Segunda fase de la moción de censura
La moción de censura: del teorema de Mariano a las incognitas del nuevo PSOE
La segunda fase de la moción de censura dio de sí más de lo esperado. Dio cuenta de la nueva geografía de la cámara y ofreció pistas sobre las estrategias que en esta fase ensayan las fuerzas políticas fundamentales. Queda claro que el PP, con lo que está cayendo, tiene una mayoría escasa, contradictoria, pero gobernable. La novedad es el apoyo del PNV que dice muchos de las derivas de las viejas burguesías vasca y, así lo creo, catalana. La Unión Europea sigue siendo la clave de las definiciones estratégicas y marcará los grandes objetivos del bloque de poder dominante en nuestro país.
Pablo Iglesias intentó marcar el territorio desde el principio criticando a fondo a Ciudadanos y tratando con prudencia al nuevo Partido Socialista que está emergiendo. No era casualidad. El tema de Ciudadanos será un problema muy importante en las relaciones entre Unidos Podemos y el PSOE. Tampoco era preciso sobreactuar. Albert Rivera salió desde el primer momento a confrontarse con Unidos Podemos y a defender su acuerdo con el PP. Hablar de estrategia de Ciudadanos quizás sea mucho pero, si no fuera por lo dramático de la situación, podríamos decir que, en forma de caricatura, el partido de Albert Rivera expresa el tipo de relaciones históricas entre conservadores y liberales en la tradición política española. Sus grandes mentores intelectuales (Molinas, Garicano, Fedea, etc) llevan años despotricando contra el llamado “capitalismo castizo” y terminan por consolidarlo en su versión más oscura y corrupta.
La intervención del portavoz del PSOE y nuevo hombre fuerte del mismo, tiene que relacionarse necesariamente con el Congreso del Partido Socialista. En lo fundamental, se dijeron las mismas cosas y sabemos con mucha precisión que el centro de su estrategia es la relación con Unidos Podemos, desde una oposición firme y clara al Partido Popular. En esto, casi todos los medios están de acuerdo y no supone una novedad. Se puede decir que el viejo y el nuevo Pedro Sánchez coinciden, al menos en este momento. La primera idea clara y rotunda es que el PP gobierna porque lo quiso Unidos Podemos. La segunda, que Ciudadanos es un componente fundamental del cambio político en España y que hay que llegar a un acuerdo a tres bandas. Tercero, que si Unidos Podemos y Ciudadanos se siguen vetando mutuamente, no quedará otro remedio que resolverlo en las urnas en torno al PSOE.
Como se puede ver, nada nuevo. ¿Será un discurso permanente? ¿Una transición hacia una nueva etapa? Pronto lo sabremos. Hay una cuestión que no ha sido convenientemente subrayada y que, a mi juicio, tiene mucho que ver con esto que estoy analizando. Mariano Rajoy repitió en diversos momentos un silogismo que yo llamaría el “teorema de Mariano”. Viene a decir lo siguiente: Podemos es el producto de la crisis económico social que hemos padecido; si España inicia un proceso de recuperación sostenida, Podemos y Unidos Podemos irán perdiendo fuerza política y electoral. Conclusión: si a España le va bien, a Unidos Podemos le irá mal. Este teorema es de un economicismo burdo y bastante primitivo que se podría discutir desde diversos ángulos y estrategias. No es esto lo sustancial para mí. Lo definitorio, que tiene mucho que ver también con los supuestos del nuevo PSOE, es considerar que Unidos Podemos es un fenómeno coyuntural condenado a ir diluyéndose como fenómenos político relevante. Al final reaparece el núcleo duro del sistema político español y clave en cualquier proceso de restauración: el bipartidismo como modo de organizar el poder político en España.
El debate sobre el nuevo PSOE sigue abierto pero las señales que se van emitiendo no invitan a la convergencia, a la unidad y a la alternativa a la derecha y a las políticas de derecha. La idea central de que el PSOE es la izquierda; los llamamientos a las bases de Unidos Podemos, las referencias al 15M y un PSOE que recoge sus demandas y necesidades; daría la sensación de que la clave para el nuevo Partido Socialista es reducir el peso político y electoral de UP. El nuevo Sánchez practica el mismo juego que antes: polarizarse con la derecha para achicar los espacios y asfixiar a UP. Lo que no hubo y no ha habido en éste congreso es una propuesta seria de un programa para unir a las izquierdas y a las fuerzas democráticas del país. La unidad es el PSOE, la izquierda es el PSOE y los demás, algo secundario y siempre dependiendo del PSOE.
Siempre es bueno saber-el viejo Lenin nos dejo enseñanzas que no se deberían olvidar- que una cosa es lo que uno quiere hacer y otra muy diferente, lo que uno esté obligado a hacer. La política es correlación de fuerzas y hay que verla siempre dinámicamente. Cuando ahora se habla del “modelo portugués” se dice mucho o no se dice casi nada. Lo específico de éste modelo fue la audacia de un secretario general del Partido Socialista que se negó a reconocer su derrota y que hizo lo que nadie se esperaba: buscar alianzas a su izquierda, es decir, con el Bloque y con el Partido Comunista portugués. Puede parecer obvio, pero merece la pena insistir en ello: ninguna de las fuerzas de izquierda en Portugal se planteó un tipo de gobierno como al que al final se llegó; esto fue una consecuencia colateral de unos resultados electorales, de un concreta geografía parlamentaria y una determinada asunción de riesgos de una izquierda portuguesa con capacidades tácticas notables.
¿Qué significa aquí y ahora defender el Lo que no hubo y no ha habido en éste congreso es una propuesta seria de un programa para unir a las izquierdas y a las fuerzas democráticas del país para el PSOE? No defender sus logros, sus indudables éxitos y las posibilidades de ir más allá del guión establecido por la Troyka, sino el modelo de un Partido Socialista que gobierna con el apoyo externo de una izquierda sin capacidad de alternativa. Es decir, una izquierda subalterna obligada a elegir en cada momento entre una derecha pura y dura y el PSOE. Por eso se entiende muy bien el papel que Ciudadanos juega en el discurso de Pedro Sánchez. Considerar que Albert Rivera y su equipo son una fuerza progresista en este país no merece demasiado comentario y su práctica cotidiana lo evidencia. Sin embargo, ¿qué papel cumple? La equidistancia de un PSOE centrado entre Ciudadanos y Unidos Podemos lo que impide, lo que obstaculiza es una alianza veraz entre los dos grandes partidos democráticos y de izquierdas de nuestro país.
Puede haber una hipótesis: que el modelo real de Pedro Sánchez sea el de Felipe González de la Transición y de 1982. En momentos en los que hay un proceso evidente de recomposición de las fuerzas del régimen en clave de restauración, la tentación de aparecer como salvador y garantía del cambio posible frente al extremismo, no debe de ser ignorada. En cualquiera de las opciones posibles, la condición previa es siempre la misma: ocupar la izquierda, neutralizar a Unidos Podemos y, luego, ganar el centro. Creo que este fue el proyecto que defendió Pedro Sánchez desde el principio y que los poderes impidieron con una alianza muy fuerte entre los barones del partido y los grandes medios de comunicación. La partida acaba de empezar. Las dinámicas políticas y las correlaciones de fuerza juegan un papel muy relevante. ¿Y si entre Pedro Sánchez y Macrón no hubiese tantas diferencias?
El PsoE es un partido de derechas cuyos militantes creen estar en la izquierda.