BARCELONA.– Es el día de Reyes, y los paseantes cargan con bolsas y cajas de regalos por las callejuelas del Barrio Gótico de Barcelona. Un silencio sostenido y ese inconfundible aroma a alcohol derramado, síntomas de la resaca de la fiesta de la noche anterior, se ven interrumpidos por una curiosa música que llega desde la plaza de San Felipe Neri. En este precioso marco, rodeado por edificios de origen renacentista, todavía se pueden contemplar los destrozos que ocasionó la metralla de una bomba lanzada por el bando fascista durante la Guerra Civil, el 30 de enero de 1938. Aquel día murieron 42 personas a causa de la explosión, la mayoría de ellas eran niños que buscaban refugio en los subterráneos de la iglesia que da nombre a la plaza. La tragedia y las ansias de justicia están presentes en el ambiente. Quizás por ello este lugar sigue siendo un símbolo para los movimientos sociales y de resistencia de Barcelona.
El pasado 6 de enero más de un centenar de personas se dieron cita en esta plaza para homenajear a Idrissa Diallo, un joven de 21 años de Guinea Conakry fallecido cinco años antes en el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) de Zona Franca, en Barcelona. El acto había sido convocado por diversos colectivos sociales, tales como Tanquem els CIE (Cerremos los CIE), Tras la Manta, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes o el Espacio del Inmigrante. La música la ponía Sam Sussoh, artista natural de Gambia que interpretaba canciones africanas. "Este instrumento es una kora, la caja está hecha con una calabaza y con piel de vaca, con la que antes también se confeccionaban las cuerdas", instruyó el músico. "Queríamos que el homenaje fuera un acto original, queríamos huir de los lugares donde siempre nos manifestamos, como el CIE o la Delegación del Gobierno, y buscábamos un lugar propio, de recogimiento, donde pudiéramos hacer un bonito homenaje a él y a su familia", explica a cuartopoder.es uno de los organizadores, Xapo Ortega, integrante de la productora audiovisual Metromuster.
Ortega, junto a sus compañeros de productora, está trabajando en un documental sobre el caso del joven: Idrissa, crónica de una muerte cualquiera. El pasado verano viajaron a Guinea Conakry donde consiguieron encontrarse con la familia de Idrissa. El estreno del film está previsto para el 2018. Sus autores, que ya fueron reconocidos por por su anterior documental, Ciutat Morta (Ciudad muerta), pretenden "ayudar a sacar a la luz este caso totalmente olvidado". No sólo quieren denunciar el caso de Idrissa, sino sumarse a la lucha por el cierre de los CIEs y en contra de las políticas migratorias españolas. "Los internos no tienen ningún tipo de facilidad para contactar con el exterior, las condiciones de vida son completamente precarias y, además, el CIE no tiene ninguna función real, pues muchos internos acaban siendo deportados igualmente, por lo que esto sólo es un castigo previo a la deportación", considera Ortega.
"El documental es una excusa para hablar de las políticas migratorias y del racismo institucional", describe este cineasta, que explica: "Utilizamos el caso de Idrissa para hacer un relato coral de todas las personas en tránsito migratorio, hacemos el recorrido al revés, empezamos con su muerte en el CIE y regresamos a Guinea, pasando por la situación de los inmigrantes en Barcelona, por el camino hasta la ciudad, el paso de la valla y qué significa la frontera". La línea argumental la dirigirá "una voz ficticia de Idrissa" locutada por "artistas de todo el mundo". "No se trata de que esas voces cuenten la historia de Idrissa, sino cómo nos ven los inmigrantes a nosotros, cómo forzamos mediante el neocolonialismo esa migración, pues les obligamos a que vengan a trabajar como mano de obra barata", relata. "Queremos que sea un negro quien hable de los blancos, del porqué de las fronteras, de las políticas racistas…", prosigue Ortega.
Para este cineasta de la productora Metromuster el encuentro con la familia de Idrissa en Guinea Conakry fue "muy emocionante". Una visita que fue posible gracias a que la cantante guineana afincada en Sabadell, Nakany Kanté, les acompañó, guió y actuó como traductora durante la búsqueda de la familia por el país africano. "La familia nos agradeció que estuviéramos allí y nos dijo que por fin sabían que había muerto realmente, pues hasta entonces no habían tenido ninguna confirmación oficial por parte de nadie, cuando era obligación del Estado avisar a la familia, ya que había muerto en un centro del Estado", comenta Ortega, añadiendo: "Estamos pensando tomar medidas legales contra el Estado por haber omitido sus deberes de informar a la familia, queremos que se haga justicia y se asuma la reparación". "Nosotros sólo queríamos entrevistarles y coger testimonio para mostrarlo aquí junto a la lucha de estos colectivos. Les dijimos a los familiares que la muerte de Idrissa no fue en vano, sino que sirvió para que la gente se organizara contra los CIEs", prosigue el cineasta.
