21-D / Un recorrido por las calles para ver como vive la ciudadanía la campaña electoral

Paseo preelectoral por Barcelona

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Mitin central de la campaña de los comunes el pasado sábado en Nou Barris, Barcelona. / Catalunya En Comú Podem

BARCELONA.- Hay un tópico que se repite mucho en las últimas semanas: fractura social en Catalunya. Sin embargo, un paseo por las calles de Barcelona rompe cualquier argumento favorable a dicha afirmación. No es así, ni siquiera en los momentos de máxima tensión política y social, el 1-O con las cargas policiales o el 27-O cuando en Barcelona se proclamaba unilateralmente la independencia y en Madrid se votaba a favor de la intervención de la autonomía aplicando el artículo 155 de la Constitución, ha ocurrido algo similar. Cuando faltan dos días para que se abran los colegios electorales, mientras los partidos cruzan mensajes en actos electorales y los candidatos intentan llegar al gran número de indecisos todavía, en torno al medio millón de votantes, salimos a las calles de Barcelona, damos un paseo y charlamos con algunas de las personas que nos encontramos. ¿Cómo viven estos días preelectorales?

Empezamos nuestro recorrido en Badalona, en el barrio de Llefià, alejado del centro de este municipio y colindante con Santa Coloma de Gramanet, próximo al río Besòs. En este barrio obrero, llama la atención la elevada cantidad de banderas de España que nos encontramos en los balcones. Emilia y Federico, 73 y 79 años respectivamente, viven cerca de la Avenida de Sant Mori en la que estamos. Ella tiene origen extremeño, él, de la provincia de Palencia. Ella votará al PSC, como siempre ha hecho. Él quiere que Inés Arrimadas sea la próxima presidenta de la Generalitat, votará a Ciudadanos. "A mí lo de la independencia me parece un error, yo soy español y catalán, y he vivido muchos años, casi 40, en Catalunya, para que no ganen los independentistas hay que votar a Ciudadanos, me sabe mal no votar en esta ocasión a los socialistas, pero es así", dice Federico. Emilia, por su parte, asegura: "Yo soy socialista, me moriré votando socialista".

El expansionismo público del españolismo es un fenómeno nuevo en Catalunya, veremos cómo se traduce eso electoralmente

Las banderas españolas lucen relucientes, muchas de ellas empezaron a habitar en los balcones a partir del 8 de octubre, cuando Societat Civil Catalana congregó a miles de personas en el centro de Barcelona en favor de la unidad de España. Nunca antes una manifestación españolista había reunido a tanta gente. Mucha gente se desplazó desde otros lugares de España, es cierto, como también lo es que los medios españoles inflaron las cifras de participantes, un millón titulaba 'El País', sin embargo, en comparación con la superficie que copó la manifestación independentista del 11-S, cuando muchos medios cifraban también la participación en un millón, era visiblemente menor. A pesar de esto, nadie puede negar que la movilización de las últimas semanas en contra del independentismo no tiene precedentes. En contraste con las españolas, muchas esteladas en los balcones de Barcelona están descoloridas, llevan más tiempo aireándose. El expansionismo público del españolismo es un fenómeno nuevo en Catalunya, veremos cómo se traduce eso electoralmente.

Dejamos Badalona y bajamos en la parada de metro de Llucmajor, en Nou Barris, el distrito más pobre de Barcelona. Mucha población inmigrante proveniente del extranjero. Barrio obrero en el que las reivindicaciones del movimiento vecinal durante décadas se fueron traduciendo en mejoras del inmobiliario urbano y de los servicios municipales. Aún así, hoy la media de renta familiar en este distrito es de 7.000 euros. La media de la ciudad de Barcelona es de 19.000 euros. En el barrio más rico, Pedralbes, la media familiar es de 46.000 euros. En la plaza mayor de Nou Barris, el pasado sábado celebraba un mitin Catalunya En Comú Podem en el que participaban, además de la alcaldesa Ada Colau, el cabeza de lista Xavier Domènech y otras personas de la lista, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el coordinador federal de IU, Alberto Garzón.

