Un relato de los CDR que no te cuentan en televisión

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Bloqueo de la estación de Sants, Barcelona, convocada por los CDR el pasado 27 de marzo. / EFE

El viernes 29 de septiembre del 2017, niñas y niños salían de los colegios de Catalunya y se despedían de sus colegas de pupitres hasta el lunes siguiente. Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, padres y madres habían organizado un sinfín de actividades que tendrían lugar durante esa misma tarde y noche y el día siguiente en los colegios. Jornadas culturales, deportivas y de convivencia, proyecciones de películas, comidas comunitarias… Gente que haría noche en las aulas y pasillos con un único fin: mantener los colegios abiertos, concurridos de gente, hasta el domingo 1 de octubre, cuando la ciudadanía catalana estaba llamada a votar en el famoso referéndum catalán.

El sábado 30 de septiembre, en la Plaça de la Vila del barcelonés barrio de Gràcia, varias personas se reunían en torno a un punto informativo. En él, había un cuadrante en el que se recopilaban las necesidades de los colegios del distrito que al día siguiente, el famoso 1-O, mutarían convirtiéndose en colegios electorales. Era el nacimiento de los CDR, por aquel entonces Comités de Defensa del Referéndum que, más adelante, cambiarían la nomenclatura por Comités de Defensa de la República. Gente mayor, joven, de distintas ideologías concurrían en el punto informativo y se ofrecían a colaborar para que la consulta siguiera adelante. Ayer, 1 de abril, los CDR levantaban los peajes de las autopistas catalanas en la operación retorno de la Semana Santa. ¿Qué ha pasado en estos colectivos durante estos 6 meses?

Hoy los CDR se han convertido en la punta de lanza del movimiento independentista, una vez que el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, y el anterior líder de la ANC, Jordi Sánchez, están en prisión preventiva acusados de delitos de rebelión y sedición y que la Justicia española ha puesto el ojo sobre estas organizaciones y todas sus actividades. Los registros que han tenido lugar en más de una ocasión en sus sedes hace que mucha gente especule con una posible y futura ilegalización de las dos entidades sociales más importantes de Catalunya. Frente a ello, más de 270 CDR han surgido ya en toda Catalunya.

Proseguimos en cuartopoder.es la conversación con los periodistas de La Directa, Jesús Rodríguez, Laia Altarriba, directora del Diari Jornada y Sergi Picazo de El Crític, quienes ya nos analizaban los seis meses, el medio año, transcurrido desde el 1-O. Hoy nos hablan sobre los CDR, precisamente cuando estos comités están en el punto de mira policial y judicial y cuando en muchos medios de comunicación se intenta construir un relato que les vincule con la violencia. ¿Son los CDR violentos? ¿Cómo surgen y se organizan? ¿Tienen vínculos con partidos políticos y otras organizaciones sociales en Catalunya? También contamos con testimonios de activistas de los propios CDR que prefieren mantenerse en el anonimato.

Los orígenes de los CDR

La directora del Diari Jornada echa la vista atrás y vuelve a los orígenes de los CDR: “Se organizaron antes del referéndum para conseguir efectuar la votación. Ya existían las urnas y el sistema informático, lo cual había sido facilitado por el Govern, pero era necesaria una gran implicación ciudadana y los CDR se constituían llamando a ocupar los colegios electorales”.  “La gente pasó aquel fin de semana encerrada en los colegios, conociendo a los vecinos y eso crea una fortaleza muy grande en la organización de base que se mantiene hasta hoy”, añade Altarriba. Los CDR tomaron el nombre de Cuba, de los Comités de Defensa de la Revolución.

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Manifestantes en el bloqueo de la estación ferroviara barcelonesa de la semana pasada. / EFE

“Son los que hacen posible el referéndum”, asegura también, por su parte, Picazo. “La ANC, los días previos al 1-O, pedía que la gente se pusiera, a partir de las 8 de la mañana del domingo, en filas con las papeletas imprimidas desde casa”, relata el periodista de El Crític, añadiendo: “Si venía la policía y actuaba contra gente que sólo quería votar, se conseguiría la foto que demostraría que el Estado español actuaba como un Estado demofóbico, pero la ANC no pedía que se ocuparan los colegios electorales durante todo el fin de semana, eso fue cosa de los CDR”. Así, “en cada pueblo y en cada barrio se comienzan a organizar” estos comités, “casi de manera espontánea, fuera del Govern y la ANC y esa es la clave de que estuvieran abiertos los colegios el 1-O”, recuerda Picazo.