Efectivamente, la muerte de Idrissa, el día 6 de enero de 2012, fue el pistoletazo de salida para la creación de la plataforma Tanquem els CIEs, que lucha para que se cierre el centro de Zona Franca. Otra muerte unos días antes, en este caso la de la congolesa Samba Martine en el CIE de Aluche, en Madrid, hizo que se organizara en la capital el colectivo CIEs No. "Tanquem el CIE empieza su andadura en ese mismo momento, aunque ya había bastante gente presionando por cómo se trataba aquí al migrante, pero la muerte de Idrissa Diallo fue el detonante", asegura a este periódico Xavi Cambra, integrante de este colectivo, que recuerda que en el centro de Zona Franca hubo otra muerte más, la del armenio de 32 años Alik Malukian, en diciembre del 2013. "Murió en extrañísimas circunstancias, después de sufrir unos cuantos golpes le retiraron a una celda de aislamiento. Los testigos cuentan que durante unas horas se oían gritos y golpes y que a media madrugada se silenció el tema. Se dice que se suicidó, en todo caso no hubo protocolo ante suicidios, se ahorcó con su propio cinturón", de este modo reconstruye el caso este activista de Tanquem els CIEs.
Para Cambra, desde los altercados de finales del pasado mes de octubre, cuando varios internos se pusieron en huelga de hambre en el CIE de Barcelona, las condiciones del centro han empeorado "para los activistas que hacemos las visitas y para las personas internas". "Seguimos padeciendo un gran problema de oscurantismo y opacidad, siguen habiendo malos tratos, hay quejas de los internos, pero difíciles de demostrar porque ni podemos acceder a las pruebas. Hemos conseguido que se hayan puesto más cámaras, pero en las partes que no hay cámaras pasan las cosas que no deben grabar", relata este activista, que advierte: "Cada vez hay más casos de menores en el CIE, algo que es ilegal, y se están alargando los tiempos en los que estos pasan a Protección a Menores. Hace poco se vio un caso de un menor que estuvo 50 días dentro del CIE". "Nos impiden y dificultan tener traductores en las visitas, ponen todos los problemas posibles. Desde las huelgas de hambre hay furgonetas de antidisturbios en el CIE y una persona de guardia en el techo del mismo. Desde entonces han empeorado las condiciones", prosigue, describiendo la actual situación. Aún así, reconoce que desde la muerte de Idrissa y la creación de Tanquem els CIEs "se ha conseguido mucha visibilidad, la opinión pública de Barcelona y el resto del Estado conoce este problema". Y recuerda que seguirán luchando hasta el final por "el cierre sin sustitución" de estos centros.
Idrissa emprendió su viaje desde Guinea Conakry hacia España a finales del 2010 o principios del 2011. "Primero fue a Senegal a trabajar para conseguir dinero para el viaje, viajó con un hermanastro suyo, Ibrahima, hasta la frontera, donde se separaron. Idrissa cruzó con una lancha la valla de Melilla y fue detenido enseguida e internado en el CETI. A las 24 horas lo deportaron al CIE de Barcelona y dos semanas más tarde murió", narra Ortega. "Nos constan quejas de que no se encontraba bien durante días y días, y ya cuando era inevitable lo llevaron al hospital", dice Cambra. "Hasta antes de su muerte no se sabía nada de alguna enfermedad grave. Tenemos atestados policiales de compañeros de celda, pero son muy vagos. En ellos cuentan que sufrió un dolor, que al final fue atendido y murió... Según testimonios no oficiales, estuvo mucho rato quejándose en la celda, la asistencia tardó mucho tiempo en llegar y la ambulancia también, y parece ser que murió allí", cuenta Ortega.
El caso cayó en el olvido, aunque desde estos colectivos sociales de Barcelona se intenta arrojar algo de luz, que se haga justicia, que se lleve a cabo la reparación a la familia por parte del Estado español. El pasado 5 de enero La Directa encontró el nicho en el que se encuentran los restos de Idrissa, en el cementerio de Montjuic. Un nicho sin lápida, sin ningún nombre que identifique a la persona allí enterrada. "La madre de Idrissa nos pidió que le hiciéramos llegar algo de su hijo, no tiene nada de él, unas zapatillas, el móvil, lo que sea", explica el cineasta de Metromuster. "Para la madre, Idrissa era su única esperanza, le prometió que intentaría mandarles dinero cuando llegara a España. Viven en una zona muy olvidada, rural, cerca de Mali, una zona que ha estado muy castigada por el ébola, pero después de la muerte todo sigue igual, además de la pérdida de su hijo", añade.
En el acto del pasado día de 6 de enero, en la plaza San Felipe Neri, tomó el micrófono el abogado Andrés García Berrio, de Irídia, un centro para la Defensa de los Derechos Humanos. El abogado explicó cuáles serán las siguientes líneas de acción en este caso: están trabajando para que Idrissa pueda ser enterrado en su pueblo por su familia, en la exhumación y repatriación de los restos. También buscan la manera de que el Estado asuma su responsabilidad y lleve a cabo una reparación justa. Otra línea de trabajo es intentar que la familia pueda venir y que vea dónde se encuentra el cuerpo. De una manera más general, el abogado aseguró que seguirán luchando por el cierre de los CIES y, tal y como explicó, "que hasta entonces se mejoren las condiciones de los internos. Sigue sin haber traductores ni médicos en estos centros". Mientras tanto, cientos de postales se recogieron en la Plaza de San Felipe Neri, las cuales serán enviadas a la familia "para que vean que no están solos, que la muerte de Idrissa sirvió para algo". Quizás comprendan que allí donde tuvo lugar el horror de las bombas fascistas de la Guerra Civil en 1938 nace ahora un halo solidario en la búsqueda de la verdad.