El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tiene suficiente experiencia como para saber que la política no es una ciencia exacta y, aunque no le salgan las cuentas, no está dispuesto a renunciar a su semana de gloria como candidato a la investidura si Mariano Rajoy fracasa en su intento. De momento, el dirigente socialista ha demostrado que es valiente y coherente o, en palabras del diputado Pedro Saura, “un hueso duro de roer”. Superó los pronósticos de las encuestas que, en el mejor de los casos, no daban más de 84 diputados al PSOE, y resistió los embates de los emergentes naranjas y morados a derecha e izquierda. Es lógico que ahora, a pesar de la resistencia cada vez más matizada de los barones de su partido, intente pactar con Podemos, Unidad Popular-IU y otras fuerzas parlamentarias para dotar a España de un “gobierno progresista”.
En la acepción de Sánchez, “progresista” no quiere decir, como sostienen Rajoy y sus palmeros en los medios de comunicación, “extremista, tragasantos o que rompa España” sino “decente”, que no manipule al Poder Judicial, la Fiscalía, la Agencia Tributaria y la TVE, entre otras instituciones y corporaciones. Progresista y decente, también significa, según Sánchez, limpio, honrado, digno y justo, esto es, que no siga cargando con despiadado desparpajo el saneamiento de la banca y las empresas sobre el deterioro y la privatización de los servicios públicos esenciales (sanidad, educación, dependencia y pensiones), sobre los salarios de los trabajadores y los recortes de la ayuda a los desempleados, y que no mantenga ni un día más una legislación laboral injusta e indecente, con guante de seda al capital y puño de hierro al trabajo.
Cierto es que el tablero político es tan complicado para Sánchez como para Rajoy. Si éste fracasa en la segunda votación de la sesión de investidura, que se podría celebrar la última semana de enero, se abriría un plazo en el que el dirigente socialista acapararía todo el protagonismo negociador para recabar los apoyos de Podemos (42 diputados) las Confluencias (27), UP-IU (2), ERC (9) y PNV (6), que sumados a los 90 votos del PSOE superarían los pronunciamientos contrarios del PP (123) y C's (40). El dirigente del partido naranja, Albert Rivera, ya dijo el viernes, antes de reunirse con Sánchez para negociar la composición de la Mesa del Congreso, que su grupo votará en contra de un acuerdo PSOE-Podemos. El “no” de Rivera a Sánchez desmiente la equidistancia centrista que proclama y no se parece nada a la “abstención” anunciada a la investidura de Rajoy. En todo caso, esa inclinación a la derecha obligará a Sánchez a recabar hasta el último apoyo posible.
De puertas adentro, la presidenta andaluza Susana Díaz, se ha visto obligada por las circunstancias - incluida la probable repetición de las elecciones en Cataluña- a dar marcha atrás en su planteamiento de celebrar cuanto antes el congreso ordinario del PSOE y plantear su opción a la secretaría general con el apoyo de los dirigentes de las principales federaciones. El viernes aseguró que “Pedro Sánchez tiene toda la legitimidad para conformar una alternativa” y destacó que tanto ella como el Comité Federal le han dado su confianza, con una “línea roja”: la defensa de la unidad de España, lo que supone que quienes negocien renuncien previamente a la autodeterminación. Si Podemos no renuncia - añadió -, significará que tiene “un pacto oculto” con las fuerzas con las que ha confluido en estas elecciones, algo que Pablo Iglesias Turrión deberá explicar.
La realidad formal es que Podemos concurrió a las elecciones generales en Cataluña en coalición con las formaciones nada sospechosas de independentismo como son Iniciativa per Cataluña i Vers (ICV), Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) y los colectivos liderados por Ada Colau. Otra cosa es que, como ha ocurrido en Euskadi, haya atraído el voto nacionalista de izquierdas. Algunos miembros de la Ejecutiva del PSOE todavía se preguntan cómo es posible que algunos barones hayan pactado su investidura como presidentes autonómicos con Podemos y ahora tracen la famosa “línea roja” para reducir al absurdo el margen de maniobra del secretario general. La respuesta hay que buscarla en la lucha interna por el poder en el centenario partido de Pablo Iglesias Pose, máxime cuando hasta el barón más tonto sabe que sin la reforma de la Constitución no será posible consulta alguna y que los resultados del 20D dieron al PP seis escaños más de los necesarios que le permiten impedir por sí solo esa reforma. La minoría de bloqueo del procedimiento de reforma es un tercio del Congreso, 117 escaños.
Mientras, los socialistas consultados coinciden en que la elección del presidente del Congreso marcará las preferencias de las dos formaciones emergentes. Tras la constitución de la mesa de edad, que estará presidida por el diputado con más años, en este caso, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo y Marfil, los diputados jurarán o prometerán cumplir y hacer cumplir la Constitución y a continuación depositarán la papeleta con el nombre de uno de los candidatos a la presidencia de la Cámara. Si ninguno obtiene más de 175 votos, en la segunda votación se elegirá entre los dos que más papeletas hayan obtenido. En la siguiente votación se elegirá a los cuatro vicepresidentes, que se ordenarán de más a menos en función del número de votos que hayan obtenido. Y de la siguiente votación, también con papeleta, saldrán los cuatro secretarios. Se da por supuesto que cada grupo votará a sus candidatos, con lo que PP, PSOE, Podemos y C's se repartirán un vicepresidente y un secretario cada uno.
De esta forma, el resultado del primer test ante la iniciativa negociadora de Sánchez con Podemos se resolverá enseguida y permitirá saber si Podemos respalda al socialista Patxi López o propicia por omisión (voto en blanco) un presidente del PP, probablemente Jesús Posada, quien el viernes se quitó de en medio y prefirió desplazarse a su tierra, Soria, para ver jugar al Numancia, a seguir de cerca las conversaciones.
Que Sanches ya has aprendido que seguir con esto del referendun de podemos o es un maldito socialista ya que con esto lo que se demuestra que algo democrático no tiene nada que ver con partir este país sino una verdadera casicada de la derecha o de esos mal socialistas que son estos barones que creo ya no tendrían que estar en el partido, déjate de cuentos.
es la hora de la valentía, nada de caer en chantajes con la disculpa de la unidad de España, para que Rajoy siga haciendo lo mismo con todos los españoles, que es lo que se baraja en el nuevo parlamento español….bien es cierto que es goloso dejar que quien incremento la deriva catalana con uniformaciones españolas por real decreto en contra de la constitución y recurrida por las autonomías, se comiera el marron que hay con Cataluña; además ese asunto de Cataluña permitiría a Rajoy no ceder en nada porque el bien primordial es esa unidad, no todo lo demás….increíblemente este asunto es el eje principal, para pp, y para podemos con su autodeterminación como tema mas manido. ni el 155 es la solución, y que no esta escrito que tenga que ser el pp el que lo aplique en supuesto caso, ni la independencia por las bravas, algún paso tiene que haber intermedio, y asi tendrá que ser, ese proceso puede estar perfectamente manejado de una manera mucho mas plural y respetuoso con todo lo que se dirime en el momento actual en diversos ámbitos, via boe y gobierno, que no puede pasar solo por la constitución, por el psoe, podemos con sus resultados en Cataluña, y las fuerzas nacionalistas en Madrid. queda el papel de ciudadanos por dilucidar, que esta esperando supongo ser la palanca de reformas inconcretas y de signo incierto en ese supuesto dejar al pp gobernar.