Cada vez que el exconcejal José Luis Peñas abre el buzón de su casa en el municipio madrileño de Villanueva del Pardillo le invade el temor de que, junto a las cartas del banco y los recibos de la luz y el gas, aparezca un sobre blanco con letras rojas que le anuncie que el Ayuntamiento de Madrid le ha vuelto a imponer una multa por saltarse un semáforo, conducir a mayor velocidad de la permitida o realizar alguna maniobra que deja por los suelos el código de circulación. Y eso que últimamente casi no coge el coche.
En los últimos siete años Peñitas -como le sigue llamando Francisco Correa cada vez que se lo encuentra en los baños del edificio de la Audiencia Nacional en el que se juzga a la red de corrupción que anidó durante una década en la sede del PP- ha recibido 124 multas de tráfico por el Mini Cooper de color negro que puso a su nombre por orden del presunto líder de la red Gürtel, que parece conducirlo por las calles de Madrid con el mismo respeto que durante esos dos lustros mostró por la ley de contrataciones del Estado cuando se trataba de depredar contratos públicos.
Peñitas, que se presenta en el juicio como el hombre bueno que destapó la trama Gürtel después de grabar a Correa durante más de 100 horas y acudir con las pruebas a la Fiscalía Anticorrupción, asegura que aceptó que el Mini figurara a su nombre como una evidencia más de los chanchullos que el empresario se gastaba con su entonces jefe, el exalcalde de Majadahonda Guillermo Ortega. El exregidor, al que llamaban ’El Rata’,adquirió el vehículo en 2002 en un concesionario de Ponferrada (León) que casualmente dirigía su cuñado y se lo devolvió dos años más tarde al clan Correa como contraprestación a una deuda que el Ayuntamiento tenía con él. Sin embargo, el Mini negro estuvo a nombre del establecimiento hasta abril de 2007, cuando Peñas accedió a figurar como propietario coincidiendo con las grabaciones que estaba realizando.
Lo que no se esperaba el delator de la Gürtel, al que Correa vaticinó que le traicionaría el día que dejara de mantenerle cuando todavía era “el tío Pepe” y llevaba en brazos a la hija del jefe, según relató en el juicio, es que la venganza de Don Vito la haría real el cartero, una semana sí y la otra también, en forma de regalos que le llegan con el membrete del Ayuntamiento de Madrid y de la Dirección General de Tráfico. La multa más grave, por conducir a más de 150 kilómetros por hora en la provincia de Valladolid. La última, de 600 euros, por no “identificar verazmente” al verdadero conductor del vehículo.
A quien Peñas señalaba durante años como conductora era a la exmujer de Correa, Carmen Rodríguez Quijano, tal como ella misma admitió en la declaración que realizó ante los agentes de la UDEF que le interrogaron cuando el escándalo estalló en febrero de 2009. Y así fue hasta hace un par de años, cuando Correa pasó a ser el usuario principal del utilitario y las multas comenzaron a dispararse. Y con ellas los disgustos para el exconcejal y la exesposa, que aprovechó su comparecencia en el juicio para pedir, “por favor”, que sacaran el coche “de la circulación”. “Lo único que me ha dado el famoso Mini son quebraderos de cabeza. Alguna vez lo he utilizado pero no es mi coche habitual. Lo sé ahora (de quién es) y lo padezco”, se quejó Rodríguez Quijano, que llegó a ser la jefa de gabinete de ‘El Rata’ en los tiempos en los que la Gürtel le pagaba un vestido de Lorenzo Caprile valorado en 3.485 euros para acudir a la regia boda de El Escorial entre Alejandro Agag y Ana Aznar Botella.
Correa, en todo caso, no esconde ser el conductor suicida del Mini de la discordia, que exhibe cada mañana en el polígono de las afueras en el que se está desarrollando el juicio y así lo reconoció durante su declaración ante el tribunal, en la que llegó a decir: “El coche lo sacó Pepe Peñas de un concesionario de León y me lo quedé yo. Lo tengo en la puerta”. Sin embargo, cuando el martes 29 de noviembre se dio cuenta de que un cámara de La Sexta intentaba grabarle montándose en el Mini de las 124 multas, Correa cruzó la calle y pidió auxilio a su lugarteniente, Pablo Crespo, que le invitó a montarse en su coche al abrigo de miradas indiscretas. Intento baldío porque al día siguiente la imagen fue captada cuando Correa, haciendo aún más grande su leyenda al volante, invadió el carril contrario para realizar un giro en dirección a Madrid. Quizá el cartero con la multa 125 ya esté en camino, Peñitas.
Pues para mi, que este periodista nos cuenta una historieta, pero aprovecha para ponerse claramente del lado de los ladrones.
¡¡Tu mismo, chaval!!