Más madera: es el pacto fiscal o…

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Marta Lasalas *

De izquierda a derecha, Artur Mas, Mariano Rajoy y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, durante la cena con motivo de la reunión BCE en Barcelona. / Andreu Dalmau (Efe)

BARCELONA.– La metáfora del choque de trenes ha hecho fortuna en Cataluña. Los trenes son PP y CiU o, mejor dicho, el gobierno español y el govern de la Generalitat. El pasado viernes evocaba esta imagen un dirigente nacionalista tan poco sospechoso de veleidades independentistas como Josep Antoni Duran Lleida. El político democristiano advertía en su carta web semanal que las instituciones del Estado por un lado y la sociedad catalana por el otro avanzan como dos trenes a gran velocidad por una misma vía y en sentido contrario. Duran alertaba que el choque amenaza con provocar un descarrilamiento que perjudicará a unos y a otros, y se preguntaba quién moverá las agujas de las vías para evitarlo.

De momento, nadie muestra la más mínima intención de cambiar el gesto. Al contrario. Las posiciones se tensan a cada día que pasa. El gobierno popular no está dispuesto a ceder ni, sobre todo, a que parezca que cede. Presionar a Cataluña vende bien en el resto del Estado -esto no es victimismo catalán, es una lección que los dos principales partidos españoles tienen muy bien aprendida-. Además, los catalanes muestran esta vez el descaro de reclamar aquello que en su momento no se atrevieron a exigir, es decir, el mismo trato fiscal que Euskadi y Navarra. O dicho de otro modo, un pacto que permita que Cataluña recaude y administre sus impuestos y que acabe con el déficit fiscal que desangra su economía.

Por su parte, el PP no sólo no acepta hablar del pacto fiscal sino que ni siquiera ha satisfecho las deudas que el gobierno español tiene pendientes con Cataluña fruto de la aprobación del Estatut. De hecho, el gobierno ha penalizado a los catalanes con un contundente –y ¿provocador?- recorte del 45% de la inversión en infraestructuras, lo cual  le sitúa como el territorio más castigado por los presupuestos del Estado. A ello hay que añadir las amenazas de intervenir la Generalitat o la exhibición de los humillantes adelantos del Estado para pagar a los funcionarios que no hacen más que aumentar el sentimiento de agravio.

Los síntomas de irritación se escapan como el vapor en una olla a presión. Un ejemplo claro fue el movimiento ciudadano No volem pagar –No queremos pagar– que el puente del 1 de mayo protestaba contra los peajes de las autopistas –en Catalunya un 67% de las autopistas son de peaje frente al 4% de Madrid–. Miles de ciudadanos siguieron la convocatoria de insumisión a pesar de la amenaza de una multa. Los partidos políticos, descolocados, bascularon entre el intento de apropiarse del movimiento o la expresión de simpatía. Y es que la marea de irritación se extiende veloz a caballo de la crisis y amenaza desbordar a los partidos. Un conseller de la Generalitat reconocía en privado la semana pasada que “o nos subimos a la ola, o la ola nos superará”.

De hecho, para CiU, la estrategia de romper la relación con el PP en caso de que no se avenga a negociar el pacto fiscal no sólo es posible sino altamente rentable. No hay que olvidar que el 76% de los catalanes, incluidos votantes del PP, apoyan la propuesta. CiU sabe que puede contar con ERC en esta reivindicación y que, por tanto, tendrá la mayoría del Parlament asegurada. Incluso en el PSC, sumido aún en una profunda crisis a pesar de ser el principal partido de la oposición, se levantan voces reclamando una actitud más decidida de los diputados socialistas en este tema. Sin embargo, la preocupación de Mas no es el Parlament sino la sintonía con los ciudadanos atormentados por la crisis. El mismo president reclamó el pasado jueves en una comida con empresarios una respuesta “contundente” en la calle a favor del pacto fiscal.

El pulso está servido. Desde el día que entró en su despacho de la Generalitat, Mas dejó claro que el pacto fiscal marcaría la legislatura. Si el pacto no es posible, habrá elecciones. En este contexto, la enmienda de CiU a los presupuestos de un gobierno del PP que se muestra insensible a las reivindicaciones catalanas es casi una decisión inevitable. Igual que la defensa de todas y cada una de las competencias catalanas que el Estado pretenda invadir. Cualquier movimiento en este sentido no hace más que reforzar la posición de CiU y su president. El govern, profundamente desgastado por los recortes, puede señalar un culpable de la precariedad de sus finanzas, mientras CiU se carga de autoridad ante sus electores con la defensa a ultranza del autogobierno.

En Catalunya, el silbido de los dos trenes se escucha cada vez con más potencia. Lo sorprendente es la sordera que demuestra el gobierno español…

*Marta Lasalas es periodista.
2 Comments
  1. Pere says

    Un adelanto electoral en Cataluña sería la bomba puesto que el resultado es impredecible, por tanto dudo que Mas se la juegue.

    Tanto CiU como PP están devaluados por sus políticas recortes y ajustes.

    El PSC y ERC carecen de credibilidad. Los primeros actualmente no son alternativa de nada y ERC sigue con la crisis que provocado la atomización del secesionismo, a parte de su desprestigio en ese colectivo por su realpolitik en el tripartito.

    ICV-EUiA siempre ha ejercido de apéndice del PSC y mas allá de rascar cuatro votos a éstos no tiene mas margen de crecimiento.

    SI, DC, CUP, etc… son los independentistas de siempre que se van a repartir entre mas o menos siglas dependiendo de las coaliciones. Al final en el Parlamento sólo entraría uno, o quizás ninguno.

    C’s si revalida su último resultado pueden darse por satisfechos, tienen su electorado pero no levantan pasiones. Su estancamiento es claro.

    UPyD, con C’s de por medio y con tan poca afiliación en dicha comunidad no van a lograr nada. Quizás con suerte sacan un resultado respetable, pero siempre en la extraparlamentariedad.

    Y aquí vienen los únicos que creo que saldrían beneficiados: PxC, cuidado con estos porque podrían tener su oportunidad de colarse en el Parlamento.

    Luego hay otros partidos como el PACMA, Escaños en Blanco, etc…, que aglutinan el voto protesta contra todos los partidos anteriores excepto PxC, que también hay quien les voto sólo por «joder a los de siempre».

    La expresión no me la invento, así me lo explicó uno que los votó que no tenía ni pijotera idea de que iban, pero como molestaban al resto pues que les votaba.

  2. MJ says

    Me temo que este artículo le sirve más a CIU que a los lectores independientes. Toda respuesta puede servir a ciu como barómetro de cuál puede ser la respuesta ciudadana a unas elecciones anticipadas. Mejor haríais en hablar de la financiación de Convergència-Millet-Palau, en hacer periodismo de investigación, en explicar cómo el pacto fiscal forma parte de la agenda de los convergentes para tener a la ciudadanía de su lado, porque saben que con los recortes no ganan votos. Mejor haríais en definitiva en recordar cuál fue durante veintitantos años la política de Pujol y compañía.

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