BARCELONA.– La sonrisa de Lamine Bathily algunas veces esconde la ilusión, la rabia y la valentía de quien lucha por sus derechos, otras, la amargura de quien se reconoce en el lado más castigado de la sociedad. Este joven de 25 años, originario de Senegal, se subió en el año 2008 en una patera en las costas de Guinea y emprendió viaje rumbo a las Canarias, rumbo a Europa. "Me habían dicho que en Europa la vida era más fácil, mi padre es comerciante y podría haberme quedado a ayudarle con sus negocios, pero emprendí viaje y ahora las cosas están muy difíciles aquí, vivir aquí ahora es un fracaso constante", asegura este joven, que recuerda la experiencia de cruzar el mar como una pesadilla: "Yo nunca había estado en la playa y de repente amaneció y me vi en medio de un mar inmenso, tenía mucho miedo".
A partir de entonces, la historia de Lamine sería como la de muchos otros africanos que imaginaban Europa como un lugar que nada tiene que ver con la realidad, un lugar donde los Derechos Humanos brillan por su ausencia en muchas ocasiones. Estuvo en un centro de acogida de menores de Las Palmas seis meses, después le trasladaron a la península, en su caso al centro de Maspins, en el Tibidabo, en Barcelona. Tenía permiso de estudiante y se formó en una Escuela de Adultos para después continuar su formación y aprender el oficio de pintor. No pudo renovar su permiso de estudiante, perdió su situación de legalidad. "Necesitaba dinero para sobrevivir, en 2010 comencé con la venta ambulante", recuerda.
Ahora Lamine es uno de los voceros, portavoces, del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, más conocido como Sindicato de Manteros. Más de 200 personas de distintas nacionalidades como Gambia, Senegal o Pakistán, entre otras, se reúnen una vez al mes en largas asambleas, con traducciones al español, al indi o al wolof, para decidir cómo organizarse, cómo hacer frente al racismo estructural establecido en nuestras ciudades, al clasismo que pone las cosas más difíciles precisamente a quien más complicado tiene la supervivencia. Hay colectivos sociales como Traslamanta o el Espacio del Inmigrante que les han ayudado en su organización. "Ha sido increíble ver cómo se han empoderado, es muy emocionantes ver a los voceros del Sindicato hablar en manifestaciones o asambleas", describe a cuartopoder.es una integrante de Traslamanta, Jezabel Goudinoff. "Traslamanta es una red de vecinos que pretendemos generar otra cara en la ciudad que no esté en contra de ellos, les ayudamos a contactar con los movimientos sociales y hacemos brigadeo cuando están vendiendo, si vemos algún abuso policial lo intentamos grabar, o nos ponemos entre los policías y el mantero para que no les agredan", prosigue. "Utilizamos el privilegio del blanco para amplificar su voz y protegerles", añade.
Todo empezó en agosto de 2015, cuando Mor Sylla, un senegalés de 50 años moría tras caer al vacío en Salou, Tarragona, desde un tercer piso en una redada policial. La versión de los Mossos d'Esquadra fue que Sylla saltó por la ventana cuando los agentes entraban por la puerta. La comunidad senegalesa, familiares y amigos comenzaron a concentrarse culpando a las autoridades de la muerte. Exigían también que el cónsul senegalés inspeccionase el levantamiento del cadáver, pero se habían llevado el cuerpo rápidamente, desoyendo las demandas, lo que dio comienzo a enfrentamientos y disturbios. Los senegaleses decidieron organizarse, crear una asociación. Más tarde se convertiría en el Sindicato de Manteros. "Somos trabajadores de la calle, profesionales de la venta ambulante, queremos trabajar y vivir con dignidad, no somos delincuentes, por eso formamos un sindicato", explica Lamine.
