8M
Trabajadoras del hogar: “La sociedad cree que explotar a mujeres inmigrantes está bien”
- "Si el trabajo de las remuneradas estuviera bien pagado, sería más fácil que se reconociera el cuidado gratis”, dice Carolina Elías (SEDOAC)
- “En el trabajo interno, una parte se vio obligada a quedarse en casa sin salir, porque en caso contrario hubiesen sido despedidas", explica Isabel Otxoa (ATH-ELE)
- “Están expuestas a las mayores salvajadas del capitalismo, a la trata con fines de explotación laboral, a la privación de libertad para poder trabajar”, indica Carrizo
Ya ha pasado un año desde que comenzó la pandemia y muchas de las mujeres que han estado en primera línea de la batalla contra la covid-19, al cuidado de mayores y pequeños, siguen sin ver reconocida su labor. Un trabajo que se obvia. Su vulnerabilidad ha dado lugar incluso a situaciones de maltrato. Este 8M ellas encarnan una triple discriminación: mujeres, migrantes y pobres. “La sociedad, en medio de la pandemia, sigue teniendo normalizado que explotar y abusar de las mujeres trabajadoras migrantes está bien”, sentencia Silvia Carrizo, de la asociación Malen Etxea.
Desde hace unos años han cobrado relevancia los “cuidados”, una de las batallas del movimiento feminista. Es un concepto muy amplio. “En el 8M siempre ha estado presente el eje de cuidados, pero tiene mayor carga hablar de las mujeres que cuidan de sus hijos, padres o nietos, sin obtener remuneración”, explica Carolína Elías, presidenta de Servicio Doméstico Activo (SEDOAC). “Sin embargo, si el trabajo de las remuneradas estuviera bien pagado, sería más fácil dar el paso para que se reconozca el valor del trabajo gratis que hacen otras mujeres”, concluye.
Las internas, más vulnerables ante el abuso
“Nos llegó el caso de una chica que, cuando terminó el estado de alarma, se quedó trabajando interna en la casa donde estaba. Como trabajadora esencial, podría haberse ido a su casa. Estuvo de acuerdo con quedarse los fines de semana y esperaba, simplemente, que le pagaran sus horas extra. Cuando reclamó a la hija de la persona mayor a la que cuidaba, ésta acudió encendida, diciéndole insultos como 'golfa' y 'malagradecida'. Le dio una bofetada y, no contenta con eso, la golpeó con el palo de la fregona. Ella fue a la comisaría, le tomaron la denuncia por los moratones que tenía, pero le dijeron que le iban a abrir un expediente de expulsión por no tener papeles. Se cambió de comunidad por miedo a que la expulsaran del país”, cuenta Elías.
Las asociaciones conformadas por trabajadoras o exempleadas del hogar han escuchado desde que comenzó el estado de alarma muchos testimonios de encierro y algunos de maltrato. También de extrema precariedad laboral. “En el trabajo interno, una parte se vio obligada a quedarse en casa sin salir, porque en caso contrario hubiesen sido despedidas. En el trabajo externo, a mucha gente se le suspendió el contrato; no iban a trabajar pero tampoco se les pagaba el salario”, explica Isabel Otxoa, abogada de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia (ATH-ELE).
Las internas, más vulnerables ante el abuso, son, en su inmensa mayoría, mujeres migrantes en situación irregular. A finales de 2019 y del año pasado, la Encuesta de Población Activa (EPA) recoge cerca de 600.000 empleadas del hogar. Alrededor de un tercio de ellas no cotizan a la Seguridad Social, una pista sobre el gran número de empleadas del hogar 'sin papeles'. “Hay una situación intolerable que proviene de la Ley de Extranjería. Se necesitan tres años de residencia acreditada y una oferta de trabajo (que es el contrato que le harán en la casa en la que ya lleva un tiempo) para conseguir la regularización por arraigo, la más común. Esto supone la necesidad de pagar un peaje en términos de renuncia a exigir condiciones laborales mínimas”, explica Otxoa.
Esas renuncias pasan por aceptar no salir a la calle o ver a la propia familia, por el miedo de los empleadores a que contagiasen a los mayores que cuidan. Muchas familias han sacado a sus mayores de las residencias para que sean cuidados 24 horas por empleadas del hogar. Y no les pagan lo suficiente. “Las trabajadoras del hogar están expuestas a las mayores salvajadas del capitalismo, a la trata con fines de explotación laboral. A la violencia de la privación de libertad para poder trabajar”, indica Carrizo.
Las medidas del Gobierno, insuficientes para las trabajadoras
El Gobierno decretó un subsidio extraordinario para paliar los efectos en el colectivo en la pandemia. El pasado mes confirmó, en respuesta parlamentaria, que alrededor de 38.000 empleadas del hogar habían accedido a la medida, un 10% de las que cotizan a la Seguridad Social. Por supuesto, no era una opción para las que se encontraban en situación irregular. “Nos alegramos el día que salió la noticia, pero muy pocas lo han recibido. Hay compañeras que no saben qué ha pasado con su solicitud. Además, este subsidio solo duró hasta el fin del estado de alarma, en junio. Fue un parchecito, una limosna”, añade Elías.
Y eso que las trabajadoras del hogar han estado muy expuestas al virus, sobre todo al principio de pandemia. “En todo esto, sobre todo en lo que ocurrió con las internas, tiene responsabilidad el Gobierno, que en ningún momento se dio por enterado de que había una modalidad para cuidar en casa, que no contaba con los instrumentos de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Me refiero a la información sobre cómo trabajar en una actividad que bastantes veces requiere contacto físico estrecho, la obligación de la parte empleadora de proporcionar equipos de protección individual… Se siguió como siempre, invisibilizándolas", explica Otxoa.
Este año, las organizaciones entienden que las trabajadoras del hogar tienen más complicado salir a la calle a reclamar sus derechos. Es probable que, por sus condiciones laborales y su trabajo estrecho con personas vulnerables, se queden en casa. Pero cada 8M, las trabajadoras del hogar van haciéndose más y más presentes. “Uno de los grandes logros es que se habla mucho más de empleo de hogar en los medios. Hay muchas mas investigaciones que están surgiendo sobre el tema. Eso significa presión a la Administración para que tomen medidas”, añade Elías.