Sorteo cívico: la “solución razonable” para frenar la “crisis de confianza brutal” hacia la política
- Arantxa Mendiharat y Ernesto Ganuza publican el libro 'La democracia es posible' sobre el sorteo cívico como vacuna a la crisis de confianza en la política
- “Hay una crisis de confianza brutal y hay que dar respuestas. Si no, las respuestas que se van a dar van a traducirse en menos democracia”, aseguran
- El debate del aborto en Irlanda, el Observatorio de la ciudad de Madrid o la asamblea del clima de Francia son algunos de los procesos más cercanos
Poco antes de que la crisis de la covid-19 diera un vuelco a todas las cifras, la identificación de “los políticos, los partidos y la política en general” como un problema para los españoles batió récord en el CIS de enero, situándose como segunda preocupación después del paro. El movimiento 15-M evidenció en 2011 una crisis de representación que aún no se ha logrado cerrar. Pero no basta solo con teorizar el problema, hay que buscar soluciones. Eso es lo que han hecho el sociólogo Ernesto Ganuza y la politóloga Arantxa Mendiharat con la publicación del libro La democracia es posible. Sorteo cívico y deliberación para rescatar el poder de la ciudadanía (Consonni, 2020). “Hay una crisis de confianza brutal y hay que dar respuestas. Si no, las respuestas que se van a dar van a traducirse en menos democracia”, explica la investigadora.
Mientras en Europa han crecido de manera rápida "populismos y extremismos”, en todo el mundo lo hacían de manera discreta experimentos de sorteo cívico: asambleas de ciudadanos, escogidos de manera representativa, que se reúnen para deliberar sobre alguna cuestión, escuchando a expertos e intercambiando opiniones. Después, trasladan sus conclusiones a los responsables políticos. No es utopía. Ambos expertos analizan en su libro varias experiencias cercanas, como la que permitió aprobar la ley del aborto en Irlanda en 2018. La última ha sido una asamblea ciudadana organizada el pasado junio por Francia para discutir cuestiones climáticas.
Ganuza y Mendiharat están convencidos de que es una vía para paliar “el descenso dramático de la confianza política por parte de la ciudadanía”, incluso en crisis sanitarias como la actual: “Ahora, los ciudadanos ni tenemos la información, ni sabemos qué diferentes expertos hay pensando en diferentes propuestas. ¿Qué ofrece el sorteo? Ordenar la información sanitaria”, argumenta Ganuza.
Pedimos a los investigadores que nos expliquen en siete preguntas en qué consiste exactamente el sorteo cívico que estudian en el libro y que puede ser una alternativa a explorar frente a los tecnócratas, los extremismos y los populistas.
-El sorteo cívico nació en la Grecia clásica, ¿pero cómo se aplica en el siglo XXI?
ARANTXA MENDIHARAT: Es una herramienta que se puede aplicar al sistema político tal y como existe ahora. Se basa en la igualdad entre los ciudadanos a la hora de poder tomar decisiones sobre políticas públicas y en la idea de desconcentrar el poder y que no todas las decisiones se tomen desde los cargos políticos. Concretamente, consiste en elegir por sorteo entre la ciudadanía para crear grupos más o menos grandes de personas representativas, que tendrán acceso a técnicas de deliberación. Desde las administraciones se les hace preguntas a las que tienen que responder y concluir así recomendaciones de políticas públicas.
ERNESTO GANUZA: Es un término paraguas que sirven para especificar un conjunto de iniciativas diferentes que se están haciendo actualmente. Tiene tres rasgos, tal y como ha explicado Arantxa: la selección por sorteo de los participantes, el debate y diálogo con los expertos de todo tipo, desde científicos a grupos de interés, y que la decisión se toma por mayoría cualificada.
-Han lanzado el libro en medio de una pandemia, un momento donde la ciudadanía confía más que nunca en los expertos como los científicos y los médicos. ¿Proponer en este momento que haya decisiones que pueda tomar gente al azar no es arriesgado o el sorteo cívico puede aportar también algo en crisis como esta?
"Se sabe por experiencias anteriores que la población confía mucho más cuando los ciudadanos seleccionan las medidas"
E: El sorteo cívico podría aportarlo todo. No es solo que las decisiones las tomen ciudadanos no expertos, sino el sistema que implica. Es una organización política distinta. En esta pandemia, tenemos expertos que dicen que hay que hacer unas cosas y otros expertos que dicen que hay que hacer otras cosas. Unas comunidades autónomas hacen unas cosas y otras comunidades otras. Unos Estados toman unas medidas y otros otras. Tenemos un sistema político que nos lleva al enconamiento y a las disputas estériles y lo más importante: los ciudadanos no nos enteramos de lo que realmente pasa. Ni tenemos la información de los expertos, ni sabemos qué diferentes expertos hay pensando en diferentes propuestas. ¿Qué ofrece el sorteo entonces? Nos permitiría ordenar la información sanitaria. Que vengan diferentes expertos a una asamblea ciudadana elegida por sorteo para que 100 personas les escuchen. Los diferentes grupos de interés (empresarios, autónomos, padres, madres, sanitarios, conductores de autobús…) podrían exponer sus argumentos para que esos ciudadanos puedan debatir las medidas que se consideren más adecuadas teniendo en consideración todo lo que está pasando. Al final, debatirían entre sí los ciudadanos con los mejores criterios. Esto haría que la gente tuviera información detallada sobre las decisiones políticas que se toman. Se sabe por experiencias anteriores que la población confía mucho más cuando los ciudadanos seleccionan las medidas.
