En la salud, en la enfermedad…y en la ignorancia

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ignorancia. Cristina Federica de Borbón y Grecia y su esposo, Iñaki Urdangarín, en una imagen de archivo
Cristina Federica de Borbón y Grecia y su esposo, Iñaki Urdangarín, en una imagen de archivo. / Efe

Cuando Cristina Federica de Borbón y Grecia se casó el 4 de octubre de 1997 en la catedral de Barcelona con el jugador de balonmano y medallista olímpico Iñaki Urdangarin Liebaert, no sólo se entregó a él en la salud y en la enfermedad sino --a la vista de lo que establece la sentencia de la Audiencia de Palma, que absuelve a la hija del rey emérito y condena a seis años y tres meses de cárcel a su yerno--, también en la ignorancia.

La sentencia del caso Nóos considera probado que tanto la infanta Cristina como Ana María Tejeiro, esposa de Diego Torres, el profesor y socio de Urdangarin en el Instituto sin ánimo de lucro  Nóos, “desconocían la existencia de los ilícitos penales” que cometieron sus respectivos maridos y, “consecuentemente, no participaron en su ejecución”. Ajenas, por tanto, a las actividades delictivas a las que se dedicaban sus esposos, el tribunal únicamente les obliga a devolver el dinero ilícito del que disfrutaron, al exonerarles por la vía penal y considerar únicamente su responsabilidad civil a título lucrativo.

A la infanta Cristina, además, la sentencia le sale a devolver. En diciembre de 2014 consignó como fianza los 587.413,58 euros que le exigía devolver la Fiscalía para reparar el daño causado, y el tribunal limita a 265.088,44 euros los gastos familiares que cargó a la tarjeta de crédito de Aizoon, la empresa ficticia a la que Urdangarin desvió parte de los fondos obtenidos con la actividad del Instituto Nóos. A esa sociedad sin actividad ninguna, en la que queda probado que figuraban como trabajadores el jardinero y las empleadas de hogar de Urdangarin y su secretaria, se cargó el pago de 72 muebles de lujo, entre ellos dos sofás por valor de 10.143 euros, diez sillas de piel de 9.550 euros, un mueble-bar por 6.298 o dos cortinas de estilo japonés de 5.580 euros.

De esta manera, un tribunal formado por tres mujeres --las magistradas Samantha Romero, Eleonor Moyà y Rocío Martín--  avala la tesis de que la esposa de Urdangarin no tenía ni idea de los chanchullos que realizaba su marido para hinchar contratos públicos, adjudicárselos a dedo saltándose la normativa de contratación y desviar finalmente los fondos, que disfrutaban ambos, a sociedades ficticias mediante un entramado de facturas falsas y sociedades pantalla en paraísos fiscales.

Ante los tribunales, pues, funciona lo de “hacerse la infanta”, actitud que Cristina de Borbón elevó a la máxima potencia en la declaración como imputada que protagonizó el 8 de febrero de 2014. A las preguntas del juez instructor del caso, José Castro, del fiscal Anticorrupción Pedro Horrach y del resto de partes personadas en el procedimiento contestó con un total de 579 evasivas, como se recogía en la transcripción de su declaración: 412 “no lo sé”, 82 “no lo recuerdo”, 58 “lo desconozco”, siete “no me consta”, siete “no lo sabía” y un “no tenía conocimiento”. El juez José Castro, tratando de disimular su enfado, lo resumió el viernes pasado en conversación con el diario El Mundo: “El tribunal ha dado por bueno que la infanta era una mujer florero”.

Buena noticia, por tanto, para las otras esposas o exesposas de acusados que se han hecho las infantas ante los tribunales con la esperanza de que ellas también sean absueltas. La exministra de Sanidad Ana Mato aseguró durante el juicio por la primera época de actividades de la trama Gürtel que no sabía cuánto ganaba su entonces marido, el exalcalde de Pozuelo Jesús Sepúlveda, y que éste nunca le rindió cuentas por los coches que iba acumulando en el garaje de la casa familiar: primero fue un Range Rover, después un Jaguar y más tarde otro Range Rover, siempre de gama ascendente en relación con el anterior. Según su versión, ella pagaba el colegio de los niños, la luz y el agua, porque él daba frente a otros cargos que, casualmente, siempre le salían gratis por su amistad con Francisco Correa. Así, las empresas de la Gürtel decoraron el jardín del chalé de los Sepúlveda-Mato como si fuera el de Alicia en el País de las Maravillas con motivo de un cumpleaños familiar, pagaron el catering de una comunión o sufragaron un viaje a Eurodisney para que, por gentileza de Don Vito, toda la familia conociera al ratón Mickey.

Otra infanta que está de enhorabuena es Rosalía Iglesias, la mujer de Luis Bárcenas, que aseguró ante el mismo tribunal que nunca supo que su marido tenía cuentas en Suiza, a pesar de haberle acompañado en varias visitas a dos bancos de Ginebra, y que  siempre firmaba donde él le decía. Eso cuando firmaba porque, en el caso de las declaraciones de Hacienda, dejaba que el extesorero del Partido Popular le hiciera “un churro” o “un garabato”, en barcenesca definición, para imitar su firma.

En este mar de esposas ignorantes que inunda la crónica de tribunales sólo una se ha salido del patrón: Teresa Gabarra, mujer del exconsejero de Deportes de la Comunidad de Madrid Alberto López Viejo. Lejos de hacerse pasar por otra infanta, Gabarra le dijo a los tres magistrados del tribunal de la Gürtel que su marido no hacía nada sin que ella lo supiese y que, cuando le conoció, él con 32 años y ella con 40, su patrimonio triplicaba el que el delfín de Esperanza Aguirre había conseguido reunir durante toda su carrera política. Y añadió que fue ella la que puso a nombre de su marido el dinero en Suiza que la Fiscalía Anticorrupción atribuye al cobro de comisiones ilegales. Una excepción que confirma la regla de las mujeres que, más en la riqueza que en la pobreza, prometieron a sus maridos permanecer ignorantes todos los días de su vida.

(*) Alfonso Pérez Medina es periodista.
4 Comments
  1. juanjo says

    Hombre, que la Mato no se enterara…, pase, al fin y al cabo era ministra.
    ….
    Pero lo de la infanta no tiene perdón de los dioses.
    … porque trabajando en un banco… …y con un buen sueldo…!.

    O es que como es de la realeza….

  2. ramón says

    Juanjo-Bueno,la siniestra Cristina de Borbon trabaja en la CAIXA «por ser vos quien soY» como se diria en cualquier obra de teatro del siglo de oro,estoy seguro que en España hay cientos de miles de personas-hombres y mujeres-que desempeñarian la labor que esta efectua-paradojas de la vida,lasiniestra esta encargada de las obras humanitarias de la entidad bancaria de marras,en paises del tercer mundo…ver para creer¡-incluso mejor que ella y que saldrian mucho mas economicas,pero claro,eso delamer los zapatos al poderoso es cosa «muy española y de toda la vida»,por cierto,hablando del maridito de la Cris,el ya delincuente condenado Iñaki Urdangarin,si alguna vez llega aingresar en prisión,no descartemos indultos reales o de gobierno

  3. ramón says

    Ana Mato ¿de verdad es de este mundo?¿es un holograma?

  4. ramón says

    Por cierto,y ya acabo porque me estoy haciendo pesado,se dijo que la imparcialidad de las tres magistradas estaba demostrada «a prueba de bombas»…..sin comentarios

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