputándoles sus márgenes para parecer útiles y realistas. Que un partido de masas, sólidamente enraizado en la sociedad y en el conflicto social es cosa del pasado y que ahora mandan las nuevas tecnologías y la sociedad-red. No se puede hacer mucho cuando se gobierna, casi nada. Los límites que impone la Europa alemana del euro son tan grandes que solo cabe la política de las pequeñas cosas, de gestos y de gestión hábil e inteligente de los medios. Se podría continuar. Deberíamos debatirlo en público y que las inscritas e inscritos decidan. Esa es la democracia que defendemos y proponemos.
La grandeza de Podemos y sus gentes es que en su próxima asamblea lo que dirimirá el debate real, el sustancial, será restauración o ruptura democrática; democratizar la sociedad, el Estado y el poder o ser una fuerza política más, subalterna a los que mandan y sumisa a los poderes económicos foráneos y propios; cambiar la sociedad y la política o ser cambiado por ellas. Restauración y ruptura van siempre de la mano, están —por así decirlo— en la realidad de las cosas, en las fuerzas políticas y sociales y en las cabezas de los dirigentes, siempre como posibilidad y tentación. La política de verdad no es solo análisis, propuesta, táctica; es lucidez y coraje moral, definición y decisión, punto de vista y carácter.
La paradoja es muy fuerte, fortísima. Todos son de Pablo Iglesias, desde Íñigo Errejón a Clara Serra, pasando por Eduardo Maura, Moruno y Sergio Pascual. Ternura hasta las lágrimas. En medio, una ofensiva general contra Podemos y su secretario general. Yo, menos poético, titánico y amoroso, que vengo de una tradición que no cree “ni en dioses ni en reyes ni en tribunos” apoyaré a Pablo Iglesias si sigue haciendo la política que hasta ahora ha hecho, si construye una dirección coherente con el proyecto y democratiza realmente la organización.
Pablo Iglesias en 2014: “Creo que Podemos funcionó porque hicimos exactamente lo contrario a lo que la izquierda hubiera hecho. (…) “Tenemos que echar a la derechona juntándonos todos los de izquierdas”. Yo digo: ¡No! ¡No lo conseguimos así! ¡Llevamos 30 años haciendo lo mismo para echar a la derechona y la derechona cada vez está más fuerte!… nuestros enemigos no temen a la izquierda, el poder no teme a la izquierda, está contentísimo con la izquierda. El poder teme a la gente. (…) Y la obligación de un revolucionario SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, es ganar y para ganar tienes que trabajar con los ingredientes que tienes…
Monereo en 2016: Unidos Podemos, consiguió —era lo fundamental— unir todo lo que estaba a la izquierda del PSOE
Triste que la hoja de ruta del Podemos actual sea repetir erre que erre los errores de la izquierda que con tanta insistencia denunciaba el propio Iglesias en 2014, pero nada a seguir juntándonos todas las izquierdas para echar a la derechona, ¿qué puede fallar?
Comparto en gran medida el diagnóstico, pero no su traslado irónico a la situación de Podemos. Los compañeros que citas han jugado sus cartas como facción, con frecuencia sin tener en cuenta la perspectiva del partido como conjunto. Posiblemente inauguraron una segunda fase más virulenta de la guerrita grupuscular. Pero casi lo mismo se puede decir de Pablo Iglesias, que ha utilizado sus prerrogativas de secretario general para intentar arrimar el ascua a su sardina convocando un adelanto express de algunas decisiones cruciales que correspondían a la asamblea ciudadana estatal de febrero. La cuestión es qué entiendes tú por «democratizar realmente la organización». Desde luego, a mi juicio, el populismo a la interna y la opción de sustituir los mecanismos de búsqueda de consensos por una votación marcadamente plebiscitaria es el camino inverso a la democratización y nos aboca a que en Podemos se consolide para mucho tiempo el campo de batalla que le interesa a los poderes oligárquicos. Estamos a tiempo. Por eso, querido Manolo, te conmino a que leas, firmes y difundas #ElAbrazo, en http://elabrazo.info.