A: No se trata de que ciudadanos elegidos por sorteo tomen decisiones en base a su conocimiento, en general de la mayoría de los temas sabemos nada o muy poco, sino de que accedan a información, a técnicas de deliberación y que haya un conjunto de condiciones para que se tomen las decisiones.
-Precisamente, en las últimas semanas estamos viendo una guerra política entre gobierno central y el madrileño. Los meses anteriores hemos visto incluso manifestaciones negacionistas en otros países. Una de las cosas que apuntáis en el libro es que el sorteo cívico ayuda a eliminar la polarización, ¿en qué sentido?
A: Es una asamblea de no expertos, pero también de gente diversa. El mundo está cada vez más polarizado, yéndose hacia los extremos. Eso es porque en nuestras vidas no nos juntamos con gente que piensa diferente para tener un debate informado y deliberar. Estamos en los mismos canales con personas que piensan como nosotros en las redes sociales ,pero también en espacios físicos. Estas asambleas permiten que se junte en un espacio gente con otras opiniones y formas de ver el mundo. Hay estudios que muestran que un grupo de personas diversas toma mejores decisiones que un grupo de personas homogéneo.
E: Estamos acostumbrados a que las decisiones las tomen los partidos políticos, que son homogéneos. Los integrantes de un partido político difícilmente van a ir en contra de lo que dice su líder o del argumentario que cada mañana les reparten. Sin embargo, un sorteo cívico está formado por personas de todo tipo y condición. La evidencia científica dice que es mejor que haya gente con la mayor diferencia en formas de vida y diversidad cognitiva. Así surgen más ideas, más tolerancia hacia lo que dice el otro y permite tomar mejores decisiones políticas.
A: En el libro ponemos un ejemplo muy simple. Si se junta un grupo de padres y madres que a priori están en contra de que los niños tengan deberes escolares, acabarán la discusión mucho más convencidos de que hay que eliminarlos. Sin embargo, si se juntaran con un grupo de padres y madres que piensan diferente, llegarían a posiciones intermedias.
-Desde hace más de una década, la sociedad española adolece de una crisis de representación que parece que no se consigue cerrar. Ustedes insisten en que el sorteo cívico es una respuesta “razonable” para este problema, ¿por qué?
E: Ofrece una alternativa política con más democracia y no con menos. Las alternativas que estamos viendo es que gobiernen los técnicos o los populismos. Pensamos que el sorteo cívico es razonable porque es más democrático y no menos. Llama a la razón y al debate entre diferentes, estructura espacios para ordenar la información y tiene en cuenta las diferencias que existen en la sociedad respecto a debatir los problemas. Hablamos de un debate entre gente que está más abierta, que no tiene que responder a doctrinas ni puede esperar nada de los resultados sobre la decisión política porque cuando se acabe el debate, ese ciudadano se va.
A: Confiamos en gente como nosotros. En estas asambleas, la mitad son mujeres, todas las edades están representadas igual que todos los estratos sociales y niveles de educación. Es un minipúblico mucho más cercano a lo que nosotros vemos en el día a día, con acceso a toda la información posible.
-En los últimos años ha habido ejemplos cercanos. En el libro mencionan el Observatorio de la ciudad de Madrid, ¿cómo valoran esta experiencia?
"El Observatorio de la Ciudad fue una experiencia importante porque era la primera vez que se creaba de manera permanente un órgano insertado en el sistema político"
A: Fue una experiencia importante porque era la primera vez que se creaba de manera permanente un órgano insertado en el sistema político, que tenía su rol. Fue una experiencia interesante que apenas duró. Se creó dos o tres meses antes de las elecciones. No se puede valorar el recorrido que ha tenido porque no se han dado las condiciones necesarias. En el libro también hablamos del consejo ciudadano de Otsbelgien, la región germanófona de Bélgica en la que se creó una asamblea permanente un poco diferente a la de Madrid, pero con la misma intención de institucionalizar. En esta ocasión, fue votada por todos los partidos políticos, aunque con la covid han tenido que parar sus trabajos. La primera decisión que tomó esta asamblea, antes incluso de la pandemia, fue abordar la cuestión de las condiciones de trabajo de los sanitarios.
