Franco despide desde el aire el monumento que le ha homenajeado durante 44 años

Actualización a las 18.00 horas

Los restos de Francisco Franco han abandonado en helicóptero el conjunto monumental que le ha cobijado y homenajeado durante 44 años junto a más de 33.000 cadáveres. El traslado del féretro del dictador en helicóptero acaba con "la anomalía histórica", según la ONU, del mausoleo dedicado al dictador. Sin embargo, aún queda un largo camino para reparar a las víctimas de la dictadura.

Sobre las 9 de la mañana han aparecido, en dos tandas, los tres furgones que llevaban a los 22 familiares de Franco autorizados a acercarse a la exhumación. Pasadas las 10.30 han empezado los trabajos para levantar la pesada losa de 1.500 kilos, un trabajo que se ha producido "sin incidencias", según Moncloa. Los técnicos han trabajado en presencia de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, además de Félix Bolaños y Antonio Hidalgo (Ministerio de la Presidencia).

Tan solo dos familiares han podido entrar en la basílica, María del Mar Martínez-Bordiú y Cristóbal Martínez-Bordiú. A mediodía, cuatro de los familiares han portado el féretro hasta la explanada, donde se encontraba el helicóptero, entre gritos de "viva Franco" y "viva España". Los restos se han mantenido en el féretro original de 1975 por decisión de la familia, aunque presentaba daños provocados por el paso del tiempo.

Por vía aérea, el féretro con los restos del dictador ha sido desplazado hasta Mingorrubio, a unos 55 kilómetros del Cuelgamuros. Allí se han concentrado unos pocos cientos de manifestantes seguidores de Franco y ha habido alguna que otra sorpresa: en el lugar ha aparecido Antonio Tejero, el militar condenado por el intento de golpe de Estado del 23-F de 1981, que tiene 87 años. Aunque ha sido recibido con vítores y aplausos, la Policía le ha impedido traspasar el cordón de seguridad.

Después ha celebrado una misa oficiada tanto por el prior de la basílica del Valle, Santiago Cantera, como el sacerdote Ramón Tejero, hijo del militar golpista del 23-F. El prior ha sido uno de los principales obstáculos que ha encontrado el Gobierno durante todo el proceso para exhumar al dictador que se ha extendido durante más de un año, hasta que el Tribunal Supremo rechazó los recursos interpuestos por la familia y dio luz verde al traslado. Cantera realizó una última denuncia el lunes a la Guardia Civil y la Delegación del Gobierno por acceso indebido a la basílica y también interpuso una queja a la jerarquía eclesiástica.

Finalmente el dictador ha sido reinhumado en el panteón familiar, junto a los restos de su esposa, Carmen Polo. En el marco de una ceremonia "íntima", según el Gobierno, a la familia se le ha permitido usar simbología franquista. Aquí el nieto del dictador, Francis Franco, que portaba una bandera preconstitucional, que se les ha prohibido a la salida del Valle de los Caídos. Franco ha criticado que el Gobierno no permitiera la entrada de periodistas en la basílica esta mañana y  ha denunciado un trato "vejatorio", según ha informado La Sexta.

Exhumación en una jornada gélida

Con una temperatura de 4°C y sin lluvia amanecía en el Valle de El Escorial. Desde los últimos momentos de la madrugada unos 200 periodistas, muchos extranjeros, que se han acreditado para informar sobre la exhumación de Franco en Cuelgamuros. La inmensa mayoría solo ha podido seguir la cobertura desde la puerta de salida, a unos 6 kilómetros de la basílica donde descansaban los restos del dictador. El frío al que estaban sometidos y la escasa capacidad para seguir el evento desde un punto tan alejado del lugar ha provocado las quejas de muchos de ellos.

La exhumación ha transcurrido en calma, pero al otro lado de la puerta de la salida del Valle de los Caídos, donde se había establecido un control de la Guardia Civil, han llegado tanto una veintena de simpatizantes del dictador y algunos curiosos. Varias pancartas rezaban “Franco vive”, “Sánchez desocupa, deja a Franco en paz" y "Estado dictatorial". Sus portadores se han resistido a la recomendación de la Guardia Civil, que les ha pedido –sin llegar a ordenarles- que plegaran los carteles. Hasta allí se había acercado Pilar Gutiérrez, líder del grupo ultraconservador Movimiento por España y otros seguidores del dictador, entre ellos Javier, quien ha venido desde Valladolid para manifestar su descontento o dos chicas que portaban la bandera preconstitucional con el Águila de San Juan. Muchos tildaban de "ilegal" la medida de retirar los restos del dictador de la basílica del Valle de los Caídos del , a pesar de que es una decisión avalada por los tres poderes --Ejecutivo, Legislativo y Judicial--, además de una recomendación de organismos internacionales.

No se han producido enfrentamientos entre las autoridades y los manifestantes, que han gritado "viva Franco" cuando los familiares del dictador abandonaban el Valle. Como anécdota de este lado de la crónica, dos ultras que pretendían protestar con bengalas desde un risco han sido detenidos por la Guardia Civil y posteriormente trasladados a un centro médico de El Escorial tras evidentes signos de hipotermia.

También se han acercado al perímetro de seguridad del Valle varios curiosos que se acercaban para llevarse su particular recuerdo de este “momento histórico”. Hiromi, una joven estadounidense que venía acompañada de dos amigos –uno irlandés y el otro inglés-- se ha acercado hasta allí por mera curiosidad sobre la exhumación de un dictador que, según ella misma cuenta, es una figura que su país desconoce. “Es difícil tener una opinión sin tener familiares a los que esto les afecte directamente", ha apuntado a cuartopoder.es.

El dictador ya no descansará junto a sus víctimas ni tampoco junto a los restos José Antonio Primo de Rivera, que todavía permanecen en la basílica del Valle y que el Gobierno en ningún momento se ha planteado trasladar a otro lugar. El Valle de los Caídos es una obra monumental que comenzó tras la Guerra Civil y que se alargó durante 18 años. Los presos republicanos fueron obligados a construir este monumento a las víctimas que se convirtió en un lugar de peregrinación fascista. Allí todavía descansan, contra la voluntad de sus familias, víctimas republicanas y también varios hombres que combatieron en el bando franquista, extraídos de las tumbas para engrosar un mito. Víctimas y expertos piden recuperar los restos de sus familiares y resignificar el Valle para convertirlo en un lugar de memoria de la barbarie.