Intervención en la fiesta del 5º aniversario de cuartopoder.es, excluido el capítulo de agradecimientos.
Hace cinco años nadie daba un duro por la supervivencia de este medio. Dos días antes de nacer me inquietó mucho el comentario de un lector, que firmaba como Jerónimo, a una entrevista que me hicieron en el portal 1.001 medios. "Ojalá me equivoque –decía– pero no vais a durar ni 6 meses...", y me inquietó, sobre todo, porque alguien para mí desconocido compartía la opinión de muchos conocidos, algunos amigos e, incluso, no pocos miembros de cuartopoder.
Nacer, como nacimos, sin red, con un capital social de apenas 20.000 euros -desembolsados casi en su totalidad por colaboradores del medio- y sin un pixel de publicidad, ciertamente no auguraba nada bueno.
Hoy, aquel proyecto que, como ha dicho Txetxo Yoldi, ideamos Juan Carlos Escudier, Pedro de Alzaga y yo mismo, y que tanto nos costó poner en marcha, es un medio con unas cuentas equilibradas -incluso con un pequeño superávit–, que nunca ha pedido créditos, que no tiene deudas con nadie y que paga con una puntualidad británica a todos sus colaboradores. Pagar a quienes trabajan no debería ser un motivo de orgullo, pero en estos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir, particularmente en el periodismo, conviene recordar lo obvio ante quienes desde fuera, pero sobre todo desde dentro de la profesión trabajan con tanto ahínco para dinamitar lo poco que va quedando de ella.
Pero cuartopoder no existe porque haya conseguido el equilibrio presupuestario, existe porque interesa a un número de lectores cada vez mayor. En 2014, año en el que competimos como nunca con otros medios en un espacio similar, este periódico creció un 100% respecto a 2013, y en 2015, si continúa la tendencia del primer trimestre, es muy posible que vuelva a duplicar su número de usuarios únicos.
Este crecimiento ha sido posible gracias al enorme esfuerzo de un pequeño equipo que cada día se deja la piel para ofrecer información diferenciada, análisis cualificados y opiniones alternativas, los tres objetivos que guían nuestro quehacer desde los principios del periodismo clásico. Hace cinco años los enumeré en un extenso artículo titulado Otro periodismo es posible. Y lo cierto es que no se necesitaba tanto espacio para explicar lo que una lectora resumió magníficamente en en una sola frase: "Que la información sea rigurosa y la opinión libre". Una frase, a lo que solo cabría añadir: "Y cuando cometáis un error, rectificad y pedid disculpas".
Un apunte final sobre los principios ideológicos que nos guían por si a alguien le pudiera confundir un periódico que no publica editoriales. En el artículo mencionado explicaba: "nos inspiran las ideas ilustradas que cimentaron las democracias occidentales, y tenemos un compromiso ineludible con los principios de libertad, igualdad y justicia tal y como se recogen en la Declaración Universal de Derechos Humanos". En cinco años se han retorcido de tal forma los paradigmas políticos que hoy no sé si volvería a escribir lo mismo al comprobar la deriva de nuestras sedicentes democracias o escuchar cómo hay quienes mancillan sin rubor esos principios de libertad, igualdad y justicia a ritmo de rap.
Os espero a todos en nuestro décimo aniversario. Gracias.