"Les estigmatizan, la derecha mediática les pinta como delincuentes para presionar también al Ayuntamiento de Barcelona, que se deja presionar", asegura esta activista de Traslamanta. Y es que el día a día de los vendedores ambulantes es muy complicado. Se enfrentan, según cuentan, "a la persecución, la discriminación, el racismo y el acoso" por parte de los agentes. Así como a la estigmatización de muchos medios de comunicación. "Nos dicen que somos mafias, delincuentes. ¿Cómo vamos a ser delincuentes si hemos sacrificado nuestra vida por llegar hasta aquí? ¿Cómo vamos a ser delincuentes si lo único que hacemos es vender en la calle para sobrevivir? Somos trabajadores", destaca Lamine. "Después de tantos años de recibir golpes por parte de la Guardia Urbana, de maltratos, hemos decido organizarnos, queremos que se oiga nuestra propia voz; ahora, si nos tocan a uno, nos tocan a todos", prosigue.
También argumenta contra quienes les denominan mafiosos: "No somos mafiosos, compramos productos que han entrado legalmente por el Puerto de Barcelona". Y contra los que dicen que son violentos: "Yo soy un 'sin papeles', ¿cómo me voy a enfrentar yo a un policía que va armado? Es absurdo". Uno de sus compañeros, Sidil Mohtar, permanece en prisión preventiva desde mayo por agresión a un agente. El juicio será el próximo mes de enero. "En el vídeo que llevaron como prueba no se ve que él se estaba defendiendo, se ve que Sidil golpea a un policía, pero no se ve que ellos le habían agredido antes, le rompieron una pierna y dijeron que se había caído. Llevamos el caso al Ayuntamiento y todavía no hemos recibido respuesta", asegura Lamine. "Salimos a la calle pidiendo su libertad y lo seguiremos haciendo hasta que nuestro compañero esté libre", añade. "Entran los productos por el Puerto de Barcelona, pero siempre persiguen al último eslabón de la cadena, al más pobre. Los productos han entrado de forma legal; que pongan las trabas en el Puerto", reclama la activista de Traslamanta, que considera que estos abusos policiales descritos tienen que ver con un "racismo y clasismo estructural".
No sólo organizan protestas pidiendo la libertad de su compañero. Cuando la presión policial aumenta, montan mercadillos rebeldes. "Ocupamos la Rambla y nos ponemos a vender todos allí, es una forma de decir que aquí seguimos, aquí vivimos y que queremos trabajar", describe este vocero del Sindicato de Manteros. "Durante los mercadillos rebeldes les acompañamos, grabamos cuando se acerca la policía e intercedemos para que no haya abusos", relata Goudinoff. Con el Ayuntamiento que lidera Ada Colau el Sindicato tiene sus más y sus menos. Se han organizado, hasta ahora, dos Mesas de Ciudad para tratar el asunto. En ellas se intenta reunir al Sindicato de Manteros con los comerciantes que se quejan de competencia desleal, también participan técnicos del Consistorio barcelonés y representantes de los partidos políticos. Los comerciantes se niegan a sentarse o a debatir con los manteros, a los que consideran ilegales. "Si eres negro, pobre y encima mantero te consideran como un delincuente y un mafioso", explica Lamine. "Nosotros estamos dispuestos a pagar impuestos y a vender cosas que no sean falsificadas, en algún espacio, pero no obtenemos respuesta", añade. "Dicen que es competencia desleal, pero no es así, venden a distintos sectores de compradores, además, los comerciantes obtienen créditos y ayudas que los manteros no tienen. ¿Dónde está la competencia desleal? Los manteros quieren diálogo y los comerciantes no, los manteros incluso se han ofrecido a pagar impuestos en consonancia con los ingresos que obtengan de su venta", advierte esta miembro de Traslamanta.