Dos días después del referéndum, el 3 de octubre, numerosas organizaciones llaman a la huelga general contra la represión policial vivida en Catalunya aquel domingo de octubre. La Generalitat y los principales sindicatos, así como la ANC y Òmnium Cultural, llaman, por su parte, a un paro de país. El 8 de noviembre, una nueva huelga general se celebra en Catalunya convocada por el sindicato minoritario Intersindical-CSC para protestar por el encarcelamiento de Cuixart y Sánchez y de algunos exconsellers. En ambas jornadas de huelga los CDR tienen una gran importancia.

Según el propio Picazo “son los responsables de que la huelga de octubre fuera un éxito”. “También son importantes en la del 8 de noviembre, allí ya se llaman Comités de Defensa de la República -que se había declarado el 27 de octubre- y van adquiriendo protagonismo, pues los líderes de la ANC y Òmnium ya estaban en prisión y estas organizaciones muy vigiladas”, añade este periodista. “Los CDR, en la huelga de noviembre, huelga que en el ámbito laboral no tiene un gran seguimiento, consiguieron parar las principales vías del país”, considera Altarriba.

Pluralidad dentro de los CDR

Aunque en estos comités existen unos vínculos sociales con el entorno de la izquierda independentista, en el que se encuentra la CUP, Arran y otras organizaciones políticas, sociales y sindicales, los CDR apelan a un espectro mucho mayor que este. Gente de los movimientos sociales en general, más allá del ámbito independentista, que está en contra de la represión del Estado llevada a cabo estos meses contra el soberanismo catalán, también participa en los CDR. Del mismo modo, simpatizantes de ERC y del PDeCat, activistas de la ANC y Òmnium Cultural y de las izquierdas catalanas en general participan en sus acciones.

“Pueden estar más vinculados a la izquierda independentista más clásica, pero yo no diría que están vinculados a la CUP. En los que yo conozco participa gente muy diversa, gente mayor de la ANC, gente de movimientos sociales alternativos que no está vinculada al independentismo pero que está a favor de una república y del referéndum…”, describe Sergi Picazo, añadiendo: “Dependiendo de la naturaleza de las acciones te encuentras a un perfil de gente u otro, si hay que cortar una carretera, por ejemplo, se suele ver más a los jóvenes”.

En la misma línea, se expresa Jesús Rodríguez: “Dentro de los CDR, la pluralidad que hay llama la atención. La gente que vivió el 1-O en la calle junta está en los CDR, hay presencia de la CUP, pero también de ERC y del PDeCat”. “Hay imágenes muy curiosas: la gente de Can Vies y la gente de la Plataforma en contra de Can Vies estaban en la misma manifestación el otro día en la estación de Sants”, añade este periodista de La Directa.

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Cargas policiales durante una protesta de los CDR. / EFE

“Esa imagen se da en muchos lugares, gente que hace cuatro años estaba radicalmente enfrentada por diversas razones, hoy, por la situación de excepcionalidad, están conjuntamente en las calles”, prosigue Rodríguez, que cuenta cómo se ve “a gente pidiendo la libertad de Jordi Turull que estaba implicada en el Aturem el Parlament del 15M, habiendo sido Turull uno de los políticos más beligerantes contra esta acción”.

Hablamos de esto también con un joven activista de los CDR de Barcelona que prefiere mantenerse en el anonimato. Según cuenta a este medio, la persecución policial es una constante. "No pertenecemos a ningún partido, puede participar gente de cualquier partido a título individual, evidentemente la CUP tiene simpatías por nuestra forma de hacer, pero no existen vínculos como organizaciones", explica, añadiendo: “Hay mucha gente de ANC y Òmnium a título individual, en algunos municipios se puede dar que se trabaje en algunos casos conjuntamente con las asambleas locales de la ANC, pero las formas de funcionar son totalmente distintas”. “Estas dos entidades se han desmovilizado por sus cálculos antirrepresivos, pero los CDR no piensan renunciar a la desobediencia como medio de lucha contra la represión”, prosigue.

¿Cómo se organizan los CDR?

