“Se nota, se siente, Pablo presidente”, de una derecha sin complejos que despide al marianismo
- El PP, escorado a la derecha, tiene mucho más difícil si cabe establecer pactos con otras fuerzas políticas en el arco parlamentario, así como en varios parlamentos autonómicos
Lecturas hay para todos los gustos, pero lo cierto es que Pablo Casado, el ya presidente del PP se alzaba ayer con una victoria contundente frente a la ex vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Fueron 1701 (57,2%) votos para Casado, frente a 1250 para Santamaría (42%). Si ella había ido en cabeza desde el pistoletazo de salida para la carrera por la sucesión de Mariano Rajoy, él fue ganando espacio y adeptos, algunos procedentes del “antisorayismo” y otros, como también ocurrió ayer, seducidos por su discurso.
Ella leyó un discurso de gestión, él hizo un mitin encendido; ella contaba con los votos apalabrados previamente y él emocionó a los suyos, a un partido que llegaba en horas bajas y de capa caída a la cita congresual y que necesitaba una buena dosis de moral y de orgullo de ser del PP y de derechas, sin complejos.
Un miembro de la dirección saliente, alineado con Soraya Sáenz de Santamaría hacía el último recuento poco antes de empezar la jornada con los discursos “Hasta ayer- señalaba esta fuente- vamos 200 votos por delante”. Pero otro sorayista confeso, aunque no partícipe en la organización de su campaña, que había escuchado con interés el comentario anterior de su compañero, matizaba a cuartopoder.es en cuanto concluyeron los discursos: “si los que han comprometido el voto cumplen su palabra, gana Soraya, si no, gana Pablo”.
Pablo Casado rescató el debate de la Ley del Aborto y volvió a mostrarse partidario de volver a la Ley de Supuestos, de 1985; manifestó su no rotundo a la eutanasia y su voluntad de reformar la Ley Electoral, para deleite de los presentes en el plenario, que le interrumpían continuamente con gritos de '¡Presidente, Presidente!' y ovaciones cerradas; habló de la defensa de la unidad de España y dijo lo que la parroquia allí congregada mayoritariamente quería escuchar.
Pablo Casado ha dado un giro a la derecha en su discurso (hasta hace bien poco defendía, como responsable de comunicación del partido lo que Rajoy y Sáenz de Santamaría hacían en el gobierno) porque en el PP quieren ir a la derecha y él así lo ha entendido; porque los compromisarios reunidos ayer vibraron con su discurso y los más cafeteros incluso creyeron que tenían delante al mejor líder de la derecha en décadas o, como decía una alcaldesa de Aragón, “porque la gente no tiene palabra”. Ella se confesaba con este diario y decía “yo he votado a la que va a perder” y al preguntarle por qué estaba tan segura afirmaba tener contrastado entre sus compañeros que “la gente no tiene palabra”.
A partir de mañana toca “integrar”, según dijo el propio Casado, pero eso no va a ser fácil ni mucho menos. Él ha conseguido reunir en su seno a todos lo que han dicho basta al marianismo, con cariño en la despedida de su líder, pero adiós y gracias. ¡A otra cosa! Soraya era ayer la continuidad del marianismo. La “otra cosa” es Pablo Casado.
Y a él le van a empezar a juzgar dentro de poco: si hay adelanto electoral en Andalucía, su líder y el “aparato” son sorayistas reconocidos. Juan Manuel Moreno y su equipo no parten con buenos augurios demoscópicos para esos comicios, pero Pablo Casado tendrá que ir a batirse el cobre a Andalucía como el que más y asumir, por tanto, como propio el resultado. Habrá que ver si ese 40% que no votó por él ayer le pasa o no factura, de confirmarse las predicciones electorales. Hay que ver si el PP hace una piña en apoyo de su nuevo presidente o si le esperan a la vuelta de la esquina, para ponerle una zancadilla detrás de otra.
De momento, Casado ha demostrado valentía, por no desfallecer frente al presunto “caballo ganador”, pero pronto los suyos le van a exigir resultados. Y el PP, escorado a la derecha, tiene mucho más difícil si cabe establecer pactos con otras fuerzas políticas en el arco parlamentario, así como en varios parlamentos autonómicos. Su enemigo electoral será el PSOE, pero la mayoría de los votos se los disputará con los Ciudadanos de Albert Rivera. No lo tiene fácil Casado en su ambición de aunar a todo lo que está en la derecha política del PSOE, como tampoco le va a ser fácil llegar al Palacio de la Moncloa algún día, pero él y su equipo están convencidos de que la única manera de conseguirlo es con su renovado y rescatado discurso de otros líderes del pasado del PP, con el recuerdo como telón de fondo de José María Aznar, quien por cierto cuando tuvo mayoría absoluta no cambió la Ley del Aborto que había aprobado el gobierno de su antecesor, el socialista Felipe González, como tampoco Rajoy cambió la Ley de Plazos aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero ayer, los más cafeteros gritaban “se nota, se siente, Pablo presidente”, antes incluso de proclamado el resultado de la votación y soñaban con verle cumplir, desde el Palacio de la Moncloa, todas sus promesas. A ellos Pablo Casado les ha devuelto la ilusión. Está por ver si es capaz de cumplir lo prometido.
Ciertamente no es ninguna notícia que Casado defendiera la linea dura del Partido
Podrido, porque su historial de despropósitos contra cualquier reivindicación
catalana, es tan estridente como alocada e incluye desde comparativas con nazis y
terroristas hasta la defensa de la España blindada a cualquier tentativa plural.
Aseguró que ilegalizaría a los partidos independentistas, que habría aplicado el
155 mucho antes y que se quedó corta la intervención, porque había que intervenir
TV3. De negociaciones con Cataluña, reformas constitucionales o nuevos Estatuts,
ni hablar, porque los independentistas son bestias hambrientas que nunca tendrán
bastante y hay que mostrarse inflexible con sus peticiones. Lejos de contemplar
un proceso regenerador del Partido Podrido, que saque la polilla a las viejas
ideas reaccionarias y abra la mente a los hechos identitarios, ninguna de las
canditaturas presentó sintomas de una mínima apertura y modernidad. La presidencia
del Partido Podrido se jugó en el campo catalán y no salieron del inmovilismo
retrógrado, anclado en la época de Franco. Sólo faltaba la aparición de un partido
como C’s. Fachas, situado en el extremo del Partido Podrido en la cuestón española,
para acabar de radicalizar el relato sobre Cataluña. No hay ninguna capacidad del
españolismo para mostrarse más abierto, más tolerante y menos irredento, ni tampoco
parece que el «contra Cataluña» deje de ser la gran urna de votos de las ideas
reaccionarias. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!
Que un fulano de tal Ppartido con 1.701 votos adquiera una verborrea aniquiladora de los derechos humanos… ¿ cuanta tirania más hay que aguantar ?. Los responsables de tal engendro, debieran estar entre rejas y muy gordas, tan gordas como nos lo están haciendo pasar a las personas decentes… unos impresentables que mienten hasta con la cifra de militantes; de aquellos 900.000… votan 2.951 !!. Estos seran los que se habrán beneficiado y querrán seguir haciendolo. Cuando toque devolver el saqueo a las arcas … seguro que se han borrado todos… ¡ Que miedo !.