E: Hasta ese momento, los políticos creaban una asamblea para plantear un problema, los ciudadanos debatían, había una solución y después se implementaba o no. Pero la de Madrid cambiaba el sistema político porque permitía que los ciudadanos tuvieran un órgano donde poder debatir y después, sus decisiones se llevaban directamente a referéndum por una mayoría cualificada. Eso fue lo singular. También tenía que ver con el propio Gobierno y su manera de articular la democracia digital y la deliberativa de los órganos de sorteo. Se hicieron solo tres sesiones. Nada más.
-Con las últimas convocatorias electorales, parecía que en España se cerraba el ciclo político 2011-2019 en el que hubo un boom de iniciativas ciudadanas. Sin embargo, ustedes dicen en el libro que este tipo de iniciativas cada vez son más numerosas en el mundo, ¿prevén un parón en España?
A:La OCDE publicó hace unos meses un informe donde hablaba de una ola deliberativa y creo que España no puede ser indiferente a lo que está pasando. En la asamblea ciudadana sobre el clima que se organizó en Francia este año, 150 personas fueron elegidas para responder a una pregunta concreta sobre el cambio climático y ha tenido influencia en otros países. De hecho, España anunció la creación de una asamblea ciudadana dedicada al clima. Nosotros sí pensamos que son experiencias que se irán multiplicando aquí, aunque sea de manera lenta. Si hay una demanda de la ciudadanía es más fácil que se haga. Nos parece urgente. Hay una crisis de confianza brutal y hay que dar respuestas, pero si no se hace, las respuestas que se van a dar van a ser menos democráticas.
"En el mundo, las experiencias deliberativas no las hacen solo políticos de izquierdas"
E: Esperamos que el libro despierte conciencias para que los políticos empiecen a hacer cosas. El otro día, el presidente del Bundestag, el homólogo alemán de la presidenta del Congreso en España, dijo en una declaración pública que la crisis política que vivimos es demasiado grande y que hay que hacer asambleas ciudadanas por sorteo. Nosotros estamos muy lejos de eso. Hace falta un libro como este que introduzca el tema. En el Reino Unido, por ejemplo, es muy importante el colectivo Extinction Rebellion, que insiste mucho en organizar asambleas ciudadanas por sorteo. Aquí este grupo no tiene esa prioridad y nosotros queremos despertarla. En España se han hecho muchas cosas. Se han hecho encuestas deliberativas, jurados ciudadanos, el Gobierno de Ahora Madrid hizo el Observatorio de la ciudad y sigue habiendo políticos muy sensibles a estas cuestiones en ciudades como Barcelona, Valencia y otros lugares. En el mundo, las experiencias deliberativas no las hacen solo políticos de izquierdas. En Irlanda, por ejemplo, la hicieron los partidos de centro-derecha, en Holanda también y el presidente del Bundestag no es un revolucionario. Es de sentido común, la crisis es gorda y con esta fórmula ganamos todos.
-Para terminar, otro ejemplo del que hablan en el libro: el sorteo de Irlanda, donde se tocaron temas muy sensibles como el aborto, ¿por qué les parece paradigmático?
E: Hasta ese momento, las experiencias de sorteo cívico eran muy marginales. En cambio, fue la primera experiencia con dimensiones estatales y que tocaba un tema muy controvertido en un país muy católico como es el aborto. Fue un debate prolongado y largo con expertos de las dos posiciones. Tras el proceso, se aceptó la propuesta de la asamblea y se hizo un referéndum. Fue en la línea de los debates de la asamblea ciudadana. El sorteo cívico no solo permitió tocar un tema muy difícil sino que consiguió tomar una decisión sin generar violencia. Recordemos que aquí cuando Zapatero modificó la ley del aborto se organizaron muchas manifestaciones provida. En Irlanda tras el referéndum, no hubo ninguna significativa. Eso tuvo mucho que ver con el debate prolongado.
A: Totalmente de acuerdo. En 2004 se organizó una asamblea ciudadana en la Columbia Británica en Canadá sobre la reforma electoral, era un tema mucho más difícil al que acercarse. Lo sometieron a referéndum y pusieron el límite de aprobación en el 60% para todo el Estado, pero finalmente se quedó en un 57% . Fue una experiencia interesante, pero el tema era difícil y no se aprobó por los pelos. Por eso, el de Irlanda fue especial.
E: Además, fue la primera vez que transmitieron en vivo los debates que se tenían en la asamblea. Había un canal streaming donde la gente podía conectarse y ver los debates.
A: Se transmitían solo los plenarios. Hubo sesiones plenarias y deliberaciones en pequeño grupo. Estas últimas fueron anónimas y no se tuvo acceso a lo que deliberaba cada uno. Como se ha hecho en Francia con la asamblea del clima, todas las audiciones de expertos y grupos de interés sobre la cuestión se han emitido. Es un proceso formativo que no solo le sirve a las personas sorteadas sino también para el resto de la población.
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