Hace ya dos décadas desde que Gaspar Llamazares (Logroño, 1957) entró por primera vez como diputado autonómico en Junta del Principado de Asturias. De ahí pasó al Congreso de los Diputados en el año 2000, donde ha permanecido desde entonces. Ha sido coordinador federal de IU durante ocho años y en 2011 institucionalizó su corriente interna como Izquierda Abierta (IzAb). Le gusta el parlamentarismo, como él mismo reconoce, pese a lo impopular que pueda parecer en estos tiempos. El camino político le lleva de nuevo a Asturias, comunidad por la que es candidato de IU en las próximas elecciones autonómicas. Recibe a cuartopoder.es en su despacho frente al Congreso, cámara que, dice, echará de menos.
— ¿Por que decidió ser candidato en las próximas elecciones autonómicas?
— Estas elecciones municipales y autonómicas son decisivas. Se dan en un momento culminante de la crisis económica y política. Son un reto para cualquiera que quiera intervenir en esta situación y que se produzca además un cambio de ciclo. Ese es mi objetivo, que las elecciones sirvan para que la crisis que se ha dado en las casas de la gente, la sociedad y la política tenga un punto de inflexión y que comience a haber una alternativa. Con relación a Asturias, creo que, especialmente a lo largo de la última legislatura, ha sido, como en otras ocasiones, pionera. Hemos tenido lo que podemos denominar un intento fallido de cambiar la representación política tradicional por una caciquil. Creo que, en este momento, mi reto es que en Asturias, que tiene los mismo problemas del resto del país pero con esa experiencia pionera, a la segunda vaya la vencida. Y que haya una mayoría de ciclo político y para un cambio de Gobierno y mentalidad. Asturias ha tenido mucho tiempo de gobiernos del PSOE y mucho menos tiempo de políticas de izquierdas, pero también tiene que haber un cambio de mentalidad.
— ¿Qué expectativas tiene? Las encuestas le dan a IU una bajada en todo el Estado.
— En medio del vendaval, no es fácil hacer encuestas. La situación es volátil. Creo que lo que sí dicen los sondeos es que, mientras hay unas fuerzas políticas que aparecen, otras pierden su papel predominante y alguna que otra corre el riesgo de desaparecer. IU se ve afectada por la aparición de nuevas fuerzas políticas, sin las mismas expectativas que hace unos meses, que eran del 15%, pero sí que IU se mantiene. En Asturias, IU puede aspirar a jugar un papel determinante en una mayoría de izquierdas. Mi apuesta es que ejerzamos un papel de liderazgo en esa mayoría y no yendo únicamente a consolidarnos sino con ambición.
— ¿Qué partidos entran en esa mayoría de izquierdas?
"Hay que defender un sistema mucho más transparente y participativo en el que impere la capacidad y el mérito frente a la clientela" |
—Los que quieran entrar en función del programa electoral. Si hay una coincidencia programática en torno a un giro político que suponga poner como prioridad la cohesión social frente a las políticas de recortes y privatizaciones, si hay coincidencia también en la integración territorial que permita un gran área metropolitana con dos alas integradas en Asturias como elemento central de la diversificación y recuperación económica, si hay coincidencia en cuanto a la identidad de recursos naturales, cultura y demás, ahí estaremos, con el que quiera estar en ese proceso y plantearse el reto de que Asturias supere un larguísimo declive. Frente a la austeridad y los recortes y en favor de la justicia social y la cooperación, las posibilidades de acuerdo son amplias. Veremos quién quiere estar en ello.
— ¿Cuáles son los principales problemas de la ciudadanía asturiana en estos momentos? Tanto los similares al resto del Estado como los más específicos.
