Pablo Iglesias gasta traje de estadista
Jugaba en casa. La Morada de Podemos en Madrid estaba abarrotada. “Sí se puede, sí se puede”, coreaba el público, entregado, cuando el secretario general, Pablo Iglesias, llegó y se dirigía al escenario. Flanqueado por buenas amistades, las compañías de debate que le rodeaban en el escenario: Manolo Monereo, María Eugenia Rodríguez Palop, Sofía Castañón y el autor del libro que se presentaba, La variante populista, lucha de clases en el neoliberalismo, Carlo Formenti.
El Instituto 25M había organizado el acto. El espacio llamaba, por un lado, a la agitación, quizás un mitin, quizás era un buen momento para calentar a la militancia e insuflar ilusión y energía por parte del líder. “Sí se puede”, la mecha estaba preparada, sólo había que encenderla para que se hubiera convertido en una fiesta. Por otro lado, el momento llamaba al debate elevado, sosegado, a la teoría y dialéctica, a la confrontación de conceptos abstractos cocinados, aprehendidos en las universidades.
“Voy a tener agujetas de pensar”, bromeó Iglesias, comparando la reciente sesión de control parlamentaria al Gobierno con el nivel intelectual de las intervenciones de quienes le habían precedido en el acto: populismo, lucha de clases, post socialismo, feminismo, la conjugación de estas variantes, los conflictos que surgían entre ellas, la polémica. Jugaba en casa, decíamos, pero no entró al trapo, se mantuvo firme.
Iglesias bajó el debate de lo abstracto a lo concreto, pisó y saboreó la tierra, la realidad: Arganzuela, Madrid, capital de España, mayo de 2018. Se mostró preocupado: la praxis política, responsabilidad de estado. Adoptó el rol de quien es alternativa de gobierno. Un Iglesias maduro, que se puso el traje de estadista, ese que luce desde hace meses, el rostro serio y relajado, la tonalidad de voz grave, contundente, mantenida, el ritmo pausado: "Hace cinco años, si hubiéramos tenido el mismo debate, podríamos haber propuesto respuestas radicales y quedar satisfechos con nuestras propuestas y soluciones”.
Iglesias el profesor, el politólogo, el entrevistador de Otra Vuelta de Tuerka no tenía ganas de ser el protagonista. Tampoco el agitador, el tertuliano televisivo de antaño, el que respondía a Rajoy desde un teatro tras un Debate sobre el Estado de la Nación, cuando Podemos todavía no se había sentado en el escaño. Estos dos perfiles, decíamos, se echaron a un lado, desaparecieron entre bambalinas. Hablaba el Iglesias presidenciable, el que juega a ser jefe de la oposición, con permiso del desaparecido PSOE y de un Rivera-Guadiana, ora mete caña a Rajoy, ora sustenta en la Corte al palmero de Cifuentes.
En el pasado, en un debate como este, advertía, habría sido “displicente con las fuerzas progresistas de gobierno”, con el PSOE. Pero, ahora, el momento ha cambiado. “Ahora el marrón lo tenemos nosotros, dentro de dos años nos podemos ver en la tesitura de gobernar y de no gobernar solos; de gobernar con un socio de gobierno que nos va a poner la zancadilla permanentemente”. Ofrece la mano al PSOE, desconfía de quien hace dos años negociaba en secreto con Ciudadanos para formar gobierno y dejaba en un segundo plato a las izquierdas. Pedro Sánchez.
“Nos vemos en la tesitura de gobernar comunidades autónomas con socios con los que no pensamos igual, de gobernar ayuntamientos con enormes dificultades internas y hacia afuera”. La experiencia, la madurez, ya han pasado tres años desde que los bastones de mando están en manos de Carmena, Colau, Santisteve, Ferreiro, Noriega, Kichi… “En España, la posibilidad de un gobierno a nivel estatal del PSOE y Unidos Podemos necesitará de un reconocimiento mutuo, somos dos fuerzas con resultados electorales cercanos y se acabó la época de que gobierne una sola formación política en este país”, advirtió, invitando al PSOE a que gire el timón y lleve a cabo ese reconocimiento.