Por lo que veo, hay compañer@s que siguen con la verborrea peronista. Compañer@s, ese tiempo se acabó ya. Hay que debatir y ser claros, régimen o ruptura, ya no vale llorar en los medios de Cebrián o convertir los círculos en club de fans del «populacho». Si queremos lograr el objetivo hay que construir el poder popular que sea capaz de imponerlo ya.
El sr. Moreneo afirma lo siguiente «La grandeza de Podemos y sus gentes es que en su próxima asamblea lo que dirimirá el debate real, el sustancial, será restauración o ruptura democrática; democratizar la sociedad, el Estado y el poder o ser una fuerza política más, subalterna a los que mandan y sumisa a los poderes económicos foráneos y propios; cambiar la sociedad y la política o ser cambiado por ellas.» Tan antagonicos te parecen los proyectos que se van a debatir?. A mí me parecen complementarios. Lo que tú afirmas es un relato maniqueo, en el que los «buenos» ´corresponderían al sector de Pablo Iglesias, y los que quieren acabar con Podemos y «domesticarlo» serían los de Errejón. Realmente te lo crees, o este es el relato que se va a llevar a Vistaalegre2, para simplificar el debate?. Nadie cuestiona el liderazgo de Pablo Iglesias, pero Podemos afortunadamente va más allá de él, de Errejon o de aquellos a quienes nombras. También Irene Montero, Monedero, Echenique, y tú mismo quieren mucho a Errejón, pero con ser importantes estas personas, insisto Podemos somos muchos miles de compañeras y compañeros que trabajamos día a día por conseguir un pais mejor. Pero a quienes nos sobran estos relatos, de buenos-radicales-y malos-moderados. Vamos a debatir y acordar lo que sea mejor para Podemos y para nuestro pais y a partir de ahí vamos a empujar TODOS JUNTOS en esa dirección
Durísimo análisis de Monereo. He tenido que descansar unos 5 minutos a la mitad para cobrar energía y poder continuar.
P.d. Me gustaría que alguien me recomendara una lectura sobre esa distribución de los sectores o fuerza de trabajo por países dada por la UE.
Gracias
Lo peor de todo el espectáculo dado estos días es que ha funcionado la máxima de Dario Fo en «Muerte accidental…»: Toda la mierda a flote, y los anticapitalistas, corriente auténticamente crítica y principal oposición en Vistalegre I, minimizada y silenciada ahora de cara a Vistalegre II. Que flote la mierda. Pero aquí no hay tregua, el beneficio es para el establishment, no para Podemos (si entendemos esto como algo más que un partido al uso. ¿Podemos entenderlo así?). Confluencia en crisis y alternativa movimentista al cesarismo democrático, ahogada. Y un aplauso para Errejón «el brillante».
Gracias maestro, sus artículos son imprescindibles para entender la realidad y situarse. Han conseguido muchos, retos, por ejemplo la reforma del art. 135 de la constitución que nos ha llevado a la miseria que sufrimos en este momento. No se conformaran, pedirán más y más, hasta que la gente, exhausta, saque fuerzas de la flaqueza y se rebele. Hoy por hoy hay que salvar el proyecto Podemos, es lo único que tenemos para mejorar nuestra democracia, por eso pido a las tres corrientes, que no una sino la tres, se unan y luchen en las instituciones y en las calles, eso fue lo que hizo que confiáramos en esta fuerza. Espero entren en razón porque la gente os espera y os necesita.
Contesto a José de Larra. Si, evidentemente, en Podemos hay muchos más gente trabajando de la que aparece, pero aunque sean necesarios los imprescindibles son muy pocos. A Pablo Iglesias y los fundadores no se les puede separar del proyecto, son Podemos, lo que no entiendo es que uno se separe de él y forma una corriente nueva, Errejón. Los demás grandes se mantiene juntos: Bescansa, Montero, Echenique, Monedero, Monereo, Mayoral etc. No trato de culpabilizar sino que constato una realidad. Errejón es de los importantes, pero no quiere la calle, como quedó demostrado en la manifestación contra la pobreza energética, a la que no acudió ni él ni nadie de su equipo, si lo hizo Iglesias, Urban y los cuyos. El Podemos que nos subyugó y que necesitamos es el de la calle para escuchar los problemas de la gente y que luego entra en las instituciones para resolverlos, no el acomodaticio que se conforma.