“Vivimos una crisis económica brutal. No podemos perder más tiempo con el tema de la independencia sí o no”, dice Mariano

Mariano, 37 años, estuvo en ese mitin. "Creo que es necesario que los comunes tengan buena presencia en el Parlament, son los únicos que se alejan del discurso nacional para centrarse en lo social, estamos viviendo una crisis económica brutal y no podemos perder más tiempo con el tema de la independencia sí o no", dice. Mariano participó activamente en el 1-O. "Yo estuve en el colegio todo el fin de semana y el domingo voté y me quedé hasta el final por si venía la policía a llevarse las urnas", explica, añadiendo: "Después fui a las reuniones del CDR (Comité de Defensa del Referéndum, primero, de la República, después), participé en las dos huelgas y creo firmemente en el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero en este momento creo que es importante buscar acuerdos en la sociedad, no profundizar más en la división y por ello votaré a los comunes".

A Pedralbes nos dirigimos. Grandes chalets, consulados, urbanizaciones amuralladas con altos setos que evitan que podamos observar las piscinas en los jardines. Muchas mujeres salen de trabajar a media tarde, probablemente sean trabajadoras del hogar. Intentamos hablar con algunas de ellas, pero sobre política no quieren dar su opinión. Mayte se para. 35 años. "Yo no voy a votar, no tengo claro este tema de la independencia", sigue andando. Un matrimonio dentro de un coche de gama alta parado en un semáforo. Bajan la ventanilla: "Al PP", responden. Luz verde, arrancan y se van.

Llegamos al barrio de Gràcia, dicen que es el barrio más independentista de Barcelona. En la plaza de John Lenon el CDR del barrio ha colocado en las farolas una multitud de lazos amarillos, símbolo de apoyo a los presos políticos Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. En la plaza del Raspall hay un bar en el que se reúnen habitualmente simpatizantes de la izquierda independentista, preguntamos, desde la acera de enfrente, a un grupo que fuma en la puerta, votan a la CUP, no hay sorpresas. Prosigo a la Plaça de la Vila.

Pere, 65 años y votante de JxCat, y Rosa, 62 y simpatizante de ERC de tercera generación, pasean a su perro, ambos lucen en el pecho el lazo amarillo

En ella se encuentra el único campanario no religioso de Catalunya, construido en 1864. Ya es de noche, hace frío. Un matrimonio pasea a su perro, un caniche enano y blanco que lleva un abrigo de esos que se les ponen a los perros con el estampado de una falda escocesa. Él, Pere, 65 años, procede de Olot, aunque ha vivido en Barcelona desde hace más de 30 años, es votante de JxCat. "Puigdemont es el president legítimo de Catalunya y quiero que lo siga siendo". Ella, Rosa, 62 años, es de Lleida y vota a ERC. También ha vivido unas tres décadas en la capital catalana. "Siempre he sido republicana, como mi madre, votaré a ERC, aunque más que por la independencia, para defender Catalunya del autoritarismo del PP, que saquen a los presos de la cárcel y después hablamos de política". Ambos llevan un lazo amarillo colgado del abrigo, a la altura del pecho.

Volvemos al metro, bajamos en el centro, en Plaça de Catalunya. Cogemos la calle Portal del Àngel. Está a rebosar, a pesar del frío. Músicos interpretan villancicos. Villancicos que se cuelan en el sonido ambiente provenientes del interior de los comercios. Vocecitas estridentes: "Belén, pastores de Belén...". Aquí parece que no hay elecciones el jueves, ni que haya habido una declaración de independencia, ni que haya sido intervenida la Generalitat, ni la gente parece recordar las imágenes de la violencia policial del 1-O, ni las grandes manifestaciones en favor o en contra de la independencia, ni... Aquí sólo parece que es Navidad. Es Navidad y por ello la gente compra. Porque es Navidad.

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