— La cuestión fundamental en estas elecciones, y perderíamos si no lográsemos que fuese el centro del debate, es lo que tiene que ver con la vida cotidiana. Dentro de eso, el empleo digno frente a una deriva que es el empleo pobre. También con el Estado del Bienestar, que en estos momentos es de un profundo malestar. Ese es el centro de la campaña y la prioridad absoluta. Pero, con relación a Asturias, diría que hay otras prioridades importantes. Una, la recuperación económica, que no va en paralelo con la española porque es una Comunidad que vive un largo declive industrial y que sólo ha vivido un fuerte proceso de ajuste y privatización. Para la recuperación, los elementos que tenemos encima de la mesa son, por un lado la infraestructura, que es el área metropolitana de Asturias. Es decir, dejar de competir entre nosotros con el localismo para buscar la integración y las sinergias entre los distintos territorios. En segundo lugar, el intelecto o cerebro de Asturias, que es la universidad. Y en tercer lugar las manos de Asturias, la transferencia de investigación y desarrollo desde la universidad hacia los sectores económicos. Particularmente la diversificación de la industria, el campo y el turismo. Otra prioridad tiene que ver con la regeneración democrática, la lucha contra la corrupción. Hay que defender un sistema mucho más transparente y participativo en el que impere la capacidad y el mérito frente a la clientela.
— ¿Cómo está el asunto de la minería? Desde la Marcha Negra a Madrid de hace casi tres años, es un tema que ha desaparecido de la actualidad.
"Estas no son unas elecciones para achicar espacios ni para darse codazos en la izquierda" |
— Esta legislatura del PP se podría decir que es la de la liquidación de la minería o del ajuste duro. Las subvenciones, publicadas recientemente, ya eran muy pequeñas en el inicio de la legislatura y ahora son un 10%, lo que demuestra una liquidación. Nos enfrentamos ante un desplome y un recorte del sector y lo que es peor, el abandono de las comarcas mineras. Es un tema muy importante. Para poder integrar las comarcas y evitar el despoblamiento de las alas es imprescindible tener una zona de atracción articulada y organizada, el área metropolitana. Con respecto a la minería se han dado dos actitudes por parte de los gobiernos asturianos que merece la pena reflexionar y corregir. La actitud ha sido, o bien del agravio en determinados momentos ante las medidas de la administración central. En otros momentos basculamos hacia el grandonismo, la exageración o triunfalismo. Hay que pasar esa etapa, que es inmadura. Hay que conseguir, por una parte, defender de forma firme los sectores estratégicos de Asturias ante otras administraciones. Y, de la misma manera, buscar acuerdos con otras administraciones. Es posible defender un sector como la minería y al mismo tiempo llegar a acuerdos con la administración central que permitan dar salida en el futuro a esos sectores. No por mucho patalear, las cosas se arreglan. Hay que combinar firmeza y cooperación. Porque la cooperación externa es estratégica para Asturias.
— Le hemos escuchado varias críticas al mensaje o la forma de comunicar de Podemos. ¿En qué punto del panorama electoral los sitúa? ¿Y concretamente en Asturias, cómo los valora? ¿Estarían en esa mayoría de izquierdas?
—Con aquellas fuerzas con las que podemos tener coincidencias programáticas, soy partidario del diálogo, la negociación y el acuerdo. No he notado esa voluntad a lo largo de este período que viene desde hace un año. Al principio, en las europeas, creo que por parte y parte no había interés, y cada uno quería medirse. Equivocadamente, porque podíamos haber dado un aldabonazo, probablemente siendo el segundo grupo parlamentario europeo. Ahora formamos parte del mismo grupo, pero no aprovechamos la ocasión, hay que reconocerlo con humildad. Para las municipales y autonómicas no ha sido así, no ha habido un esfuerzo por parte de Podemos para que pudieran ser posibles las candidaturas. Desde el momento que toman la decisión unilateral de que ellos se presentan a las autonómicas y que a las municipales solamente van con aquellos que no tengan siglas y carnés, las cosas se ponen muy complicadas. Parece más una lógica de, en términos futbolísticos, achique de espacios que una lógica de colaboración. Creo que se equivocan, como creo que lo hacen también en la minusvaloración de las elecciones municipales. No son unas elecciones para achicar espacios ni para darse codazos en la izquierda. Merecía la pena haber hecho un esfuerzo, yo no lo he notado y sí he notado mucha confusión. Eso no nos beneficia ni a Podemos ni a nosotros. De hecho, mientras la izquierda nos enfrascamos en el ser o no ser hamletiano o nuestras viejas querellas por el espacio político, la operación Gatopardo avanza de forma inexorable. Hay una operación bien mediante una alianza PP-Ciudadanos o PP con el consentimiento del PSOE y viceversa. Intentan neutralizar cualquier posibilidad de cambio. Que IU se presente, defienda sus listas y programa me parece determinante y definitivo, porque es la que va a bascular en uno u otro sentido la mayoría.
