Casado borra de un plumazo a aznaristas y marianistas: “Ese PP ya no existe”, aseguran sus allegados

El último giro del Caso Bárcenas y la voluntad de ex tesorero del PP de “tirar de la manta” y, según ha anunciado, colaborar con la justicia para aflorar una supuesta trama de corrupción que se arrastraría, según la versión de Luis Bárcenas, desde las épocas doradas del aznarismo, con José María Aznar al frente del Gobierno (1996-2004) hasta el año 2013 (momento en que estalló el llamado Caso Gürtel, con Mariano Rajoy al frente del PP y más tarde en el Gobierno) ha desatado las alarmas en los cuarteles generales de la madrileña calle Génova.

Pablo Casado y su entorno llevaban mucho tiempo “sin noticias de Bárcenas”, pero el ex tesorero ha decidido asomar la cabeza y amenazar a sus ex compañeros de partido en el peor momento: con la campaña de las elecciones catalanas en marcha, en la víspera del juicio por el caso del supuesto pago con dinero B de la sede del PP (por el que la justicia pide otros cinco años de prisión para Bárcenas) y con la investigación también en curso de la “Operación Kitchen”, o la presunta red de espionaje a Bárcenas, que supuestamente se financió con dinero público y se planeó y ejecutó supuestamente desde el Ministerio del Interior, durante el gobierno de Rajoy, con el fin de robar las pruebas que temían que el ex tesorero guardaba consigo y que, en un futuro, podría perjudicar al PP y/o a sus dirigentes.

Desde Génova, tras un silencio inicial que sólo rompió el senador Maroto, para atacar la credibilidad de Bárcenas y defender la honorabilidad de la actual cúpula popular, han decidido contraatacar con tres argumentos:

El primero: “Ese PP ya no existe”, dicen ahora fuentes consultadas por cuartopoder cuando se les pregunta por las acusaciones directas de Bárcenas tanto al PP de Aznar como al de Rajoy. Y añaden que ninguno de los miembros de la actual dirección popular “ha hablado nunca con delincuentes” y que a Casado “no le temblará el pulso para actuar contra cualquier militante contra el que se demuestre conductas irregulares, sea quien sea”.

El segundo:  “Bárcenas no tiene credibilidad”, aseguran mientras señalan sus cambios de versión en el pasado. Y el tercero: “La fiscalía está buscando a toda costa una versión de Bárcenas que incrimine al PP”. Inciden sobre este punto con especial interés y señalan tanto a PSOE como a Podemos, a los que acusan de “usar la Fiscalía para su beneficio electoral” y les atribuyen la intención de “asaltar la independencia judicial por interés partidista”. Señalan si tapujos en privado a la Fiscal General del Estado,  Dolores Delgado, a la que colocan al frente de una hipotética maniobra de los fiscales del caso para forzar la última confesión de Bárcenas y su anunciada voluntad de colaborar con la justicia a cambio de una rebaja de su pena. La cuestión es que, en el juicio que arranca esta semana, a Bárcenas la fiscalía le pide cinco años, mientras que cuenta en su haber con varias décadas de prisión impuestas en condenas anteriores.

Los populares consultados obvian así lo que es una práctica habitual de la administración de justicia (la consecución de acuerdos entre las partes) y le dan la categoría de maniobra política orquestada por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que habría convertido, según esa versión, en su brazo ejecutor a la Fiscal General del Estado.

Los populares aseguran que no creen una palabra de la última versión de Luis Bárcenas, pero no las tienen todas consigo sobre la posibilidad de que haya logrado conservar o elaborar algún tipo de prueba que complique la vida al PP y, en especial, a sus antiguos presidentes, Aznar y Rajoy. Si eso llega a ocurrir, ya hay quienes entienden que cuando Casado dice que no le temblara el pulso a la hora de apartar del PP a cualquiera que haya podido tener una conducta que deshonre al partido, no excluye a ninguno de los dos expresidentes. Habrá que ver y, sobre todo, escuchar los cánticos de Bárcenas, comprobar su veracidad y si Casado se ve obligado a intentar cumplir sus palabras.