Y es que la relación con el PSOE ha sido una tensión constante en Podemos, desde la crítica mordaz que amenazaba con el sorpasso, desde la chulería de nombrar ministros en una rueda de prensa de un gobierno que nunca fue, hasta la actual “competición virtuosa” que ahora propone Íñigo Errejón. Iglesias, decíamos, ahora ofrece la mano al PSOE, desconfía al mismo tiempo. “Eso lo tenemos claro –aseguraba Iglesias, con respecto a que para gobernar tendrá que entenderse con los socialistas-- y nos gustaría que ellos lo empezaran también a tener claro”. Es la única forma de ser alternativa al PP y Ciudadanos en España, vino a decir, tras comprobar cómo encuesta tras encuesta este país, este solar que decía Valle Inclán, se tiñe de naranja.
Espacio para el profesor, también, se le escapó: “Estamos en un mundo post socialista, de fracaso de la izquierda”. Y, por ello: “Las constituciones de posguerra son revolucionarias hoy, pues reconocían la soberanía nacional”. Esas constituciones están bien como programa político, pero, ¿cómo se concreta en la praxis de Estado que es a lo que se enfrenta uno cuando gana las elecciones? “Somos un partido y nos tenemos que plantear esto”, repitió, más de una vez, durante el acto del pasado jueves en La Morada.
“Gobernar es enormemente complicado”. “Tienes que gobernar teniendo en cuenta un reparto de competencias muy complejo”. “Implica capacidad de dirección de estado y diseñar estrategias que serán contradictorias en muchas ocasiones, que no permiten que un programa político sea totalmente coherente”. La correlación de fuerzas que hace que un gobierno tome una dirección u otra, que el programa político se convierta en unos objetivos a los que, en muchas ocasiones, es imposible llegar. A veces se gana, otras veces hay que ceder.
Puso ejemplos de ello, Iglesias. El primero, Italia. “El primer gobierno populista de Europa”. Las fuerzas que se mostraban muy críticas con la Unión Europea, predice Iglesias que “no saldrán del euro ni de la Unión en el corto plazo”. “Diseñaron un sistema electoral para aislar a los partidos antieuropeos y al final quedan fuera el Partido Democrático y Forza Italia”. “Ahora los antieuropeos tienen que tomar decisiones en este aspecto, ¿qué van a hacer?”. Otro ejemplo: Syriza.
“El calvo de la moto, que iba a humillar a los dominadores de la UE y a los 4 o 5 meses tuvo que dimitir”, recordaba Iglesias, con respecto a Varoufakis. “Los dominadores de la Unión habían sido capaces de humillar a un gobierno que no tenía atributos soberanos suficientes para enfrenarse a la troika”, añadía, reflejando que gobernar no es sólo ganar unas elecciones. Otro ejemplo: los gobiernos de izquierdas de América Latina. “Sistemas presidencialistas, ganan las elecciones, forman una asamblea constituyente, reforman la constitución… Pero no se puede sustituir el sistema de importaciones y convertir los recursos naturales propios para la economía productiva”.
Más ejemplos: “Estamos de acuerdo en que la feminización de la fuerza de trabajo ha convertido al movimiento feminista en la vanguardia de los movimientos sociales en España y que eso se ha concretado en una huelga general histórica y en una movilización histórica frente a una sentencia judicial”. “¿Eso cómo se traduce en políticas públicas? Es enormemente complicado, pues implica la negociación con muchísimos actores”, se cuestionaba Iglesias. La difícil relación entre la plaza y el palacio, la institucionalidad y su impermeabilidad a ciertas derivas sociales. “Tenemos que articular relaciones conflictivas con movimientos sociales y movimientos populares”, reflexionaba.
La correlación de fuerzas es lo imprescindible para el diseño de la praxis política, esta idea la repetía Iglesias, una y otra vez, como advirtiendo de los límites, como alejando la idea de que gobernar es soñar, hacer posible lo imposible. "El diseño de las estrategias y las prácticas de intervención política jamás pueden eludir la correlación de fuerzas existentes y eso implica poner en suspenso todos nuestros diagnósticos", afirmaba, como con cierta resignación, añadiendo: "Siempre hay que negociar en un contexto de correlaciones de fuerzas difíciles y cambiantes, lo que redefine por completo la praxis de los actores políticos".
Este es problema fundamental, para el líder de Podemos, de los partidos de izquierdas con sus facciones más izquierdistas. "¿Cómo hacemos compatible el diagnóstico que hacemos de la realidad con estrategias de gobierno y negociación con diferentes tipos de actores?", proponía al auditorio esta cuestión. Y lanzaba otra reflexión: "Tenemos la responsabilidad de estar en los mandos del espacio europeo de la izquierda más importante junto a Francia Insumisa". Responsabilidad: lo que exige a Podemos, a Unidos Podemos a "lidiar con correlaciones de fuerza que hacen que los análisis más sofisticados tengan problemas para concretarse en una praxis política".
