Vox en Usera: la derecha intenta politizar la identidad migrante asiática

Meike Guo supo del brote de Covid-19 -antes llamado coronavirus de Wuhan- cuanto estaba de visita familiar con motivo de la celebración del Año Nuevo Lunar. El 1 de febrero su preocupación seguía en aumento al ver los telediarios mientras preparaba la maleta para volver a España, país donde reside desde hace una década. Esa noche finalizaban ocho días de reencuentro con sus padres en Xuchang, una ciudad de cuatro millones de habitantes. Perteneciente a la provincia de Henan, en el centro de China, el lugar de origen de Guo se sitúa a una distancia de cuatro horas y media en coche de Wuhan, la capital de Hubei. Y lo que se suponía iba a ser una semana de tranquilidad se vio invadida por la tensión y temor. 

“La gente estaba nerviosa y no había mascarillas en las farmacias”, recuerda este joven de 28 años a cuartopoder.  De hecho, tanto Guo como sus padres se aislaron en casa por temor al contagio. “Había mucha incertidumbre porque era una enfermedad nueva”, explica. La noche antes de regresar a territorio español, Guo decidió que haría cuarentena también aquí. Antes de pisar Madrid tuvo que pasar los controles sanitarios de los aeropuertos chinos y del parisino en el que hizo escala. En España, en cambio, no hubo ninguna prueba a su llegada. 

Una vez en España, tuvo claro cómo proceder, pese a que el Ministerio de Sanidad no impone un protocolo de cuarentena salvo para los españoles repatriados de Wuhan: “Estuve encerrado una semana en un hotel y pedía comida a domicilio”, cuenta Guo a cuartopoder. Calcula que estas medidas preventivas le costaron unos 500 euros. Una actitud de prudencia que costeó con su propio dinero. A pesar de que se ha asegurado de comprobar que no contagiara a nadie, Guo admite que sigue sin estar en paz. Le inquieta el bienestar de sus padres, quienes siguen en Xuchang: “No pueden salir de casa y eso les genera angustia”. 

Vox, del dedo acusatorio a la foto en Usera

Precisamente esta cuarentena voluntaria desencadenó la atención del partido de ultraderecha de Santiago Abascal. El pasado 7 de febrero, Rocío Monasterio, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid, se reunió con varias asociaciones de la comunidad china en el distrito de Usera, conocido por ser un barrio en el que hay una fuerte presencia de migrantes asiáticos. 

“Admirable que los que han vuelto de China se han puesto voluntariamente en cuarentena por respeto al resto”, declaró Monasterio, acusada de una presunta falsificación de documentos. La política madrieña se fotografió con la comunidad china y dijo rotunda: “Todo nuestro apoyo a nuestros vecinos en estas situaciones difíciles”.

Hoy en Usera con la comunidad china. Nos preocupan los casos de discriminación que nos han contado en algunos colegios. Admirable que los que han vuelto de China se han puesto voluntariamente en cuarentena, por respeto al resto. Necesitan apoyo, no alarmismo. #Coronavirus pic.twitter.com/zGPf1z6rBG

— Rocio Monasterio (@monasterioR) February 7, 2020

El mismo día que Monasterio difundió este mensaje, Fernando Martínez Vidal, concejal de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, comentó: “Hoy en la Puerta del Sol los turistas chinos, que son los transmisores de la enfermedad, se protegían del resto con mascarillas, como si fuéramos nosotros los que comemos sopa de murciélago”. Ante el aluvión de comentarios de quienes le señalaban que era un mensaje racista, el edil finalmente optó por borrar el tuit . Sin embargo más tarde escribió: “Las aves, las vacas, los murciélagos y ahora aparece un nuevo animalito llamado pangolín, mamífero muy comestible que podría ser el transmisor del coronavirus a los humanos… Si me pierdo, que no me busquen en un chino”. Tuit que desde el 7 de febrero y en el momento en que se escribe el texto, 15  de febrero, sigue publicado.

EL PANGOLÍN
Las aves, las vacas, los murciélagos, ahora aparece un nuevo animalito llamado pangolín, mamífero muy comestible que podría ser el transmisor del coronavirus a los humanos...
Si me pierdo, que no me busquen en un chino. pic.twitter.com/iZVWX0ckly

— Fernando Martínez Vidal (@FMartinezVidal_) February 7, 2020

El representante político de Vox marca con sus palabras a los ciudadanos chinos de España como contagiados. Y hace caso omiso a que estas personas residen y trabajan a casi 9.000 kilómetros de distancia de China, contradiciendo la invitación a la calma de la Organización Mundial de Salud, que precisamente ha bautizado como Covid-19 al antes llamado coronavirus de Wuhan. Una medida que aspira a frenar la estigmatización de China. 