Pienso q Errejón es ficha d la derecha. No sería el primero ni el último…El arma d la derecha, HISTORIA, siempre es DIVIDIR la izquierda. Como? Infiltrando fichas allí, bien adentro…
Contesto a Maribel. Te recomendaría que leyeras lo que escribía Pablo Iglesias antes del 20 D, no había diferencia con Errejón. El peso calle-institución es complementario, no antagónico. No es nada nuevo. Desde la transición la izquierda viene trabajando en esa dirección. La diferencia es que nunca conseguimos tanto apoyo como ahora. Es fácil catalogar al que no coincide en tu posición como una corriente. Pero salvo que consideremos que es un todo homogeneo, salvo los anticapitalistas, no creo que existan en Podemos. Si seguimos en esta dinámica de caricaturizar al otro, para mejor atacarle no vamos a un Podemos unido. Deberíamos reflexionar todos sobre ello. Y por último en mi concepción de las cosas aprendidas del 15 M no hay personas grandes, ni pequeñas. Los únicos imprescindibles son los que nunca se dan por vencidos.
Lo que tu no puedes hacer es «comerle el coco» a Pablo Iglesias. Tú de lo que deberías haberle hablado a Pablo es de lo nefasto que es para una organización activa y dinámica -como la nuestra- la centralización del poder, de la misma forma que a Iñigo se le debió decir alto y claro que Podemos no nació para ser subalterno de nadie. Entre estas dos opciones tan diferenciadas nos hemos estado moviendo con éxito. Esto supone una exposición al ataque energúmeno de los títeres del poder real, que no disminuirá fortaleciéndonos hacia adentro, pero seguro que lo conseguimos si somos capaces de hacerlo hacia afuera. Y esto, significa que hemos de saber soportar con talento dialéctico las acometidas: convencer para vencer. Tenemos que dulcificar el tono con que nos dirigimos a la sociedad, aunque enseñemos los dientes a los hostigadores. No podemos contar las cosas como si en cada momento nos la estuviéramos jugando a vida o muerte. La gran coalición se ha encargado de maquillar una cruda e injusta realidad, pero el objetivo esencial al que debemos llegar es al de ser sagaces: seguir poniendo en evidencia a los títeres del poder real, a todos los niveles organizativos.
En este objetivo es en el que nos debiéramos retratar todos.
Excelente analisis!!no solo coincido sino que me gustaria que muchos lo tomen como ejemplo de analisis profundo y objetivo., para que nunca se nos olvide de donde venimos, es un pena que no se incentive el estudio de la historia, siempre dije que ahi estan todas las respuestas del hoy, tal cual como hace Ud..Un saludo.
Estaba claro desde el principio que ésto pasaría. Esto está en el ADN de Podemos.
Es coherente con la llamada a toda persona que estuviera preocupada por el rumbo de las cosas, sin pretender alineamiento político ninguno. Podemos es una organización de gente unida por las mismas preocupaciones, pero no necesariamente de gente unida por la misma idea política.
A nadie chocó en realidad, que este grado de discusión llegara. Si chocaría que de esto no se saliera bien. De hecho, salir bien de esto prueba que SI se puede hacer política de otra manera. Ese sería un golpe en la mesa.
Mirado en positivo, estamos inventando algo nuevo.
Creo que demostrar ahora que los debates no dividen a la organización, haría temblar a unos cuantos. Por otro lado renovaría la confianza de toda organización en la validez de la idea votar los asuntos. Pocos votarían si sintieran la responsabilidad de destruir Podemos.