Estos comités se organizan de forma asamblearia y se estructuran horizontalmente. Este activista lo explica así: “Se organizan de forma horizontal, con rotatividad, autonomía y en el ámbito local, principalmente. La mayor soberanía se encuentra en las asambleas locales y estas se coordinan entre sí”. “Además, tendemos lazos con diferentes movimientos sociales, por lo que los CDR pueden generar una base para un futuro proceso constituyente desde abajo, actuamos como contrapoder, huyendo de la institución y del electoralismo, promovemos el empoderamiento y la organización popular”, continúa.

Sergi Picazo, de El Crític, comenta sobre esto: “Los CDR no tienen estructura ni organigrama ni ninguna dirección a la que puedan reprimir. Son importantes en el ámbito de los movimientos sociales catalanes, con los que trabajan en red”. En la misma línea, describe Rodríguez, de La Directa: “Los CDR no tienen naturaleza jurídica y la represión no les puede afectar de manera estructural. Puede haber detenciones de activistas, pero no se pueden ilegalizar. Ilegalizar los CDR es como ilegalizar la sociedad”.

“La ANC y Òmnium tienen una presión represiva muy fuerte. Les están vigilando las cuentas, tienen a sus dirigentes encarcelados, la amenaza de ilegalización es constante. Supongo que eso tiene un impacto en qué haces y convocas”, prosigue Rodríguez, añadiendo: “Vemos escenas como la de un guardia civil en la sede de Òmnium advirtiendo de que vayan con cuidado, que les puede pasar lo mismo que a Cuixart”. “Los CDR son muy difíciles de reprimir por esas vías”, comenta.

Los CDR son asamblearios y su organización parte de las asambleas locales o de barrios, los cuales transmiten sus informaciones a través de una coordinadora que recoge la actividad de los distintos territorios. A pesar de la naturaleza asamblearia y horizontal de los CDR, la Guardia Civil elaboró un informe para el Tribunal Supremo que fue filtrado a El Confidencial el pasado 20 de marzo. En él se señalaba cómo líderes de estos comités a una serie de personas. Desde este movimiento niegan que tengan líderes, su forma de organización descentralizada es de abajo a arriba.

Rubén Wagensberg, diputado de ERC en el Parlament; David Fernández y Antonio Baños, exdiputados de la CUP; Jordi Armandans, director de la fundación Fundipau; la filósofa Marina Garcés; Pepe Beúnza y Martí Olivella, miembros del consejo asesor del Instituto Internacional por la Acción no Violenta (Novact); Marcel Mauri, portavoz de Òmnium Cultural. Estos son algunos de los nombres que aparecían como supuestos cabecillas de estos comités en ese informe de la Guardia Civil. Desde los CDR se desmiente totalmente esta afirmación y aseguran que su organización es horizontal. La mayoría de estas personas participaron en una rueda de prensa de En Peu de Pau, colectivo que impulsa el activismo no-violento en Catalunya.

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Levantamiento de peajes por los CDR ayer en la AP7. / CDR Oficial (Twitter)

La prestigiosa organización internacional por la noviolencia, Novact responde a esa información en un comunicado denunciando un “proceso de criminalización de activistas defensoras y defensoras de los derechos humanos”. Desde el Centro Delàs de Estudios por la Paz también respondieron asegurando que ese informe policial supone una “arbitrariedad y un abuso absoluto". "Nos autoinculparemos como culpables de contribuir a educar a la sociedad catalana en la desobediencia civil no-violenta para la transformación de los conflictos”, aseguraban, en caso de que se persiga al activismo no violento.

¿CDR y violencia?

Durante las últimas semanas, los grandes medios de comunicación españoles tachan a los CDR como un movimiento violento, mientras que los activistas de los mismos aseguran, precisamente, que su forma de lucha es la no-violencia activa. Ha habido algunos hechos aislados en algunas manifestaciones y acciones de protesta convocados por estos comités que podrían ser considerados de violencia. Frente a esto, hemos visto cómo en los últimos meses la extrema derecha españolista ha generado diferentes episodios violentos en Catalunya con una gran impunidad y cómo la violencia más repetida ha sido, precisamente, la ejercida por la Policía Nacional y la Guardia Civil durante el 1-O y por los Mossos en jornadas más recientes.

