El pesimismo del Gobierno aleja la aprobación de los presupuestos
El Gobierno no ha parado de decir en los últimos días que intentaría aprobar los Presupuestos Generales del Estado hasta el último minuto. Sin embargo, los discursos de este miércoles llevan notas de canto de cisne. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, encargada de defender las cuentas en el Congreso ha optado por los reproches (y no por la seducción) a los partidos catalanes. La portavoz del grupo socialista en el Congreso, Adriana Lastra, ha reforzado esta idea en su comparecencia posterior, afirmando que "cree" que los independentistas votarán a favor de las enmiendas a la totalidad. Incluso, asegurando que la propuesta política que el PSOE ha defendido y explicado a los españoles en la negociación de las cuentas "va a seguir siéndolo en el futuro".
La mañana del debate ha sido ocupada en su totalidad por el discurso de la ministra de Hacienda, que ha apostado por un alegato con una fuerte carga política, dejando la defensa de los números en un segundo plano. Las palabras de Montero evidenciaban pesimismo: "Todo indica que el independentismo votará en contra de unos presupuestos sociales para Cataluña y la derecha unos presupuestos sociales buenos para España", argumentaba.
La andaluza disparó contra todos en la tribuna. Primero, contra unas derechas que han sumido a España en una "escalada de crispación" en los últimos días, pero también contra dos partidos independentistas (PDeCAT y ERC) que pidieron "lo imposible": el derecho a la autodeterminación y que el Ejecutivo "atente contra la división de poderes". La ministra ha renunciado a seducir y ha optado por palabras duras: "El Gobierno no va a ceder al chantaje de nadie". De hecho, ha reconocido que la coincidencia del inicio del debate de las cuentas con el comienzo del juicio del Procés ha "dificultando el debate serio y reflexivo que se requiere". Solo ha tenido palabras de agradecimiento para Unidos Podemos.
La segunda parte del discurso de la ministra se ha centrado en lo social, recordando los años de recortes del Gobierno de Rajoy y sus "políticas injustas que cargaron todo el peso del esfuerzo en las clases trabajadoras".
De hecho, si la aprobación de los presupuestos se frusta servirán como credencial de los socialistas para las futuras generales. Por ello, la ministra ha insistido en que las cuentas cerrarían tres brechas (social, generacional y de género) y permitirían "reactivar el ascensor social" que paró el PP durante la crisis, en la que "una parte importante de la clase media ha bajado un escalón".
Lastra ya habla de futuro
El discurso ha dado dos pistas de una futura precampaña: el intento de distanciarse de los partidos independentistas para recolocar al PSOE en la línea constitucionalista y una fuerte apuesta por la igualdad en todos sus frentes.
La comparecencia de la vicesecretaria Adriana Lastra para valorar el discurso de la ministra reforzó la idea de derrota: "Poner sobre la mesa un supuesto derecho de determinación no es una negociación, es un veto a los presupuestos generales", decía sobre las exigencias de los partidos independentistas para retirar sus enmiendas a la totalidad.
Lastra no ha querido hablar de fechas para un posible adelanto electoral y ha recordado que solo le compete al presidente convocar los comicios. En esta negociación de presupuestos, el PSOE ya le ha explicado cuál es su propuesta política "y va a seguir siéndolo en el futuro", según Lastra. Eso sí, hasta la votación del miércoles nada está perdido. Giros más bruscos de guion han visto los españoles durante esta legislatura.
A día de hoy, el principal enemigo de los presupuestos no es Puigdemont sino este Estado de
Desecho donde los fascistas y corruptos campan a sus anchas y la represión institucional tiene
«patente de corso» a todos los niveles. En esas estamos, de momento, viendo cómo va la cosa e
intentando definir al personaje de Sanchez. Con una previa obligada: en este proceloso momento,
nadie puede ser su mejor versión, porque los tiempos obligan a mucha precipitación y poca
estrategia. Pero incluso con la previa, lo cierto es que Sánchez ya lleva unas cuantas
decisiones estéticas que tienen de propaganda lo que no tienen de verdad. Empezando por la
«fake new» de su cacareado “diálogo” con Catalunya, un titular que ha arrastrado por todos los
micrófonos, tan vacío de contenido como repleto de zafiedad. Es evidente que Sánchez no es lo
mismo que los líderes de la Reconquista, en plena fase de voracidad anticatalana, pero también
lo es que no ha mostrado ni un solo síntoma de querer encarar el conflicto catalán con
inteligencia política. Su versión del diálogo ha sido como el de Rajoy, pero con el maquillaje
tan propio del socialismo. Y con Borrell cual caballo desbocado. A partir de aquí, la estética
ha ido ganado posiciones: unos presupuestos imposibles que sabe que no aprobará, pero le darán
puntos en el carnet progre; un viaje por México hablando del exilio, él que preside la
vergüenza de tener exiliados catalanes; o un acto de la ministra Delgado con la nieta de
Companys donde le han “restituido” la “plena dignidad” al president fusilado, pero sin anular
la vergonzosa sentencia, hecha por un tribunal fascista, que lo condenó a muerte. Todo es con
la puntita, mucho «make up», mucho bótox, y poca verdad auténtica. A la m. con la Injusticia
española prevaricadora, títere de los fascistas y corruptos, vergüenza de Europa. Si me pegan,
me divorcio. Som República !!*!!