Como no va a apoyar Monereo a Pablo Iglesias, si está en el Congreso por el?.
Desde que le vengo siguiendo al Sr Monereo me ha demostrado su capacidad de análisis desde la triste realidad de este país. Los grandes poderes económicos, con la ayuda divina de la Iglesia, que también preserva sus grandes poderes crematísticos, aquí en la tierra, siempre han utilizado el Estado para incrementar sus poderes y sus privlegios. El S-XIX fue de grandes luchas populares, sobre todo en el campo andaluz y extremeño, casi siempre, reprimidos a sangre y fuego. Pone el dedo en la llaga al denunciar la agresividad hacia una fuerza política nueva, Podemos, que, desde nació, su meta es subvertir la situación de privilegios de unos cuantos, en contra del detrimento de los derechos de la mayoría, que desde la crisis existe en Epaña
Ahora más que nunca l@s que creemos en Podemos debemos estar a las duras y las maduras, de nosotr@s depende, los poderes fácticos están con toda la maquinaria a mil y van a por todas, nosotr@s debemos también ir a por todas. Digan lo que digan, con diferencias internas o no, yo apoyo a Pablo. Pablo sigues siendo la esperanza de much@s, claro está que sin nosotr@s, la gente que apostamos por tí, las bases, lo tienes muy difícil. Arriba Pablo seguimos pudiendo??
Estimado Manolo, sabiendo de tu amistad y ascendiente político sobre estos mozalbetes, no sé cómo no les has dado un pescozón a tiempo para que dejaran de comportarse como dos adolescentes dentro de una pandilla y se acordaran de que eran dirigentes políticos que habían contraído una grave responsabilidad con los oprimidos de este país. Esperemos que el grave daño sea reparable!
Rajoy Secretario General del PP?
Soraya «Vicepresidenta política»?
Vaya rigor.
Mientras se mantenga la ficción de que cualquier alternativa pasa necesariamente por la supeditacion del resto de fuerzas contrahegemonicas del estado español a la «dirección» de la chupipandi complutense ni habrá alternativa ni saldremos del callejón sin salida en que nos han metido los delirios de grandeza del dichoso «núcleo irradiador». Si toda la «estrategia» podemita consiste en que la gente «se haga de Podemos» cuando ésta ya ha expresado (varias veces) que sencillamente NO LE DA LA GANA de que un grupito de académicos madrileños se erija por su cara bonita en «salvadores de la patria, pues apaga y vámonos… Podemos es solo una pata más de un sujeto político PLURAL y asimétrico en lo territorial (y además la pata más débil) y el mayor peligro es que se convierta en un LASTRE para el resto de fuerzas del cambio por un exceso de protagonismo
Excelente artículo, Podemos (y las confluencias) son, han sido, parte fundamental de las respuestas a la crisis, a la reestructuración del sistema. Es una simpleza extraordinaria pensar que todo esto ha sido un juego, una conspiración afortunada de media docena de la complutense. Hacer política para la mayoría social requiere pensar históricamente, detectar contradicciones, leer correctamente las correlaciones, actuar con honestidad, con lealtad, y sobre todo tener una idea clara de cual es la mayoría social, y quererla, quererla con pasion. Algo de todo esto ha fallado en la última parte de este maravilloso proceso de lucha por la ruptura democrática.
Hay tiempo todavía, pero requiere poner en primer plano la política, pensar políticamente y en términos de proceso histórico. Todo lo contrario a lo que practican en todo tipo de foros y tertulias esta nueva plaga llamados politólogos que ha conseguido empeorar a los denominados economistas.
los poderes van a ir a muerte a destruir a podemos con medios y tertulianos afines al facismo por mucho que digan hay que apoyar a unidos podemos es el unico partido que defiende a los de abajos y quiere quitar todas las ventajas de los ricos. por mucho que digan pp y psoe son lo mismo
Para Travolta: Unidos Podemos no es un partido político sino una coalición electoral de varios partidos. Este artículo no va sobre IP sino solo sobre uno de los partidos integrantes de la coalición.