“Los CDR optan por acciones más fuertes, pero son acciones clásicas del movimiento obrero y sindical, como cortes de carreteras, bloqueos… Algunos medios hablan de violencia, pero no dejan de hacer lo que ha hecho toda la vida el movimiento obrero”, reflexiona Picazo, que prosigue: “Los van a intentar asimilar a la violencia, pero no apuestan para nada por ella, apuestan por la resistencia y desobediencia civil pacífica, claro que puede haber algún momento puntual de violencia, pero no es generalizable”.

El periodista de La Directa, por su parte, considera: “Hay un incremento de la crispación en el independentismo, la afirmación de que se han acabado las sonrisas no sólo viene de los CDR, el cabreo es general, se va a ir más allá de hacer manifestaciones y colgar lazos amarillos”. “La línea general de actuación son los bloqueos o los cortes de carreteras, pero relacionar que eso es violencia no se corresponde con la realidad”, añade Rodríguez, que explica: “La línea general es incrementar el grado de presión porque estamos en una situación de excepcionalidad, llevar al país a una situación de bloqueo para que la comunidad internacional y los medios de comunicación pongan el foco y forzar al Gobierno español, pero que eso lleve a un escenario de confrontación tipo kale borroka, no lo creo”.

Picazo vuelve a tomar la palabra: “Van a criminalizarlos, como han hecho con muchos movimientos sociales que han sido más combativos, el hándicap que tienen es que están muy atomizados, cada CDR deciden sus acciones propias, son acciones sorpresa”. Hablamos con otro activista de un CDR barcelonés que tampoco quiere que aparezca su nombre: “Los CDR no somos violentos, de hecho profesamos la no-violencia y la desobediencia ante situaciones que consideramos injustas; creemos en la resistencia pacífica y en la no-violencia activa, pero esto no es lo mismo que la pasividad”.

Nos quieren atribuir violencia, pero quien pone la violencia es el Estado, frente a la que los CDR oponemos resistencia activa no-violenta”, añade este activista, que ejemplifica esta afirmación: “Hemos visto furgonas policiales a toda velocidad entre manifestantes con riesgo de atropellos mortales, hemos sufrido más de 150 agresiones policiales en tres días”. “La gente puso contenedores para frenar a las furgonas y dar tiempo a que la gente se protegiera, aunque luego el titular fuera que hubieron cuatro contenedores quemados”, añade.

“Cerrar la AP7 durante 12 horas supuso que una patronal alemana y grandes empresas de transportes francesas, hicieran comunicados, estas acciones tienen repercusiones económicas”, explica Rodríguez. “Que miles de camiones que vienen a recoger productos queden bloqueados tiene repercusiones, tiene un impacto real en la economía y en los medios internacionales, mientras unos enfrentamientos en el Eixample no tiene impacto”, añade el periodista de La Directa, concluyendo: “No creo que se vaya a un escenario de confrontación, ni que interese un escenario de violencia”.

Evolución de los CDR

Como hemos visto, los CDR nacieron al calor de la consulta del 1-O. Se consagraron en las huelgas catalanas del 3 de octubre y el 8 de noviembre. Después su ritmo de actuación bajó, fue un tiempo convulso en el que las instituciones tomaron un mayor protagonismo y la confrontación se llevó al terreno de juego de los partidos. Así lo explica Laia Altarriba, del Diari Jornada: “Con la convocatoria de las elecciones del 21-D, los CDR se quedan desactivados, la política institucional asume el protagonismo”. Y prosigue: “Se empiezan a hacer preguntas. ¿Hacia dónde vamos? ¿Dónde nos situamos? ¿Qué podemos hacer? Van persistiendo y las últimas detenciones hacen que vuelvan a salir a la calle con fuerza.

Uno de los activistas consultados por este medio hace un recuento de sus principales acciones: “El 8N paramos el país, el 23 de febrero nos concentramos ante el TSJC, el 25 dimos una buena bienvenida al rey, los días 23, 25 y 27 de marzo respondimos a los encarcelamientos y exilios en la Delegación del Gobierno en Barcelona y en cortes por todo el territorio, ayer levantamos los peajes de las autopistas…”. “Los CDR son una escuela de lucha, en clave de empoderamiento, desobediencia y lucha social”, resume. “Se ha mantenido la movilización cuando las fuerzas flaqueaban y la represión se agudizaba, los CDR han sido una muestra de dignidad rebelde y ejercen como contrapoder, tanto para el independentismo hegemónico como, evidentemente, contra el poder del Estado español”, concluye.

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