Este verano, ante la proliferación de la venta ambulante en algunos puntos de la ciudad, el Ayuntamiento de Barcelona impulsó algunas medidas, no todas del agrado del Sindicato de Manteros y de los colectivos sociales que les apoyan. El Ayuntamiento incrementó la presencia policial en estos lugares y lanzó una campaña destinada a los compradores para disuadirles de la compra de productos en venta no autorizada. "Esto es populismo punitivo", asegura Gaudinoff. Por otra parte, lanzaron un plan de ocupación de 40 plazas para insertar a los manteros en otros oficios y un plan cooperativo también con el mismo objetivo. Lamine es uno de los beneficiarios de estos planes, está formándose en Mercabarna en el sector de la pescadería. "Trabajo por las noches, pero no percibo ningún sueldo, quizás después de esta formación obtenga un contrato, pero los fines de semana me veo obligado a seguir vendiendo en la calle para subsistir", explica. "De momento, todavía no hay 40 personas en este plan, pero además nosotros somos más de 200, por ello seguiremos luchando por los compañeros", prosigue.
Otras 15 personas participan en la cooperativa que está en marcha en tareas como la limpieza de las calles o la reforma de escuelas. "Es muy lento lo que están haciendo desde el Ayuntamiento, se apresuran a dar ruedas de prensa explicando sus planes, pero la Guardia Urbana sigue siendo muy agresiva", asegura este portavoz, que aclara cuáles son sus reivindicaciones principales: "Exigimos que se acabe con la persecución, el asedio, la discriminación, que se nos deje de tratar como delincuentes y, por supuesto, la libertad de Sidil Mohtar". "Las Leyes Mordaza vuelven a considerar delito penal la venta ambulante, hay que acabar con ellas, hay que terminar con la Ley de Extranjería y al Ayuntamiento le exigimos que ponga los recursos necesarios para que no sea una solución policial, que la valentía de la que hicieron gala en campaña la demuestren", considera Gaudinoff. "No pueden ceder a los chantajes de la burguesía catalana", comenta.
"No tengo miedo, seguiré con mi lucha, aprovecharé la popularidad que me da el ser vocero del Sindicato para ayudar a otros compañeros", comenta Lamine, quien explica que desde su colectivo están intentando que los manteros de otras ciudades se organicen. "La policía quiere ver a los negros divididos, saben que si nos unimos somos mucho más fuertes", asegura. Ya se han organizado los manteros en Mallorca y Málaga, integrantes del Sindicato de Barcelona han ido a darles charlas para explicarles cómo lo han hecho ellos. Lamine también fue a Zaragoza. "Hablé con ellos para que se organicen y luchen por sus derechos como trabajadores, porque somos trabajadores", explica. Además, el próximo 2 y 3 de diciembre tiene previsto reunirse con manteros en Madrid. "Es importante que nos organicemos, la situación en Barcelona es muy parecida a la del resto de ciudades donde también hay persecución, racismo y discriminación. Aquí el trato policial ha mejorado, aunque no han desaparecido los abusos, porque saben que tenemos voz y que nos escuchan, en otras ciudades tiene que pasar lo mismo", añade este portavoz. En el pasado encuentro de Movimientos Populares organizado por el Papa Francisco este mes estuvo presente el Sindicato de Manteros. Un compañero de Lamine, Mustafá Dau, relató en primera persona al Papa la situación de los manteros.
Lamine recuerda que la raíz del problema es estructural, de racismo, consecuencia del colonialismo que los países europeos impusieron en África. Para ello nos cede un texto escrito por uno de sus compañeros del Sindicato, Lamine Sarr. Y recuerda, de esta manera, que la solución del problema está en la regulación de la migración, de las leyes de esta fortaleza en la que se ha convertido Europa para los inmigrantes y refugiados. "Yo tengo una hermana a la cual no conozco, llevo más de ocho años sin ver a mi padre, si llego a saber que mi destino era ser vendedor ambulante me habría quedado en Senegal", relata. "Hay muchas familias allí, en África, que piensan que sus parientes están aquí trabajando y no saben que ya no están, que se quedaron en el mar", dice. "Es un problema causado por Occidente, la pobreza de sus países viene del expolio que hicieron los nuestros por la colonización y por las empresas multinacionales actuales, tienen todo el derecho a trabajar aquí, estamos introduciendo un discurso decolonial en la lucha del Sindicato de Manteros, hay que buscar soluciones a los problemas conociendo las causas de los mismos", valora Gaudinoff, de Traslamanta.