— En cualquier caso, ¿al día siguiente de las elecciones dialogará con Podemos?
— Sí, la predisposición siempre la hemos tenido y creo además que será diálogo forzado. El que no quiera hacerlo y quiera relegar el diálogo y acuerdos a las elecciones generales, lo pagará. Porque los ciudadanos van a apostar por una representación plural, pero van a ser muy exigentes en que eso signifique también gobernabilidad.
— Pablo Iglesias, sin nombrar a nadie en concreto, dijo en un mítin que “algunos viven muy cómodos en el 12% y siendo bisagra del PSOE, nosotros queremos a ganar”. ¿Se siente identificado?
"Decir que IU ha sido bisagra cuando tenemos la realidad de Andalucía y la de Extremadura o la de Asturias no es justo" |
— Siempre hemos querido ganar nosotros también, lo que pasa es que no se nos ha arreglado. Es una visión simplista del papel que ha jugado IU en la vida política española. Incluso uno de nuestros problemas ha sido el que siempre hemos querido ganar pero muchas veces hemos perdido. Pensábamos que podíamos ser el principal partido de la izquierda, y eso es lo que nos ha neurotizado durante mucho tiempo, porque habíamos sido un elemento esencial de la lucha antifranquista. Pensábamos que se nos iba a reconocer y no fue así. Un recién llegado fue el partido mayoritario y lo ha sido en la izquierda del país desde la transición. Nunca ha sido nuestra posición ser bisagra de nadie, sino que es ir a ganar. Otra cosa es dónde te ponen los ciudadanos y dónde puedes hacer útil tu programa. Es excesivo caracterizar a IU como bisagra si es útil tu programa. Normalmente, en el ámbito municipal hay una gran diversidad, pero puedes hacer útil el programa. Por otra parte, decir que IU ha sido bisagra cuando tenemos la realidad de Andalucía y la de Extremadura o Asturias, no es justo.
— ¿En Andalucía no le ha perjudicado a IU ser parte del Gobierno?
— Creo que son otros factores. Yo he sido crítico, no tanto con la entrada en el Gobierno como con los componentes y con nuestro papel en determinado momento en la última etapa. Estaba convencido de que la señora Díaz iba a convocar anticipamente las elecciones y que lo iba a hacer contra nosotros. A algún compañero le transmití que antes de que convoquen elecciones contra ti, convócalas tú. Independientemente de eso, creo que el factor fundamental ha sido el cambio de la situación política y la situación de las elecciones andaluzas en ese cambio. En el momento de meseta de Podemos y momento de auge de Ciudadanos. Eso es lo que de alguna manera ha alterado todo, para sorpresa de todos.
— Izquierda Abierta ha mantenido una posición particular y diferenciada en varios asuntos internos como el conflicto en la federación madrileña. No están de acuerdo en cómo se ha gestionado el asunto con Pérez y Gordo. Pese a todo, ¿cree que deberían estar fuera de la organización?
