El coronavirus fortalece a los partidos tradicionales

La gran crispación política que se ha acrecentado con los efectos de la covid-19 en nuestro país no parece desgastar la fortaleza electoral, ni de PSOE ni de PP. Populares y socialistas manejan estudios demoscópicos internos que les indican que sus respectivas estrategias se han visto reforzadas y recompensadas en lo que a intención de voto se refiere. Miembros del PSOE y del PP consultados por cuartopoder coinciden en afirmar una constante en sus respectivos sondeos internos: la gestión de la pandemia no supone desgaste alguno para el PSOE, que según unos y otros se mantendría o, incluso, podría mejorar levemente su intención de voto, ni tampoco para el PP, que mejora, en todo caso, su posición.

Los grandes perjudicados, siempre según los sondeos manejados por PP y PSOE, son Unidas Podemos y Vox, los extremos, en la oferta política tanto a la izquierda como a la derecha. En todo caso, la fotografía electoral sigue siendo bastante parecida a la actual, con la mayoría minoritaria del PSOE y seguido muy de cerca con el PP, pero ninguno de los dos partidos tiene opciones de organizar un gobierno con una mayoría sólida, sino con varios apoyos y varias formaciones. Si bien estos estudios tienen una utilidad relativa, fuera de un periodo estrictamente electoral, sí han provocado algunos movimientos estratégicos en ambas formaciones. Así, los populares más próximos a Pablo Casado, que creyeron que la pandemia y la gestión de la misma acabaría con el gobierno de Pedro Sánchez, reconducen ahora su estrategia hacia la gestión económica, que creen que –esta vez, sí- será la tumba política de Sánchez.

No ha tenido gran incidencia en sus sondeos señalar al Gobierno insistentemente como responsable de “la peor gestión del mundo de la pandemia”, o acusarle continuamente en su relato de haber autorizado y alentado la convocatoria de la manifestación feminista del 8M a sabiendas de que supuestamente sería un foco de contagio, por cuestiones ideológicas. Tampoco observan en sus estudios los populares que el escándalo organizado en la cúpula de la Guardia Civil, con el ministro Fernando Grande-Marlaska, esté procurando un gran rédito político, ni al PP, ni a quienes pensaron que podrían hacer tambalearse al gobierno de Sánchez.

De ahí que en los cuarteles generales de los populares hayan decidido agarrarse a la frase “es la economía, estúpido”, para virar sus cañones hacia el flanco que creen tiene más desprotegido el PSOE. No hay intención en el PP de suscribir ningún tipo de Pactos de la Moncloa ni sacar adelante una Comisión para la Reconstrucción que lleve a España, con Sánchez en el Gobierno, a cumplir con las exigencias que marca la UE para acceder a todas las ayudas posibles procedentes de las arcas europeas. La opción del PP pasa por dejar que el PSOE se ahogue en sus contradicciones y con su política de alianzas, si es que consigue sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.

En el PSOE, en cambio, la estrategia pasa por buscar la aprobación de unos presupuestos que permitan presentar a la UE la voluntad de acometer reformas y una disciplina fiscal adecuada. No son esos senderos por los que le llevan ERC ni la mayoría de los socios que conformaron la mayoría que permitió la investidura de Sánchez. Y es, precisamente por ello, por lo que en el PSOE llevan ya semanas  incorporando a su “geometría variable” los 10 votos de Ciudadanos, además de los del PNV.

En su fuero interno, buena parte de la dirección socialista sabe que los PGE saldrán adelante con esos mismos votos (Ciudadanos y PNV) o no saldrán. Para el resto de socios y aliados ocasionales, se reservan los pactos y acuerdos en materia social. Y en el entorno de Sánchez están convencidos de que tanto Unidas Podemos como otros partidos del bloque de izquierdas acabarán aceptando ese doble juego de Sánchez, porque en materia económica, como asegura un miembro de la dirección del PSOE, “son habas contadas: o presupuestos o elecciones… y nadie quiere elecciones en otoño”.