Responsabilidad, se sabe con posibilidades de gobernar en un futuro. Podemos ha madurado. Iglesias ha envejecido. Aunque sigue vistiendo camisas a cuadros, ya se ha probado el traje de estadista. "Ni media tontería", habló claro a la interna. El adversario está fuera, y viste de azul y cada vez más de naranja. El Iglesias de la moción de censura a Rajoy es el que persiste. Lejos queda aquel que creyó que "el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto". Los gritos y el excesivo deseo de protagonismo del pasado le han pasado factura, si bien en su momento hicieron que los focos se fijaran en él. Sigue obteniendo una puntuación muy baja en la valoración de líderes del CIS (2,77). Puede que el tono grave y mantenido de la voz, sin gallos, hayan tenido algo que ver en que sea el único de los cuatro principales líderes que mejoró la nota en el barómetro.
Las notas del CIS no importan. El politico coherente beneficia al partido y las ideas de sus corrientes internas. Es el secretario pero no un impostor, mandan bastantes más otros actores; al no ser un clasico partido, la valoración tambien se debe de ajustar. Así, como que sea el peor valorado. Preguntar a personas que votan formaciones derechas, ultras y moderadamente sociales… ¡ Yo te doy el resultado !. Pregunta en la Casa Morada y podrás comprobar los resultados de los otros. Vamos que la gente quiere un Rajoy antes que un Iglesias. En un charco de País, una violación no puede ser tal cosa porque un juez de esos que pone el PP y apoya C´S dice lo que piensa el CIS… ¡ Iglesias sin gobernar, que malo !.
La inteligencia si se tiene, puede dosificarse… El que no tiene… Apoya a Rajoy, o C´S. Al PsoE no se le critica por pura humanidad. Aunque es verdad que no son de fiar; ahora toca demostrarlo.
Sato, lo del traje igual tiene su injundia, como lo de las encuestas… Otros se quitaron el traje y la corbata, por que Iglesias marcó tendencia… O ¿ no ?.
Primero llegar y luego trabajar para todos los demas aunque no te hayan votado. Podemos, hace lo que dice y dice loque hace; otros son malas copias y cuando no falsarios sociales, vende trabajadores, violadores Constitucionales y aplicadores de: Cadenas Perpetuas Revisables. .. Osea que el CIS, sirve para apuntalar el regimen y que nada cambie.
Podemos y su lider Pablo Iglesias, tienen más apoyos que los supuestamente reflejan sus precocinádos. ¡ El habito, no hace al monje, Sato !.
Pues si lo que persiste es el Pablo Iglesias Turrión (PIT) de la moción de censura a Rajoy y lejos el PIT que creyó que el cielo se toma por asalto y no por consenso, queda por ver dónde está el PIT que dé la voz a la gente solicitando, con los flamantes 71 escaños de UP, referendos al modo helvético acerca de nuestra forma de estado, nuestras relaciones exteriores, la financiación de la sanidad y la enseñanza públicas, la desprivatización de empresas sistémicas (agua, electricidad, gas, transportes, telefonía, …). En fin, es broma. PIT, con su postureo permanente, conjuga el verbo estar muchísimo más que el verbo hacer. Con PIT, la Gran Manipuladora Vaticana (GMV) y el Gran Depredador Norteamericano (GDN) pueden estar tranquilos y satisfechos pues España seguirá siendo controlada por ambos, como llevan haciendo conjuntamente en este país desde 1953: GDN en los asuntos políticos, económicos y militares y GMV en la Administración del Estado (casi el 40% de los jueces, ministros y altos cargos de la Administración de Estado son miembros de una secta ultracatólica a la que sólo pertenecen el 0,1% de los españoles).
Lo que dijo de Syriza y Varufakis (a quien llama «el calvo de la moto» en una muestra palmaria de respeto) es de puta pena. Y se va a ver cuando vuelva a haber elecciones en Grecia: me juego algo a que subirá, y mucho, el nazismo de Amanecer Dorado, que cada vez está más envalentonado y con más apoyos (véanse los ataques a los refugiados). Esto es lo que traerá la claudicación de Syriza que Iglesias considera una táctica genial, incluso una estrategia.