Los bulos de Martínez Vidal

El edil difundió además un bulo salpicado con una dosis de verdad. Esa base de verdad es que es cierto que los científicos acumulan estudios que apuntan a los murciélagos como portadores del coronavirus. Susan Weiss, experta en la materia, apunta en la revista científica ‘Scientific American’ que el SARS, el MERS y el actual Covid-19 posiblemente provengan de los quirópteros. Weiss, investigadora especializada en materia de virus, también advirtió de que en el mercado de Wuhan no se vendía esta especie, por lo que otro animal hizo de intermediario. 

La agencia china ‘Xinhua’, citando una investigación aún en curso, señala al pangolín como causante de esta nueva mutación que facilitó el salto de animal a humanos y cuyo resultado es un virus que causa infecciones respiratorias, que se manifesta con síntomas leves, como los de un constipado, o graves, como los de una neumonía. El pangolín es un mamífero cubierto de escamas que sí se vende ilegalmente en China. Se considera un producto de lujo y  popularmente se le atribuyen propiedades curativas. 

Las palabras de Martínez Vidal contienen otro bulo. La sopa de murciélago no es un plato típico de China. La grabación de una mujer comiendo este mamífero capaz de volar no es actual, sino de hace cuatro años. Y no ocurrió en China, sino en el archipiélago de Palaos. Es mas, Lonely Planet, una guía de viajes de reputación mundial, recoge el murciélago como ingrediente habitual de la gastronomía de un país formado por más 500 islas en Oceanía. 

¿Es repentino el interés político por la comunidad china?

Más allá de la contradicción de las palabras de Monasterio en Usera frente a las declaraciones de Martínez Vidal, destaca que un partido de ultraderecha que ha criminalizado otras comunidades migrantes se coloque esta vez a favor de los derechos de un colectivo que no deja de ser de origen extranjero. Lo cierto es que las siglas de Vox no son las primeras del bando ideológico de la derecha en querer vincularse a la comunidad china. 

Hace 15 años Esperanza Aguirre ya mostró deferencia por China y, por extensión, por la diáspora china en España. El 16 de enero de 2005 Aguirre anunció que el gigante asiático era el destino de su primer viaje oficial como presidenta de la Comunidad de Madrid. El objetivo era aumentar las relaciones comerciales y facilitar las adopciones de menores chinos. Por aquel entonces el país suponía el 25% del crecimiento económico mundial y estaba en el top cinco de potencias internacionales. 

En 2018, trece años después de esa visita de Aguirre, China ha disparado el dato: ya aporta el 31,5% del PIB mundial. Una tendencia alcista que mantiene año tras año desde 2009, según recoge el informe ‘China Outlook 2018’ elaborado por la consultora KPMG. De hecho en 2016 superó a Estados Unidos como país que más aporta al crecimiento mundial. Todo ello ha hecho que acapare la atención de la comunidad internacional y un cierto trato de favor, como constata la postura del PP en 2013. Ese año María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, se reunió con Wang Jiarui, ministro del Departamento Internacional del Partido Comunista de China, y se comprometió a que España no iba a intervenir en los asuntos internos del país asiático.

Aunque en este artículo se destaca el acto político de Vox, este gesto no fue aislado. Miguel Ángel Redondo, delegado del Área de Economía y político de Ciudadanos, también acudió junto a otros representantes de la Asamblea de Madrid a Usera el pasado 9 de febrero. 

¿Hacia un futuro político de la comunidad china?

Para Meike Guo este interés es lógico: “Cada vez hay más chinos con nacionalidad que son también sus votantes potenciales”. Y remata: “Formamos parte de la sociedad en la que vivimos, hacer las cosas bien no es suficiente, también hay que tener la voz”. 

Por su parte, activistas antirracistas asiáticos en España señalan que no basta un aparente apoyo a la comunidad, sino que esta actitud ha de focalizarse no solo a los ciudadanos chinos y no solo con motivo del Covid-19. Para Guo la inmersión de los vecinos chinos o asiático descendientes en el mundo político es cuestión de tiempo, “pero va a ser un proceso lento”, concluye. En Estados Unidos está el ejemplo del demócrata Andrew Yang, hijo de migrantes taiwaneses. Se postuló como candidato a presidente en 2017. A lo largo de tres años defendió un ingreso básico universal y legalizar la marihuana. Finalmente, y pese a sorprender por su creciente popularidad, abandonó la carrera presidencial por falta de apoyos en febrero.

En España en cuanto a políticos asiáticos esta Chen Xiangwai, fichado por Vox, y defensor del franquismo. Más habitual es que haya nombres latinos y afrodescendientes. Y así, si Vox cuenta con el camerunés Beltran Ndongo, que plantea discursos antimigratorios, el contrapeso ideológico lo da la española de origen guineano Rita Bosaho, nombrada directora de Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del actual Gobierno.