A nueve meses de las elecciones municipales, probablemente, Ana Botella era el único miembro del PP que creía que la posibilidad de presentarse o no a las elecciones, para intentar seguir siendo la alcaldesa de Madrid, estaba en sus manos. Incluso, cuando le preguntaban si le gustaría o si estaba dispuesta a pelear por la alcaldía en las elecciones de 2015 seguía respondiendo: "Aún no lo he decidido". Pero la decisión en la cúpula de su partido estaba tomada: no contaban con ella para encabezar la lista al Ayuntamiento de Madrid. Solamente faltaba encontrar el momento y el "voluntario" que se encargase de transmitírselo a la interesada, la mujer del expresidente del gobierno, el todopoderoso José María Aznar.
No hubo voluntarios ni momento idóneo. Muy en el estilo del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, en la madrileña calle Génova dejaron pudrirse el tema. El propio Rajoy ordenó aplazar el debate de la candidatura a la alcaldía de Madrid, cuando empezaron a llegar a su mesa encuestas que auguraban un pobrísimo resultado a Ana Botella y la relegaban al último lugar de entre todos los hipotéticos candidatos que aparecían en esos sondeos. Por delante y hasta por encima le han pasado nombres como el de Esperanza Aguirre, la delegada del gobierno, Cristina Cifuentes y la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Junto con esas encuestas, se adjuntaba un informe en el que se advertía que, si el PP no gana la alcaldía de Madrid, tiene muy difícil gobernar en la Comunidad. Aterrados ante la posibilidad de perder Ayuntamiento y Comunidad, los más cercanos a Rajoy le apremiaban. Algún dirigente llegó a confesar a cuartopoder.es, tras tratar de solucionar, sin éxito, el "asunto Botella" con el presidente, que "Rajoy me exaspera", por su decidido empeño en no atajar el problema.
Ayer Ana Botella acabó por resolverle el asunto. Ella se autodescartaba, pero no porque Rajoy o sus emisarios se lo hayan pedido, sino porque a Ana Botella le han llegado infinidad de mensajes de ciertos compañeros de partido en forma de puñaladas. Y casi todas por la espalda, salvo la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que le ha lanzado más de una crítica en estos últimos y amargos años de mandato. Eso sí, Aguirre atacaba de frente, a través de los medios de comunicación, aunque después siempre recurriese al manido recurso de matar al mensajero y decir que se le había malinterpretado.
Cuentan desde el entorno más cercano a Botella que se ha sentido atacada y maltratada por sus propios compañeros de partido, que nunca entendió por qué la televisión pública madrileña, Telemadrid, invirtió tiempo y dinero público en realizar un reportaje sobre la tragedia del Madrid Arena, en el que ella no salía precisamente bien parada. Hay sin embargo compañeros de Botella que lo tienen clarísimo: "porque Ignacio González aspira a presentarse a la presidencia de la Comunidad de Madrid -asegura un dirigente popular- pero no quiere que se presente Botella a la alcaldía, porque si no se gana en el Ayuntamiento, se pierde la Comunidad de Madrid". Los ataques de unos, la pasividad de otros y la hiperactividad de aquellos que se han pasado el tiempo agitando las encuentras internas del PP le han dado la medida a Ana Botella de a lo que se enfrenta: al PP, a sus compañeros de partido y a una imagen, según los diferentes sondeos que manejan los populares, que deja mucho que desear.
Su gestión de la tragedia del Madrid Arena, su célebre frase de "las peras y las manzanas", para tratar de explicar su rechazo al matrimonio entre personas de un mismo sexo, la "relaxing cup of café con leche", que sus asesores en la candidatura de Madrid para las olimpiadas de 2020pusieron en su boca para tratar de ganarse al COI, su enfrentamiento con la organización de las celebraciones del orgullo gay, etc. la perseguirán como los grandes hits de su carrera política, aunque ella solamente ha tenido un objetivo, según comentaba, en la presente legislatura: sanear las cuentas de la capital de España, que su antecesor, Alberto Ruiz-Gallardón, dejó en un estado de endeudamiento salvaje. Parece que iba por el buen camino y eso le hizo pensar en algún momento que podría reconquistar el corazoncito de los madrileños. Obviamente, no pudo con el de sus correligionarios. A Ana Botella la han apuñalado todos los días los suyos y ayer, cuando no le cabía un puñal más en la espalda, dijo, por fin, lo que sus compañeros ya sabían, pero querían escucharle decir: que no será candidata a la alcaldía de Madrid.