— En una organización política hay que distinguir entre deseos y realidad. Lo contrario, es solamente infantil y la antesala de una crisis. La realidad de IUCM, me guste o no me guste, y a mi tampoco me ha gustado mucho porque no me he sentido cómodo en una realidad muy compleja. A los problemas complejos no se les da soluciones fáciles. En ese sentido, puedo coincidir con otros compañeros en que es necesario un proceso de renovación o apertura de la organización, pero no coincido en sus métodos. No creo que se deba hacer por las bravas, eso se hace con diálogo aunque tenga enormes dificultades.
— ¿Considera entonces que expulsarlos no resuelve el conflicto?
"Todo lo que se presente con las siglas de IU y el apoyo de las federaciones, la organización tendría que respaldarlo" |
— No, es que ya se iban. ¿Qué necesidad tienes si alguien se va, del escarnio? Ninguna. Si esas personas se echan a un lado no creo que haya por qué buscar una descalificación pública. Porque, además, seguramente hay muchas responsabilidades políticas en lo ocurrido, pero creo que se ha transmitido la idea de que IUCM es una organización corrupta. Y no es justo. IUCM ha tenido problemas, casos individuales de corrupción, se les ha pedido responsabilidades y se les ha expulsado, pero extender como una mancha de aceite la responsabilidad, en mi opinión, es injusto. La federación madrileña tiene gente heroica igual que ha tenido casos individuales de corrupción. Pero IUCM es una organización que se debe respetar. Y sobre todo si se hace en los prolegómenos de una campaña electoral es que ya hemos perdido el instinto de supervivencia. Hay que adecuar los procesos de apertura y renovación con la supervivencia. Las primarias siempre las hemos defendido, defendemos a los candidatos que salen pero luego lo que no podemos compartir es aquellas personas que dicen o lo que yo digo o nada. Es un planteamiento que no tiene ninguna salida.
— Llegaron a calificar como "golpe de Estado" el no respaldo de la Presidencia Federal a la candidatura de Raquel López.
— Igual es una palabra muy gruesa, podíamos decir 'golpe de mano'. Cuando uno utiliza de manera exagerada sus competencias, podemos decir eso. Es perfectamente legítimo que la dirección federal emita una opinión política e intente que se busque una mediación y un acuerdo, pero quien tiene la competencia es la organización federada, IUCM. Eso no se puede alterar. Sobre todo en condiciones como las que vivíamos, no se trata de discutir si hay dos candidaturas de IU a las municipales, sino que hay una candidatura de IU y otras personas que para ser candidatos en otra necesitan dejar en la puerta las siglas y el carné.
— ¿Espera que finalmente la dirección federal apoye específicamente la campaña en Madrid?
— Todo lo que se presente con las siglas de IU y el apoyo de las federaciones, la organización debería respaldarlo.
— ¿Hay fricción o riesgo de ruptura entre IzAb y parte del PCE, incluido con el candidato Alberto Garzón?
— No. Lo que ha hecho IzAb en un momento determinado es conjugar la política de convergencia con la identidad de IU. No es fácil y creo que lo hemos intentado. Seguramente otros compañeros tienen otra vía y lo respetamos. Pero nuestra posición es clara desde que no presentamos alternativa en las primarias, IzAb como organización respalda a Garzón como candidato. Por otra parte, lo que hemos dicho es que él como candidato, de toda IU, es una cosa y otra son las responsabilidades y tareas de coordinación y dirección política. Esas son tareas colectivas y las representa Cayo Lara. Ahí tenemos clara nuestra posición, hemos tenido discrepancias con Lara y se saben, pero en relación con la dirección la única legitimidad es la suya. Somos una parte del esqueleto de IU y estamos para favorecer su apertura a la sociedad. Esas son nuestras únicas preocupaciones y lo demás es ruido.
IU (y sobre todo el PCE), con sus aciertos y su errores tiene que seguir vivita y coleando.
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Y si no pobres de nosotros.